Feel the Fire – Overkill: cuarenta años del debut de unos pioneros del thrash

Feel the Fire

15 de octubre de 1985

Megaforce Records

 

Siempre es un debate controvertido determinar cuál fue la primera banda de thrash metal. Son evidentes las influencias del punk y de clásicos del heavy («Symptom of the Universe» de Black Sabbath, «Exciter» de Judas Priest o «Overkill» de Motörhead), pero cuesta delimitar los pioneros de este frenético subgénero, por lo que elaboraremos nuestro Big Five particular. Exodus y Overkill fueron los primeros en formarse como bandas (1979 y 1980 respectivamente), mientras que Metallica, Slayer y Anthrax son de 1981. De 1982 son las primeras demos de Exodus y Anthrax, así como la demo No Life ‘til Leather de Metallica. En 1983 Overkill ya empezaban a dejar sus influencias punk, en su primeriza demo Power in Black, mientras que Metallica publican su primer elepé, el legendario Kill ‘Em All, así como Slayer se estrenan con Show No Mercy. Ese mismo año el guitarrista Kirk Hammet deja Exodus para entrar en Metallica, como reemplazo del conflictivo Dave Mustaine (quien fundaría Megadeth también en 1983). En 1984 sale el Fistful of Metal de Anthrax, mientras que Exodus tuvieron que retrasar su Bonded by Blood hasta 1985, ya con Rick Hunolt como compañero de las seis cuerdas de Gary Holt. También de 1985 es el Killing Is My Business… and Business is Good! de Megadeth. Overkill al ser de la costa este tuvieron más dificultades para darse a conocer, en comparación con las bandas de la Bay Area.  ¡Después de esta enrevesada introducción, pasamos a centrarnos en el Feel the Fire de Overkill!

 

El disco

 

 

Desde la tumba, con un inicio amenazante se nos presenta «Raise the Dead», hasta que la batería decide que empieza la tralla. La voz de ratón empapado en esteroides de Bobby «Blitz» Ellsworth encaja a la perfección con los solos de guitarra de su tocayo Bobby Gustafson. La risa inicial de «Rotten to the Core» ya nos da a entender que nos encontramos frente a uno de los mejores temas del disco. El estribillo no puede ser más pegadizo, además claro de podrido hasta el tuétano. Le sigue la mucho más concisa «There’s No Tomorrow». Me encanta ese cambio de ritmo tras el segundo chorus, con esa fase más atmosférica, que más adelante desarrollarían en discos como The Years of Decay (1989). En «Second Son», que finaliza la cara A del disco, es quizás donde más se notan las influencias punk de sus inicios.

 

Seguimos el thrash en vena con una canción que invita al moshpit más alocado: «Hammerhead» (como la del mismo nombre que sacarían más tarde Flotsam and Jetsam en su debut). Llega la hora de una de mis favoritas indiscutibles, la homónima «Feel the Fire». Desde el galope inicial, con D.D. Verni en las cuatro cuerdas liderando la base rítmica, ya sabemos que estamos frente a algo especial. La voz de Blitz resuena amenazadora, en su quema de brujas particular, en esta composición que presenta varios cambios estructurales. En contraposición con la canción más larga, le sigue la más corta del disco: «Blood and Iron», con menos de tres minutos de duración.

 

Es alucinar con las exhibiciones guitarreras de Gustafson y reflexionar si hicieron bien en dividir sus caminos con la banda. Parece que tuvieron diferencias creativas con Verni, miembro fundador junto a Blitz. Desde entonces decidieron contar con dos guitarristas en la formación. «Kill at Command» presenta una narrativa bélica muy habitual en el género, con su atronador riff principal. Es atípica cierta epicidad que incorporan en sus canciones. Finaliza el álbum con la homónima «Overkill», que cuenta con una de las letras más elaboradas de la banda. El viento del inicio prepara una atmosfera distópica, con supuestas referencias bíblicas incluidas. Como bonus track, solo en las ediciones europeas y japonesas del LP, se incluye la genial versión que hicieron del «Sonic Reducer» de Dead Boys: banda punk de Cleveland.

 

Veredicto

Feel the Fire no es solo el mejor disco de la trayectoria de Overkill, junto al también mencionado The Years of Decay (1989), seguidos por Horrorscope (1991): es por méritos propios un álbum imprescindible para entender el thrash metal en su más pura esencia. ¡Tan solo he podido disfrutar de su directo en una ocasión, así que espero que eso pueda remediarse!


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