Llegué a este libro a tráves del fantástico Vol. I del NMJ, del cual también publicamos una reseña hace relativamente poco. Qué suerte que tenemos un codirector que es un ávido lector y cuando le dije que me había fascinado la historia de este personaje, no dudó en dejarme esta novela, la que muchos consideran la obra cumbre de Yukio Mishima. Si además os digo que la escribió con apenas 23 años, es para quedarse de piedra. Eso, al menos hizo que empezara a leer este libro con especial cariño.
La historia de Yukio Mishima puede ser que sea una de las más fascinantes de cuantos personajes ilustres vivieron en el siglo XX. Por algo se le ha denominado el Da Vinci del siglo XX. Considero más que imprescindible que el lector se embargue en su biografía, aunque sea brevemente, para entender el por qué e ir más allá de la prosa de «Confesiones de una máscara». Seré breve porque bien su vida daría para muchas páginas: nacido en el seno de una familia acomodada, rápidamente fue apartado de su familia y obligado a convivir con su abuela, lo que le llevó a ser un niño circunspecto y poco sociable, apenas pudiendo relacionarse con su entorno. Su salud frágil sumada al sobre proteccionismo de su abuela le llevaron a crecer como una persona débil, sin apenas ver la luz de sol. Todo ello llevó a que se refugiara en los los clásicos de la literatura, algo que sin duda ayudó a conseguir esa prosa única con apenas 20 años de edad. Por algo además le nominaron al premio Nobel en 1968.
Desde bien pequeño advirtió sus inclinaciones sexuales, pues en el libro podemos entender su homosexualidad, algo que sin duda condicionó su vida hasta el final, pues os imagináis cómo era vivir en Japón en los años 30 y 40, en una sociedad reprimida y en plena Segunda Guerra Mundial. Además, se menciona sin ambages su sexualidad, su atracción por situaciones sangrientas y su complicada personalidad, lo que en el conservador Japón de 1949 provocó escalofríos debido a la brutalidad, la violencia y la sangre, aspectos reflejados a pinceladas a lo largo de la novela.
Su obra autobiográfica recorre su infancia, con un detalle exquisito por la descripción de los personajes que aparecen, principalmente enfocados en su familia y los amigos de los que se rodeó. Su primer amor platónico contado desde un punto de vista culpable y secreto y su obsesión por querer enmascarar sus inclinaciones sexuales en una sociedad que le habría tachado de enfermo. Todo ello hace que más de una vez se plasme en el libro esa coyuntura de manera explícita y la forma en la que se vio obligado a vivir con una máscara la mayor parte de su vida hasta entonces (recordemos que lo escribió con 23 años).
Esta disyuntiva condicionó su vida y eso se palpa ampliamente a lo largo de su obra, con una lucha interna emocional que le llevó a situaciones límite en muchos momentos e incluso a pensar en la muerte. Un elemento que también estuvo muy presente a lo largo de su vida… Hacia la mitad del libro, introduce por primera vez la perspectiva del amor desligado de la atracción sexual, todo a través de un nuevo personaje que aparece en su vida. Un giro inesperado que pone de manifiesto la complejidad de las relaciones y nos hace entender que no siempre es todo blanco o negro.
Esta lectura me ha sorprendido pues no tenía ninguna idea preconcebida de ella y la he disfrutado recorriendo la mente de su escritor a través de su narrativa. Su prosa mezcla elementos de la cultura japonesa y la literatura contemporánea europea del siglo XX y la convierte en una obra amena e interesante en todas sus páginas. Me ha parecido la novela ideal para adentrarse en el universo Mishima y desde luego que será la primera de muchas que lea.
Nanotecnóloga y química de formación y amante de la música como pasión. Me gusta la música en todas sus vertientes. Empecé tocando el violín y de la música clásica pasé al rock y al metal (mis primeras bandas fueron AC/DC y Mägo de Oz, por supuesto). No tengo muchas bandas predilectas, aunque Rulo siempre encabeza el podio. Helloween, Volbeat o Greta Van Fleet le siguen de cerca. Mis gustos han cambiado a lo largo de los años pero siempre abierta de mente, así que le doy al hard rock, al power, al death metal (melódico) y a todo lo que me haga descubrir cosas nuevas o me sepa impresionar.