Yacht Rock: A Dockumentary
Director: Garret Price
Productora: Max, HBO
Año: 2024
Si hay una cosa que todo músico odia especialmente son las etiquetas. Podríamos hablar largo y tendido sobre el tema, pero el resumen rápido, es que ellos las detestan, los periodistas las necesitan para definir a qué suena un grupo y los fans… las adoran. ¿Pero qué pasa cuando alguien lanza una etiqueta mofándose de un estilo en concreto y esta cala hasta límites insospechados? Este documental aborda el tema del mal-llamado “Yacht rock”, asociado a todas esas bandas blancas que crearon un sonido muy especial y rico en lo musical que aunaba en un mismo saco a Toto, Kenny Loggins, Steely Dan o Christopher Cross.
Esta gente dominó las emisoras norteamericanas a finales de los 70 y principios de los 80 con hits radiables que entraban como cuchillo en mantequilla y que coparon esos tiempos de Grammys y ventas millonarias. Pero hubo quien, antes de que surgiera Youtube en 2006, hizo una parodia de esas agrupaciones y las definió como música que uno podría escuchar navegando en un yate mientras surca los mares. Son canciones felices, repletas de musicalidad y detalles y realizadas por musicazos que cuidaron al milímetro los arreglos. Los antecesores de lo que sería llamado el AOR.
La gracia es que esa parodia tuvo mucha gracia y que la etiqueta ha quedado hasta el punto que las bandas que tributan a estos grupos, se visten con gorros de capitán y que juegan con toda la parafernalia marinera hasta el punto que el término ha sido aceptado. También huelga decir que este estilo no triunfó especialmente en Europa, pero los discos de oro y platino de esa era son ahora parodiados y caricaturizados y eso… cabrea a unos, mientras que otros lo aceptan como una gracia divertida.
En este documental se repasan los años dorados de la Costa Oeste mediante entrevistas a los protagonistas que se prestan, divertidos a ello. Tienes a gente como Steve Lukather o Steve Porcaro de Toto, a Kenny Loggins, a Michael McDonald hablando sobre esos años, pero, por otro lado, la gente de Steely Dan, es que no quiere ni saber nada sobre eso. Incluso el líder del grupo le cuelga el teléfono al director en una llamada realmente divertida. Y es que lo jodido de todo esto, es que esta gente son musicazos facturando obras maestras que a día de hoy son vistas como una parodia en patas.
La gracia del documental, para los fans, es ver a los protagonistas contando el auge y caída del género, que se derrumbó especialmente cuando la MTV dio imagen a la música y gente como Christopher Cross, que era tímido y muy “normalito” de look, quedaba eclipsado por las bandas que cuidaban su estética. El creador de “Ride like the Wind” se sentía como el tránsito del cine mudo al sonoro y ya sabía que su música era parte del pasado cuando sonó (y se vio el “Video Killed the Radio Star” de The Buggles. Por otro lado, muchos raperos de los 90 empezaron a samplear las bases de esas canciones tremendas de Yacht rock, y a conseguir éxitos, que salpicaron, para bien, ese pasado glorioso. McDonald y Loggins pasaban a ser reivindicados por raperos negros, pero quedaban totalmente fuera de onda.
La gracia de todo es que esos mismos raperos te confiesan que muchas bandas negras también merecerían ser consideradas como Yacht rock, pero el color de piel y las etiquetas lo sobrevolaron de pasada. Hasta se llega a afirmar que George Benson coqueteó con el estilo denostado hoy en día. Pero la gracia de todo, es que en la música nunca ha habido un racismo tal y que los más grandes siempre han colaborado sin problema alguno y que solistas y grupos de todo pelaje y estilo han compartido música sin problema más allá de colores, religiones o procedencia. Es aquí un poco el fallo que veo en el documental, pues es un canto a la unidad y queda un poco enmascarado, pero tampoco era el fin del mismo.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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