Mägo de Oz en Madrid: A Night At The Ozpera

 

Mägo de Oz

26 abril de 2025 – Palacio Vistalegre – Madrid

Innercia

Fotos: Nando Parra

Crónica: Dr. Reifstein

 

En una noche donde el diablo no solo estuvo en los detalles, sino también en las ondas sonoras, Mägo de Oz desplegaron toda su magia en el Palacio Vistalegre de Madrid, con la puesta de largo de su ambiciosa gira Diabulus in Opera II. Sold-out sin paliativos y más de 10.000 almas dispuestas a disfrutar de un espectáculo que se prolongó durante casi tres horas y media (aquí la banda se merece todos los aplausos).

 

 

 

Fue un show con altibajos, emoción, homenajes y momentos de auténtico estallido colectivo. En palabras de nuestro fotógrafo en el foso, no os podéis imaginar lo mucho que temblaba el suelo de la pista en algunos temas, ante el movimiento “vertical” del respetable (aproximadamente un 3 en la escala de Richter). Pese a los problemas técnicos, todos ellos relacionados con el deficiente sonido “Made In Vistalegre”, el heavy metal sinfónico (más que nunca) y folk de Mägo volvió a demostrar por qué sigue teniendo un lugar privilegiado en el corazón de varias generaciones.

 

 

 

Mejor terminamos de explicar el único punto negro de la noche, para pasar a centrarnos en todo lo bueno que presenciamos, que fue mucho y de calidad. Hablamos del protagonista inesperado (bueno, un poco sí que lo esperábamos), en forma de sonido muy deficiente. El caso es que no sabemos si en las partituras de la noche se encontraba escondido el trítono, esa famosa disonancia musical asociada a lo siniestro y maléfico (ya sabéis que de ahí viene el tema Diabulus in Musica).

 

Si estaba, desde luego pareció haberse adueñado del sonido en muchos momentos del show, al menos en la ubicación asignada a la prensa (grada lateral, muy arriba). Me atrevo a decir que quizás no sea buena táctica de cara a las crónicas poner a la prensa en zonas “conflictivas” (acústicamente y visualmente hablando). Mi percepción fue que la distorsión, el desequilibrio de volúmenes y el eco conspiraron para emborronar buena parte del concierto. Una visita estratégica a los baños confirmó que no éramos los únicos: allí también flotaban las quejas de asistentes anónimos, frustrados por un sonido que no hacía justicia a la grandiosidad desplegada sobre el escenario.

 

 

Con todo lo vivido, ahora uno no deja de preguntarse si habrá habido algún tipo de intervención divina (o papal) ante la reciente cancelación del concierto de Ghost en este mismo recinto, por problemas de adecuación…igual nos han librado de presenciar otro gran espectáculo arruinado. De cualquier manera, cabe la posibilidad de que a pie de pista o en grada frontal la cosa no fuera tan mala. Con el fin de buscar el mayor rigor a la hora de valorar estos detalles, analizamos el contenido en redes sociales tras la finalización del concierto, y vimos un poco de todo (gente entusiasmada y gente echando pestes). En cualquier manera, el management tendría que considerar que la calidad del sonido debe ser adecuada independientemente de la zona en la que te ubiques… ¡Houston, tenemos un problema! (con Vistalegre).

 

 

A fin de cuentas, el público paga su entrada para disfrutar de un espectáculo de calidad, independientemente de donde te toque sentarte. En conclusión, enésimo tirón de orejas a Vistalegre. Agradeceremos vuestros comentarios al respecto sobre la calidad del sonido (podéis dejarlos al final de la crónica), ya que es importante que podáis dejar constancia de vuestro disgusto, si es que lo hubo. Nos ponemos en modo “happy”, y es que a pesar de esta incidencia, no podemos sino confirmar lo mucho que gustó el espectáculo que nos brindaron los Mägo. El Palacio Vistalegre se vio inundado con un público de lo más heterogéneo, desde grupos de amigos veteranos hasta padres acompañados de sus hijos, todos dispuestos a entregarse a la fiesta operística de Mägo.

 

 

Antes de entrar en un desglose un poco más exhaustivo de todo lo ocurrido, pondremos en valor las cosas que más nos gustaron. Sin duda el plato fuerte de la noche fue la presencia de la espectacular orquesta y el coro, que potenció hasta el infinito y más allá la calidad del espectáculo, dotando de un nivel de profundidad y sonoridad superlativo a todos los temas del setlist (y visualmente era una pasada ver todo el despliegue de músicos en la parte alta del escenario-barco).

 

 

Igual de importante fue el desfile de invitados de lujo, que contribuyeron a engrandecer aún más un show que ya de base era de proporciones bíblicas… fue la otra guinda del pastel. Y desde luego, la espectacular escenografía en forma de barco pirata, acompañada de la correspondiente pirotecnia, omnipresente a lo largo del espectáculo. Calidad, mucha calidad (y muchas ganas de ver el resultado de la grabación, ya que varios cámaras no se perdieron detalle de todo lo que pasaba en el escenario).

 

 

El repertorio, extenso y hasta algo atrevido, apostó por un amplio recorrido por la discografía de la banda, en el que algunos discos se quedaron inevitablemente en el tintero (dolió y mucho la omisión de temas de Jesús de Chamberí). No obstante y como nunca llueve a gusto de todos, creemos que  la selección se hizo de forma correcta y con mucho cariño, aunque también es verdad que el ritmo fue algo irregular. Se alternaban momentos en los que el público estaba ciertamente “tranquilo” con otros en los que la locura se apoderaba del recinto. Lógicamente, los temas más clásicos fueron los que provocaron las reacciones más eufóricas de un público que, en otros momentos, pareció algo desconectado. Tampoco debe ser fácil mantener semejante éxtasis cuando tocas casi tres horas y media.

 

Entrando ya  en materia, a las 20:32 se apagaron las luces y se descorrió la gran cortina, para enseñarnos en la gran pantalla que coronaba todo la típica intro en la que se rendía homenaje a la discografía de la banda, seguida rápidamente de imágenes en plan matrix claramente alusivas a su último lanzamiento Alicia en el Metalverso, invitándonos a navegar por deseos.com (buen guiño). Después, una barra de carga, detenida más de la cuenta en el 69% (casualidades de la vida), sirvió de cuenta atrás final.

 

 

Y así, todo comenzó con “Alicia en el Metalverso”, demostrando la apuesta de la banda por su presente en detrimento de tirar de un repertorio 100% clásico (aunque es cierto que la trilogía Gaia acaparó el mayor minutaje del show). Impresionó mucho la forma de comenzar, con la voz de un Rafa Blas invisible que no sabíamos por dónde aparecería, mientras en pantalla aparecía su avatar virtual cantando la parte introductoria del tema y los dioses Fernando Mainer y Jorge Salán ubicados en las alturas (dos plataformas elevadas a ambos lados el escenario).

 

 

 

Entonces fue cuando tuvo lugar la espectacular aparición de Rafa, embutido en su gabardina negra a lo neo, apareciendo en mitad del escenario desde una plataforma elevadora, seguida del resto de la banda en medio de un estallido de fuego…  ¡Inmejorable! “Alicia en el Metalverso” fue bien recibida, aupada también por el entusiasmo que genera siempre la primera canción de cualquier concierto. Sin embargo, pronto se evidenció que algo fallaba: las voces iban y venían, guitarras desdibujadas y una reverberación incómoda que flotaba en el ambiente como una presencia no invitada…en general, la famosa “bola de sonido”. Como estos problemas fueron una constante en gran parte de la actuación y ya lo hemos explicado al principio, no usaremos más espacio de esta crónica para mencionarlos. Destacaremos también la aparición de Diva Satanica, con sus espectaculares guturales.

 

 

Le siguió «Molinos de Viento», y aquí tuvimos el primer reventón de la noche. Lógicamente, es uno de esos himnos eternos capaces de convertir cualquier pabellón en un coro gigante. El público rivalizó (en volumen, no en afinación y técnica) con el coro de la orquesta y, a continuación, “Satania” supo mantener el ritmo, aupada por la presencia del brutal Tete Novoa, con una ejecución vocal magistral.

 

 

Impresionaba ver a todos los músicos colocados estratégicamente en línea delante de un escenario colapsado de talento y magia, mientras que en la tarima de atrás se situaban Xana (quien literalmente se salió a lo largo de toda la actuación) y Alba Moreno, bien acompañadas por Francesco Antonelli en la “pianola”. En la parte central del tema, la presencia de la orquesta fue absolutamente mágica, mejorando lo inmejorable… ¡Satania, ferventum, impuruse servento! Y que no falte destacar que aquí Fernando se salió con un solo de bajo estratosférico.

 

Llega el turno de Isra Ramos, voz privilegiada, para regalarnos su talento en “Luna de Sangre”… que gran tema, hecho a su medida, de lo mejor de Alicia y que en directo y con orquesta sonó incluso mejor. A continuación, “La Venganza de Gaia” fue presentada con una alegato ecologista por parte de Rafa y un recuerdo a las víctimas de la DANA…gran detalle. “Diabulus In Musica” le siguió, con una nueva dimensión sonora aportada por la orquesta… ¡nos encantó!

 

 

Entramos en un momento relajado del set con “Te Traeré el Horizonte”. Os hablábamos antes de Xana… nos brindó aquí una brillante actuación, que tan solo fue el preludio de todo lo que nos tenía que ofrecer. Por supuesto, no solo por su talento al micro, sino por lo bien que anima, se mueve e interactúa con el público… a pesar de que su rol sea teóricamente secundario, para mi Xana es imprescindible en los conciertos de Mägo.

 

 

Aparece Txus, no podía ser de otra manera, para charlar un rato con el público. Nada excesivo, su discurso sirvió para presentar el siguiente tema de la noche, “Por si un día te pierdes”, dedicado a su hija. Impagable el comentario de ir a las reuniones de padres con su indumentaria habitual (por favor, que lo haga). El tema lo interpretaron sentados, y fue sin duda uno de los momentos entrañables de la noche, rematado con una foto de Txus con la pequeña Leia… también hacen falta estos momentos, claro que sí.

 

Seguimos con más invitados de lujo… Además de volver Diva Satanica, se une al equipo Manuel Seoane para ejecutar “La Cantiga de las Brujas”, que pilló al público un poco más frío. ¿Dije frío? Pues todo solucionado gracias a Jorge Salán, quien tuvo su momento de lucimiento con un espectacular solo, alternando momentos clásicos (interpretando el conocido pasaje de “La Marcha Turca”) con otros de virtuosismo puro, asistido por Moha y por Fernando. El caso es que incendió nuestras almas roqueras, pero ya de paso hizo lo mismo con su guitarra (creo que no es la primera vez).

 

 

Se venía otro momentazo, y es que “Gaia” es un tema muy querido. Ya en el inicio, Rafa decidió que no iba a luchar contra 10.000 gargantas deseosas de cantar a pleno pulmón las primeras frases del tema (sí, hasta el na na na na na na…). Mientras veíamos en pantalla una proyección de la consabida silla eléctrica, Rafa sabiamente cedió el testigo vocal al respetable, pero luego llegó el momento de someter su garganta a uno de los castigos más inquisitoriales de la noche…y ya lo creo que salió airoso, llegando a lo más alto con ese ¡NOOOO! final arrodillado delante del público… sencillamente excelso.

 

 

Más invitados de lujo. Rafa introduce a Charly López, grandioso violinista y vocalista (¡que más cosas sabrá hacer este muchacho con tanta calidad!). Con indumentaria pirata, su primera contribución a la noche fue un emotivo solo de violín, que nos transportó a los cielos  (“Desde Mi Cielo”), con el genial apoyo de la orquesta… ¡como escarpias!

 

 

A continuación, otro de los grandes momentos del show que no fue ninguna sorpresa, ya que habíamos sido “spoileados” al respecto. Pero eso no hizo que disfrutáramos menos del estreno en directo de “Atlantia” (dios mío, 15 años han pasado). En un concierto con tantos temas y momentos cuesta señalar uno en concreto, pero creo que no arriesgo si afirmo que esta interpretación en directo hizo feliz a mucha gente. Fue el gran momento de la noche (y más vale tarde que nunca).

 

“Atlantia” causó sensación, en Mägo sabían que era un tema muy esperado, y Rafa lo presentó con gran entusiasmo. Su elevado minutaje rompió un poco el ritmo, pero fue un lujo disfrutarlo en directo por primera vez.  En las voces, Rafa, quien mantuvo de forma magistral todo el pulso narrativo del tema (bueno, y en general, a lo largo de toda la noche), estuvo muy bien acompañado por Francis Sarabia y Silver.

 

 

El inicio fue apabullante… estaba claro que era el momento clave del show, y la ubicación estratégica y solemne de cada músico en el escenario (impresionaba) así lo puso de manifiesto… eso es otro detalle muy a destacar, y es que a nivel escénico todo estaba muy cuidado. Pocas veces he visto tanto movimiento en un escenario. Además, la pasarela central estuvo aprovechadísima, ya que era un reguero constante de músicos acercándose al público (ríete tú de la pasarela Madrid Fashion Week), multiplicando la conexión y haciendo que, pese a lo grandioso del montaje, todo se sintiera cercano, vivo y muy humano.

 

 

Espectacular  fue el coro góspel que se adueñó de las dos plataformas elevadas, dando palmas, animando, y sumiéndonos en ese estilo de Ópera Rock que impregna todo el tema… (me recuerda muchísimo a Jesucristo Superstar). No dejaremos de mencionar a Moha, por los bailes que se marcó en algún momento del tema, feliz, disfrutando y contagiándonos a todos. Y por si no había suficiente talento en el escenario, Tete se volvió a unir a la fiesta (y si, Xana se volvió a salir). Por si no teníamos suficiente, aparecieron sobre el escenario las increíbles bailarinas de The Irish Treble, e impregnaron (¡todavía más!) todo con su magia celta.

 

 

Pero la recta final del concierto aún guardaba algunos de sus momentos más potentes. Rafa nos invitó a un “Aquelarre”… ¡y como negarse! Aunque el protagonismo se lo llevó Xana, que se lució con una interpretación vocal sobrecogedora, de esas que elevan el tema más allá de su estructura. La “bruja” se adueñó del aquelarre con una voz cargada de matices y una puesta en escena magnética (brutal su interacción con Rafa en la parte de duetos), destacando el cierre en el que Xana, con su voz desnuda, fue capaz de poner en silencio a 10.000 personas, que se quedaron sencillamente boquiabiertas.

 

“El Paseo de los Tristes” nos trajo de vuelta a Peri, exbajista de la banda, quien subió al escenario entre una gran ovación del público. Fue uno de esos reencuentros simbólicos que ayudan a entender por qué Mägo sigue ocupando un lugar tan especial en el rock nacional: por la música, sí, pero también por los lazos que trascienden el tiempo. Si te inundan el escenario de músicos invitados en su gran noche, queda clara la ausencia de afán de protagonismo y, en cambio, el sincero agradecimiento hacia quienes, de una forma u otra, han contribuido al camino y al éxito de la banda.

 

 

Decía que “Atlantia” fue el gran momento del show, pero no tardó en aparecer el segundo momentazo, en lo que fue uno de los temas más conmovedores: “Y Serás Canción”, en homenaje al añorado Big Simon, reunió a Carlos Escobedo (quien hizo aquí de maestro de ceremonias), Manuel del Hierro, Pablo García y nuestro muy querido Niko del Hierro (y el propio Txus cantando). Todo ese talento sobre las tablas, en un momento cargado de emoción. El cariño se notaba en cada nota y en cada mirada al cielo… más que para escuchar, fue un tema para sentir.  Y si se trataba de homenajear a los que ya no están, una proyección al final del tema se encargó de recordar a los ya eternos Fernando y Kiskilla… son y serán recordados siempre.

 

 

A continuación, una curiosa versión de “Jolene”, sí, la de Dolly Parton, pero en la reinterpretación más moderna de Miley Cyrus (por cierto, con Alba y Xana dejando claro que no tienen nada que envidiar a ninguna artista de fama internacional). Fue un guiño extraño y anecdótico, sí, pero que mostró la versatilidad de la banda incluso en registros ajenos.

 

Igual en una discografía tan extensa como la de Mägo podría interesar más rescatar temas del pasado, pero también es verdad que en un concierto tan largo, introducir una excentricidad tampoco hace daño. ¡Ah!, y por no parar con los invitados, aquí se unió Nelson Valenzuela a la batería. Parecía que la energía iba decayendo, tras casi 3 horas de show, pero con “Bandera Negra” volvió la pólvora: Charly reapareció para poner voz a uno de los temas más coreados de los últimos años, y se unió también Manuel Seoane. El escenario estalló, literalmente, con los cañonazos que dispararon desde ambos el escenario, acompañando una canción que fue puro desfogue, como si el público necesitara quemar los últimos cartuchos antes del desenlace.

 

 

Tras un parón ciertamente extendido (fue oportunamente animado por las bailarinas de The Irish Treble, aunque quizás el tiempo fue excesivo),  comienzan los bises, aunque antes tuvimos el habitual “momento  Victor de Andres”, animando al público de Mägo y poniéndole a cantar lo de “la vida pirata es la vida mejor”. A continuación “El Vals de las Almas Rotas”, single lanzado de cara a este tour. Dada la novedad del tema, quizás no fue la mejor elección para iniciar la traca final, con un público ciertamente frio. Al acabar, Rafa tuvo su momento para exhibir su potencia vocal, invitando al público a igualarle (no lo conseguimos, claro).

 

 

El leve bajón se arregló en cuanto los primeros compases de “La Costa del Silencio” asomaron por Vistalegre al grito de “Nunca Mais”. Tras casi tres horas y media de concierto a sus espaldas, el público sacó sus últimas energías, que llegaron hasta la “Fiesta Pagana”, buque insignia de la banda, al cual rendimos tributo muy recientemente en Stairway To Rock. Todos los invitados reaparecieron en escena, el confeti voló por los aires, y la energía fue tan contagiosa que parecía que la noche acababa de empezar. Fue un final apoteósico, un estallido colectivo que condensó toda la esencia de lo vivido en aquella noche.

 

 

Así, pese al irregular sonido y a algunos altibajos inevitables en un espectáculo tan ambicioso, Mägo de Oz firmaron una noche imperfecta pero auténtica, donde la pasión, el recuerdo y la magia del rock (folk, metal, sinfónico…como queráis llamarlo) brillaron con luz propia. Una noche larga, sí, pero también inolvidable. Una noche en la que, pese al trítono, el corazón ganó la partida.

 

 

 

 

 


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