Han pasado 36 años desde el estreno de «Beetlejuice» (1988), un filme que marcó los inicios de Tim Burton como director y que sentó las bases para convertirlo en una figura de culto dentro de la cultura pop, gracias a su particular imaginación visual y su singular estilo narrativo. Este aniversario resulta una excusa perfecta para redescubrir la excéntrica historia que fascinó a generaciones, ahora revitalizada con un elenco renovado, aunque con la participación de algunos actores originales. Gardel cantaba aquello de «20 años no es nada», pero los 36 sí han dejado huella en personajes como Beetlejuice (Michael Keaton), Lydia Deetz (Winona Ryder) o Delia Deetz (Catherine O’Hara). Aun así, Monica Bellucci brilla como Delores, y Jenna Ortega se suma al reparto como Astrid Deetz, un papel que encaja perfectamente con su estilo, aunque corre el riesgo de quedar encasillada en este tipo de personajes.
La trama nos presenta a una Lydia Deetz que ahora es médium y presenta su propio programa de televisión al más estilo Cuarto Milenio. Sin embargo, aquella atrevida joven que vimos en la gran pantalla ha perdido parte de su espíritu combativo, atormentada ahora por visiones de su ex prometido Beetlejuice y demás presencias, en algo que no acabo de entender de por qué nos presentan que le genera tanta ansiedad. Al mismo tiempo, lidia con la difícil relación con su hija Astrid (Jenna Ortega), quien no cree en los fantasmas y que en su trasfondo tiene la muerte de su padre. Tras una tragedia familiar, Lydia, Astrid, Rory y la extravagante artista Delia (Catherine O’Hara) regresan a la icónica mansión blanca de Winter River, escenario de la primera película, donde nuevos conflictos paranormales los esperan. Beetlejuice, por su parte, enfrenta el furioso regreso de Delores (Monica Bellucci), una novia vengativa que busca atraparlo tras una traición de 600 años atrás. Tras una negligencia de un Danny DeVito que hace una aparición breve pero siempre es un gusto verle en la gran pantalla.
Aunque la película intenta equilibrar elementos nostálgicos con añadidos contemporáneos, el resultado deja algo que desear. Es reconfortante reencontrarse con símbolos clásicos como la maqueta, el manual de los recién fallecidos, los gusanos de Saturno y, por supuesto, el infame «Beetlejuice, Beetlejuice…» (mejor no repetirlo). Sin embargo, el desarrollo de algunos personajes resulta inconsistente. Por ejemplo, Delores apenas tiene peso en la historia, y Astrid, presentada inicialmente como un personaje astuto, toma decisiones incoherentes en el desenlace que contradicen su carácter inicial.
Desde luego, mención a parte a todo un Michael Keaton logra recuperar a Beetlejuice en toda su gloria, combinando momentos de humor, sadismo, seriedad e incluso ridiculez. A pesar de un guion algo limitado, la película respeta y evoluciona a sus personajes, profundizando en temas como el conflicto madre-madrastra-hija y el origen del propio Beetlejuice. Queda algo cogido con pinzas también la trama de la relación de Lydia y Rory (es que no se sostiene por ningún lado, me recuerda soberanamente a Tom Wambsgans, para quien haya visto Succession). También se agradece que no hayan usado CGI, optando por efectos artesanos que evocan la estética de la película original de 1988. Eso sí, he percibido algunos elementos más oscuros y retorcidos, quizás por mi perspectiva adulta.
Desde luego, en «Beetlejuice Beetlejuice» (2024), Burton propone un choque generacional interesante, donde recupera el pasado y el presente, los vivos y los muertos y nos evoca a esa nostalgia de que a veces siempre nos parece que cualquier tiempo pasado nos parece mejor.
No puedo dejar de recomendaros que escuchéis la banda sonora, que puede ser que sea lo más «rockero» de la película, así que por aquí os dejo el enlace a la lista de reproducción de Spotify.

Nanotecnóloga y química de formación y amante de la música como pasión. Me gusta la música en todas sus vertientes. Empecé tocando el violín y de la música clásica pasé al rock y al metal (mis primeras bandas fueron AC/DC y Mägo de Oz, por supuesto). No tengo muchas bandas predilectas, aunque Rulo siempre encabeza el podio. Helloween, Volbeat o Greta Van Fleet le siguen de cerca. Mis gustos han cambiado a lo largo de los años pero siempre abierta de mente, así que le doy al hard rock, al power, al death metal (melódico) y a todo lo que me haga descubrir cosas nuevas o me sepa impresionar.
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