Bohemian Rhapsody: luces y sombras
Cuando en 2018 se estrenó Bohemian Rhapsody, la película que narra el ascenso de Queen y la figura irrepetible de Freddie Mercury, el público y la crítica coincidieron en señalarla como un fenómeno cultural. Más allá de su éxito de taquilla –superó los 900 millones de dólares a nivel mundial–, el largometraje devolvió a la primera plana la historia de una de las bandas más influyentes del rock. Para millones de espectadores, la película fue un viaje emocionante que devolvió a la actualidad el repertorio de Queen y mostró a nuevas generaciones por qué su música sigue siendo universal.
La película, dirigida en gran parte por Bryan Singer (y concluida por Dexter Fletcher), adopta un formato que mezcla la biografía musical con el espectáculo cinematográfico. No se trata de un documental, sino de una recreación estilizada de los momentos más emblemáticos de Queen: sus primeros ensayos, las tensiones internas, las giras multitudinarias y, sobre todo, la preparación del legendario concierto en Live Aid de 1985. La película culmina con la recreación casi milimétrica de esa actuación, considerada una de las más memorables de la historia del rock.
Bohemian Rhapsody apuesta por mostrar la música desde dentro: no solo la gloria de los escenarios, sino también las dinámicas complejas que se dan entre artistas. Freddie Mercury, interpretado magistralmente por Rami Malek, aparece como un genio creativo marcado por la contradicción: la pasión desbordante, la soledad en medio de la fama, la búsqueda de identidad y el peso de los excesos. Su relación con la banda –Brian May, Roger Taylor y John Deacon– está atravesada por roces artísticos, diferencias personales y momentos de quiebre, pero también por una complicidad que hizo posible canciones que hoy son himnos universales.
Si algo he de reconocer es que a mí se me pusieron los pelos de punta y me tuvo con los ojos pegada a la pantalla y unas ganas locas de ponerme a cantar en el cine durante todo lo que dura.
Los miembros vivos de Queen, Brian May y Roger Taylor, tuvieron un papel activo en la supervisión de la película. Ambos han expresado públicamente su satisfacción con el resultado, subrayando que la cinta, aunque no es un retrato cien por cien fiel a la realidad, sí capta la esencia del espíritu de la banda. May la describió como una celebración del legado de Freddie, mientras que Taylor señaló que lo más importante era transmitir la energía y la emoción que caracterizaban a Queen. John Deacon, retirado de la vida pública desde los años noventa, no participó en la producción y se ha mantenido en silencio, aunque su figura aparece representada en la historia.
Entre homenaje y precisión histórica
Esta película también generó opiniones encontradas en el mundo musical. Algunos críticos y artistas señalaron que la película suaviza aspectos más duros de la vida de Mercury, especialmente en lo relativo a su sexualidad ya que diversos sectores consideraron que la cinta aborda de manera ambigua su bisexualidad, centrándose en su relación con Mary Austin y relegando a un segundo plano otras dimensiones importantes de su identidad como los excesos de drogas y fiestas, presentando una versión más accesible para el gran público.
Además, una de las críticas más señaladas fue la alteración de hechos históricos para intensificar la narrativa. La película muestra a Mercury confesando a sus compañeros que es portador del VIH antes del Live Aid, cuando en realidad el diagnóstico ocurrió después. Para algunos críticos, este tipo de licencias dramatizan innecesariamente momentos ya de por sí intensos, sacrificando la precisión histórica en favor de un relato de “caída y redención”.
En este contexto, Bohemian Rhapsody se revela como una película dual. Por un lado, funciona como un tributo vibrante que capta la energía de Queen en los escenarios y reafirma la figura de Mercury como uno de los grandes frontmen de la historia. Por otro, refleja las limitaciones del cine comercial a la hora de representar la complejidad de una vida marcada por la genialidad, los excesos y la búsqueda constante de identidad.
Freddie Mercury, mito y ser humano
Sin embargo, muchos músicos reconocieron el valor de la cinta como vehículo para acercar a nuevas generaciones al repertorio de Queen. Elton John, amigo cercano de Mercury, destacó en entrevistas la fuerza emocional de la interpretación de Malek, mientras que artistas contemporáneos como Adam Lambert –colaborador actual de Queen– celebraron la forma en que la película transmitía la grandeza del legado musical.
La película, como ya comentaba antes, no estuvo exenta de polémicas entre críticos, que discutieron sus licencias narrativas (como la alteración de fechas y eventos), pero el público la acogió con entusiasmo, convirtiéndola en un fenómeno global y en una de las biopics musicales más exitosas de la historia. El Oscar a mejor actor para Rami Malek reforzó la percepción de que Bohemian Rhapsody había logrado algo más que un simple homenaje: había devuelto a Freddie Mercury al imaginario colectivo con una fuerza renovada.
El legado musical transformado en cine
En última instancia, Bohemian Rhapsody funciona como una pieza de mitificación cultural. No pretende ser un documental exacto, sino un relato cinematográfico que capta la esencia de lo que significaba Queen: la experimentación sonora, la extravagancia, la teatralidad y la capacidad de conectar con millones de personas. Al igual que los grandes documentales de rock, la película recuerda que detrás de los himnos que marcaron generaciones había una historia de luces y sombras, de excesos y genialidades, de choques y reconciliaciones.
Más que una película biográfica, Bohemian Rhapsody es una celebración: un viaje que revive la música de Queen y al mismo tiempo invita a reflexionar sobre lo que significa ser un artista en la delgada línea entre la gloria y la fragilidad humana. Con sus virtudes y carencias, consiguió que millones de espectadores volvieran a cantar “We Will Rock You” o “We Are the Champions”, recordando que detrás de cada himno había un ser humano extraordinario y contradictorio llamado Freddie Mercury.
Una canción histórica, una canción perfecta
Bohemian Rhapsody no solo es el titulo de este largo, si no que además para el equipo de Stairway to Rock ha sido considerada como una Canción Perfecta, así que aprovecho para dejaros su análisis en el siguiente enlace:

Mi nombre es Irene, y todo el mundo me conoce por mi apellido Kilmister adquirido por el que ha sido y será mi mayor ídolo en esta vida. Lo cierto es que yo empecé en esto de la fotografía sin pensarlo mucho. Era la típica amiga de la cámara, pero de que me quise dar cuenta me propusieron entrar a colaborar en un medio profesional en 2017 y desde ahí he pasado de ser esa amiga de la cámara a evolucionar y coinvertirme en lo que conocéis ahora.
Apasionada de la música en todos sus géneros y amante de la lectura y los conciertos, aunque mi verdadera profesión no tenga nada que ver con todo esto.
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