Pestilence y Cancer en Barcelona: caos, técnica y brutalidad

Pestilence + Cancer

Sala Wolf (Barcelona) – 6 de diciembre de 2025

Texto y fotos: Markcerock

Organiza: Madness Live!

Hermanos de la vieja guardia del metal, afinan sus cervicales. La Sala Wolf de Barcelona se convirtió en el mismísimo averno esta noche de diciembre de 2025, el epicentro de un “incendio” de death metal puro y sin concesiones. La velada, enmarcada en la gira “Double Dead Tour 2025”, nos devolvió a la era dorada del metal extremo.

Cancer

Los heraldos del caos, la plaga británica autodenominada Cancer, desataron el infierno sonoro, un verdadero holocausto sónico, para celebrar 35 años desde la primera demo, una liturgia oscura que invoca la esencia del metal británico de finales de los 80. La descarga fue un viaje al purgatorio, donde los temas del último asalto sónico, «Inverted World», se entrelazaron como vísceras frescas con los himnos grabados a fuego en los míticos Morrisound Studios.

 

 

El ambiente se caldeó hasta el punto de ebullición; la audiencia, una legión de almas perdidas y sedientas, se convirtió en una masa hirviente de moshpits colosales y un crowd surfing que parecía un mar de condenados flotando hacia su perdición. Los metalheads se adueñaron de la noche, rugiendo cada letra como un mantra personal, coreando los riffs icónicos como si fueran suyos. La masa vibraba en sincronía, con cientos de headbangers desatados en un frenesí cervical y miles de manos cornudas (los cuernos del diablo) alzadas al cielo como si fueran antenas captando la señal de la brutalidad.

 

Las guitarras distorsionadas sonaban como sierras mecánicas, la percusión como un trueno atronador y la voz gutural de Walker, el amo de llaves, desgarraba el aire, fiel a la promesa de un espectáculo brutal y visceral. La pasión y la dedicación de los veteranos de la guerra se sintieron en cada riff, forjando esa conexión inquebrantable con la horda metálica. El setlist clásico, un arsenal de destrucción masiva, fue el golpe de gracia, la plaga final que garantizó que nadie saliera ileso.

 

 

El setlist de Cancer fue un auténtico arsenal de destrucción masiva, una hoja de ruta meticulosamente diseñada para maximizar el daño cerebral y físico en la audiencia. Tras la llamada a la acción con “Enter the Gates” (la apertura del portal al infierno sónico), la banda no dio tregua. La vieja escuela se impuso con “Until They Died” (el réquiem que desata el caos), un pisotón que inmediatamente encendió el moshpit primario.

 

El asalto continuó con la descarga de su última plaga, “Inverted World” (el nuevo mapa de la podredumbre), demostrando que la bilis sigue fluyendo. Temas como “Amputate” (corte limpio a la yugular) y la inmersión ácida de “Into the Acid” mantuvieron el ritmo de thrash/death metal puro. La intensidad se elevó a niveles de locura con el macabro “Tasteless Incest” (el tabú sónico) y el castigo extremo de “Ballcutter”.

 

La sección media del concierto fue un ejercicio de asfixia rítmica y riffs asesinos: “Garrotte” (asfixia rítmica brutal) se entrelaza con la ofensiva furtiva de “Covert Operations”. El solo que quema la piel, “Corrosive”, preparó el terreno para la brutalidad histórica de “Hung, Drawn and Quartered” (descuartizamiento melódico).

 

 

La recta final fue el clímax de la violencia controlada: “C.F.C.” —el himno indiscutible que garantiza el slam dancing descontrolado— sirvió como preámbulo para el golpe de gracia, el himno final de la resurrección en cenizas, “Death Shall Rise”, dejando el recinto devastado y la legión de fans en un éxtasis sangriento. Cada canción fue una detonación, confirmando que la banda sigue siendo el estándar de oro del caos górico.

Pestilence

La Sala Wolf de Barcelona es ahora mismo un crisol hirviente, el epicentro exacto donde el death metal old school alcanza el punto de ignición. La noche del 6 de diciembre de 2025 está siendo un festín para los bangers, una comunión de almas perdidas que vibran al unísono con brutalidad y técnica. Pestilence, la plaga eterna, ha tomado el control.

 

Patrick Mameli, el arquitecto del caos y único miembro constante desde 1986, lidera la formación actual con una maestría innegable. Junto a él, una maquinaria perfectamente engrasada: Michiel van der Plicht martillea la batería con una precisión inhumana; Max Blok y Dario Rudić, las nuevas incorporaciones de 2025, se sincronizan en guitarras y bajo, respectivamente, aportando una frescura que no resta ni un ápice de peso a la propuesta.

 

 

No hay tregua posible. La sala, con un casi sold out rotundo y la peña apretujada hasta la bandera, pulsa con un sonido cristalino y demoledor que permite apreciar cada matiz de su técnica depurada, un verdadero lujo para un género que a veces peca de embarullado.

 

La banda no sólo toca, sino que imparte una cátedra magistral de death metal técnico. El setlist es un viaje sin retorno a través de su legado: un puente que conecta himnos inmortales de «Consuming Impulse», «Testimony of the Ancients» y «Spheres» con la brutalidad futurista de su nuevo trabajo, Portals (lanzado en otoño de 2025). La actuación es un ejercicio de precisión quirúrgica y fuerza de martillo pilón. Mameli, con su vozarrón gutural y riffs afilados como cuchillas, capitanea la nave del horror a través de un océano de blast beats y compases intrincados.

 

 

Desde el momento en que las luces se apagan y los primeros acordes de “Lost Souls” resuenan, el recinto se transforma en un vórtice de pura energía metálica. El ambiente se vuelve denso, cargado de esa adrenalina cruda que solo el metal extremo puede provocar. En el centro de la pista, la marea humana se agita, y los pogos se desatan con una furia primitiva. Cuerpos sudorosos chocan sin piedad, un baile violento donde la camaradería y la brutalidad se funden.

 

Le siguen “Deificvs” y “Dehydrated”, que golpean con una intensidad que no da respiro, obligando a las cervicales a un headbanging constante y alimentando la vorágine del foso. La ejecución de “Morbvs Propagationem” y “The Process of Suffocation” es un recordatorio visceral de su dominio del thrash/death más intrincado y cerebral, mientras que el pogo central hierve con una intensidad brutal, un punto ciego de caos controlado donde cada empujón es una muestra de devoción al género.

 

 

“Chronic Infection” y “Resurrection Macabre” conectan directamente con sus raíces más purulentas, mientras que “Devouring Frenzy” y “Prophetic Revelations” muestran la cara más compleja y atmosférica de la banda, siempre con una técnica pulcra que asombra en directo, incluso en medio del slam dance más salvaje.

 

El clímax se siente en el ambiente con “Twisted Truth”, “Horror Detox”, “Out of the Body” y el cierre apoteósico con “Land of Tears”. Cada tema es recibido con ovaciones atronadoras, confirmando que la llama del old school sigue ardiendo con una fuerza incontrolable, dejando a los guerreros del pogo exhaustos pero eufóricos.

 

 

En resumen, esta noche es la prueba viviente de que el death metal está más vivo que nunca. Es un evento que, sin duda, “alimenta la llama del death metal old school hasta llegar al incendio” y está dejando a todos los asistentes con las cervicales destrozadas, el cuerpo magullado por la noble refriega del pogo y el corazón henchido de metal.

 

¡Larga vida a Pestilence!

 


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