Director: Robert Eggers
Productor: Focus Features, Stillking Films y Studio 8
Año: 2024
El año 2024, marcado por la gran cantidad (y calidad) de cine de terror, se ha despedido con la última adaptación en el cine del mito del vampiro. En este caso, el director Robert Eggers se lanzó en su cuarta película a realizar un remake de la película Nosferatu. La película muda original del 1922 era una ligera adaptación de la novela Dracula de Bram Stoker en la que se cambiaron algunos nombres y detalles para no infringir los derechos de autor, en posesión de la esposa del autor irlandés.
La película que se ha estrenado tiene todos los elementos que uno desea ver en una película de terror gótica: una ambientación ejecutada a la perfección; una banda sonora inmersiva y que pone en tensión permanente; un vestuario impresionante y una fotografía que usa tonos más grisáceos para dar una ambientación más lúgubre y que brilla en las escenas nocturnas con la utilización de la luz y de las sombras. Todos estos ingredientes son la punta de lanza de este film para postularse como una de las mejores películas del año.
Es cierto que la prioridad del director es dotar a cada plano de personalidad propia y que, en este juego de creación, la interpretación de actores y actrices parece quedar más bien en un segundo plano. Lily-Rose Depp en el papel de Ellen Hutter, aunque en algunas partes su actuación parece un poco sobreactuada, tiene dos momentos estelares de posesión en que borda el papel y en el que se nota la mano del director, como ya hizo en su opera prima The Witch.
También hay que mencionar el papel de un irreconocible Bill Skarsgård encarnando al conde Orlok donde mezcla inglés y dacio, una lengua ya extinta que se usó hasta el siglo VII d.C. en Europa Sudoriental. Willem Dafoe, el cual hizo el papel de Max Schreck (Nosferatu) en la Sombra del Vampiro (Shadow of the Vampire) vuelve a rozar su locura en el papel del Profesor Albin Eberhart Von Franz y Simon McBurney se alza como un gran actor de reparto en su papel de Herr Knock.
La película es una batalla entre el amor y la lujuria, entre la calidez del afecto y el deseo más carnal, entre lo racional y lo irracional y, como no, entre la vida y la muerte. Nosferatu es un film con un paso lento, poniendo énfasis en cada instante y que mantiene al público pegado a la butaca durante las casi dos horas y cuarto de metraje. Una película cuidada hasta el último detalle y que su visionado es imprescindible para los amantes del cine de terror.

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