Killer Barbys
Director: Jess Franco
Productora: Baquero, Mencheta, Camacho y Santos
Año: 1996
Los 90 en España estuvieron especialmente protagonizados por lo que entonces llamábamos la música alternativa, un paraguas abierto en el que se daba cabida a todo tipo de estilos y artistas. The Killer Barbies eran punk pop de primera y su irrupción fue tal que todo un Jess Franco decidió volver a rodar una película con ellos. Franco, mito de la serie Z, del destape y las vísceras, tuvo claro que esa banda de Vigo era ideal para sacarse de la manga un film de casquería, con una tremenda Silvia Superstar y con todo un Billy King de protagonistas.
El tema es que Jess Franco hizo de Jess Franco, muy de la escuela Ed Wood, y el resultado, como en la mayoría de sus films, no pasa de lo correcto. Pero es que The Killer Barbies salían de esa movida, por lo que grabar con él era un sueño hecho realidad. La peli se rodó toda en tierras valencianas y cuenta con ese Santiago Segura primerizo y gamberro en el papel de Baltazar, un degenerado que cuida a unos enanos y les trae orejitas humanas “pa que jueguen los chavales”. La música es contumaz en el uso de “I Wanna Live in Tromaville” y especialmente con “Love Killer”, que no para de sonar, pero hay muchos temas de Sexy Sadie que también suman.
La historia es una mezcla de la condesa Bathory con el inicio de “The Rocky Horror Picture Show” y con tintes de “Las colinas tienen ojos”. La banda Killer Barbies termina con el autobús estropeado y siendo refugiados en una mansión siniestra en la que mora una condesa y un sirviente inmortal que la revive con sangre fresca. La banda cae en la trampa y empieza a ver que el peligro es inminente. Litros de sangre, sexo en la furgoneta y algún toque humorístico por parte de un guion que se aguanta con pinzas.
Lo que no se termina de entender es que se hable en inglés y español constantemente y que los actores que no tienen un inglés nativo pronuncien a nivel de clase de False beginners. Quizá la idea de Franco era de hacer esa obra más internacional… El director grabó escenas inconexas sin orden establecido y eso descolocó a Billy King y a Silvia, que están realmente bien dentro de sus roles de actores. El gran momento es el de Baltazar tocando la batería y gritando “bakalao” y “Máquina Total” mientras sus enanos danzan.
Diversión de serie B para lucimiento de un grupo que en 1996 estaba llamado a ser algo muy grande, pues lo tenían todo: imagen, canciones y una discográfica alemana potente que apostó por ellos. Lo bueno es que en breve os pasaremos la reseña del libro en el que cuentan todas las vivencias de ese rodaje loco y noventero como pocos. Si tenemos una sección de cine rockero, estaba claro que esta película tenía que caer sí o sí, aunque duela verla.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
Descubre más desde Stairway to Rock
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.