La nueva novela de Julia Navarro, una de las escritoras más exitosas de nuestro país, se titula «El niño que perdió la guerra» y se emplaza en la época histórica del final de la Guerra Civil española y el inicio y auge de la Segunda Guerra Mundial.
Julia Navarro tiene el poder de atraparme en todas y cada una de las novelas que ha publicado y esta no iba a ser menos. Recuerdo que el primer libro suyo que cayó entre mis manos fue «La hermandad de la sábana Santa», que me prestó la madre de mi mejor amigo y tras este fui devorando todos y cada uno. Creo que su libro de más renombre y de los que más me ha marcado también a título personal fue «Dime quién soy». Y la verdad, ofrece una perspectiva del conflicto israel-palestina muy interesante entre la Primera y Segunda Guerra Mundial y el final de esta. Creo que cualquiera que quiera indagar un poco sobre este tema debería darle una oportunidad.
Cambio de temática para «El niño que perdió la guerra». Aunque Julia Navarro tiene una habilidad natural en emplazar desgracias cotidianas en tragedias universales y en este caso usa como hilo conductor y época en la que se encuadra nuestra historia la Guerra Civil española, la posterior represión y el comunismo en tiempos de la Unión Soviética.
Dos mujeres, dos mundos: la lucha por la libertad en tiempos convulsos
Con historias paralelas y coetáneas, Julia Navarro nos presenta a dos mujeres, muy diferentes, en dos mundos muy distintos, pero que presentan ciertas similitudes. Su afán por la libertad de expresión y el no querer renunciar a una sociedad sin cultura. Clotilde nace en el seno de una familia republicana y se casa con Agustín, que es llamado a filas en el bando republicano que posteriormente pierde la guerra. En los últimos momentos de la guerra, y ya sabiendo que los vencidos iban a sufrir una represión y un castigo ejemplar, Agustín decido mandar a su único hijo, Pablo, con un camarada soviético (Boris Petrov) hacia la tierra de la libertad. Pablo se marcha hacia Moscú en contra de la voluntad que Clotilde, que poco puede hacer ante la presión de su marido. Y es que aquí se nos plantea la primera disyuntiva interesante. Qué habría sido mejor, que tu hijo se criara en una sociedad que le iba a castigar de por vida, que no iba a olvidar que era un republicano, o que estuviera en una tierra como la Unión Soviética. Con el «comunismo ideal», la tierra que estaba forjando «un hombre nuevo» donde todos serían tratados como igual. Bonita idealización y tan poco real.
Pablo llega a Moscú y es amparado bajo la familia Petrov, y aquí Anya Pétrova, mujer de Boris, decide hacerse cargo de Pablo y cuidarlo y tratarlo como a un hijo. Clotilde por si lado no ceja en su empeño de buscar a Pablo, pero muchísimas vicisitudes se presentarán ante ella que le impedirán ir tras él, pues recordemos que en la época de la posguerra estaba prácticamente prohibido salir de España y mucho menos para viajar a un país comunista como Rusia.
Moscú vivía por aquel entonces tiempos convulsos, los rusos combatían a Hitler en la Segunda Guerra Mundial y además sobre la URSS se ciñó una represión vestida con la careta de comunismo. Los bienes se repartían, no existía el derecho individual y el estado era el encargado de decir qué era bien para el comunismo y qué no. No todo estaba permitido y muchos fueron perseguidos y a otros tantos se les arrebató todo. Rodeada por un entorno cada vez más asfixiante y opresivo, Anya siente cómo su espíritu se niega a someterse ante tal opresión y la cada vez más falta de libertad y su amor por la cultura le hacen seguir asistiendo a reuniones y tertulias literarias. Esto pone en preaviso a todas las autoridades, pues aquello estaba tachado de traición. Aunque la culpa la atormenta por el riesgo al que expone a su familia y a sus queridos hijos, no puede renunciar a su lucha contra las ataduras que intentan doblegarla. Esa será su guerra, una por la que incluso Pablo deberá pagar un precio.
Lo que se nos presentaba como una oportunidad para Pablo de huir de la represión franquista, se gira del revés y nos presenta como Rusia vive su propia represión pero desde el otro izquierdo. Dos dictadores que, desde extremos opuestos, cubrieron de cadenas la libertad de sus pueblos.
Ha sido una lectura muy amena, pues los diálogos y la forma de narrar de Julia Navarro hacen que siempre te quedes con ganas de seguir, y un viaje que te teletransporta a épocas remotas, quizá más conocidas por la parte de la Guerra Civil pero más desconocidas para mí las vividas en la Unión Soviética comunista. Agobiante incluso en ciertos puntos. Lectura muy recomendada.

Nanotecnóloga y química de formación y amante de la música como pasión. Me gusta la música en todas sus vertientes. Empecé tocando el violín y de la música clásica pasé al rock y al metal (mis primeras bandas fueron AC/DC y Mägo de Oz, por supuesto). No tengo muchas bandas predilectas, aunque Rulo siempre encabeza el podio. Helloween, Volbeat o Greta Van Fleet le siguen de cerca. Mis gustos han cambiado a lo largo de los años pero siempre abierta de mente, así que le doy al hard rock, al power, al death metal (melódico) y a todo lo que me haga descubrir cosas nuevas o me sepa impresionar.
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