El regreso de Linkin Park en París

Linkin Park

3 noviembre – Arena AccorHotel – París

Crónica: Alex Peña García

El domingo 3 de noviembre de 2024 era el día. Después de años de ser fan de Linkin Park, de escuchar sus discos una y otra vez, finalmente estaba a punto de verlos en vivo. Y no era un concierto cualquiera, era en París, en la Arena AccorHotels, y las expectativas estaban por las nubes.

 

Desde que llegué al lugar, la energía era brutal. La gente ya estaba formada en las colas, todos con camisetas de la banda, hablando sobre sus canciones favoritas, lo que significaban para ellos. El ambiente estaba cargado de emoción, como si todos los que estábamos ahí compartiéramos un secreto, algo especial que solo quienes han crecido con la música de Linkin Park pueden entender.

 

La espera se hizo un poco larga, pero cuando las luces se apagaron, todo cambió. El ruido de la gente estalló, y en ese momento, supe que iba a ser algo épico. La banda empezó con «In the End». La gente cantaba a todo pulmón, todos unidos y con un sentimiento que solo los que estuvimos en el concierto experimentamos. Fue uno de esos momentos en los que la música se siente de una forma casi física, como si pudieras tocarla.

 

Aunque Chester ya no estaba, la banda le rindió homenaje de una forma increíble. Mike Shinoda, siempre al mando, se encargó de las partes de rap, mientras los demás miembros de la banda le daban vida a cada canción con una energía desbordante. Todos estábamos ahí por la misma razón: celebrar la música que Linkin Park nos regaló durante tantos años.

 

Las canciones iban cayendo una tras otra: «Numb», «Somewhere I Belong», «Crawling»… Cada una de ellas fue un puñetazo directo a los recuerdos. La gente cantaba como si no hubiera mañana. No solo estábamos escuchando las canciones; estábamos viviendo cada palabra, cada acorde, con una intensidad que solo este tipo de conciertos pueden provocar.

 

Recuerdo perfectamente cuando empezó «Breaking the Habit». Fue una de esas canciones que marcan, porque no solo es un tema pegajoso, sino que tiene ese toque emocional que conecta con algo más profundo. Todos estábamos ahí, entregados, viviendo la misma emoción. El ambiente era tan único que sentí que me estaba conectando con todas esas personas a mi alrededor, como si todos estuviéramos compartiendo algo personal.

 

Luego vino uno de los momentos más emocionantes: Mike Shinoda dedicó unas palabras a Chester, algo que realmente tocó el corazón de todos. Ahí fue cuando todos, como si estuviéramos en un acto de tributo, levantamos la voz y gritamos el nombre de Chester. Fue un momento muy especial, en el que parecía que, aunque no estuviera allí, su espíritu estaba presente.

 

La noche terminó con «One Step Closer», y aunque sabía que el concierto estaba llegando a su fin, la adrenalina seguía corriendo por mis venas. Cuando la música se apagó y las luces volvieron, la sensación de haber sido parte de algo grande se quedó conmigo. Esa noche, más allá de un concierto, fue un recordatorio de lo poderosa que puede ser la música, de cómo puede conectar a las personas, hacernos sentir parte de una misma historia.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *