77/100
Order of the Snake
14 de julio de 2023
El debut de Kim Dracula, A Gradual Decline in Morale, es una explosión controlada de caos emocional y audacia sonora. Desde el primer track homónimo, queda claro que nos enfrentamos a un artista que no teme confrontar la incomodidad: guitarras que cortan como navajas y sintetizadores que chispean con un nervio casi industrial crean un terreno hostil, perfecto para una introspección ácida. La voz de Kim Dracula se mueve con fluidez entre el grit visceral y un falsete etéreo, recordando a los ecos más oscuros de figuras del metal alternativo y el post-hardcore moderno, pero con personalidad propia.
El disco navega sin complejos entre géneros: “My Confession” combina percusiones electrónicas con pasajes del rap o riffs de guitarra abruptos, generando un contraste que mantiene la tensión narrativa; “Luck Is A Fine Thing (Give It A Chance)” juega con estructuras pop-metal casi barrocas, donde los cambios de tempo y la saturación vocal son un manifiesto de intención artística más que un artificio. “Drown” destaca por su producción envolvente: los graves se sienten tangibles, como si el bajo arrastrara al oyente hacia la penumbra emocional del tema, mientras las capas de sintetizador aportan un aire de desasosiego calculado.
Las colaboraciones son precisas y significativas: “Are You?”, con Kirin J Callinan, introduce una teatralidad absurda que rompe cualquier expectativa; “Seventy Thorns”, junto a Jonathan Davis, es un guiño a los maestros del nu-metal, pero reinterpretado con una sensibilidad contemporánea y retorcida.
La producción general se mantiene nítida y agresiva a la vez, con un uso inteligente de la compresión y la ecualización que deja espacio tanto para la crudeza como para los detalles más sutiles.
Música que se siente
Como oyente, el disco se siente como un descenso controlado a la ansiedad y la autoexploración. Temas como “Divine Retribution” y “Undercover” tienen una densidad emocional que obliga a mirar la propia vulnerabilidad; es música que no se limita a entretener, sino que provoca una reacción física: los golpes rítmicos, los silbidos electrónicos, la deformación de la voz, todo se siente como un choque directo con el nervio expuesto de la psique.
Algunos momentos —como “Kitty Kitty” o “Rosé”— funcionan como respiros irónicos o absurdos, ofreciendo un contrapunto que evita que la oscuridad se vuelva monótona.
En un panorama donde el metal experimental y el alt-pop se cruzan con frecuencia, Kim Dracula se muestra como un narrador de lo grotesco y lo sublime, capaz de sintetizar influencias de nu-metal, industrial y post-hardcore en un lenguaje propio. A Gradual Decline in Morale no busca complacer, sino incomodar y fascinar simultáneamente. Es un disco que, pese a sus caprichos y momentos de excesiva teatralidad, logra transmitir una autenticidad que rara vez se encuentra en debuts tan ambiciosos.
Este álbum es un manifiesto de intención y riesgo. Kim Dracula ha creado un mundo sonoro donde cada cambio de ritmo y distorsión tiene un propósito emocional claro, y por tanto, A Gradual Decline in Morale no solo marca la entrada de un talento inusual, sino que deja la sensación de que estamos frente a un artista capaz de redefinir los límites de lo que el metal y la música alternativa pueden ser.
Mi nombre es Irene, y todo el mundo me conoce por mi apellido Kilmister adquirido por el que ha sido y será mi mayor ídolo en esta vida. Lo cierto es que yo empecé en esto de la fotografía sin pensarlo mucho. Era la típica amiga de la cámara, pero de que me quise dar cuenta me propusieron entrar a colaborar en un medio profesional en 2017 y desde ahí he pasado de ser esa amiga de la cámara a evolucionar y coinvertirme en lo que conocéis ahora.
Apasionada de la música en todos sus géneros y amante de la lectura y los conciertos, aunque mi verdadera profesión no tenga nada que ver con todo esto.
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