Easy Rider – Maniphesto
85/10
26 de septiembre de 2025
Autoeditado
Easy Rider rompen cadenas y firman su manifiesto metalero
Tras más de una década de silencio discográfico, Easy Rider regresan con Maniphesto, un álbum que no solo marca el retorno de una de las bandas más longevas e influyentes del Heavy Metal español, sino que demuestra que siguen siendo una fuerza creativa plenamente vigente. Con una producción moderna, pulida y poderosa, Easy Rider continúan fieles a su esencia mientras incorporan matices que expanden su sonido sin traicionarlo.
Este disco supone la auténtica puesta de largo de Dess Díaz (voz) y José Roldán (batería) en un LP de la banda. Su debut real fue Metamorphosis (2021), con regrabaciones de clásicos, pero en Maniphesto es donde confirman y amplían todo su potencial.
Roldán es una auténtica apisonadora técnica, con una precisión y una pegada demoledora que dinamiza cada tema sin saturarlo. Dess, por su parte, aporta una versatilidad enorme: puede ser agresiva, melódica, dulce o desgarradora según lo pide la canción. Es una vocalista que eleva el nivel del grupo sin desfigurar su ADN. Es, sencillamente, la vocalista que Easy Rider necesitaba.
En directo lo demuestra sobradamente: defiende los temas clásicos sin fisuras y dota de una identidad nueva a los cortes modernos. Cambiar de cantante siempre es un salto al vacío; Easy Rider ha vuelto a acertar. El núcleo histórico —Javier Villanueva, Dani Castellanos y José A. Villanueva— mantiene el nivel técnico y compositivo que siempre les ha caracterizado, ofreciendo un trabajo maduro y coherente donde se nota cada año de carretera.
La gestación de Maniphesto es singular. Ha sido un proceso de «liberación prolongada» de temas que arrancó en 2022 con “The Deal”, corte que ya no suele faltar en los directos de la banda. En 2023 llegarían “Maniphesto” y “Paralysis”, y este 2025 quedaría completado con los adelantos “Prey” y “Hear My Voice”, tras los cuales por fin llegó la publicación de Maniphesto, un bloque final de ocho canciones—nueve en su edición digital— lanzados de forma conjunta tanto en plataformas de streaming como en una excelente edición en vinilo.
Una estrategia muy acorde con los tiempos actuales, aunque aquí la discusión no es si el método es el ideal, sino si el resultado funciona como álbum. Y la respuesta es clara: sí, funciona, y además con una cohesión notable. De hecho, escuchado “en crudo”, sin haber pasado por los adelantos, Maniphesto se siente como una obra sólida y perfectamente hilada, algo que habla muy bien de la intención global del grupo y del cuidado con el que han cerrado este parto de 3 años.
Para los seguidores acérrimos que hemos devorado (auditivamente) cada tema desde su lanzamiento, la experiencia es distinta: al llegar al disco, buena parte de los temas ya forman parte de nuestro imaginario desde hace tiempo, lo que genera una sensación curiosa pero no menos satisfactoria.
Personalmente, yo me quedaría con la estrategia de toda la vida (cosas de viejuno), pero los tiempos cambian y aquí no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta, y de esto los madrileños saben lo suyo… así que de la forma que sea, bienvenido Maniphesto.
Un detalle que la banda siempre cuida mucho es el contenido de las letras, y ahí Maniphesto tampoco falla y construye un recorrido emocional y simbólico que abarca desde la ansiedad más íntima hasta las sombras de la corrupción humana.
El álbum transita por pesadillas que se confunden con la realidad, obsesiones que devoran la mente, críticas a la falsedad y al autoengaño, voces que hablan desde el más allá, parábolas sobre la superación personal, luchas internas contra nuestros propios límites y, finalmente, declaraciones de amor por la música como forma de vida.
Es un conjunto de historias que oscilan entre lo espiritual, lo psicológico y lo terrenal, siempre desde una mirada intensa y profundamente humana. Además —y esto es un auténtico lujo— la banda nos ha facilitado una explicación detallada del significado de cada canción, que iremos desgranando en el apartado de tema a tema, así que vamos con ello:
«Paralysis» arranca con una breve introducción que evoca la parálisis del sueño, dando paso a un riff demoledor que sitúa al oyente de inmediato en el universo de Maniphesto, aunque ya os adelanto que a lo menos que te induce este tema es a estarte quieto.
Oscura, veloz, directa y combativa, es una apertura impecable con clara vocación de enseñar en menos de 4 minutos todo lo que es Easy Rider en 2025, pero sin renunciar a las señas de identidad de la casa. Esto se “maniphesta” de forma muy clara en las guitarras de Javier y Daniel (poco se habla de esta dupla de hachas). Que bien empasta una guitarra más limpia llevando la melodía (maravillosos los toques orientales en 1:36) y otra distorsionada aportando la agresividad necesaria (la mezcla es sencillamente perfecta).
Por lo demás, atmósfera densa, una base rítmica en la mejor tradición heavy/prog-metal de Easy Rider y algo que me llama la atención, y es que el tema no tiene un estribillo memorable, como sería de esperar en un tema de apertura de disco, pero las líneas vocales están tan bien construidas que tampoco se echa en falta.
¿La temática? Totalmente correlacionada con el título: la canción habla de la parálisis del sueño, de “ese momento en el que no sabes si estás despierta o soñando”. Describe cómo el miedo se convierte en sombras y presencias que se alimentan de ti, atrapándote entre la realidad y la pesadilla. Es un tema sobre la ansiedad, la asfixia y la lucha interna contra esos demonios que no quieren dejarte en paz.”
“Felurian” es quizás el buque insignia del lanzamiento, apareciendo además por partida doble, con versión en español (¡después de tantos años!) en la edición digital. La estructura se mueve a dos velocidades, con predominio del medio tiempo, un estribillo contundente (¡ahora sí!), un sutil colchón de teclados al fondo —nada intrusivo— y una parte instrumental acelerada donde la batería dispara a velocidad de vértigo.
Dess sabe conectar con el espíritu clásico de Easy Rider sin caer en la imitación, aportando frescura y personalidad. La letra, inspirada en “El temor de un hombre sabio” de Patrick Rothfuss, nos sumerge en una historia de obsesión y deseo hacia un ser casi irreal, un ángel oscuro que mezcla fuego y hielo, pasión y tormento. Es la metáfora perfecta de cómo el deseo puede convertirse en prisión mental, llevando a la locura. Una carta de presentación brillante para la nueva formación, que demuestra que Easy Rider sabe combinar fuerza musical con profundidad narrativa.
En “Welcome to My Paradise” tengo la firme opinión de que la sombra de Iron Maiden planea de forma elegante y nada intrusiva. Tuvimos ocasión de preguntar a la banda por ese detalle en una entrevista que muy pronto publicaremos, y nos negaron la mayor, así que te dejo a ti, lector-oyente, opinar si estamos ante un “Easy Maiden” de manual.
Sea como sea, lo importante es que tenemos aquí un corte directo, bien equilibrado y que entra en mi top 3 sin discusión. Me cuesta destacar algo en concreto… ¿los punteos de guitarra limpia que llevan la melodía? ¿La sección de solos? ¿La voz más rasgada de Dess, llena de fuerza y poder? Todo suma en un tema que respira energía y dinamismo.
En lo lírico, la canción es una crítica al autoengaño y a la fragilidad humana disfrazada de falsa luz. Nos recuerda que incluso lo que creemos un paraíso puede transformarse en destrucción si negamos la oscuridad que lo habita. Es una invitación incómoda a mirar la verdad de frente, aunque duela.
“Hear My Voice” es una sorpresa desde el minuto cero. Un medio tiempo preciosista que nos transporta de inicio a tiempos ochenteros, aunque después Dess abre nuevos horizontes a base de melodía, luz y emoción, explorando registros suaves (bendita versatilidad) sin perder fuerza. Eso sí, no es el típico tema de Easy Rider, y por ello podría no entusiasmar a parte de sus seguidores. ¿Mi opinión? Un tema así en el conjunto no solo no afea ni estropea, sino que aporta variedad y riqueza, así que bienvenido sea.
En lo lírico, la canción está narrada desde la perspectiva de un espíritu que escucha las voces de los vivos, mostrando la otra cara de la historia: lo que siente y piensa esa presencia al guiar, advertir o simplemente existir en ese espacio entre lo protector y lo oscuro. Es un enfoque original que rompe con el cliché habitual de los humanos buscando respuestas en el más allá. Además, rinde tributo a la banda malagueña Thermogenesis, que inspiró su temática. Una joyita que aporta profundidad y sensibilidad al disco.
No sé si de forma premeditada, pero a continuación viene “Prey”, también cargada de melodía vocal y dulzura. Es quizás un tipo de balada que Easy Rider nunca habían tenido, aupada por la versatilidad de Dess. Arreglos de cuerdas, atmósferas delicadas y un crescendo emocional muy bien medido.
Quizá “fly like an eagle” no sea la frase más original del mundo, pero se perdona: la canción funciona y emociona, aunque de nuevo, podría tener cierto potencial divisorio entre los fans, y eso que las baladas no son para nada algo ajeno a Easy Rider. Ojalá que me equivoque en esto. Inspirada en la parábola del águila y el cuervo, habla de romper las voces limitantes y elevarse sobre la adversidad.
El inicio más hard roquero y pesado de “Breaking the Chains” irrumpe como un martillo sobre el yunque, rompiendo la calma previa. Dess sube los decibelios con su mejor registro rasgado, puro acero vocal en modo agresivo (ojo al pasaje previo a la parte instrumental, de voz y batería, donde la tensión se corta con cuchillo). Es un corte introspectivo, denso y atmosférico, como un laberinto sonoro que sabe ser complejo sin perder accesibilidad.
Esto se escribe fácil, pero componerlo debe haber sido como resolver una ecuación cuántica con acuarelas. Para mí, es la cima compositiva del disco. No por la complejidad instrumental —de hecho, es uno de los temas más “sencillos”, sino por algo mucho más difícil: alcanzar ese equilibrio invisible entre fuerza y vulnerabilidad, entre técnica y armonía. Ese tipo de magia no se mide en BPM ni en escalas; se siente, y aquí Easy Rider lo clavan.
La letra se adentra en el caos mental y la fragilidad emocional, mostrando cómo la mente puede ser la llave para liberarse… o el mecanismo que activa la trampa. Es un grito contra las cadenas invisibles que nos atan desde dentro, convertido en metáfora musical de resiliencia y lucha personal.
Llegamos a “Maniphesto”, tema homónimo del álbum, con una premeditada subida de revoluciones en forma de declaración de principios, tanto a nivel musical como lírico. Guitarras más presentes, cambios de tempo infernales, arreglos de teclados tipo Hammond decorando discretamente (poco he hablado de lo inteligentemente arreglado que está todo el disco) y una base rítmica brutal firmada por “los Joses”, quizás aquí en su punto más alto.
De Roldán ya os he dicho maravillas (y lo seguiré haciendo), pero aquí toca destacar la labor de Villanueva al bajo, con esa fontanería “invisible” que sostiene todo el edificio sonoro con absoluta maestría (nada nuevo para los que seguís a la banda). En cuanto a la temática, “Maniphesto” es el corazón conceptual del disco: una proclamación de amor por la música como forma de vida, un grito que une a músicos y público en la misma causa. No es solo una canción, es el manifiesto creativo de Easy Rider, la prueba de que siguen cabalgando con la misma pasión que hace décadas.
Publicada originalmente en 2022, “The Deal” es para mí el temazo del álbum (todos lo son, aquí no hay rellenos, pero es inevitable tener favoritos). Arranca con un riff complejo y pesado, sostenido por un colchón de teclados que aporta esa mística tan característica, y se lanza al tempo más acelerado del disco (gracias de nuevo, Roldán). Técnica, rápida, intrincada y memorable, ya que tiene el estribillo más pegadizo y coreable del álbum, y que parece destinada a ser fija en los conciertos, en una apuesta de la banda que yo considero 199 % acertada.
En lo lírico, “The Deal” es una radiografía de la corrupción moral, política y religiosa: líderes dispuestos a vender su alma por poder, pactos con el diablo y una humanidad que fabrica sus propios demonios. Es un tema que no solo golpea por su velocidad y técnica, sino por la crudeza de su mensaje. Si hubiera salido en Evilution (por ejemplo, pero vale cualquier disco clásico) hoy sería un clásico indiscutible (y lo acabará siendo). Brutal.
Para terminar, no puedo evitar comentar el guiño friki: si trazamos la curva del tempo en Maniphesto, el resultado recuerda a una campana de Gauss invertida. El álbum arranca con la velocidad y agresividad de “Paralysis” y “Ferulean”, desciende hacia territorios más calmados y melódicos en “Hear My Voice” y “Prey”, y vuelve a subir poco a poco, cada tema un peldaño más, para culminar en la intensidad del tema homónimo y el estallido final de «The Deal».
Esta dinámica no creo que sea casual, y es que aquí tenemos compositores de primer orden que han cuidado hasta el mínimo detalle, siendo el orden de los temas una variable clave en la que no siempre se acierta. Todo el trabajo de la banda ha conseguido que Maniphesto sea un disco cohesivo, sólido y lleno de aciertos. Aunque quienes siguieron los lanzamientos desde 2022 puedan percibirlo como una recopilación de singles, la mezcla y el trabajo de producción cuasi-obsesivo en cada tema lo convierten en un álbum compacto y con narrativa propia. Un viaje sonoro que alterna tensión y respiro, fuerza y delicadeza, logrando que cada cambio de ritmo tenga sentido dentro de la narrativa global del disco.
No suelo hacerlo, pero voy a justificar la nota de 85 y no más, por un único motivo: el minutaje. Con sus 39 minutos, Maniphesto se queda algo corto para un regreso tan esperado. Y es que, cuando estás disfrutando de un jamón de pata negra, ¿quién se conforma con dos lonchas? Aquí pasa lo mismo: la calidad es incuestionable, pero uno se queda con ganas de más.
Easy Rider han logrado algo difícil: renovarse sin romper su esencia, adaptarse a los tiempos sin renunciar a su identidad. Y ha sido a base de talento, trabajo duro, resiliencia y una humanidad que se nota en cada segundo de música. Maniphesto es una declaración de principios, una reafirmación de identidad y, por qué no, una patada en la puerta para recordar que Easy Rider sigue teniendo mucho que decir. Que el éxito les acompañe, porque se lo llevan ganando desde hace más de dos décadas.

“Dr. Stein grows funny creatures, while Dr. Reifstein dissects albums, analyzes concerts, and synthesizes interviews.”
Aunque trabajo en ciencia (sí, lo de Dr. no es un guiño casual), hace tiempo que dejé la química y cambié los elementos de mis matraces: [Fe] por Iron Maiden, [Ne] por Neon Knights… y así.
Coruñés de adopción y habitual en Madrid, también he vivido en Cataluña, Reino Unido y California. Como suelo decir: del Whisky a Go Go a la Sala Canciller (D.E.P).
Helloween y Angra son mi laboratorio sonoro, pero mi vocación científica me empuja a explorar todos los estilos. La ciencia explica el mundo; el metal le da sentido a mi existencia: brújula, refugio y combustible.
Ejerzo en Stairway to Rock desde su nacimiento… ¡bienvenidos al laboratorio del metal!
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