Rata Blanca nos visitan tras un conciertazo este verano en el Leyendas del Rock. Es su gira más extensa por tierras españolas y pinta que va a ser la más exitosa de todas. Y a pesar de que la comunidad argentina es especialmente numerosa y fiel hacia sus bandas, Rata Blanca han conseguido ser una realidad a nivel mundial y una de las más grandes formaciones de heavy metal en castellano. Yolanda Sabater y Jordi Tàrrega se reúnen con su líder y guitarrista Walter Giardino para hablar con él sobre la inminente gira
Estamos de largo ante la gira más extensa de Rata Blanca por España. ¿Habéis ayudado vosotros a elegir las ciudades o ya os venían escogidas? Porque hay algunas que ya se daban por hecho, como Bilbao, Madrid, Barcelona. Pero me sorprende más que estén Santiago, Alicante o Mallorca, porque no son tan grandes ni suelen aparecer en carteles de bandas tan grandes como Rata Blanca.
La verdad es que no… Yo pregunté si íbamos a estar en Andalucía porque paso mucho tiempo allí con mi familia. Prácticamente todos los años vivimos varios meses en Málaga, y realmente eso sí me interesaba, porque quería algún show más cerca de casa. Pero la verdad es que el resto de las fechas se eligieron, supongo, según el interés que mostraron esas ciudades. Eso lo manejó más la producción.
Obviamente, Barcelona y Madrid son paradas obligadas, pero las demás ciudades me parecen fantásticas. Me encanta. Yo tocaría aún más, pero bueno… Además, tenemos muy buenos recuerdos. En algunas ocasiones hemos hecho giras más cortas y hemos recibido mucho cariño en varios de los lugares a los que fuimos. Creo que hacía tiempo que no volvíamos a Bilbao. Nos quieren mucho en el País Vasco, así que también hay ansiedad por revivir esos buenos momentos.
He visto que no lleváis ninguna banda telonera. No sé si está por confirmar alguna. Supongo que habéis considerado la opción de traer alguna banda argentina con vosotros y que, de momento, no es factible. Y si no lo habéis pensado, podría ser una buena idea, pero ahí lo dejo.
En principio, no. Sinceramente, no lo tenía pensado. Más que nada por una cuestión de dinámica, para poder hacer las cosas con tranquilidad y no estar pendientes de dividir los tiempos o de otros detalles logísticos. Queremos hacerlo bien, estar cómodos y brindarle al público lo mejor. Creo que, en esta ocasión, la mejor opción es esta, a menos que surja algo diferente, pero por ahora así será.
¿Tenéis pensado algún invitado?
Aún no, pero lo estoy considerando. Vamos a pensarlo. También depende de los tiempos y la coordinación. Muchas veces uno está aquí y el otro allá. Y cuando nosotros vamos para allá, el otro viene para acá. Así que hay que hablarlo. Pero sí, estaría bueno. Lo voy a comentar a ver qué podemos hacer.
Cuando Adrián Barilari entró en la banda, ¿sentiste que debías compartir el liderazgo?
No, en absoluto. La dirección musical siempre fue mía, y esa fue la condición natural del proyecto. No fue algo planeado ni premeditado, simplemente se dio así. Desde el principio, Rata Blanca nació con mis canciones y con una idea que, de hecho, originalmentem no estaba pensada para la banda. Todo comenzó con una demo que compuse con la intención de presentarlo fuera de Argentina. Ese material terminó tomando fuerza y convenciendo a los demás, especialmente a Gustavo y a Robert, nuestro primer baterista.
En ese momento, venía de V8, pero las canciones que tenía en mente no encajaban ahí. No era solo una cuestión técnica, sino también de visión musical. Recuerdo que le mostré una de las canciones a Miguel Roldán, el otro guitarrista de V8, y me dijo algo como: «Si crees que vamos a tocar esto, estás en otra sintonía«. Ahí entendí que estaba tomando un rumbo diferente y decidí seguir esa dirección.
A partir de ese material, la forma de trabajo se dio de manera natural. Cuando llegó Adrián, la dinámica siguió siendo la misma: yo presentaba la canción, la melodía ya estaba definida, y sobre esa base trabajábamos. Algunas letras las escribió él, otras las adapté yo para que funcionaran mejor. Pero en ningún momento hubo dudas sobre el liderazgo. Para mí, liderar siempre significó tener la dirección musical clara. No se trataba solo de dar órdenes, sino de tomar decisiones y hacer que todo funcionara en armonía.
Veo que el amor es uno de los grandes tópicos en las letras y títulos de canciones de Rata Blanca. He estado escuchando todo el día algunos temas y está allí, flota, y especialmente en muchos de vuestros clásicos.
Sí, el amor es un tema recurrente en Rata Blanca, pero más que el amor en sí, siempre me interesó explorar las relaciones entre hombres y mujeres desde distintas perspectivas. Algunas canciones lo abordan de manera más artística y metafórica, mientras que otras son más directas y explícitas. Pero siempre busqué evitar lo obvio, encontrar un equilibrio en el mensaje sin caer en clichés.
Alguien me dijo una vez: «La música es rock, y las canciones de rock hablando de amor no fallan«. Pero yo nunca creí del todo en eso. Para mí, la música te lleva por distintos caminos y no siempre tiene que haber una relación directa entre la letra y el estilo musical.
Por ejemplo, “Solo para Amarte” es una canción bastante pesada, con un sonido heavy, pero su letra, escrita por Saúl, es una canción de amor. Y aunque, a simple vista, la música y la temática pueden parecer contrastantes, cuando la canción empieza a fluir, todo encaja de manera natural. Esa combinación de energía, melodía y emoción es lo que termina definiendo el mensaje final de cada tema.
¿La temática del nuevo disco de Rata Blanca cambiará a lo que ha sido siempre el estilo de Rata Blanca?
Desde luego, la temática amorosa en Rata Blanca siempre ha sido un punto fuerte, pero va mucho más allá. Muchas veces la gente se queda con los hits y cree que la identidad de la banda gira solo en torno a las baladas o canciones de amor, cuando en realidad el repertorio es mucho más amplio. Hay temas con contenido más social, incluso geopolítico, pero, claro, lo que más resuena en el público suelen ser las canciones más melódicas o románticas.
Lo mismo ocurre con mi estilo como guitarrista. Mucha gente me etiqueta como un guitarrista «neoclásico», pero en el fondo, soy un guitarrista de rock. Que tenga influencias y pueda tocar en ciertos estilos no significa que deba encasillarme en uno solo. Me han comparado con Yngwie Malmsteen, pero, en realidad, si tuviera que identificarme con alguien, quizás estaría más cerca de Ritchie Blackmore. Aunque, al final del día, lo que realmente importa es la música en sí misma.
En cuanto a la temática del próximo disco, seguimos en la misma línea. No hay un cambio radical, sino una evolución natural dentro de lo que siempre hemos hecho: canciones con diferentes matices, algunas más directas, otras más profundas, pero siempre con la esencia de Rata Blanca intacta.
Es decir, una de las canciones del EP, si bien no es una canción de amor de pareja, sí es una canción de amor espiritual, por decirlo de alguna forma. Habla de los conflictos que nos afectan, que nos lastiman, de aquello por lo que podemos culparnos, pero también de la importancia de asumirlo y encontrar al final del túnel una luz que nos haga felices. Y no me refiero a cuando morimos, sino a cuando logramos salir de la oscuridad.
Así que, de alguna manera, ese sentimiento sigue presente. Porque, sinceramente, cuando compongo canciones, no pienso demasiado en qué voy a decir. Eso viene después. Primero hago música, que es lo que realmente me apasiona. De hecho, escribir letras es la parte que menos disfruto; sé que es importante, pero para mí la música es lo primordial.
Por eso, quizás, las canciones de Rata Blanca son tan redondas y se asemejan más a lo que sucede con algunas bandas inglesas. Porque primero busco la melodía y, sobre esa base, trabajo la letra.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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