Dream Theater reconquista Madrid: regresión masiva o un déjà vu nada extraño

 

Dream Theater

17 de noviembre de 2024 – La Nueva Cubierta – Madrid

Fotos: Juan José Díez (Max Metal)

 

«There´s no place like HOME». The wizard of Oz, 1939.

 

Por fin llegó a nuestro país lo que sin duda está siendo una de las giras de este 2024, y es que está fuera de duda que Dream Theater son siempre una banda muy bienvenida por estos lares, aunque sin duda el principal atractivo de la noche era ser testigos del retorno al hogar (home) de Mike Portnoy, y de ahí nuestra cita inicial. Era evidente que el hype estaba por las nubes, lo que se vio reflejado en la venta de entradas ya desde el minuto cero. Desconocemos si se alcanzaron las dos mágicas palabras (sold out), pero lo cierto es que si no ocurrió fue por poco, ya que no se vislumbraba un hueco vacío en las gradas, y a pie de pista desde luego no cabía un alma, lo que confirma las ganas que había por asistir a este retorno triunfal de los neoyorkinos.

 

 

Además del retorno del hijo prodigo, había otro motivo importante para no perderse esta actuación, ya que en esta gira se celebra el cuarenta aniversario del grupo, por lo que el formato escogido fue el “An Evening With Dream Theater”, llevando un gran set list de 3 horas de duración, que sigue siendo “escaso” para revisitar todas las etapas de la banda (incluyendo la reciente época con Mike Mangini, de la que cayeron dos temas). Por ello, se quedaron algunos discos en el tintero, pero podemos confirmaros que el set list fue apabullante (casi diría que histórico), y no le vamos a poner ninguna pega. Con grupos con el bagaje musical de Dream Theater, es misión imposible contentar a todo el mundo, y en su caso se les perdona, ya que por suerte siempre hacen bastante rotación de temas entre giras.

 

 

Sin ir más lejos, con respecto a la gira anterior tan solo se repetían 1-2 temas, lo cual es un lujo (ojalá aprendieran otros). Ojalá en la siguiente gira, en la que estarán presentando su próximo Parasomnia (recordatorio: sale el 7 de febrero de 2025) haya espacio para otros álbumes imprescindibles, como el Six Degrees of Inner Turbulence. Puestos a  pedir, observamos que siguen con la senda de los últimos años, con set lists muy estables y sin sorpresas. Lejos quedan los tiempos de esos discos míticos de otras bandas versionados al completo en plan sorpresa, o la elevada rotación de temas dentro del mismo tour. Ya veremos si en los siguientes tramos de la gira esto se mantiene o si empieza a haber novedades.

 

 

A nivel organizativo, nos gustaría resaltar que el horario no fue nada amigable, ya que empezar a las 21:00 un concierto que va a durar 3 horas, a golpe de domingo, no es que facilite mucho la logística a los asistentes, y más en esta gira de una única fecha nacional en la que había bastante gente de fuera que tenía que viajar al día siguiente (como el que suscribe, que se volvió para Coruña con 4 horas de sueño). Otro detalle del que hemos oído quejas fue relativo a los accesos, sobre todo para acceder a la zona de pista del recinto, y también para abandonarla una vez finalizado el concierto…lentísimo todo, para exasperación de muchos de los asistentes. A mí desde luego no me resulto fácil encontrar la entrada correcta, pasando un rato dando la “vuelta al ruedo” por fuera, hasta dar con el lugar indicado.

 

 

Dicho esto, vamos con uno de los temas “polémicos” de la noche (reconoced que lo estáis esperando), y es que de cara a esta crítica resulta imposible no mencionar al gran animal que está en la habitación, y que sale en la portada del Black Clouds and Silver Linings (por cierto, tampoco cayó ningún tema de ese discazo). Me dejo de metáforas cutres: me refiero al estado vocal de Kevin (fun fact: seguro que muchos no sabéis que ese es el nombre real del vocalista de Dream Theater, pero lo omitió desde el principio para evitar confusiones con Kevin Moore, teclista en aquellos años…lo curioso es que con los dos “Johns” nunca nadie se ha quejado).

 

 

Ya de antemano, servidor estuvo dándole vueltas a la forma de abordar esta problemática en la crítica, ya que los primeros vídeos que estaban saliendo de la gira no eran muy alentadores en términos vocales (especialmente el primer concierto de Londres), y me esperaba encontrar algo parecido. La realidad es que, si bien es cierto que en Madrid también hubo momentos muy discretos, especialmente en los primeros temas (“The Mirror” fue destrozada vilmente), también podemos decir que la línea general fue aceptable, con varios momentos en los que Labrie cantó de maravilla. A fin de cuentas, su personal registro en tonos bajos esta impoluto, y realmente ahí nos hizo disfrutar. También parece que ahora evita con más frecuencia los tonos altos (lo notamos ya desde el principio, en “Metropolis–Part I”), y dosifica un poco mejor.

 

 

De hecho, en base a lo visto en Madrid, podemos decir que ha mejorado con respecto a giras previas, e incluso si lo comparamos con las primeras actuaciones de la gira. Si están adoptando algún tipo de solución “técnica” al respecto, bienvenida sea. También es cierto que la sensación, al escucharlo in situ, minimiza el problema con respecto a lo que se puede escuchar en los vídeos de concierto grabados con móvil. En general, podemos decir que el estado vocal de James Labrie afectó poco a la experiencia, salvo que tu misión en el concierto fuera únicamente la de estar atento a cuan lejos está su rendimiento de los niveles de antaño. También creemos que las dudas de muchos seguidores son razonables. Es innegable que hay un problema que va a seguir estando presente en determinadas canciones y que debería ser abordado/solucionado de alguna manera.

 

 

Sin ánimo de ser conformistas, lo que no nos parece asumible, y más tras el concierto que presenciamos en Madrid, es considerar la salida de James Labrie de la banda, como un sector del fandom reclama de forma recurrente, y sobre esto, añado: nos encantaría saber vuestra opinión, por lo que os invito a dejarla en los comentarios de abajo o en nuestras redes sociales, y así interaccionamos un poco. Por cierto, la opción de hipnotizar a Labrie para someter su voz a regresión (hasta 1992) ya se la hemos preguntado al Hipnoterapeuta, y no cuela. Eso sí, nos puede hipnotizar a todos para que pensemos que canta como los ángeles. Si vamos todo el público nos hace precio, así que consideradlo.

 

 

Otro punto delicado de este concierto sería el sonido, cuya calidad osciló entre aceptable sin más, y buena en algunos momentos.  Son tradicionales las dudas en torno al sonido la Cubierta de Leganés en este sentido, por los problemas de reverberancia que genera la cúpula. En su evolución a “Nueva Cubierta” se nos ha afirmado que estaban solucionados mediante el empleo de unas telas absorbentes, pero yo no diría que esto haya solucionado el problema al 100%. Desde mi posición en la pista tuve algún problema puntual con la guitarra de Petrucci en determinados momentos (por ejemplo, en “Panic Attack” me costó distinguirla), y en general no se disfrutó de un sonido 100% nítido (el bajo de John Myung también fue víctima de esa falta de nitidez), mientras que Rudess y Portnoy ganaban la “partida sónica”. En cuanto al graderío, he recibido comentarios con quejas un poco más “intensas” en este sentido, aunque sin llegar a situaciones de no poder distinguir nada, como sí ha ocurrido en el pasado en el mismo emplazamiento.

 

 

Hablamos ahora del montaje, que sigue siendo bastante espectacular, pero también es verdad que no trae grandes novedades con respecto a lo que estamos acostumbrados, así que nos generó cierto “Strange Déjà Vu”. Grandes pantallas (también en la tarima de la batería) con proyecciones dedicadas a cada tema (algunas muy genéricas, otras curradísimas como las de la extensa “Octavarium”, y en general con la psicodelia como leitmotiv). Gustó (y mucho) la pantalla LED del teclado de Jordan Rudess, mostrando ondas sonoras, la pulsación de las teclas, y otros diseños…no deja de ser una curiosidad, pero al final son pequeños detalles que contribuyen a engrandecer aún más el espectáculo que nos brindan los neoyorkinos. Igualmente, destacamos la iluminación, que fue tan buena como cabía esperar…un espectáculo lumínico tan bien coordinado con los temas como están los propios Dream Theater entre sí, en el que el empleo de láseres gustó especialmente.

 

 

El desarrollo de la actuación siguió el formato habitual de las “Evening with Dream Theater”. Esto es, inicio puntual con una breve intro, una hora larga de concierto,  descanso de unos 15 minutos, y vuelta al ruedo para seguir tocando hasta pasadas las 00:00 (con breve descanso antes de los bises). Sí, las 3 horas prometidas de actuación, que se pasaron como si hubieran tocado 30 minutos.

 

 

En cuanto a la banda en sí, y como les vimos a lo largo de la actuación, tampoco tenemos novedades reseñables, más allá del retorno de Portnoy. Por una parte, Dios Myung clavado al suelo sin inmutarse. No necesita moverse para esculpir a fuego con precisión infinita sus líneas de bajo. Él ya es leyenda. Jordan Rudess más comunicativo y en una posición privilegiada en el escenario, aunque daba la espalda a una parte importante del público desde su posición. Nos sigue maravillando su teclado giratorio y la cantidad de recursos que es capaz de poner en juego para llevar la actuación de la banda a otro nivel. Imprescindible.

 

 

John Petrucci quizás un poco más estático de lo habitual (tan solo se cambió un par de veces de lado), demostrando que sigue siendo uno de los mejores en su instrumento a día de hoy, y desde luego Mike Portnoy en su recuperado trono, comunicativo, exultante, poniéndose de pie a cada rato, buscando la complicidad del público a pesar de la barrera de bombos, timbales y platillos que le separaba del mismo, y con una ejecución sin fisuras reseñables, como si no hubieran pasado casi 15 años desde su marcha. Su presencia nos indujo a una regresión en toda regla (al menos en esta no hubo asesinatos pasionales, no como en el inmenso Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory).

 

 

James Labrie, aunque nunca ha destacado cómo un gran frontman, estuvo en su línea o incluso levemente por encima, animando al público en momentos puntuales y no abusando del recurso de ponernos a cantar para coger aliento. A pesar de sus problemas vocales, seguimos viendo en el a un gran profesional, aunque siempre estaría genial un poco más de interacción con el público por parte de él y de toda la banda. El público por su parte aplaudió y cantó con altísimo entusiasmo en cada tema que caía…se notaba hambre de Dream Theater, y algo que me gustó ver: había muchas caras sorprendidas ante el despliegue técnico sobre el escenario…se notaba que era la primera vez que presenciaban un concierto de los neoyorkinos, y lo estaban flipando.

 

 

Vamos ya al concierto en sí. Un gigantesco telón con el elaborado diseño del cartel de la gira cubría el escenario al completo, cuando comenzó a sonar la banda sonora de Psicosis, a modo de intro, tras la cual, los primeros compases de “Metropolis–Part I”. La caída del telón marcó la histeria colectiva, y allí estaban de nuevo los 5 magníficos dispuestos a hacernos soñar en su teatro progresivo. Nada que añadir, un público entregado y la banda exultante (especialmente el protagonista de la noche). Hacia el final del tema Labrie se dirigió por primera vez al público (en general estuvo majo y un poco más comunicativo de lo habitual, pero sin excesos).

 

 

Enlazaron directamente con “Overture 1928” y “Strange Déjà Vu”, al término de la cual hubo una primera gran ovación para Portnoy, tras la cual Labrie presentó el siguiente tema: “The Mirror”, que en el set debería pasar a llamarse “The Mirror of  Lies”, ya que enlazaron con “Lie” en la parte final (recordemos que en Awake ambos temas están muy relacionados), aunque este “artificio”  tampoco es novedoso (otro Déjà Vu). Después cayeron “Panic Attack” y “Barstool Warrior” (tema que Portnoy defendió a la perfección, siendo esta gira la primera vez que lo ejecutaba). A continuación, y tras un breve jugueteo de Jordan Rudess a los teclados, “Hollow years” en su versión demo del 96, magistralmente extendida al inicio por  Petrucci, regalándonos uno de los momentazos de la noche. Este tema logró emocionar a la audiencia, que sin tiempo de reponerse recibió con los brazos abiertos “Constant Motion”.

 

 

Se acercaba el final de la primera parte, y el éxtasis llegó cuando las pantallas comenzaron a mostrar imágenes relacionadas con el Train of Thought y los altavoces escupieron los primeros acordes de “As I Am”. Quizás el punto álgido de la primera parte, junto con la inicial “Metropolis Pt.1”, dada la reacción del público. Fun Fact: los temas de esta primera parte del repertorio eran los “cortos” (aunque extendidos en algunos casos con secciones instrumentales).

 

 

Y llegó el descanso, tras el cual re-engancharon con las consabidas las proyecciones que hacían un  gran repaso audiovisual a toda la discografía de la banda, de la que sonaban breves extractos en modo orquestal…ciertamente emotivo, y que a mí personalmente me encantó, aunque también es cierto que este tipo de recorrido por la historia de la banda ya lo han hecho más veces (Déjà Vu!). Eso si, dado que nos encanta daros los detalles más frikis, os diremos que la persona que compuso la emotiva pieza que sonaba es un afamado compositor escocés,  que cuenta con un gran CV: Joseph Stephenson.

 

 

Para sorpresa de nadie, el descaso no paró el ritmo, y quedó claro que el público tenía ganas de mucho más, cuando fue un tema nuevo como “Night Terror” el que logró reconectar a la audiencia en segundos. Está claro que hay hambre de nuevo disco, dada la recepción del tema (a mí me sorprendió). Ante esa expectación, tan solo añadir que ojalá no nos decepcionen, y que Parasomnia no sepa a Déjà Vu. En esta noche de 40 aniversario las miradas al pasado son totalmente admisibles, pero esta banda necesita mostrar evolución (tarea titánica tras tantos años), ya que lo cierto es que en los últimos tiempos se ha notado cierto estancamiento. “Night Terror” está gustando, pero no es nada que resulte excesivamente novedoso…seguiremos expectantes.

 

 

Del segundo tramo destacamos que estuvo formado por temas más largos, y que en su mayoría llevaban bastante tiempo sin llevar al directo. El premio se lo llevó la compleja y extensa “Octavarium”, que claramente ocupó un lugar eminente en el set, y en la que volvimos a ser testigos de la ejecución técnica cuasi-perfecta de toda la banda. Ni decir tiene que el público enloqueció. Antes, brillaron con luz propia “This is The Life” (segundo tema de la época Mangini), “Under a Glass Moon” y “Vacant”, que al igual que en el disco dio paso a la instrumental “Stream of Consciousness”.

 

 

Un breve descanso antes de los bises, en los que un clip de la película The Wizard of Oz sirvió para introducir la intrincada y arabesca “Home”, y también darnos la inspiración para el titular de la crítica, y es que no cabe duda que Mike Portnoy ha regresado al hogar, y que no puede estar en mejor sitio.

 

 

Último momento emotivo de la noche con la sentida “Spirit Carries On”, en la que Labrie recurrió a solicitar iluminación con los móviles del respetable, dando lugar a una bellísima estampa del graderío…sencillo, pero efectista. La gente cantó el pegadizo  estribillo a pleno pulmón (mejor, porque aquí Labrie se lo carga bastante). El final llegó de la mano, como no podía ser otra manera, con “Pull me Under”, su gran hit entre hits. El público lógicamente estuvo a la altura, en lo que fue el mejor final posible de la actuación.

 

 

Con el concierto finalizado, se notaba en las sonrisas de todos los asistentes que habíamos presenciado algo grande, algunos incluso con la sensación de haber despertado de un sueño “regresivo e hipnótico” de 3 horas. Ahora toca mirar hacia el futuro cercano, y es que esperan volver en verano, en formato festival. Vayan haciendo sus apuestas, para ver si alguno de nuestros festivales se lleva el gato al agua con los neoyorkinos. Nosotros ya estamos con nuestras quinielas internas. ¡Cuando sea, pero que vuelvan!

 

 

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