Marillion
25 de abril de 2025 – Auditori de Girona – Girona
Fotos: Enric Minguillón
Crónica: Jordi Tàrrega
En la segunda jornada de Marillion todo el mundo ya estaba ubicado y sabía lo excepcional del momento. Si el primer día se dedicaba a un disco entero (Marbles) el segundo era una especie de bises sin cuartel. Un show mucho más largo, tocando de muchos álbums y con la gente especialmente entregada. No hubo tanta vigilancia con el tema móviles pues ya todos habían aprendido de la primera jornada. Magia, pura magia… Y es que hay muchas bandas allí fuera, pero no hay nadie como Marillion. La comunión entre fans y grupo es sencillamente estelar.
Aplauso rutilante y reverencial con la gente ya ocupando sus butacas e impresionante juego de luces para recibir el “Slàinte Mhath” del Clutching at Straws. Menudo inicio y declaración de intenciones: hoy tocaba babear… Los espárragos de luz fueron jugando con los colores y “The Uninvited Guest” fue preciosismo en vena. Preciosa acústica de Rothery con un esplendoroso y motivado Hogarth que tenía varios modelitos preparados a lo largo de la velada. No fue la única en caer del Seasons End, puesto que luego nos brindarían la fantabulosa “Eastern”. El folk y la melancolía tomaron la sala y la gente se emocionó de verdad.
“Holloway Girl” fue la tercera pieza del disco que nos presentó en su día en sociedad a Steve Hogarth. Momento de parlamentos con su líder contando que se había encontrado fans paseando por Girona, cosa que tiene mérito, pues la ciudad vivió una jornada de lluvia intensa, impropia de lo que suele ocurrir en estas latitudes. “Beautiful” fue otro lujo para la noche, pero cuando cae el “Script for Jester Tears”… como que la gente se sitúa en otro estado mental. Teatrales y certeros en la recreación de la etapa Fish. Y luego, intuí que caía “Kayleigh”, y lo digo, porque no miré el móvil en ninguna de las dos jornadas. Nunca les había visto interpretarla en directo, y fue un escándalo mayúsculo. Si os digo que suena mejor en directo que en estudio, creo que ya os lo digo todo… Escenario bañado en luces púrpura para el momento.
Cuando Kelly empezó a tocar la intro de teclado de “Lavender”, la simpática señora francesa que tenía a mi lado empezó a llorar desconsoladamente, consolada por su acompañante. Y es que esto es lo que se vive en los conciertos de Marillion, y no fue una excepción. Luego efectos varios y martilleante batería por parte de Ian Mosley para introducirnos en “Bitter Suite”. La atmósfera creada era impagable y el público latía a su ritmo. Maravilloso un Pete Trewavas al bajo que fue presentado por un Hogarth que, por momentos, se deslizó de la letra entre risas. Y luego vino otro momentazo del Seasons End con la reverencial “The Space…”. Menudo discazo y menuda interpretación con un Rothery que no se mueve de su espacio, pero que lo borda.
Trewavas y el guitarrista llevan un mar de pedaleras a sus pies, y el grupo funciona cual reloj de precisión. Otro de los momentos de la noche fue la excepcional “Afraid of Sunlight”. Intensa, con mordiente, con aplausos entre momentos y con ese mojo que hace que reverencies a los ingleses. Lo eléctrico tomó la sala y “Wave” del Brave encendió los ánimos con la gente en pie disfrutando del momento. Se empalmó con “Mad” y se terminó el tramo de ese disco con otra de las fundamentales: “The Great Scape”. Maravillosa… bañada otra vez con luces azules y con un fuerte acento teatral propiciado por la misma música. Y aquí murió la primera parte del concierto, no sin antes presentar a la banda.
El primer bis fue “actual”: la suite de “The New Kings” con sus cuatro partes. Sus últimos dos discos son gloria y todo lució en sobremanera, como tiene que ser… La actualidad del grupo es sencillamente soberbia y lo que ofrecen en sus dos últimos trabajos es de lo mejor que han dado en toda su carrera, cosa que parece casi inconcebible… La segunda tanda de bises empezó con “The Crow and the Nightingale”, pieza de su último disco, y en la que Hogarth salió con un abrigo negro como de peluche y tuvo momentos de éxtasis, lanzándose sobre el escenario o dando sus patadas al aire y hacia atrás en salto.
Pero la canción que más recordaremos de los dos días fue la festiva “Man of a Thousand Faces” del disco This Strange Engine con la que Steve llegó a subir por las escaleras platea hacia arriba chocando manos y cantando con la gente. A un señor de delante de mí le dio un beso en la calva. Una canción imprescindible que contagia buenrollismo y que es una fiesta absoluta. Y para el colofón “Care (IV) Angels on Earth”. Hogarth jugó con sus característicos cruces de brazos simbolizando abrazos en un tema muy sentido y con mucho mensaje. Definitivamente fue un concierto superior a la anterior velada, pero lo fue por el repertorio.
Y con música de fondo y una rotunda ovación fuimos saliendo para ver con sorpresa en el hall que los Smoking Stones estaban animando la noche con el “Under My Tomb” de los Rolling. Nos hubiésemos quedado, pero había un clásico en futbol esa noche y nos apetecía ver el final del mismo, yendo para casa con una sonrisa dibujada y con la alegría absoluta de haber vivido algo único. No estuvo Pep Sala de Saucomo invitado, y casi que mejor, porque hubiese roto un poco la dinámica idílica y porque el 75% de los presentes eran de fuera. Hay que ver a Marillion en uno de sus Weekends, porque es otro nivel.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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