Dry River sigue sin perder el norte y reconquista una Garaje Beat Club entregada

Si hay algo mejor que los discos de Dry River, son sus arrolladores directos. Y por eso llegamos a Murcia sabiendo que íbamos a ver un bolazo en una de las ciudades talismán de los castellonenses. Aquí fue donde iniciaron en 2022 su gira de Cuarto Creciente, su último disco de estudio hasta la fecha, y vuelve a ser aquí donde arrancan esta especie de gira intermedia de 2025. Se suponía que iba a ser un año más parado para ellos, durante el concierto repitieron varias veces que están componiendo, pero a lo tonto ya tienen un nutrido calendario para los próximos seis meses. Esta sintonía especial con la ciudad se notaba en la Garaje Beat Club, donde se palpaba la expectación desde antes de abrir las puertas.

 

Tras más de dos años girando había curiosidad por ver si habría variaciones en el setlist, pero el tema con el que abrieron volvió a ser «Culpable». Es una elección lógica, ya que empieza con todo el público coreando y saltando, y es una apertura perfecta que mete a la gente en el concierto desde el primer minuto. Le siguió la celebrada «Pequeño Animal», un clásico del primer disco, y que llevaba mucho tiempo sin tocarse. En el inicio de la gira lo tocaban, pero se fue cayendo del repertorio, por lo que fue una gratísima sorpresa que la recuperasen y la pusiesen en segundo lugar. Esto rompió un poco la dinámica de lo que habían venido tocando en los meses anteriores.

 

Sin perder el tiempo «Segundo Intento»,  seguido por un himno del tercer trabajo como es «Camino». Todas son canciones coreables, de las que hacen que los asistentes canten a viva voz durante los estribillos, y eso imprime de una energía especial al directo. Ya en los cuatro primeros temas se pudo ver la tónica general del concierto. Con un Ángel Belinchón demostrando sus dotes de frontman, y consiguiendo transmitir alegría y energía a la audiencia. Su conexión con el público es palpable, con esa humildad y buen rollo que le caracteriza, sobre todo cuando por fin hubo una pausa y reforzó esa complicidad con sus típicas bromas y chascarrillos.

A sus lados están los dos guitarras, que siendo auténticos virtuosos contrastan por sus caracteres. Matías Orero es discreto y reservado, siempre concentrado sin moverse demasiado. Y a Guillermo Guerrero sí que se le nota más cómodo frente al público, acercándose y creciéndose durante los solos. Detrás suyo está David Mascaró, un bajista brillante que no intenta destacar, y le puedes ver atrás en su mundo marcando el ritmo y viviéndolo. De vez en cuando se acerca Guillermo a él durante el concierto y ambos se ponen a tocar juntos, un buen ejemplo de complicidad. Al otro lado está Miquel Centelles, teclista capaz tanto de darle una buena atmósfera a las canciones como de hacerse unos sensacionales solos de teclado, y al fondo un Pedro Corral al que no se le suele ver tanto, pero que siempre está ahí marcando el ritmo sin fallar una nota con su batería.

 

Los siguientes temas fueron la dupla de «Fundido a Negro» y «Perder el Norte», que siempre van uno detrás de otro funcionando perfectamente. Son dos de los mejores del repertorio de la banda, de esos que suelen dejarse para los bises, pero Dry River los puso en la primera mitad del concierto porque si algo les sobra son temazos. Siguió «La Libertad», y la oscuridad de «La Serpiente», donde destaca la presencia de Fanfi García, el actor que les suele acompañar en casi todas las actuaciones. Si en «Fundido a Negro» sale vestido con una máscara de gas que se queda de fondo como un elemento decorativo que te ayuda a entrar en la temática de la canción, en «La Serpiente» sale como un monje tenebroso que abre un libro del que salen llamas.

Luego llegó  «Capitán Veneno»,  de la que disfrutan especialmente los amantes del metal más progresivo, seguida de «Funeral», que es donde más se luce Fanfi. Aquí, va vestido de payaso enterrador, y durante toda la canción va interactuando y bromeando con los músicos y el público, tomando medidas y aportando un extra de humor. Personalmente, «Funeral» no me parece tan brillante como otras, pero es esta actuación sobre el escenario la que la convierte en imprescindible en los directos. Después tocaron la emotiva balada de «Me va a faltar el aire», y tras despedirse todos se fueron del escenario durante unos segundos.

 

Un detalle que me gustó fue el momento en el que Ángel fue presentando a los músicos. Básicamente porque también mencionó al técnico de sonido, al pipa que les ayuda con los montajes, al conductor que les lleva en furgoneta e incluso a quien está vendiendo el merchandising. Un detalle poco común, pero que muestra perfectamente la humildad y el saber estar de esta formación. De hecho, algo en lo que todos los que hemos ido a una de sus conciertos coincidimos es que el sonido siempre es brillante, y esta no fue una excepción.

 

El último bloque tocaron «Peán», el corte más progresivo, largo y cambiante del setlist, todo un despliegue de calidad que hizo las delicias de los asistentes. Y luego Ángel se colgó el keytar, gesto que indica que llega la hora de la fiesta con «Irresistible». En esta canción, Fanfi sale disfrazado como un deportista anti-deportista, y se luce con un gracioso baile que todo el público sigue y celebra. De hecho, si miras a tu alrededor siempre puedes ver la perplejidad y la sorpresa de todos aquellos que nunca han ido a un concierto de Dry River, y que en ningún momento se hubieran esperado una actuación así. Tras las risas, el cierre lo marcó «Traspasa mi piel», otro de los clásicos altamente coreables, y en el que el cantante fue acercándole el micrófono a los asistentes.

 

Al final, una ovación cerrada y mucho entusiasmo. Había sido una actuación redonda de una hora y tres cuartos, y que pasó volando como si hubiera sido solo media hora. Es como una burbuja, uno de esos directos que puedes haber visto ya 15 veces en los últimos años, pero que siempre disfrutas como la primera vez. Tras terminar, los músicos salieron rápidamente a hablar con los asistentes, y se sacaron todas las fotos que se les pidió durante un muy largo rato.

 


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