85/100
Norse Music
13 de septiembre de 2024
Kalandra es uno de esos grupos para escuchar en el sofá, tapado con una manta, y tomándote un té caliente mientras ves llover por la ventana. Su música es suave, bonita e introspectiva, aunque también un poco oscura y muy profunda. Es perfecta para esos momentos en los que no quieres caña ni guitarras afiladas, y solo quieres relajarte y disfrutar un momento.
Este cuarteto de músicos noruegos y suecos mezcla el folk nórdico melancólico con el art rock, con algún toque progresivo e incluso pop. El resultado es maravilloso, con una música que dibuja delicados paisajes musicales principalmente suaves y relajados, aunque hay canciones con momentos realmente intensos. En esta combinación luce a la perfección la suave y hermosa voz de su cantante Katrine Stenbekk, que está acompañada de sus compañeros de banda, los guitarristas Jogeir Daae Mæland y Florian Döderlein Winter, y de Oskar Johnsen Rydh a la batería.
Descubrí a Kalandra en 2022, siendo uno de los grupos que acompañaron a Leprous en la gira europea que pasó por España. La llllez y la hermosura de su propuesta musical me cautivaron desde el primer momento con The Line, su primer disco. Eso sí, he de decir que aunque la música me entró desde las primeras escuchas, es uno de esos trabajos que poco a poco va profundizando en ti, y solo necesitas un día con el humor adecuado para que te llegue de verdad y se convierta en uno de tus grupos favoritos. El segundo álbum A Frame of Mind, da un paso evolutivo con respecto al primero, ganando en intensidad en algunas canciones, pero sin perder ese sonido característico que hace a la banda perfectamente reconocible.
El disco arranca con «I Am», una pieza que define a la perfección el estilo de Kalandra, con apenas un par de guitarras acústicas dándole una atmósfera tenue que encaja a la perfección con la oscuridad de las letras, en las que se habla del dolor que nos acompaña en nuestra vida debido a las cosas que nos hicieron en el pasado, y que a veces podemos repetir haciéndoselas a otras personas. Empieza lenta y con pocos instrumentos, pero va ganando capas cuando a partir de su segunda mitad empiezan a entrar la batería, las voces dobladas de Katrine y el juego de punteos crudos de la guitarra, que le dan una hermosa crudeza al tema, y la adornan con suaves coros. Esto es algo que la banda repite en muchas de sus composiciones, empezar suave para luego ir ganando capas y añadiendo pinceladas sonoras a sus canciones.
“Untie the knot” es el segundo tema, en la que se habla de desatar nuestro nudo interno y empezar a cambiar. Es un corte que empieza bastante lenta, con el característico juego de voces marca de la casa, y que en la segunda mitad empieza a ganar un poco de intensidad, pero esta vez conteniéndose y sin terminar de explotar. Simplemente para remarcar el contenido de la letra de la pieza.
Y ahora le llega el turno a “Are you ready?”, que personalmente es una de mis canciones favoritas. Es la conversación entre dos personas, un diálogo sobre curarse internamente. Este es uno de los temas más intensos de todo el álbum, con unos estribillos que no vienen marcados por la voz, sino por una rica instrumentación que aumenta el volumen con epicidad, haciendo que el tema suba mucho más de lo que suele acostumbrar Kalandra. No es una intensidad metalera ni rockera, sino unos riffs de guitarra que marcan su presencia acompañados de la batería y unos coros etéreos. Es puro art rock, pero sin abusar, ya que estos momentos de intensidad no se mantienen, sino que aparecen y desaparecen dos o tres veces en la canción, convirtiéndose en su parte álgida ocupando el lugar que normalmente tendría un estribillo.
“The state of the world” empieza lenta, con la suave voz de la cantante acompañada solo de unos coros y arreglos de cuerdas. Es una parte delicada para describir el estado del mundo y cómo todo parece estar mal, pero que podemos intentar hacerlo mejor con la bondad que hay dentro de todos los humanos. Es un tema que mantiene su delicadeza a lo largo de sus más de cuatro minutos, aunque poco a poco va sumando nuevos instrumentos que añaden pinceladas y matices musicales hasta componer una pieza sencilla pero hermosa, adornada con cellos y con los coros de la propia Katrine.
“Bardaginn” es una canción que apunta mucho más al folk nórdico, y está cantada en un idioma nórdico antiguo para cuyas letras se asociaron con el letrista y asesor lingüístico noruego Alexander Lykke. Su título significa “lucha” o “batalla”, y es un tema que hará las delicias de los amantes del folk al estilo de bandas como Wardruna. Aún así, a diferencia de esta otra banda, sigue siendo rico en instrumentación, muy bien adornado, y que de nuevo apuesta por un estribillo que no cantado, sino compuesto de un momento musical que combina una guitarra dibujando un riff de esos que se te quedan en el cerebro, con otras llenas de distorsión y efectos intensos y decadentes. Esto, combinado con el folk y las voces crea una combinación sublime en la que es mi canción favorita del disco.
Después del momento más álgido del disco, seguimos con “A life worth living”, una canción que vuelve a la tranquilidad y la oscuridad de los cortes anteriores, en la que se reflexiona sobre la vida y lo que sacrificamos para encajar. De nuevo, el corte empieza con un ritmo reservado que inicialmente está muy en el fondo, pero que poco a poco va creciendo. La instrumentación es diferente, la pieza tiene su propia personalidad, pero se mantiene la manera de componer de la banda.
La siguiente pieza musical es “I’ll get there one day”, que empieza con un piano, cello y una batería con algo más de presencia. Comienza lenta en sus primeros minutos, pero luego va creciendo hasta llegar a momentos de clímax adornados con unas cuerdas que introducen ritmos más árabes que nórdicos, en una combinación musical inesperada pero que encaja a la perfección.
La siguiente es “Hytta”, una composición única y diferente en el conjunto de este trabajo. Es una pieza de música ambiental, con muchos efectos de estilo ASMR, que incluyen sonidos del mar y del hogar. Es como un respiro entre la música, un anhelo de una vida más fácil, una pausa para concentrarse en las pequeñas cosas de la vida, y la relajación que puede darnos el sonido de unas piedras chocando entre si, las voces de la gente de fondo o de utensilios de cocina, o el murmullo del agua cuando estas navegando.
“Segla” es un tema que te hace despertar lentamente del corte anterior, pero con la quietud del estilo característico de la banda. Está en noruego, y es sencilla y oscura. En este caso, empieza de una manera sutil, con una guitarra acústica y la voz en una combinación muy suave. Luego, a mitad de la canción entran las guitarras eléctricas distorsionadas pero suaves, teclado y otros arreglos, apoderándose del resto del tema junto a algunos coros ocasionales, y dibujando un momento muy cinematográfico.
El disco termina con “I remember a time”, que es una balada acústica un poco más convencional. Se diferencia bastante musicalmente al resto del disco, con un sonido un poco más cercano al pop acústico, pero que sigue siendo un buen cierre, bonito y melancólico, que habla sobre el amor, el perdón y cómo nos necesitamos los unos a los otros. Es una sencilla despedida, con apenas una guitarra acústica y la voz.
En conjunto, el disco de Kalandra es un hermoso viaje sonoro, lleno de oscuridad, magia y belleza. Es una de esas bandas que puede llegarte muy dentro y muy rápido si te abres a una música menos rockera y más introspectiva. Y aunque no parece una combinación musical que vaya a triunfar en grandes festivales veraniegos, sí que merecerá la pena volver a verlos cuando se acerquen de nuevo a alguna sala española a tocar.