85/100
25 de octubre de 2024
HeyDevy Records con InsideOutMusic
Devin Townsend tiene nuevo disco, con el que uno de los mayores genios locos del metal progresivo vuelve a deleitarnos con su música. Se trata de «PowerNerd», que en sus propias palabras ha sido compuesto en uno de los momentos más deprimentes de su vida, tras una tragedia familiar. Y esto es algo que se nota durante todo el trabajo, porque a pesar de lo desenfadado que fue el primer sencillo, en el resto de su minutaje nos podemos encontrar con muchas maneras de afrontar y aceptar las dificultades a las que nos enfrentamos en la vida. Quizá eso sea parte del juego, el lanzar un primer sencillo de la misma manera en la que queremos intentar que los demás crean que estamos bien cuando lo pasamos mal, pero luego al profundizar uno se encuentra con todo un elenco de sentimientos.
Dice la leyenda que «PowerNerd» fue compuesto en solo 11 días, algo que el propio Townsend se ha encargado de matizar. En su manera de trabajar, todos los riffs, estribillos e ideas que se le ocurren los va guardando en carpetas dentro de su ordenador, una para cada proyecto. Y cuando cree que una de ellas ya tiene el suficiente material, comienza el proceso de unir todas las piezas, decidir el tono y la dirección del álbum, y quizá componer alguna otra canción desde cero. Este último es el proceso que realmente duró apenas semana y media, algo con lo que el canadiense dice que ha ido en la dirección opuesta a lo que suele hacer, intentando no pensarse tanto las cosas, y haciendo que todo sea más directo.
En lo musical, desde mi punto de vista hay buenas y malas noticias. La buena es que pese a haber recortado los días en los que ha trabajado en unir las piezas del álbum, es un trabajo marca de la casa, muy variado y con su característica mezcla entre metal y momentos más ambientales. La mala noticia yo me la he encontrado en la mezcla, porque da la sensación de que la parte atmosférica de su sonido tiene demasiado protagonismo, y que su virtuosa voz ha pasado a un tercer plano. Devin siempre ha sido un músico que ha sorprendido por sus cualidades vocales, y en este trabajo su voz ha quedado sepultada debajo de la ambientación. No es que los sintetizadores y los efectos sean excesivos, pero sí una capa de textura que quizá tiene demasiada presencia, y crea un efecto que amortigua la voz.
Pero pese a que el sonido que tiene «PowerNerd» no me termina de convencer, hablando coloquialmente te diré que Devin Townsend se ha marcado un discazo como la copa de un pino, uno que en apenas cinco días ya me he escuchado 7 o 9 veces. Porque está perfectamente cohesionado, y es uno de esos que cuando empiezas a escucharlo acabas terminándotelo sin darte cuenta. Son 44 minutos de disfrute, en los que quizá algunos cortes pasan más desapercibidos que otros, pero cada uno de ellos tienen un significado y una personalidad propios.
El primer tema es «PowerNerd», que le da nombre al disco, y es un torrente de potencia y positividad. Es rockero, cañero, y recuerda a bandas como Motörhead. Su letra también es muy positiva, hablando de estar orgulloso de esas peculiaridades que todos tenemos, de esos frikismos que al final nos hacen especiales a nuestra propia manera. Es uno de los cortes donde vemos al Townsend más juguetón en lo musical, donde si tiene que repetir varias veces seguidas que le gusta acariciar a su gato añadiendo el sonido de un maullido, pues lo hace. Porque eso es ser un «PowerNerd», empoderarse de nuestro frikismo. Este fue el primer adelanto, y parecía indicar que todo el trabajo iría en esta dirección, pero realmente no es así, es solo una carta de presentación desenfadada para un trabajo mucho más profundo.
Con «Falling Apart», el canadiense nos devuelve a sus orígenes, con un intenso sabor a trabajos como «Terria», lanzado en 2001. Es una composición con mucha intensidad y unos coros épicos, que quizá se diluyen un poco en la atmósfera presente en todo el disco. Habla de seguir remando cuando parece que todo se derrumba a tu alrededor, con la esperanza de que vendrán mejores tiempos. El siguiente corte es «Knuckledragger», que habla sobre los niveles de estupidez de la sociedad, y en el que sentencia que los idiotas son los que mandan. Es el otro gran tema muy cañero y desenfadado, con un sonido añejo con influencias de bandas como Def Leppard, y que deliberadamente se ha quedado sin un solo de guitarra para que «cada uno lo rellene por dentro como quiera». Todo un chute ochentero antes de seguir adelante.
Porque lo que viene ahora es «Gratitude», en el que Townsend muestra un lado más emocional y filosófico. En él nos encontramos ante la adversidad, ante la tragedia, y ante un canto que pese a todo agradece lo que se tiene. Porque aunque la vida duela nosotros seguimos vivos, y esto es algo que hay que seguir recordando y agradeciendo. Le sigue «Dreams of Life», una mini balada new age, con apenas unos pocos coros y mucho ambiente durante 55 segundos. Sirve como transición para llevarnos a «Ubelia», que es una balada enérgica pero muy ambiental, en la que los coros vuelven a tener mucha presencia, y está llena de energía y emotividad.
«Jainism» es un tema con todo lo que puedes esperar del canadiense, con riffs potentes, muy atmosférico y un estribillo con gancho y potencia. Es bastante rockero y contundente, y aunque de nuevo nos encontramos con que su garra es menos afilada de lo que pudiera haber sido al quedar diluida en la mezcla, sigue resaltando entre el resto de canciones. Viene seguida de «Younger Love», es todo lo opuesto a la pieza anterior. Comienza con una guitarra acústica y la voz de Townsend cantando con mucha suavidad, construyendo el climax de un estribillo con mucho coro y epicidad. Es curioso, porque la siguiente pista es «Glacier», que hace justo lo contrario, empezando de una manera muy épica y coral, pero luego pasando a un sonido más suave y acústico. Aun así, esa parte inicial con tantos coros y una sonoridad tan grandilocuente me ha recordado a algunos de mis temas favoritos de Devin Townsend Project.
El principio del final lo marca «Goodbye», que viene a ser el epílogo perfecto para este trabajo, al mezclar momentos más enérgicos, rockeros y optimistas con otros más melódicos, profundos e introspectivos. Tiene mucha energía, con unas guitarras hardrockeras y algunos gritos y coros que me hubiera encantado escuchar con una mezcla en la que las voces tuvieran más presencia. Realmente, podríamos decir que este «Goodbye» es la despedida, ya que la última pista de «PowerNerd» es «Ruby Quaker», una auténtica oda al café. Sí, en ella Townsend se vuelve juguetón y saca nuevamente su lado más humorista con apenas una guitarra acústica y una melodía folkie. ¿Te acuerdas con la alusión a que le gusta acariciar a su gato que había en la primera canción del disco? Pues esto es lo mismo, pero todo el rato, ya que se habla de lo mucho que le gusta el café. Aun así, acaba siendo uno de esos virus que se apodera de tu cerebro, y que te descubres tarareando por las mañanas mientras preparas tu desayuno, porque el estribillo es increíblemente pegadizo.
Como conclusión, podemos decir que «PowerNerd» es bastante más serio e introspectivo de lo que parecía indicar su primer adelanto. Hay mucha intensidad y mucho sentimiento, aunque tampoco le faltan momentos rockeros y cañeros, ni unas pequeñas pinceladas de humor al principio y al final. Cuando sabes que Devin Townsend usa sus trabajos como fotografías de su estado mental, de su vida y de cómo se encuentra en ese momento, entonces todo tiene sentido, porque puedes notar un sabor depresivo en el conjunto, pero con la positividad de afrontarlo de diferentes maneras. Toda una lección de vida. Eso sí, como he repetido varias veces durante esta reseña, me queda esa pequeña espina de que la mezcla haya sepultado demasiado la voz, ya que es la única pega que le puedo poner a una obra que he devorado de principio a fin varias veces en menos de una semana.
Y para terminar, quiero hacerlo explicando algo que hará entender un poco mejor cómo me siento frente a este disco. Devin Townsend es uno de mis músicos favoritos, pero siempre me ha resultado un poco intenso musicalmente. Quiero decir que a veces sus discos se me hacen un poco bola, que no siempre me es fácil escucharlos de principio a final. Creo que «PowerNerd» es uno de los primeros que escucho de principio a fin varias veces seguidas y sin titubear. Quizá sea porque al haber empezado a escribir reseñas me fijo más en los detalles y lo disfruto más, o simplemente por la combinación musical.

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