Especial de Paul Thomas Anderson: análisis de la retorcida psique humana (Parte 1)

Recientemente pude disfrutar en el cine del décimo largometraje del maestro Paul Thomas Anderson: One Battle After Another. Como tenía muy pendiente indagar en su filmografía, repasaré en este especial ocho de sus diez películas lanzadas hasta la fecha, para entender la evolución de su estilo de dirección: en esta primera parte empezaremos con su debut Sydney o Hard Eight (1996), para seguir con Boogie Nights (1997), Magnolia (1999) y There Will Be Blood (2007), mientras que la semana que viene disfrutaremos de The Master (2012), Phantom Thread (2017), Licorice Pizza (2021) y finalizaremos con su ya mencionada obra más reciente.

 

PTA tiene un papel clave en la escena estadounidense, como puente entre la llamada generación del videocasete y la segunda ola del cine independiente. Los primeros no aprendieron en universidades o escuelas, sino que más bien fueron autodidactas: eran ávidos consumidores de VHS, que pausaban y retrocedían para analizar planos y detalles del montaje. A diferencia de algunos coetáneos, Anderson no trabajó en videoclubes como Quentin Tarantino o Kevin Smith, pero creció obsesionado con cintas de Stanley Kubrick, Jonathan Demme y, en particular, de Martin Scorsese y Robert Altman. Estos dos últimos pertenecen a la primera ola del cine independiente (como Spielberg o Coppola), ya que se alejaban de las grandes producciones, mientras que la segunda se caracteriza por productoras todavía más pequeñas entonces como Miramax, además de la aparición de festivales como el de Sundance y, en menor medida, el de Cannes. Se considera que la película Sex, Lies, and Videotapes (1989), de Steven Soderbergh, representa el inicio de esta segunda hornada de cineastas.

 

Regresando a nuestro protagonista, PTA realizó en secundaria el que sería su primer corto, llamado The Dirk Diggler Story (1988), sobre un joven actor de cine para adultos, que fue la base para su posterior Boogie Nights. A los veintitrés años decide usar el dinero que su padre había reservado para su universidad, para rodar el corto Cigarettes & Coffee (1993), donde ya observamos su primera incursión en historias entrelazadas. Envió al corto en el festival de Sundance de ese año y pudo perfeccionar su guion gracias al programa de desarrollo Sundance Lab, fundado por el añorado Robert Redford para apoyar nuevos talentos. A partir de esa historia ideó su primeriza Hard Eight.

 

Sydney / Hard Eight (1996): jugada de dados a vida o muerte

 

¿Porqué dos nombres diferentes? Tras finalizar el rodaje, la productora Rysher Entertaintment no confió en el corte final de un director novel de veintiséis años, por lo que recortó casi diez minutos del montaje original, para estrenarlo bajo el nombre de Hard Eight. Anderson consideró que habían destruido su obra, por lo que envió su versión del director al Festival de Cannes como Sydney. New Line Cinema reconoció el talento de la joven promesa y decidió producirle sus dos siguientes largometrajes. En especial se nota en el prólogo, donde se pierde cierta ambigüedad: la historia empieza directamente con Sydney Brown (Philip Baker Hall), un elegante caballero mayor que se acerca a John Finnegan (John C. Reilly), un joven desaliñado que está sentado delante de la entrada de un restaurante, en la carretera de Nevada. Le ofrece un cigarrillo y un café y, cuando ambos están ya sentados en una mesa, este le explica que ha perdido su dinero en Las Vegas y necesita seis mil dólares para el funeral de su madre. Sydney se ofrece a llevarlo de vuelta a la ciudad del vicio para enseñarle a sobrevivir y, aunque inicialmente se muestra escéptico sobre sus verdaderas intenciones, John decide acompañarlo. Esa diferencia de versiones también se nota en exceso con el cartel de dos años más tarde, con un John convertido ya jugador habitual, perdiendo parte del aprendizaje, así como la peculiar relación casi de padre e hijo entre los protagonistas.

 

A pesar de tratarse de su estreno en la gran pantalla, me parece la mar de entretenida. Sin entrar en mayores spoilers, es un shock el descubrir la razón por la cuál Sydney decide ayudar a toda costa al poco avispado joven, incluso cuando este se mete en un auténtico berenjenal junto a la camarera/meretriz Clementine (Gwyneth Paltrow), con quien se casa impulsivamente. John se hace amigo del espabilado Jimmy (Samuel L. Jackson), quien amenaza al protagonista de desvelarle la verdad a su pupilo bajo chantaje. A pesar de que Jackson ya era conocido por Pulp Fiction (1994), aceptó trabajar por poco más del salario mínimo, convencido por el guion. Lo mismo pasó con el resto de actores, ya que creían en su visión: Baker, Reilly, además de Philip Seymour Hoffman y Melora Walters, que tuvieron pequeños papeles, se convirtieron en habituales del director. Durante el rodaje, Anderson organizaba noches de proyección en su casa, donde veían a sus citadas influencias independientes, hecho que fomentó el tono coral que vimos más adelante en Magnolia. Aunque fue un fracaso en taquilla (recaudó dos cientos cincuenta mil dólares de los escasos tres millones que costó financiarla), fue muy bien recibida por la crítica especializada.

 

 

Boogie Nights (1997): en el cine adulto, todo lo que sube termina cayendo

 

La primera película que vi de Anderson fue también su consagración internacional a muy temprana edad. Como ya hemos explicado, se desarrolla en base al primer corto que hizo en la secundaria: narra la historia de Eddie Adams (Mark Wahlberg), un joven californiano sin rumbo vital que es humillado física y psíquicamente por su madre alcohólica y un padre pasivo. Una noche, mientras trabajaba en un club de alterne es descubierto por el productor de cine para adultos Jack Horner (icónico Burt Reynolds), mientras este está sentado en una mesa junto a la actriz Amber Waves (Juliane Moore). A modo de audición, le indica a la joven «Rollergirl» (Heather Graham) que le saque la punta a su lápiz, para comprobar si está bien dotado. Si bien se trata de la primera incursión en una película coral de PTA, ya que vemos como varios protagonistas se hacen un nombre en la industria pero terminan cayendo por varias razones (adicciones, fracaso escolar, pérdida de la custodia del hijo, rechazo social, etc) y remidiéndose hacia el final, más bien el foco se centra en Eddie y su meteórico ascenso como «Dirk Diggler», junto a su inseparable colega Reed Rothchild (John C. Reilly).

 

Su polémico guion fue rechazado por varias productoras, hasta que New Line Cinema apostó por la propuesta arriesgada: fue un éxito moderado de recaudación (quince millones de dólares de presupuesto, para obtener cuarenta y tres millones), pero absoluto de crítica especializada, ya que fue nominado a tres premios Óscars (Guión original, Actor de reparto para Reynolds y Actriz de reparto para Moore), aunque perdió los tres. El díscolo Burt se peleó varias veces con Anderson y ni siquiera recogió su Globo de Oro. DiCaprio iba a ser el protagonista, pero lo rechazó por Titanic y recomendó a su amigo Mark. Cabe destacar el pequeño papel de Alfred Molina como el capo de la droga Rahad, en una tensa escena con el chaval chino tirando petardos mientras intentan la transacción. Por último, es evidente la influencia de Scorsese en el travelling inicial, así como en la escena final donde muestra la longaniza de prótesis, que homenajea a Raging Bull (1980) delante del espejo.

 

 

Magnolia (1999): relaciones entrelazadas rotas y enfoque vital pesimista

 

Magnolia seguramente sea la película más amarga de Anderson, debido a su fuerte carga dramática. Aviso que habrán SPOILERS sobre las diferentes narrativas y su final. Nos explica un solo día en la vida de varios personajes, en el Valle de San Fernando de Los Ángeles, cuyas historias personales se entrelazan a través de coincidencias fortuitas y diferentes traumas sin resolver. Se nos introducen tres historias sobre muertes azarosas y extrañas, basadas en hechos reales, como antesala del desarrollo principal. Ya en la trama, por orden de aparición, el reparto es de lo más variopinto: 1) El policía Jim Kurring (John C. Reilly) investiga un disturbio en el apartamento de una mujer, para descubrir un cuerpo en un armario. Aparece como ancla de bondad con la que identificarse, si bien como todos carga con su mochila emocional. Más adelante, acude a otro apartamento alertado por el ruido de la música y una discusión. Allí conoce a la adicta Claudia Wilson (Melora Walters) y le pide una cita; 2) Se nos muestra al enfermo de cáncer terminal Earl Partridge (Jason Robards), postrado sobre su cama, quien es vigilado por su enfermero Phil (se rompe Philip Seymour Hoffman). No se habla con su hijo, al abandonar a su enferma madre por su esposa Linda (Julianne Moore), una mujer más joven. Ella inicialmente solo busca su dinero, pero se da cuenta de que lo ama en realidad y quiere renunciar a su herencia, así como quitarse la vida;

 

3) Frank T. J. Mackey (Tom Cruise) es un machista gurú de la seducción, así como el abandonado retoño de Earl. Una entrevistadora descubre su pasado y se ve obligado a visitarlo a regañadientes; 4) Jimmy Gator (Philip Baker Hall) es un exitoso presentador del ficticio programa de niños prodigio What Do Kids Know? Tiene cáncer y síntomas de alzhéimer, así como una relación inexistente con su hija Claudia, de quien abusó de pequeña. Por otra parte, confiesa a su mujer que le ha estado engañando; 5) Stanley Spector y Donnie Smith: Stanley (Jeremy Blackman) es un niño prodigio que participa en el mencionado concurso y es explotado económicamente por su padre. Donnie (gran William H. Macy) fue antaño otro genio infantil, pero sus padres lo dejaron arruinado tanto económica como mentalmente. Solo busca empatía ajena, pero es el espejo de futuro de Stanley si nadie interviene.

 

La súbita escena de la lluvia de ranas actúa como una especie de Deus ex machina, para resolver inesperadamente las diferentes tramas abiertas: 1) Jim es humillado cuando pierde su pistola, pero se reúne con Claudia y se da a entender que terminan juntos. La traumada joven se reconcilia con su madre; 2) Earl fallece, aunque Frank termina llorando la muerte de su padre, junto al enfermero Phil. Tras el intento de suicidio de Linda en su coche durante la lluvia, es llevado al hospital y logra salvarse; 3) Gator intenta terminar con su vida de un disparo, compungido por su culpa, pero es interrumpido por las ranas. No se sabe con certeza si fallece debido a su estado; 4) Después de mearse encima sin interrupción posible durante el concurso, Stanley va a la habitación de su padre, para decirle que tiene que empezar a tratarle mejor. Su padre le dice que se vaya a dormir, como si a penas le prestara atención; 5) Donnie en pura desesperación se cuela en la óptica donde trabaja para robar la caja fuerte. Cae desde una tubería por los mismos anfibios que amortiguan su caída. Conoce al inspector Jim y decide devolver el dinero, además de abrirse con él y explicarle que solo quiere conocer alguien a quien ofrecerle su amor.

 

Según Anderson, construyó la película alrededor de las canciones de Aimee Mann. En una secuencia, todos los personajes cantan de manera simultánea «Wise Up». Después del exorcismo personal de Magnolia, necesitaba algo más optimista como fue Punch-Drunk Love (2002). Nuevamente obtuvo tres nominaciones al Oscar que no consiguió, si bien Cruise logró el Globo de Oro. Recaudó casi cincuenta millones de dólares, recuperando la inversión de casi cuarenta millones.

 

 

There Will Be Blood (2007): la inhumanidad del capitalismo estadounidense

 

Seguramente una de las mejores interpretaciones del legendario y camaleónico Daniel Day-Lewis. Encarna a Daniel Plainview, un buscador de plata que, por golpe de suerte, se convierte en un magnate petrolero, en la California de inicios del siglo XX. Tras la muerte de un trabajador, decide adoptar a su hijo H.W. (Dillon Freasier), dando la falsa apariencia que se trata de un negocio familiar frente a posibles inversores. El joven Paul Sunday (enorme Paul Dano) lo visita para explicarle que hay un depósito petrolero en Little Boston. Allí conoce a su hermano gemelo Eli, un predicador, además del resto de su familia. Se crea una guerra psicológica entre el capitalismo brutal y el fanatismo religioso, que parece crecer en adeptos. La ambición sin medida de Daniel lo termina dejando aislado pero ultra rico, tras incluso terminar con la vida de su supuesto hermano perdido. También pierde la relación con su hijo adoptivo, tras dejarle de lado cuando este se queda sordo. Es inevitable pensar en el personaje de Gordon Gekko (Michael Douglas), en Wall Street de 1987, dirigida por Oliver Stone. Mítico su discurso sobre la codicia:

 

«Greed, for lack of a better word, is good. Greed is right. Greed works. Greed clarifies, cuts through and captures the essence of the evolutionary spirit. Greed, in all of its forms — greed for life, for money, for love, knowledge — has marked the upward surge of mankind».

 

Junto a la adaptación directa que hizo en Inherent Vice (2014), novela de Thomas Pynchon, son los dos únicos guiones no originales de Anderson. Sin embargo, mencionar que se trata de una adaptación muy libre de la novela Oil! de Upton Sinclair (1927): el protagonista Daniel, su hijo y la rivalidad con el predicador son originales suyas. La explosión del pozo petrolero fue real y retrasó un día del rodaje de No Country for Old Men de los Hermanos Cohen. Estos tuvieron su venganza personal: se alzaron con los Oscars a Mejor película, Mejor director y Mejor guion adaptado, si bien merecidamente Lewis consiguió el de Mejor actor y la película el de Mejor fotografía. Que Dano no fuera ni siquiera nominado es algo impensable. Él y Lewis improvisaron parte de la catarsis religiosa de «I abandoned my boy». Por no hablar de la icónica frase final: «I drink your milkshake», en referencia al drenaje de petróleo alrededor de las tierras que no eran suyas.

 

Fue un éxito evidente de crítica y taquilla, para recaudar casi ochenta millones de dólares respecto a los veinticinco millones de su presupuesto inicial. Para finalizar esta primera parte, es importante dar a entender que There Will Be Blood marca un evidente cambio en la manera de dirigir de Anderson: la cámara en constante movimiento, con largos planos secuencia, pasa a presentar planos más lentos y contemplativos; los agitados diálogos y montaje pasan a ser más introspectivos, incluso con momentos de extensos silencios; la narración pasa de no ser tan dramática a algo más psicológico. Asimismo, los repartos no son tan corales y pasan a haber evidentes protagonistas.

 


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