85/100
20 de septiembre de 2024
Nuclear Blast
“Of all the delectable islands the Neverland is the snuggest and most compact, not large and sprawly, you know, with tedious distances between one adventure and another, but nicely crammed.” J.M. Barrie, Peter Pan.
El esperado décimo álbum de estudio de Nightwish, Yesterwynde, llega a nuestros oídos al auspicio de un renovado contrato con Nuclear Blast (recordemos, llevan juntos desde Once) y un más que considerable tiempo de gestación…ni más ni menos que 3,5 años de trabajo desde su anterior Human. :II: Nature. Siempre resulta complejo abordar una crítica de forma objetiva, y más cuando se trata de un lanzamiento que suscita tanta expectación, y de una banda como Nightwish, con una base de seguidores amplísima entre la que en los últimos tiempos se va notando una brecha creciente entre aquellos seguidores que echan de menos tiempos pasados de la banda y los que acogen la experimentación y la evolución de la banda con mejor grado.
Sin entrar a detallar en qué grupo nos encontramos (aunque se verá claramente), lo cierto es que ambas posiciones son ciertas e igualmente respetables, y de ahí la necesidad de proporcionar una crítica ecuánime y de interés para todos los lectores, que requiere además de un análisis previo de contexto. Y es que este Yesterwynde parte de base con un punto extra de expectación, catalizada por varios detalles:
Human. :II: Nature, no dejaba de ser un sobresaliente disco, pero por primera vez generó cierto consenso: está por debajo de previas epopeyas de los fineses, lastrado entre otras cosas por el minutaje excesivo de la pieza instrumental “All The Works Of Nature Which Adorn The World”, una instrumental superlativa y maravillosa, pero con un pecado mortal: nos “robaba” a Floor Jansen y al resto de los chicos durante más de media hora.
Otro factor de calado fue la salida de Marko Hietala, que sin duda, y aunque el propio Holopainen se niegue a reconocer, supone un impacto significativo y ahonda en esa brecha con su pasado, potenciada por el creciente protagonismo de Troy Donockley en tareas vocales.
Otro punto de “conflicto”, el hecho de que la actividad de directo de la banda haya quedado interrumpida de forma “indefinida”. Siendo esta una opinión personal, este hiato deja a la banda en una situación de “ruptura técnica”. ¿En qué se diferencia ahora Nightwish de lo que sería un proyecto personal de Tuomas Holopainen? A fin de cuentas él se ocupa del 100% de la composición y la producción, y aunque a nivel de comunicación se cuidan mucho de dar esa imagen de banda, a veces da la sensación de que se trata de una mera cuestión de marketing.
¿Se nota esto en el resultado final de Yesterwynde? Podríamos esperar que todo esto permee de alguna forma en el resultado final del disco, así que mejor nos ponemos ya a desgranar todas las sensaciones que hemos experimentado, sabiendo de antemano que el resultado final no nos va a generar indiferencia. Y comenzaremos con la conclusión final: afirmamos que nos ha gustado mucho, muchísimo, y que posiblemente con el tiempo nos gustará incluso más. ¿Por qué comenzar la crítica tan “a saco” con el final?
Pues veréis, es nuestra forma de introducir uno de los conceptos que esta obra despliega ante nosotros, y es que los que lo escuchéis veréis rápidamente que el principio es el final…¿o el final es el principio? No suele estar en nuestro ánimo dar un exceso de protagonismo al “rollo conceptual” con el que algunas bandas acompañan sus lanzamientos. A fin de cuentas, lo importante es la música, ¿no? Pero en este caso resulta imposible no entrar al detalle.
Nos encontramos junto con «Imaginaerum» ante el álbum de Nightwish que mejor conecta la música con un concepto, con sus letras, la portada y el título (esto último tiene mérito, siendo una palabra inventada). Y es que esto es Yesterwynde. En palabras de la banda, y con la idea de explicar su significado, sería un término que “conecta la sensación del paso del tiempo, la historia, los recuerdos, y como se conectan y entrelazan desde nuestra generación hasta aquellas pasadas”.
Confieso que este es un concepto que de entrada me generó extrañeza y cierta hilaridad…tanto que ya antes de oír nada, me sentí inclinado a que mi crítica del disco viniera acompañada del irónico titular: “Hoy me siento Yesterwynde”, o ya entrando en barrena: “Me pone un Yesterwynde con patatas, para llevar. Sin picante, por favor”. Pero no, no ha hecho falta, y es que una vez que escuchas (más bien te sumerges o navegas) en Yesterwynde, y le dedicas tiempo, paciencia, cariño…es en ese momento es cuando todo cobra sentido…y quizás en ese momento te esté devolviendo mucho más de lo que tu le has dado. En fin, experiencia para los sentidos para unos, disco olvidable (o mal mezclado) para otros.
¡Comencemos pues! Lo primero que escuchamos en el corte inicial homónimo al disco es el sonido de un viejo proyector de cine seguido de un coro eclesiástico (en palabras de Tuomas, con el coro querían capturar una atmosfera antigua, medieval…). El tema nos lleva en una suave progresión hacia una mezcla de guitarra acústica y elementos folk, que anticipa la entrada de Floor, sutil y elegante. Transmite paz, es evocadora, luminosa, un punto misteriosa…Sin duda, un comienzo que marca una diferencia notable respecto a los inicios más explosivos de algunos de sus discos anteriores. Esta atmosfera íntima en la que te envuelve supone un momento de respiro antes de sumergirse en el corazón de Yesterwynde.
Tras la introducción, “An Ocean of Strange Islands”, abre fuego con un emocionante viaje a lomos de un metal sinfónico desatado de 9 minutos de duración (más bien 7+2), marca de la casa. Aquí nadie podrá echar de menos al viejo Nightwish, ya que el tema encarna su esencia, y de hecho, no es nada complicado detectar unos cuantos eastern eggs del pasado (sobre todo de temas “de inicio”). Ciertamente sutiles, pero fácilmente detectables con un poco de atención, y que sin duda enlazan con el concepto Yesterwynde de la memoria, el paso del tiempo, los recuerdos…digamos que parece sacada de algún oscuro cofre de las maravillas, destinada a homenajear cada era de la banda.
¿Quizás la historia de Nightwish sea un océano, y cada era/álbum referenciado sea una de esas “extrañas islas”? (ahora entenderéis mejor la cita que encabeza esta crítica). Por lo demás, contundencia guitarrera por parte de Emppu Vuorinen, orquestación cinematográfica y la poderosa voz de Floor Jansen. 7 minutos intensos dan pie a una sección final de paz y sosiego (+2), con Donockley tomando el relevo acompañado del sonido de las olas de un océano en paz. ¿Quizás la sección menos necesaria de todo Yesterwynde?
“The Antikythera Mechanism” baja las revoluciones. Un comienzo misterioso y evocador, que nos hace inevitablemente recordar a “Sahara”, y es que a nivel vocal, aquí Floor parece clavar el registro de Annette en los primeros compases del tema, muy probablemente de forma intencionada (otra “yesterwyndada”). Esta pista destaca por su impoluta ejecución musical, de la que destacaremos la base rítmica. Por una parte Jukka Koskinen se ha empeñado en que no recordemos a Marko Hietala al bajo (sí que echamos de menos su voz), y por otra tenemos al ya más que asentado Kai Hahto. Fijaos en ellos en la sección instrumental.
En cuanto a su temática intrigante, habla sobre un antiguo dispositivo griego a medio camino entre una computadora y un calendario, que podía predecir posiciones astronómicas, eclipses, equinoccios, fases lunares…pensamos que sin duda refleja la fascinación de Nightwish por la última de Indiana Jones. Vale, esto último es broma, pero lo aprovechamos para comentar anecdóticamente que, en palabras de Tuomas, llegaron a esta temática allá por 2021, así que cualquier atisbo cinematográfico aquí es mera coincidencia.
¿Os hemos dicho ya lo mucho que nos ha gustado la parte instrumental? Pues añadimos que además evoca de forma genial las entrañas de un complejo mecanismo, lo que una vez más nos permite conectar las letras con la música (muy yesterwyndiano todo). En conclusión, un temazo (me atrevo a decir: EL temazo del disco), que funcionaría espectacularmente bien en directo, si no nos privaran de ello “de forma indefinida”.
Sigue “The Day Of”, segundo avance del disco. Cuando la escuché en su momento pensé dos cosas: “¡buena!” y también “les va a caer la del pulpo”. Creo que no me equivoqué…es un tema diferente y experimental, y a quien le guste ver que una banda evoluciona e incorpora nuevos elementos a su música, aquí quedará más que satisfecho. Es sin duda el tema en que la parte orquestal es menos prominente y dónde los teclados destacan claramente, con un toque “synth” que le sienta fenomenal. Aunque esto parece nuevo, en realidad es un recurso ya utilizado de otra forma en el pasado…¿“Wish I Had an Angel” os suena?
El tema vino acompañado de un excelente video musical, perfectamente alineado con la temática apocalíptica y distópica de sus letras (con referencias a 1984, el efecto 2000, la pandemia…), pero que en realidad trata del miedo como herramienta de control (en este sentido, el video musical es bastante revelador). Un elemento curioso y central en el tema es el coro infantil del estribillo que añade una dimensión única al tema, aunque a mí personalmente no me engancha nada. Me gusta mucho más cuando la voz de Floor confluye con ellos, hacia el final del tema.
“Perfume of the Timeless” fue el primer avance del disco, y nos ofreció una variedad de experiencias auditivas a lo largo de más de 8 minutos de duración, aunque como no podía ser de otra manera generó polémica (más bien la recreó, ya que esto se lleva diciendo desde 2015), por la mezcla vocal que deja a Floor ligeramente tapada por tanta grandiosidad orquestal. Sobre esto, afirmar que si bien es cierto que cuando estas vendiendo un concepto en el que las letras son tan importantes, presentar una mezcla en la que cuesta entender lo que nos cuentan es algo que penaliza el doble. Por otra parte, ya hemos dicho que este Yesterwynde da mucho, pero también exige lo suyo.
Una escucha en un entorno tranquilo y con el equipo adecuado (deseando estamos escucharlo en Dolby Atmos) contribuye a minimizar este problema, o al menos a que “importe menos”. Definitivamente, no es un disco para tener de fondo o para escuchar mientras vas al super. Y esto puede ser tanto virtud como defecto a la vez…Por lo demás, esta canción vuelve a ser un testimonio de la capacidad de Nightwish para combinar la grandeza sinfónica con un mensaje profundo sobre la apreciación de la historia humana y nuestro lugar en ella. A nivel musical, gana mucho, muchísimo con cada escucha (sí, a mí también me dejó muy frío al principio, pero luego creció en mí casi sin darme cuenta).
Por último, nos encantó el espectacular y multipremiado video musical que acompañó el lanzamiento de este tema. Una delicia, a nivel visual y conceptual, del que rescataremos la parte en la que Tuomas se convierte en esparrago, que dio pie a este hilarante momento (no es común verle así de “descojonao”, así que como no compartirlo).
“Sway” es de “las lentas”, una balada folk preciosista, potenciada con la sinergia entre Jansen y Donockley ya explotada en tantas ocasiones, y que sabe crear una atmósfera evocadora, con un contenido lírico que nos retrae a nuestra infancia. A destacar: Jukka tocando un bajo sin trastes en el tramo final del tema, siendo este un instrumento infernalmente complejo a la hora de mantenerlo afinado, pero que da un sonido más suave y orgánico.
Por lo demás, entusiasmará a unos (es un tema bello y perfectamente construido) y aburrirá a otros por su total ausencia de elementos metálicos (encajaría muy bien en un disco de Auri o en el maravilloso Music Inspired by the Life and Times of Scrooge).
“The Children of ‘Ata’” percibimos que podría ser otro hit, aunque no es ni de lejos lo mejor de Yesterwynde. Por una parte encontramos nuevos sonidos: nada más y nada menos que una mezcla única de ritmos “discotequeros” muy de los 80´s, con metal. Es sin duda un experimento arriesgado, del que creo que salen airosos y que vuelve a poner de manifiesto la capacidad de Tuomas para salirse del tiesto.
La temática de la canción está basada en hechos reales: los náufragos de Tonga. Fueron seis adolescentes que escaparon de su internado, robando un bote que terminó naufragando. Lograron llegar a la isla deshabitada de ʻAta, donde sobrevivieron durante 15 meses. Encaja en el concepto de Yesterwynde, ya que establece un paralelismo con la resiliencia de la humanidad, simbolizada por la unión de los niños para sobrevivir.
Se ha establecido un “antiparalelismo” entre esta historia y la narrada en la novela “El Señor de las Moscas”, ya que la segunda muestra igualmente un grupo de niños intentando sobrevivir en una isla, aunque aquí se nos muestra la faceta más salvaje del ser humano. Esta referencia aparece en las letras: “Every new day we beat the lord of flies”.
Nos ha llegado el comentario sobre la similitud entre esta canción y “Creek Mary´s Blood” varias veces, pero en nuestra opinión, más allá de presentar partes vocales cantadas en una lengua “exótica” (el idioma tongano), poco más hay para comparar a nivel musical. Por lo demás, y sonidos disco aparte, es quizás el tema más “sencillo” de todo el álbum, aunque funciona muy bien (probablemente por el estribillo, muy pegadizo). Puestos a comparar con “Creek Mary´s Blood”, a “The Children of ‘Ata’ le habría sentado especialmente bien tener una mayor presencia de Emppu.
Esto último no ocurre en “Something Whispered Follow Me”, que supone un nuevo desarrollo en el sonido de la banda, adentrándose en terrenos más progresivos, mientras nos ofrece una experiencia melancólica y contemplativa. En palabras de Tuomas, es un tema que habla sobre su idea del significado de la vida, y sin duda esto queda perfectamente descrito en las letras, que comienzan haciendo referencia a la experiencia de nacer.
Algo hay en el ambiente inicial que crea, misterioso y evocador, con la instrumentación sugiriendo ese susurrar al que hace referencia el título. A continuación encontramos el trabajo de guitarra de Emppu Vuorinen más prominente del disco (yuju!), que guiará el resto del tema.
Tenemos aquí con una menor dependencia de la grandilocuencia sinfónica. Sigue ahí, pero en un segundo plano. Por supuesto, contribuye a engrandecer el resultado final, pero nos gusta así, en su justa medida. Destaca también el estribillo, con un toque de balada pop-rock de los 80-90, bastante más pegadizo que el resto del tema, que no destaca tanto en la primera escucha debido a su sonido general más suave y menos recargado, pero es el tipo de canción que te sorprende si profundizas y tienes en cuenta la letra.
El bajo de Jukka Koskinen también destaca en la mezcla, agregando profundidad al sonido, mientras que el rango vocal de Floor Jansen vuelve a ponerse a prueba (atentos hacia el final de la canción). Probablemente no sea de las favoritas, pero en mi caso va directa al top 3 (y subiendo).
“Spider Silk”, nos ofrece nuevamente un comienzo íntimo y evocador (acabo de alcanzar el máximo número de veces que se puede decir la palabra “evocador” en una crítica) con una guitarra limpia y traslucida que nos recuerda sutilmente al viejo oeste, y que rápidamente da paso a la voz de Floor utilizando notas ciertamente elevadas y que, tras unos segundos de calma, nos mete de lleno en la canción.
Resulta maravillosa esta “gimnasia vocal” suya, con una transición tan natural entre delicadeza y potencia. Aquí una vez más Nightwish nos muestran su habilidad para entrelazar influencias y sonidos diversos en el contexto de una narrativa musical coherente. Una vez que la canción coge ritmo, nos vuelve a presentar un gran estribillo que juega a repetir la idea de la araña tejiendo su tela (ese “spin away” en bucle), la orquestación bien introducida, riffs pesados, toques de jazz hacia el final y un gran trabajo de sintetizador de Holopainen, que nos remonta a épocas pasadas.
Hacia el final se une Troy a la fiesta, con un juego a dos voces con Floor que sienta al tema como anillo al dedo, aunque creemos que sería aún mejor si tuviéramos aquí a Marco. De hecho, de ser así sería una canción que encajaría a la perfección en “Imaginaerum”. ¿Clásico a la vista? Spin away, spin away, spin away, spin away…
“Hiraeth”…¿otra palabra inventada? ¡Esta vez no! Es de un término galés para expresar un anhelo profundo por algo que has perdido. Es otra gran fusión de elementos de folk y metal, que comienza con guitarra acústica, coros y teclado, para generar una atmosfera que resulta del todo evocad…perdón, del todo sugerente, sugestiva, insinuante y alusiva 😉.
Troy irrumpe en la introducción acústica, y esta vez sí, su registro aquí es indudablemente lo que pide el tema, transmite exactamente ese sentimiento. Tras un maravilloso juego a dos voces, Floor toma las riendas (parcialmente), el tema progresa incluyendo más elementos sonoros, pero manteniendo la calma…hasta que de repente estalla a la mitad, con una parte instrumental guiada por la gaita de Troy. Un poco antes del minuto 5, Holopainen nos vuelve a retraer al pasado, con unos teclados secundados por Emppu que podrían estar perfectamente ubicados en cualquier disco de la época Tarja, y que nos llevan en volandas hasta el final de la canción.
“The Weave” comienza a anticipar el final de este viaje, actuando como “primer cierre”, siendo un tema monumental, intenso y bombástico. Las letras…algo pasa con las letras y la estructura del tema y es que nos plantan un “mirroring” en toda regla…es simétrico, como un palíndromo hecho canción: “Light” (susurro), primer verso, estribillo, parte instrumental, estribillo (frases en orden inverso), segundo verso (frases en orden inverso del primer verso), “Light” (épico grito en plan “Floorgasm” que rompe la simetría). Como hilar y deshilar una madeja…
Además de esta genialidad, este tema presenta quizás la más compacta y rotunda base rítmica de todo Yesterwynde, siendo quizás el tema más metalero de todo el disco (con permiso de “An Ocean…” y “Something Whispered…”). Esperaremos lo que haga falta hasta poder presenciarlo en directo. Canción Top, sin más.
El cierre final (o paso a un nuevo comienzo) llega de la mano de la balada “Lanternlight”, tercer video musical de este viaje y que nos ofrece una conclusión suave y altamente emotiva (de cero metal), siendo un cierre perfecto que nos devuelve al oyente a la atmósfera introspectiva con la que comenzó el álbum. Y aunque no lo parece por el tono triste, es una historia de amor…de amor a la vida, aunque desde la perspectiva del final…la inicial “Yesterwynde” marcaría el nacimiento, y enlazada con “Lanternlight” tenemos la metáfora de la vida que representa Yesterwynde.
La canción comienza de manera muy suave, conducida gentilmente por un magnificente piano, hasta que Floor entra cantando de forma contenida, y llena de ternura. Poco a poco se van incorporando elementos orquestales, entra Troy apoyando a Floor, y poco a poco llega el emotivo final, con Floor subiendo a lo más alto y la sección orquestal llevándonos al cénit. Vuelve la calma, y Troy cierra la parte vocal del álbum con los coros de Floor de fondo…into the forest of Yesterwynde. ¿Qué podría utilizarla Disney en su próxima película de Frozen? No tengo dudas al respecto. Pero eso no quita que sea un tema increíble y el broche perfecto para Yesterwynde.
Y llegamos a las deliberaciones finales… En mi opinión, este álbum es el mejor de la trilogía que conforma con los dos previos, e incluso podría estar entre los mejores de la discografía de la banda, si tuviera una mayor cohesión en lo que se refiere a la combinación de la parte metálica con la sinfónica, quedando la primera en clara desventaja.
Un detalle que suele pasar inadvertido a la hora de valorar un disco de Nightwish es el comentar el complemento que supone disfrutar de las versiones orquestales de cada tema. Merece sin duda la pena detenerse también en ellas, ya que no se trata únicamente de temas desprovistos de voz y elementos “metálicos”. Suelen llevar un trabajo adicional para adaptarlos a este formato. Probad a escuchar las dos versiones de “Spider Silk”, por ejemplo. El caso es que, puestos a fantasear y dado que el devenir de la banda marca un creciente protagonismo de estos elementos, nos imaginamos el concepto contrario.
¿Y una versión metalera con una mezcla alternativa que no prescinda de estos elementos pero los minimice? ¿Un Strongerwynde quizás? Algo me dice que si le plantas una pregunta así a Tuomas en una entrevista, probablemente se levante y marche contrariado. Claro, esto iría en contra de la fidelidad a la visión artística (que a fin de cuentas es lo que suele llevar a logros musicales impresionantes), pero esta visión muchas veces atenta contra los principios más básicos del marketing. Si quieres vender un producto, se dice que tienes que entender a tu cliente y adaptarte a sus necesidades.
Antes de que algún creador quiera ejecutarme, matizo que no es mi pretensión acabar con toda la industria del metal, caracterizada precisamente por un proceso creativo que tiende a huir (ojo, no siempre) de parámetros comerciales. Tan solo abrir debate sobre la necesidad (o no) de “combinar ambos mundos” y hacer ciertas concesiones (más allá de repartir generosamente guiños en forma de eastern eggs a lo largo de toda una obra). Me consta que hay fans decepcionados con este Yesterwynde y es una pena, por que la base musical que nos proporciona es de 10, pero a la hora de valorarlo, es necesario incorporar también estos elementos, más allá del gusto personal (siendo esto es un ejemplo muy claro de adaptarse a tu audiencia).
En cualquier caso, y ahora si cerramos, desde el primer acorde hasta el último suspiro, Yesterwynde es una travesía musical que equilibra la grandeza sinfónica de los fineses con un punto de frescura que no nos podíamos esperar de ellos a estas altura, y es que aquí les encontramos revisitando sutilmente elementos de obras pasadas, mientras exploran esta nueva y emocionante “isla”. Es por ello el álbum más versátil de Nightwish, que no es poco decir.
Yesterwynde es una obra que exige paciencia y dedicación. No revela todos sus secretos de inmediato, sino que recompensa a aquellos que se toman el tiempo para “desenredar” la madeja. A través de una mezcla de epicidad, dosis limitadas de metal, y momentos de delicada belleza, Nightwish nos ofrece aquí una experiencia que celebra su legado y avanza hacia el futuro. Pero…[sonido de proyector de cine].
«Dr. Reifstein grows funny creatures
Let’s them run into the night They become great politicians And their time is right!»