Bruce Dickinson – Tyranny of Souls: 20 años de cuando nos pareció el final en solitario del canto del alquimista

Tyranny of Souls

23 de mayo de 2005

Sanctuary

Me confieso fan de Bruce Dickinson: el aviador incansable, el ‘frontman’ con la voz de trueno, el hombre que convierte los escenarios en coliseos del ‘Ruock En Ruoll’, “scream for me…” . Pensar en Bruce Dickinson es referirnos, casi, al ADN del heavy metal, pero Bruce es mucho más que eso. Es un hombre que se ha construido a él mismo, esculpiendo un mito personal que está lleno de contradicciones: culto pero instintivo, refinado pero visceral, clásico pero experimental.

 

Su historia es la de un artista en perpetua búsqueda de sentido, identidad y trascendencia. Pero su historia va más allá de su andadura en Iron Maiden, como él mismo ha narrado en su autobiografía, y como un servidor ha intentado contar este mismo año (Satan Arise, mayo 2025). Hallamos la esencia de este alquimista incansable en su carrera en solitario, que comenzó allá por 1990 y con el Tattoed Millonaire y que, por ahora, finaliza con The Mandrake Project (2024). ¡Vamos al lío!

 

En mayo de 2005, Bruce Dickinson lanzó el que sería, durante casi dos décadas, su último álbum en solitario: Tyranny of Souls, que venía precedido por la magnitud conceptual de The Chemical Wedding (1998), una obra de culto que lo situó como uno de los pocos vocalistas de heavy metal capaces de construir universos artísticos sólidos fuera de su banda madre. Pero esta vez no había Blake, ni alquimia, ni giras de teatros oscuros. Solo un puñado de canciones gestadas a contrarreloj, entre vuelos intercontinentales y grabaciones con los Maiden.

 

El disco fue compuesto y grabado de manera remota: Roy Z trabajó desde su estudio en Los Ángeles, mientras Dickinson escribía letras y melodías en Europa: “Fue una especie de experimento: él me enviaba riffs, yo los escuchaba en hoteles o aviones y escribía sobre la marcha”, contaba Bruce a Metal Hammer en junio de 2005. Lejos del ideal de una banda en sala de ensayo, esta colaboración transatlántica dio lugar a un álbum compacto, urgente, directo, que conserva la oscuridad de sus predecesores, pero con una economía narrativa más depurada. Un disco sin excesos, nacido del impulso creativo más básico: el de no dejar morir una voz interior.

 

El disco

Tyranny of Souls se abre con el preludio instrumental “Mars Within”, que da paso a “Abduction”, una descarga de riffs densos y batería galopante que recupera la agresividad del Accident of Birth. Pero el alma del disco se encuentra en composiciones como “Navigate the Seas of the Sun”, una balada cósmica que parece suspenderse entre la melancolía y la trascendencia. Según nos cuenta el propio Dickinson, la escribió después de ver un documental sobre alienígenas ancestrales en la BBC. El resultado es una de las canciones más sentidas y menos grandilocuentes de su carrera.

 

El enfoque lírico es menos mitológico que en discos anteriores, pero igualmente cargado de simbolismo. “Kill Devil Hill” —inspirada por los hermanos Wright y su obsesión con volar— reflexiona sobre la ambición humana, mientras que “Devil on a Hog” introduce un humor ácido en forma de crítica a la arrogancia espiritual. La canción que da nombre al disco, “Tyranny of Souls”, cierra el álbum con un aire apocalíptico: “The soul becomes a tyranny when the voice of reason dies”, canta Dickinson con una mezcla de desesperación y lucidez. Aquí no hay héroes épicos ni visiones místicas: hay un hombre enfrentándose a su propio abismo.

 

La música

Desde el punto de vista musical, el álbum conserva el músculo del heavy clásico, pero explora territorios más atmosféricos. Roy Z —guitarrista, productor y arquitecto sonoro del proyecto— logró una mezcla cruda, sin adornos excesivos. En diferentes entrevistas Roy Z ha afirmado que este disco pretendía más capturar momentos que capturar la perfección. Pretendía ser honesto y por ello el resultado es un álbum que se siente íntimo, sin por ello perder intensidad.

 

Por otro lado, la portada, obra de Hugh Syme (colaborador habitual de Rush), muestra una figura casi espectral en medio de una composición barroca. Es un retrato visual de la angustia contenida que permea todo el disco. No hay monstruos ni mitologías: hay seres humanos enfrentando su propia finitud. Como dijo Bruce en una entrevista con BBC Berkshire en 2005:

 

No me gusta ser reconocido, no tengo ningún interés en ser famoso en absoluto, simplemente hago lo que hago”.

 

Veredicto

De ahí que veamos que este disco no es sobre espadas y dragones, sino que trata de lo que pasa cuando el telón cae y estás a solas contigo mismo. A diferencia de sus trabajos anteriores, Tyranny of Souls no fue acompañado de una gira, ni tuvo una promoción significativa. Y, aun así, el disco encontró su lugar entre los seguidores más fieles. Rafa Basa escribió en su reseña original:

 

«Tyranny of Souls» es definitivamente la consagración de Bruce como compositor […]. «Tyranny» es un disco variado, complejo, difícil en algunos momentos, pero al mismo tiempo es una apuesta difícil de la que Bruce sale bien parado. Tanto por la calidad compositiva de muchos de los temas, como por la variedad de algunas canciones, que tal vez nunca habrían tenido cabida en Iron Maiden”.

 

Durante casi veinte años, este álbum fue el punto final —aunque sin anuncio oficial— de la carrera en solitario de Bruce Dickinson. En palabras del propio Bruce: “Fue como escribir una última carta antes de volver a casa” (What Does This Button Do?, 2017). Y quizás por eso, Tyranny of Souls suena a despedida involuntaria: elegante, crepuscular, profundamente humana. Un álbum que no necesitó levantar la voz para dejar huella. Suerte que caso 20 años más tarde, en 2024, publicó The Mandrake Project. La carrera en solitario sigue viva, pero a cuentagotas.

 


Descubre más desde Stairway to Rock

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja una respuesta