Lecturas musicales: «Yo necesito amor – memorias-»  de Klaus Kinski

Yo necesito amor -memorias-

Autor: Klaus Kinski

1992 (La sonrisa vertical) 

Siempre había admirado al gran Klaus Kinski en sus papeles excesivos de loco o zumbado en las películas clásicas de Werner Herzog, tales como “Aguirre o la cólera de Dios” o “Fitzcarraldo”. Lo que no sospechaba es que dicho personaje poseyera unas memorias en las que quedan reflejadas sus filias, fobias y desventuras, que nos sirven a la vez de guía práctica para entender su turbulenta vida, sus provocaciones y su leyenda. “Yo necesito Amor –Memorias-“ de Klaus Kinski.

 

A este rubio y rudo alemán, de mirada ausente, primario y provocador le robaron la infancia entre el hambre y la guerra. Sobrevivió a base de hurtos y empeños a manos de una peculiar familia, nómada por necesidad. Cabe destacar el sobrecogedor recuerdo de nuestro protagonista persiguiendo a una vaca entre alambradas a mordiscos.

 

Evidentemente forjó su personalidad entre penurias y desdicha y si se hizo actor fue más por necesidad que por vocación. Ya desde su adolescencia nos muestra su adicción al sexo. Desde sus prolegómenos con su propia hermana hasta toda clase de excesos y perversiones. Yo necesito amor es un sinfín de relaciones sexuales con múltiples detalles de polvos. No le interesa ni el cómo se las liga, simplemente toma protagonismo en sus líneas las posturas, su grado de erección, los atributos femeninos y la violencia de las relaciones. Las referencias a su vida de actor y sus relaciones con los directores pierden protagonismo frente a episodios tales como ir de putas en Barcelona, polvos salvajes con una giganta pakistaní u orgías con gitanas.

 

Él mismo se consideró siempre como una puta pues la mayoría de sus participaciones en películas fueron por dinero, hecho por el cual, la mayor parte de su filmografía es más bien nefasta. Su ascenso al Olimpo cinematográfico lo debe en parte a los films de Herzog al que directamente odiaba a muerte. De hecho, la historia nos cuenta que dicho binomio antagónico llegó a las manos en más de una ocasión, y que, si Kinski terminó el rodaje de “Aguirre…” fue a punta de pistola. En “Cobra verde” la cosa fue a más y el rubio alemán se largó sin terminar el rodaje.

 

En sus memorias el apellido Herzog va seguido de una retahíla de adjetivos descalificativos con los que llena varias páginas y los alterna con insultos. Y es que Kinski y la soberbia fueron amantes durante toda su vida. Fue lo más cercano a un rock star. Destrozaba habitaciones, compraba Ferraris, Rolls y Maserattis que luego estampaba contra cualquier pared o los malvendía por que sí. Cuando Kinski decía “NO” a un rodaje le importaba bien poco las maneras o quien era el director. De hecho, se llevaron calabazas Fellini y hasta Spielberg. Kinski rechazó el papel de Indiana Jones para rodar un bodrio en otra parte. Probablemente vio más posibilidades de follar en el otro rodaje.

 

Su cólera y sus maneras rozaban el absurdo. Su amor y defensa por los niños y los animales era enfermizo y a ultranza, pese a que no dudaba en zurrar a cualquier adulto que le llevase la contraria. Era capaz de llegar a los puños a la mínima con cualquier director hasta el punto que se le asignó un guardaespaldas. Se dice que el guardaespaldas no era para protegerle a él, ¡era para proteger a la gente de Kinski!

 

Tras dos matrimonios y dos hijos, entre ellos, su célebre hija Nastassia Kinski, encontró algo de “estabilidad” con su tercera esposa Manhoi, la que le dio su tercer hijo Nanhoi. Su amor por su tercer hijo y la cantidad de páginas dedicadas a él contrastan con la escasez de referencias a Pola y a Natstassia. Pero así fue Kinski, obsesivo e impulsivo, capaz de desvivirse por la que fue otra de sus grandes pasiones: su último hijo. Eso sí, su amor total por su descendencia no le hizo olvidar su objetivo vital: follar con toda mujer que se cruzase en su camino.

 

Evidentemente hay numerosas referencias a las enfermedades venéreas con las que convivió hasta el fin de sus días y a sus correrías nocturnas que le hacían llegar a los rodajes sin apenas dormir y exhausto, tras toda una noche de placer.

 

“Yo necesito amor” es una obra imprescindible para todo aquel que sienta curiosidad por una de las personalidades más alocadas y excesivas del arte cinematográfico. Pese a que en momentos se hace cansino tanto polvo, y tanta devoción por su vástago, la vida de Kinski bien merece películas y libros sobre sus tormentosas vivencias. Relatado “telegramáticamente” y ameno, hace de él un antihéroe con una vida más de ficción que muchas de sus películas.

 

Algunos aseguran que lo mejor que hizo Kinski en toda su vida fue engendrar a Nastassia Kinski… Y cuando falleció se cuenta que Fernando Colomo dijo al saber la noticia: “Kinski a muerto… descansemos en paz”.

 


Descubre más desde Stairway to Rock

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *