88/100
14 de febrero de 2025
Nuclear Blast
ΔU = Q + W
Aunque una norma básica que seguimos es que en esta web se respetan los principios de la termodinámica, mucho me temo que ha llegado a mis manos un inminente lanzamiento que ha roto parcialmente ese esquema. Y es que si la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma, entonces Game of Faces de Dynazty supone la excepción a la regla.
Este disco no solo desafía el primer principio de la termodinámica. Más bien lo tira por la ventana a base de riffs incendiarios y estribillos explosivos. Aquí no hay conservación de energía: cada tema la multiplica, la distorsiona y la lanza directo a tus oídos con la fuerza de una supernova.
Debo confesar que desde que los descubrí recientemente (más vale tarde que nunca), he amado a estos chicos. Su previo y también sobresaliente Final Advent ya reventó mi sistema neuronal, y ahora vuelvo a encontrarme con sensaciones similares. En busca de una mayor imparcialidad, antes de enfocar esta crítica profundicé en su discografía más reciente. Así he entendido el camino que han recorrido hasta ahora, y el que parece que quieren seguir. 18 años de trayectoria musical les avalan, y como suele pasar, no tienen un nivel de reconocimiento acorde con la calidad que atesoran las mayoría de sus álbumes. No problem…aquí estamos para poner en valor su sobresaliente propuesta.
Aunque quizás las etiquetas sobran, podemos contar que en su inicios hacían un claro hard-rock un poco más estandarizado. Su sonido se ha ido endureciendo hacia tesituras más metálicas, especialmente en los últimos 10 años, con una componente melódica que ha ido creciendo a la par. Con estos ingredientes, algunos a día de hoy les califican como una banda de power metal, pero desde mi humilde opinión, esta asignación no hace justicia ni al estilo ni a la banda. Yo hablaría de power hard-rock (¿habré sido capaz de inventar una nueva etiqueta?), incluso con leves tintes progresivos (leves, pero ahí están).
Claramente es una banda que tienen un pie ligeramente apoyado en el pasado, especialmente en los 80, pero el otro pisa muy fuertemente en nuestra época actual…y la forma en la que ejecutan esa combinación es magistral. En fin, cada uno que los etiquete como quiera, que de lo que se trata es de disfrutarlos. Tanto si eres fan de uno u otro estilo, considero que son obligatorios.
De entre todos los álbumes de Dynazty (9 contando el álbum que hoy nos ocupa) lo que está claro es que Game Of Faces, (primer redondo bajo el paraguas de Nuclear Blast, y que estará disponible el próximo 14 de febrero), es un serio contendiente que puede aspirar a ser su mejor álbum. Las composiciones que ofrecen son estratosféricas, con un enfoque muy fuerte en las melodías, siempre “buenrollistas”, que inevitablemente te hacen sentir bien y con las que es imposible estarse quieto mientras los escuchas. Para la ocasión, presentan 11 temas que son como 11 himnos de batalla. Sencillos, directos, concisos y que totalizan 42 minutos de ensueño. Podrían saber a poco, pero de alguna manera logran no transmitir esa sensación, siendo el minutaje perfecto para esta propuesta.
¿Supone Game of Faces un gran avance con respecto al anterior? Yo diría que para nada…es ciertamente continuista, y esto es sin duda una gran virtud (dada la calidad del material precedente) y a la vez también un posible defecto. Quizás notamos un leve endurecimiento del sonido, pero nada serio (“Dark Angel” bien podría ser su tema más rápido hasta la fecha). De cualquier manera, la magia de estos suecos consiste en que te pueden clavar 11 temas con una estructura y tempo bastante similar, álbum tras álbum, y en ningún momento te van a parecer repetitivos y/o aburridos, si los escuchas con un mínimo de atención.
¿Cómo es posible seguir un estilo tan “machacado”, no innovar musicalmente en exceso en cada álbum, y a la vez seguir sonando frescos y originales? Es algo que no me explico, y que muy pocos consiguen, y en este sentido Dynazty imparten cátedra, y de qué manera.
La única explicación que le encuentro, y que les eleva a los altares del metal, es su desmesurada capacidad compositiva. Nos presentan momentos ciertamente originales (destacan mucho algunas líneas vocales), potenciados hasta el infinito con elevadas dosis de virtuosismo y un uso muy inteligente de los teclados. Con ellos rematan los temas con arreglos increíbles, que logran imprimir la dosis necesaria de modernidad (me atrevería a decir que no hay banda que sepa hacer esto mejor, a día de hoy…¡y eso que no tienen teclista!).
Ayuda también la sobresaliente producción, en la que todo suena compacto y sin fisuras, y la calidad instrumental que proporciona cada miembro de la banda. Podríamos destacar y mucho los solos que nos regala la dupla de guitarristas Love Magnusson y Mike Lavér, y su brutal compenetración (un ejemplo entre muchos posibles sería la parte de solos del tema que da nombre al álbum, “Game of Faces”).
Pero sin olvidar las excepcionales habilidades vocales de Nils Molin (quien recordemos, también milita en Amaranthe) y que es el centro de todo, y la base rítmica que aportan Georg Härnsten Egg (batería) y Jonathan Olsson (bajo), responsable máxima de la energía que emana el conjunto.
¿Pegas? Como veis, casi ninguna, aunque a veces me pregunto si esta fórmula tendrá fecha de caducidad. Mi único miedo es que llegue ese momento en el que pierda esa “magia” que les hace únicos, pero desde luego confirmamos que ese momento todavía no ha llegado, y no se le atisba en el horizonte.
Tema a tema
Entrando en materia, el tema de apertura de este noveno lanzamiento, que fue acompañado con el correspondiente video musical, es “Call of the Night”, tercer single de adelanto del que ya os hablamos en la web, y un claro exponente de todo lo que está por venir.
Sigue una estructura que es ya marca de la casa: comienzo a base de sintetizadores, calmado y atmosférico, que genera el necesario ambiente introductorio. Sereno y grandilocuente, antes de entrar repentinamente con todo (este tipo de intros breves son un recurso que emplean muy habitualmente en muchos temas).
Es un tema rápido, poderoso y energético, con un tempo rápido y estribillo pegadizo (vale, esta descripción se ajustaría al 90% del álbum). Sin duda la apertura perfecta. Atentos a la parte de solos marca de la casa (propósito: no volver a decir “marca de la casa” en esta crítica).
Le sigue “Game of Faces”, tema que da título al album, con un tempo ligeramente menor y a priori centrado en su increíble y loco estribillo que habré oído ya como 10.000 veces, y que me sigue provocando tortícolis…aquí brilla con luz propia otro de los sellos distintivos de Dynazty, y es que siempre logran introducir algún elemento, ya sea una línea de teclado disruptora o un cambio de tono inesperado en la línea vocal, que te descuadra y te engancha irremediablemente, lo que es una constante en muchos temas de sus últimos lanzamientos. Pero como decíamos antes, la sección de solos es también magistral, y en general el groove que trasmite todo el tema de principio a fin es superlativo. Diría que es su mejor tema, pero me arriesgo a ir diciendo lo mismo en los siguientes, así que me lo voy a ahorrar.
“Devilry of Ectasy”, primer tema de adelanto en lo que fue una excelente selección. Sube ligeramente el tempo (unos pocos bpm), y suena en general sencillo y nada recargado, lo que lo lleva a flirtear con la vertiente más popera de la banda. No obstante, las guitarras se encargan rápidamente de decirnos lo contrario. Y de nuevo en el centro de todo, un estribillo infeccioso. Maravilla, sin más (y quizás, la más comercial). “Die to Survive” es un medio tiempo convencional, absolutamente coreable y con alma de directo, que nos recuerda ligeramente a otros titanes como Beast in Black (los señalaría como los otros grandes del estilo, a nivel europeo). No me extrañará demasiado que pase a engrosar el setlist de la próxima gira.
A continuación “Fire to fight” sube ligeramente las revoluciones, siguiendo con un hard-rock más convencional que no deja de ser un cañonazo, en el que notamos una mayor contundencia en sus compases iniciales, prevalencia de sintetizadores y efectos en las voces en su parte central, y en el que la sección de solos nos recuerda al virtuosismo de figuras como Malmsteen (no será la última vez). Su estribillo ascendente, entre lo etéreo y lo sublime, se basta y se sobra para aupar este tema directo al podio del álbum.
No es lo único destacable, ya que una escucha más profunda nos llevará a notar elementos inusuales en las notas de la melodía vocal, que va subiendo de forma casi inadvertida en cada verso. Una frikada si me lo permitís, pero tengo la sensación de que el disco (y los anteriores) esta regado con detalles similares que son prácticamente subliminales, y que logran evitar que suenen repetitivos. Genios.
“Dark Angel” llama la atención por su comienzo, con un tenue y lejano teclado que apunta a tema lento y preciosista, pero de repente se dispara a la velocidad de la luz (parece sin duda un buen vacile). Aquí si podemos hablar por primera vez de power metal clásico, directo y muy contundente, en el que Georg Egg brilla con luz propia. El tema en sí es excelso, y bien valdría para ponerlo en un diccionario del metal junto a la definición de power metal (lo siento Tobias Sammet, te acaban de adelantar salvajemente). De nuevo, ojo a los solos ultra-rápidos, que son nuevamente fantásticos.
Sinceramente, dado que cada solo en este álbum es excepcional, sirva este comentario para el resto de temas de los que hablo a continuación. Y un último detalle, y es que la línea vocal (y el registro empleado, sobre todo en el puente que lleva al estribillo) me recuerda ligeramente a esos Stryper mágicos y angelicales de los 80.
Sobrepasada la mitad del álbum, “Fortune Favors the Brave” es un tema que supone un interesante contraste con el anterior, y en el que los teclados vuelven a destacar sobre el resto. A nivel de guitarras, el riff sobre el que cabalga el tema es ciertamente rockanrolero, y le imprime un ritmo perfecto para el directo, aunque a nivel de arreglos y desde luego en su parte vocal es todo un himno que vuelve a flirtear con el pop rock ochentero.
Llegamos a “Sole Survivor” (¿cuántas canciones hay en el rock con ese nombre?) es ciertamente más directo, contundente y vital, aportando una sensación de urgencia gracias a su ritmo acelerado y machacón que de nuevo valdría para patrocinar cualquier marca de collarines. En su tramo final los teclados toman el mando unos segundos para emular la melodía vocal en una maniobra que funcionará en directo para poner al público a berrear (perdón, a unir sus voces en un clamor armonioso)…¿apostamos?
“Phoenix” (otro título que ya hemos visto en otras bandas) sube las revoluciones comandado por la base rítmica, con un doble pedal a cargo de Georg que aparece de forma puntual pero que suena a gloria, y que acompaña a un heavy metal más fresco y descarado, siendo un tema ligeramente más sencillo que sus acompañantes. Quizás el tema más convencional del álbum, sin que ello implique que esté exento de calidad.
Hablábamos antes de los 80, y “Dream of Spring” nos los traen en todo su esplendor, y es que es inevitable no pensar en Scorpions y su “Wind of Change” cuando lo escuchas, en lo que parece una maniobra totalmente premeditada. No obstante, el tema es un claro exponente de la capacidad que tienen para mirar atrás y adelante al mismo tiempo…himno que apunta a clásico (y la única “balada” del álbum). Atentos a Nils…querréis corearla ya desde su inicio, con la batería acompañando con redobles cuasi-bélicos, mientras un coro angelical te engancha irremediablemente (todo esto en 10 segundos de tema). Celestial (y que no se atrevan a no llevarla al directo).
Aunque “Dream of Spring” suena a cierre, lo cierto es que se dejan para el final una sobresaliente “Mystery” que no acabo de ver como tema de cierre, y que curiosamente me recuerda ligeramente a los máximos exponentes de la felicidad metalera (Freedom Call). Un medio tiempo luminoso de los que pone a un festival entero (como el próximo Z! Live, donde podremos verles en directo) a dar botes con una sonrisa en el rostro.
Veredicto
Para finalizar, es necesario sacar alguna pega, y es que quizás el hecho de que casi cualquier tema de Game of Faces pueda ubicarse indistintamente en uno u otro álbum de los últimos 10 años no es el mejor de los indicadores, aunque de momento, por mi parte, el idilio se mantiene. Por otra parte, confirmo que Dynazty lo ha vuelto a hacer, y es que su marca personal brilla en Game of Faces con más energía que nunca.
Podréis pensar que hay un buen número de bandas “similares”, y no os equivocaréis del todo, pero con un matiz. Aunque haya bandas haciendo un estilo similar, pero lo cierto es que, a mi humilde entender, a día de hoy Dynazty a nivel compositivo no tienen competencia posible dentro del paisaje musical que nos llevan presentando desde hace ya varios lanzamientos. A fin de cuentas, esa forma de componer es su marca de la casa (¡ups!).

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DYNAZTY es la mejor banda power metal prog pop hard del momento lejos!!! tiene un vocalista (Nils Molin) descomunal!!! (una simbiosis de Dio, Joe Tempest, Sebastian Bach) un reloj de precisión de base (el pulpo egg tremendo y el bajo de olsson), y las dos guitarras sinfónicas, épicas perfectas (Magnusson/Laver)..
Muchas gracias amigo!! Ya ves que en Stairway To Rock pensamos como tú…un conjunto increíble con unos musicazos de escándalo. Deseando verles muy pronto en directo!