Land of the Free
29 de mayo de 1995
Noise Records
Para un servidor Kai Hansen ha sido una de las mentes más preclaras de la historia del heavy metal, ha facturado himnos incontables, atemporales y ha sacado el máximo partido de sí mismo durante un increíble periodo de tiempo. A nadie le ha durado tanto tiempo la genialidad como al pelirrojo de Hamburgo: exactamente 15 años, de 1985 al año 2000. Del EP de Helloween hasta la aparición de No World Order de Gamma Ray. En ese disco el genial músico se autoplagió, cosa que hacen todos, pero supuso el final de su era.
Estamos hablando de 9 discos de estudio y dos en directo. Podríamos contar también en este periodo el ayudar en Avantasia, fundar Iron Savior, sacar a flote a Blind Guardian, levantar a Edguy, a Angra o a Primal Fear. Es sencillamente alucinante. Durante 15 años fue el Rey Midas, y bueno, Kai sigue siendo un coloso, pero la facilidad que tenía para facturar obras maestras ya no es tal.
Hubo un tiempo en que Woody Allen y Kai Hansen eran mis ídolos absolutos. El hecho de descubrir a Gamma Ray fue porque estaba tan entusiasmado con mi descubrimiento de Helloween que no podía entender cómo después de dos obras estratosféricas como los Keepers cayeran al pozo del Chamaleon. Un amigo respondió a mi pregunta: “se fue Kai Hansen y se fue la magia”. ¿Y qué hacía la magia? Pues fundó su propia banda: Gamma Ray con Ralph Scheepers y Dirk Schlachter. Una maravilla.
Quedaba claro ya desde su disco debut que Gamma Ray era una auténtica pasada de grupo y que mantenía en él el espíritu primigenio de Helloween. Si uniésemos lo mejor de los discos de Helloween con los mejor de Gamma Ray después de los Keepers, y hubiera seguido cantando Kiske, posiblemente Helloween serían un grupo bastante más grande de lo que son, y os recuerdo que metieron a más de 10000 personas en Madrid con la reunión y que siguen agotando tickets.
Desde aquí quiero reivindicar el legado de los primeros tres primeros discos de Gamma Ray con Scheepers a la voz pues son auténticas obras maestras en su estilo. La cantidad de himnos memorables es abrumadora. Lo que sí se nota es que cuando compone Hansen el nivel es superior.
El disco
“Rebellion in Dreamland”: Palabras mayores… a pesar de lo cutre del videoclip ya ves en ese inicio y desarrollo que estás ante una obra maestra. Kai canta como nunca y firma uno de los más grandes clásicos de toda su carrera. Luminosidad y brillantez. Uno de esos temas que deberían caer en la sección de “Canciones perfectas”. Tuve un tiempo en el que estuve enganchado enfermizamente a esta joya y cada vez que la escucho me emociono. Los coros son sublimes y hay unos cambios de tiempo que te aceleran las pulsaciones. Si algún día hay una revolución que suene esto… después del “Viva la Revolution” de los Adicts, claro.
“Man on a Mission”: Un pelotazo a mil revoluciones que se cargó la voz de Kai Hansen. Defender esto en directo es casi imposible. La velocidad y la cantidad de letra a vocalizar en tan poco espacio de tiempo hizo que Kai sufriera de lo lindo sobre un escenario. Pero el tema es tan perfecto que hay que cantarla cada noche. Otro himno metálico para Kai y otra demostración de genialidad compositiva. Los mismos arreglos poco perceptibles de teclado un poco anticipan lo que Angra ofrecerá, sólo que dándoles más protagonismo. El solo coreable es otro guiño a Helloween y la salida del mismo es antológica. La fórmula quedaba plasmada.
“Fairytale”: ¿Se puede sublimar el estilo con apenas 50 segundos? Sí: “Fairytale”. Menudo temazo repuntado con golpes de teclado en las tónicas. Sencillamente magistral. Otra banda sacaría un tema completo, a Gamma Ray con menos de un minuto les bastaba. Y aviso, es de lo mejor del disco y de toda su carrera.
“All lof the Damned”: Lo que más destaca del disco son las guitarras y aquí hay otra buena muestra de ello. El tema le da al disco un aura diferente a pesar de lo hímnico del tema y de que se nota que Kai no la ha compuesto. El tema tiene gancho, pero vive rodeada de obras maestras. Ojo al homenaje al “Hotel California” en el solo.
“Rising of the Damned”: Es una bella salida al tema en la que tiran de teclados y en la que la luz ilumina las tinieblas con aires orquestales.
“Gods of Deliverance”: La música es del bajista Jan Rubach y quizá sea la más netamente heavymetalera de todas. Original, con un puente muy meritorio y con un estribillo a la altura del disco. La mayoría de bandas de power metal matarían para conseguir un tema así. Para Gamma Ray es menor…
“Farewell”: El amor de Dirk por Queen está siempre a la orden del día y aquí se marca una balada preciosa y libre que fluye libre con muchas conexiones con “The Silence”. Una de las gracias de Gamma Ray es que todos componían y cantaban. De hecho, las voces más agudas en los coros son del “bajista” y digo bajista porque aquí es guitarra solista. Y algo que pocos saben es que en directo Dirk canta de verdad, no hay pregrabados. Bueno, hoy en día no pondría la mano en el fuego, pero al igual que hacía Roger Taylor en Queen los agudos son suyos. La guinda al tema la pone Hansi de Blind Guardian cantando un fragmento y agradeciendo a Kai toda la ayuda prestada.
“Salvation’s Calling”: Jan Rubach era un bajista y un crack y aquí le dejaron componer un temazo que palidece entre tanto himno de Hansen, pero el tema es brillante se mire por donde se mire. Gran verso, puente y estribillo adaptándose perfectamente a la fórmula que daba comienzo en el grupo. Al final se marchó con Thomas Nack cuando Schlachter decidió volver al bajo.
“Land of the Free”: Uno de los más grandes temas del que confiesan que están aburridos de tocar. Un concierto de Gamma Ray necesita de esta pieza pues sino la gente no se va. Es el power metal en todo su esplendor. En la primera escucha ya percibes que va a pasar a la historia con esa entrada mítica y esas voces etéreas. Uno de los mejores inicios de canción del heavy metal y un estribillo para cabalgar con la espada alzada.
“The Savior”: Les sirvió para abrir los shows, una imponente entrada coreable y ampulosa. Genial que sea un clásico para el grupo y que todavía suene en sus directos para entrar o para salir de escena.
“Abyss of the Void”: La joya del disco. Un medio tiempo con unas guitarras muy trabajadas y un himno que derrocha épica. Uno de los cortes más diferentes de toda su carrera y que siempre que hablo con Kai le pido que la vuelvan a tocar. A lo largo de los años la ha ido recuperando. No por mi insistencia sino porque es una maravilla.
“Time to Break Free”: Aquí canta Michael Kiske y ya ves que los Helloween de los Keepers siguen vivos a pesar de que Michael empezará ya la travesía por el desierto. El tema es sencillamente espectacular. Kai compuso para el divo un tema a medida y les salió a la perfección. Llegaron a tocarla Gamma Ray en la gira del Alive 95 y Kai se defendió por mucho que sea un tema al alcance de pocos vocalistas. Atención al estribillo.
“Afterlife”: El tributo de Kai al fallecido Ingo es este precioso tema tan poderoso como sensiblero. Toca la fibra y cierra un disco antológico. La recordaba más balada y ni por asomo. El riff me sigue pareciendo espectacular y las dos guitarras solistas se salen. Si te la imaginas cantada por Kiske es otro clásico del power metal.
Veredicto
Del Land of the Free (1995) solo puedo decir que cambió mi vida, mi mentalidad e hizo lo que la música tiene que hacer. Scheepers abandonaba la nave y Hansen decidía cantar él y componer el 90% de las canciones. Una nueva vertiente del heavy metal nacía con él: power metal aunque en esos días hablábamos de metal alemán. A partir de ese momento nacieron discográficas especializadas en ese sonido y Nuclear Blast abría horizontes buscando ese sonido.
Ficharían a Hammerfall y Primal Fear y venderían más que nunca. El disco era tan bueno que muchas tardes de audición era incapaz de pasar al cuarto tema porque la tríada inicial era repetida una y otra vez. El disco es impecable de principio a fin y la épica toma todo el protagonismo. En el fondo es el triunfo de la luz sobre la oscuridad, el bien sobre el mal. La libertad, rebeliones para un mundo mejor, salvadores, un poco el espíritu de Helloween pues Kai Hansen era el motor de todo.
Incluso en la portada estaba el Fangface, la mascota que ya estaba en el primer disco de Helloween derribando los muros de Jericó. Era un power metal sin teclados protagonistas, algo que luego reivindicó y abusó la vertiente itálica del movimiento. De esos arreglos bebieron Angra para potenciar su sonido y hacer algo nuevo. El power metal viene de Hamburgo, pero ya lo trabajaremos en otro reportaje.
En esos días llegué a ser miembro del club de fans de Gamma Ray y debo decir que era una pasada. Me carteaba con alemanes y lo llevaba un tal Basti que terminó llevando la web del grupo. Incluso me invitaron a una acampada en Hamburgo con los otros fans de la época. No éramos muchos, también hay que decirlo. Recibí discos, casetes y revistas que guardo como oro en paño. La bonita banda sonora de la adolescencia. Si tengo que elegir un disco de los cerca de 5000 que tengo me quedo con este.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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