80/100
31 de enero de 2025
Snapper Music Ltd
No terminé de entrar en el anterior disco de Jonathan Hultén, el The Forest Sessions, y un poco andaba yo dolido de que hubiese abandonado una banda como Tribulation. Hultén era el vampiro que bailaba y que hacía que el grupo se elevase en los directos a un nivel impresionante. Cuando dejó la banda, algo se torció en esa agrupación, pero… quedaba su propuesta personal. Jonathan es un hierofante y lo que hace no es para todos los públicos, pero enamora especialmente en este trabajo maravilloso en el que se supera y demuestra que estamos ante un artista sumamente especial.
Hay similitudes evidentes con Steven Wilson muy a pesar de que nuestro protagonista no es especialmente fan del divo inglés. Hultén lo toca (casi) todo y crea una atmósfera personal que lo hace especialmente único. No concibo su música sin imágenes y si en su anterior entrega me dejó frío, de verdad que esperaba que este señor demuestra que posee algo excepcional entre manos, y así es. En esta obra todo se revela en una especie de minimalismo precioso que espero ver algún día en directo.
Los dos singles son colosales y “Afterlife” es de lo mejor que ha creado Hultén en toda su vida. La línea vocal es exquisita y el sampler de fondo es ochentero a más no poder, pero no protagonista. Agonista para introducirnos en el mundo de Jonathan con una delicadeza maravillosa. Atmósferas inquietantes y un feeling realmente especial y único. Y es que esto es lo que enamora de este artista: que es un francotirador que va a su bola. Y luego hay el otro single de absoluta calidad: “Falling Mirages”… magistral pieza de orfebrería que ahonda en lo minimalista y lo transmite de una forma exquisita. Precioso punteado capaz de erizarte el vello y de mostrarte algo único y diferencial.
“Vast Tepestry” es la otra composición que me tiene el corazón robado. Precioso Western con aires de cantautor de los 70’s y con una delicadeza que te atrapa desde la primera escucha. Ecos de Morricone con Crosby, Stills, Nash and Young en un ejercicio meritorio de profundidad de armario dentro de su personalidad marcadísima. Brillante… no hay más palabras. Y la otra que me tiene robado el corazón es la final “Starbather”, porque es un tema absolutamente rock, con todos los instrumentos de una banda del estilo y con imaginería glam de los 70’s. Y realmente todo se inicia con la bonita y ambiental “The Saga and the Storm”. Eléctrica y sentando las bases de todo lo que está por venir. Amplitud de espacios y épica a borbotones en un tema inspirado y capaz de convencerte con esa guitarra eléctrica que todo lo domina.
“Song of Transcience” es un folk a 3×4, a ritmo de vals, y funciona perfectamente dentro de la onda de disco. Enigmático corte con momentos reverenciales y teclado envolviéndolo todo con mucho gusto. El piano de “Through the Fog, into the Sky” es ese momento instrumental que te da espacio y solemnidad para atacar luego “Down”. Otra pieza muy bella con amplios juegos de coros y bajando a ese momento de armónica combinada con esos casi susurros. Y “Riverflame” es otra composición suave y cuidada en la que la melancolía desborda y en la que la sencillez está por bandera. Puede recordarnos a esos momentos especialmente tristes de Riverside en su disco más doloroso, lo cual es algo muy elevado.
El teclado grave de “The Dream Was the Cure” y ciertos aires cinematográficos nos sorprenden aquí. A pesar del minimalismo, la marcada guitarra acústica y la batería de apoyo intensifican la pieza, que va con una especie de filtro vocal y la hace especialmente enigmática. Mismos efectos que se hacen palpables en “Dawn” con una armónica que también la acerca a los terrenos del Western anteriormente citados. Hay una caja de batería marcial, pero son los teclados los que realmente dominan en los arreglos.
Se completa la obra con “The Ocean’s Arms” muy en la línea evocadora y triste. Esta vez suave guitarra eléctrica y voz con sencillos efectos acompañando con momentos realmente bellos y rasgado,s casi acariciados, en las seis cuerdas. Y luego hay ese tema enlace titulado “A Path Is Found” en el que hay guitarras dobladas a tiempo de balada y con ciertos aires a Queen.
Eyes of the Living Night me parece un disco impecable, especialmente de concepto y en cuanto a composición. Jonathan Hultén era ese vampiro que bailaba y daba un impacto visual en los geniales Tribulation y que decidió dejarlo pues tiene una propuesta propia y un universo sonoro espectacular. Minimalista en lo musical y con una imagen impactante supera con creces sus anteriores esfuerzos y nos brinda una obra que se aleja muchos pueblos del heavy metal, pero de una fuerza y calidad absolutas. Me tiene el corazón robado, así que esperad a la entrevista que le hemos hecho, pues vale mucho la pena….

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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