Es fácil no tomarse en serio a Gigatrón y su propuesta de parodia del metal. Pero cuando te paras a pensar en que llevan más de 25 años recorriendo las salas y festivales del país, y que tienen ya un buen puñado de discos a sus espaldas, entonces es más que evidente que tienen algo especial. Para descubrirlo fuimos a la Salatal de Castellón a ver el primer concierto de «La Xusta Tour», la nueva gira con la que volverán a recorrerse el país.
La sala no estaba completa, pero a todos los asistentes se les veía listos para la diversión. En el público sorprendía ver una mezcla entre veteranos ya entrados en años como quien escribe estas palabras y mucha gente joven. Diez minutos antes de lo previsto las luces se apagaron, se levantó el telón, y una voz en off empezó a narrar la llegada de los dioses del metal. Todos aplaudieron, pero en vez de ponerse a tocar de inmediato, Charlie Glamour empezó a lanzar sus tiradas épicas de carisma con unos cuantos chistes que demostraban que estábamos ante un concierto diferente a lo habitual.
Tras las bromas iniciales, el concierto comenzó con «El Barco de Colegas», un tema con más de 25 años a sus espaldas y que es uno de los más clásicos entre sus clásicos. Así, sin paños calientes, comenzando con una canción que puso a todos a saltar y que cualquier otra banda dejaría para el final. No es una novedad en ellos, pero para quienes no les hemos visto muchas veces sigue siendo un movimiento sorprendente. Una buena manera de romper el hielo y pillarte con el pie cambiado.
Al principio de este concierto, entre el escenario y el público había un hueco de un metro, como si a los asistentes les diera vergüenza acercarse. Y así estuvo durante medio bolo, aunque poco a poco el vocalista fue llevándoselos a todos a su terreno con un amplio repertorio chistes e interacciones, por lo que al final todos acabaron adelante dándolo todo. De hecho, ya con el primer tema bajó del escenario para comenzar un moshpit entre los asistentes. Esta es posiblemente la manera más directa de romper el hielo que he visto nunca.
En cuanto al setlist, no voy a enumerar los 25 temas que se tocaron esta noche en más de dos horas de concierto. Pero sí que diré que estuvo dividido en tres bloques. En el primero tuvimos cinco de los temas más míticos y antiguos de la banda. El segundo bloque era «El Xou de la Xusta», un recurrido de la historia de la humanidad con mucha personalidad. Fuimos desde la prehistoria con temas como «Speed Thrash Big Bang» y «Neadermetal» hasta el futuro con «Nazis en la Luna» (Elon en la Luna, como dijeron inicialmente), pasando por la edad antigua, la media, el renacimiento y el rockmanticismo.
Los temas estaban dispuestos para representar las distintas eras de las historia del metal, y al principio de cada uno había una introducción a cada cual más hilarantes, con algunos hilos conductores y docenas de chistes. Fue una experiencia magnífica en la que también se estrenaron por primera vez en directo varios temas de «La Xusta de Zarathustra», el último disco de estudio lanzado por los valencianos a finales del año pasado.
Pero más allá del humor de sus letras o de las diversión de cada presentación, lo que más sorprendió de este concierto fue la enorme calidad musical de sus componentes. Todos los músicos de la banda ejecutaban perfectamente sus instrumentos, y se lucieron con cada uno de los estilos que abordaron. Daba igual que fuera AOR o metal progresivo mesopotámico de siete minutos y pico, en cada corte se lucían, y también podías ver en sus sonrisas que se lo estaban pasando en grande. El vocalista no necesita cantar bien, quizá es la gran excepción, pero es que eso es precisamente parte del juego, porque lo más importante es su carisma y parodiar a otros cantantes. No se libró ni King Diamond en un momento en el que Charlie se puso su careta y empezó a hacer como si le hubiera poseído.
El concierto fue avanzando rápidamente, los temas volaban de uno a otro y las interacciones se sucedían. Cada dos o tres canciones aparecía el esbirro de la banda para ayudar a que el cantante fuera cambiando su vestimenta. Cada cambio tenía sentido, ya que representaba las distintas épocas históricas en las que se iban adentrando. Este esbirro también salía disfrazado en más de una canción, como un actor/animador que ayudaba a darle más color a la actuación.
Tras terminar el largo segundo acto la banda se fue del escenario, pero solo para volver después al tercer y último acto, el de los bises. Para entonces, Gigatrón ya había conseguido que todos los asistentes estuvieran apiñados en primera fila, abrazados, saltando y cantando. En esta traca final tuvimos una última ración de clásicos incunables como «Te peto el kks», con el que la banda saltó al estrellato en los inicios de Internet.
En definitiva, fue un concierto sublime y muy entretenido en el que el tiempo pasó volando. Y para mi uno de los mejores detalles fue ver la manera en la que Gigatrón han conseguido atraer por igual a varias generaciones. Estábamos los cuarentones dándolo todo con los grandes clásicos, y luego estaban los veinteañeros cantando a pleno pulmón todas y cada una de las canciones más recientes. Esto es asegura y afianza el futuro de la banda, y parece que los dioses del metal están para quedarse.

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