Hay veces que la mejor ficción no hace falta crearla, sencillamente basta con contar bonitas historias o describir lugares existentes que parecen salidos literalmente de la ciencia ficción. El arquitecto Pedro Torrijos consigue transportarnos con este libro a lugares edificados de nuestra realidad pasada y presente que a la vez son auténticos hitos de la humanidad. Algunos por bien, otros por mal, pero fascinantes todos y cada uno de ellos. El autor compila una serie de edificaciones, una por capítulo, en la que nos cuenta una bonita historia sobre la misma, su creador y el uso (o desuso) que se le dio al edificio o lugar.
El gran logro de nuestro escritor es acercarnos a un mundo de vocabulario especializado y unas proezas técnicas que merecen análisis profundo con un lenguaje llano y accesible, salpicado de humor mordaz para que todo hijo de vecino, ajeno a los planos y cálculos, pueda entender y disfrutar. Es como si hiciera de Cesar Martín en sus míticos “No Me Judas, Santanás” pero aplicado a la arquitectura histórica. Un viaje fascinante en el que confieso que he vuelto más de una leer para volver a asombrarme de edificios imposibles.
De entre los capítulos que más te enamoran hay el primero, el de un ruso loco que construye una cabaña como todo niño ha hecho con sus amigos. Hasta aquí todo bien, pero… el tío se vino arriba y le dedicó tiempo y ganas al asunto haciendo crecer ese monstruo y de forma orgánica, de madera, hasta los 35 pisos. Conexiones con la mafia y un pasatiempo absurdo que llegó a ser un quebradero de cabeza para la ciudad. Eso podía arder, caer o cualquier otra cosa pues no tenía ni puñetera noción de arquitectura. La lástima es que lo tiraron todo, pero hay fotos de tamaña hazaña. Casa Sutayagin, para más iformación.
Hay un edificio con forma de ovni en Bulgaria que hechiza a quien lo ve, hay ciudades bajo tierra esculpidas en Turquía y que pudieron albergar a miles de personas en la antigüedad. Un arquitecto español creó en los 60, en la playa, una pequeña ciudad con edificios hinchables para un encuentro de juventud. También una joven arquitecta recalculó los planos de un rascacielos en Nueva York y llegó a la conclusión de que si el viento superaba una velocidad determinada… ese edificio iba a caer en medio de la gran manzana. Sus cálculos eran correctos y el alcalde hizo apuntalar esa construcción sin que la ciudad que nunca duerme supiera el peligro en el que estuvieron durante décadas enteras.
La plataforma en el mar del Norte Sealand está constituida como país y si pagas una pequeña cantidad te hacen lord, una ciudad en Namibia que se construyó para buscar diamantes y que las arenas del desierto devoraron entrando en las casas. La belleza del lugar es inenarrable hasta el punto que muchos grupos de rock y pop han usado fotografías del lugar para hacer portadas de sus discos. También hay catedrales excavadas en la roca que terminan siendo discotecas…
Territorios improbables de Pedro Torrijos es uno de esos libros de los que la curiosidad te lleva a ellos y te atrapan desde la primera página. Poco me hubiera imaginado yo que estaría enganchado a un libro de arquitectura, pero así ha sucedido. No soy muy de redes sociales, pero parece ser que todo nació desde un blog del autor que iba recibiendo opiniones y feedback de los lectores y seguidores. Ideal para leer en verano, lectura ligera y lugares que te atraerán hasta el punto de imaginártelos como destino vacacional.
Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
He leído varios de sus hilos en Twitter (lo que los modernillos llaman X) y son muy interesantes. Habrá que tener en cuenta este libro para sumarlo a la montaña de volúmenes que tengo sobre la mesita de noche.