No me Judas, Satanás!!! Vol. 1
Autor: César Martín
Octubre 2020 (P1 Books)
Los libros tienen la capacidad de hacernos viajar a épocas y paisajes tan variopintos como los que podemos encontrar en los libros de No Me Judas (NMJ). Adentrarse en el universo NMJ es viajar a los 50, 60, 70… A los actores que ahora forman parte del cine clásico, músicos de los 50 que revolucionaron la balada y el country y que silenciosamente nos dejaron himnos imperecederos. Además de otros tantos personajes a descubrir de los que aprender o reenfocarlos: Yukio Mishima, Frank Sinatra, Joan Crawford…
La verdad que los NMJ llegaron a mi por el final, y si hace unos días os traje la reseña del cuarto volumen, tras este me llegó el primero y estoy segura de que los iré devorando uno tras otro conforme me lleguen. El quinto volumen está por llegar estas navidades, así que es más que probable que sea el siguiente. Y ya estoy deseando hincarle el diente.
Además de todo el contenido, tengo que confesar que estoy cogiendo un cariño especial a estos NMJ y están adquiriendo poco a poco una carga emocional importante. Uno, por el momento de mi vida en el que llegaron. Recibí el NMJ 4 en un momento de estrés importante donde el trabajo ocupaba la mayor parte de mi tiempo (diario y de fin de semana) y era la vía de escape que me permitía, mi ratito de desconexión al día. Y claro, las ganas con las que cogía cualquier cosa que no fuera laboral eran voraces, por lo que también lo terminé en cuestión de mes y medio. Tras la vorágine han llegado meses más sosegados y este NMJ (Vol. 1) se me ha dilatado más en el tiempo pero me ha acompañado infinitamente este verano y me ha dado momentos de paz y calma. Y oye, ha viajado mucho: Barcelona, Rock Imperium, Alicante, Galicia, Londres, Dublín, Glasgow, Burgos, Asturias, Madrid…
Sigo cautivada por la vastedad de cine que se condensa en estas páginas, y cada vez más admirada por la prosa y la asombrosa habilidad de César para narrar. Su capacidad para transmitir una cantidad tan abrumadora de información, de manera tan ordenada, coherente y progresiva, es simplemente arrolladora, como si de una novela se tratara.
Mucho más cine en estas páginas que en el Vol. 4, actores indelebles como el héroe romántico Errol Flynn, el terrorífico pero polifacético Lon Chaney, el dueto Davis/Crawford o la tríada Sinatra/Cliff/Lancaster. Sin ser una entendida del tema, muestra personajes de forma tan real como Joan Crawford, probablemente una de las historias que destaco de este NMJ que más me ha impresionado. Una mujer que desde que nació tenía todas las papeletas para ser una fracasada, y sin embargo consiguió darle la vuelta a la situación y llegó a lo más alto. Y sí, por ello pagó un precio muy elevado (empezó en el porno, y tuvo que arrodillarse más de una vez ante los capos de Hollywood y MGM). ¿Eso justifica lo cretina que era y la relación tan tóxica/destructiva que tuvo con sus hijos? Por supuesto que no, pero al menos da un contexto de cómo una mujer vivía entre tiburones.
Si no puedo ser yo misma, no quiero ser nadie más. Nací así. (Joan Crawford)
¿Y qué habría sido de Joan Crawford sin Bette Davis? Uno de los duetos rivales que enamoró a la pantalla no podía pasar de puntillas por el NMJ, y César dedica otro de los capítulos a hablar de la antagonista y antítesis de mi querida Joan Crawford.
Si dos de las mujeres que más marcaron el cine de los 50-60 tenían cabida en este volumen, no iba a ser menos para los hombres. Encontramos la historia de Montgomery Cliff, un hombre que estaba por encima del bien y del mal, al que todos, dentro y fuera del mundo cinematográfico, veneraban. La turbia vida que tuvo Frank Sinatra, pues pese a tener una voz que marcó una generación, también tuvo amigos muy influyentes y no todos de buena calaña. Me impactó los métodos poco ortodoxos que tenía para conseguir lo que quería. Yo sólo conocía su faceta «amable». Ambos coincidieron en pantalla con el galán Burt Lancaster, el sex symbol del siglo XX.
Otro de los fetiches de César es la música, no en todos sus estilos pero sí muy variada. Si en el Volumen 4 sí se centró en hard rock y heavy metal, esta vez dominan los reyes del country/pop-rock/rockabilly de los años 50 como Roy Orbison (gracias por descubrirme la maravillosa Only the Lonely), al que la fama le llegó demasiado tarde, John Cougar, la triste historia de Phil Ochs o el declive constante con el que Hank Williams llevó su vida hasta el último instante. Más alejados del country, hace un extenso repaso a la carrera de Grand Funk Railroad, desconocidos para mí y que merecen una más que cuidadosa escucha.
En su particular hazaña de traernos además de cine y música, mundos heterogéneos, en este volumen han tenido cabida humoristas de la talla de Lenny Bruce, la impactante historia de Yukio Mishima (¿un Leonardo da Vinci contemporáneo? Puede. Aunque salvando las distancias y un final torcido. Tal ha sido la fascinación que pronto caerá la lectura de Confesiones de una máscara.
Y que queréis que os diga, que vale más la pena que os adentréis por vosotros mismos en mundos tan maravillosos como las historias de autoasfixia, fetiches sexuales de lo más extravagantes (sí, algunos incluyen animales), mundo de mutilaciones y aberraciones desde la edad antigua hasta prácticas que llegan al día de hoy. No podía faltar la sección dedicada al porno, a la excelente Traci Lords y por nombrar algunos más la historia detrás del director de cine por excelencia de gore/terror John Waters o la historia de todo un intrépido Houdini.
Una vez más, atraída y fascinada por el universo NMJ que me ha hecho desconectar tantas horas este verano y me ha presentado personajes que hasta ahora desconocía o en los que no había prestado tanta atención. Gracias al NMJ por descubrírmelos porque probablemente, mi diferencia de generación habría hecho que me perdiera un mundo tan rico. Oye, y al final tantos datos condensados pueden sacarte de un apuro hasta en un concurso de televisión, lo que son las cosas…
Nanotecnóloga y química de formación y amante de la música como pasión. Me gusta la música en todas sus vertientes. Empecé tocando el violín y de la música clásica pasé al rock y al metal (mis primeras bandas fueron AC/DC y Mägo de Oz, por supuesto). No tengo muchas bandas predilectas, aunque Rulo siempre encabeza el podio. Helloween, Volbeat o Greta Van Fleet le siguen de cerca. Mis gustos han cambiado a lo largo de los años pero siempre abierta de mente, así que le doy al hard rock, al power, al death metal (melódico) y a todo lo que me haga descubrir cosas nuevas o me sepa impresionar.