Gazpacho – Magic 8-Ball

87/100 

31 de octubre de 2025

Kscope

Mi experiencia con Gazpacho pasó de la noche a la mañana de ser una banda “aburrida” a ser uno de los mejores grupos de rock progresivos habidos y por haber. La culpa la tuvo su anterior obra Fireworker, una maravilla absoluta. Aquí indagan también en ese estilo a pesar de que no hay tantas músicas del mundo y sí un ambiente cenizo y pesimista acorde con los tiempos. Es un discazo y lo remata la maravillosa portada de Antonio Seijas en la que convierte la bola 8 (siempre asociada a la mala suerte) con el símbolo del infinito. Y obviamente letras y conceptos están más que cuidados.

 

Todo parece fluir como lo hacía en esa maravilla titulada Fireworker de hace cinco años. “Starling” es una pieza 100% del grupo y con todas las reminiscencias a Marillion posibles. El violín y esa guitarra acústica en pizzicato son unos lujos capaces de vestir esta delicada maravilla con un Jan-Henrik Ohme a las voces que transmite especialmente. La canción es un dulce despertar entre algodones. Pero el single clarísimo del disco es sin duda alguna la preciosa “We Are Strangers”, cargada con mucha programación y efectos. Espectacular pieza que cuenta con los redobles medidos de Thomas R Johansen y en la que hay una cierta aura espacial que todo lo envuelve. Solazo integrado de Jon-Arne Vilbo y no se me ocurre otra etiqueta posible que no sea el art rock, especialmente por ese final a piano.

 

En “Sky King” hay mucha solemnidad y tristeza en una balada con mucha carga tecnológica y en la que la sombra de Marillion es más que absoluta. Jon parece Hogarth y en el bajo de “Fido” reposa toda la composición, que es de esas evocadoras a la vez que lacrimógenas. Y “Ceres” es entre inquietante y música de caja de muñecas. Añaden riffs metálicos por parte de Vilbo y hay interesantes parones y coros envolventes. En cuanto a elegancia pocas bandas se acercan a lo que hacen Gazpacho.

 

“Gingerbread Men” avanza con el latido del bajo y la mágica voz de un Jon-Arne Vilbo que está excepcional especialmente en esta obra. Las guitarras más metálicas están presentes, pero dan especial protagonismo a los ornamentos que visten las canciones. Hay que reconocerles que a nivel de arreglos lo de este grupo es superior, incluso cuando juegan con la oscuridad. El corte “8-Ball” es una especie de cabaret a tiempo de tango, muy colorida, con un acento juguetón y que rompe un poco la imagen y sonido tan serio y sobrio del grupo. A fin de cuentas… su inicio como banda era mezclar la música de Marillion con mariachis, así que es plenamente disfrutable y le da otra onda a todo.

 

 

“Immerwahr” es uno de los cortes más extensos de la obra en el que despliegan todas sus credenciales y tópicos musicales. Nunca buscan la velocidad y sí tocarte dentro de ti con una música preciosista para paladear y en la que meter los cinco sentidos. Es un prog emocional enfundado en terciopelo y muy adornado con arreglos de todo tipo capaces de embellecerlo todo. Y es que aquí son capaces de añadir una flauta dulce inclusive. Y la ensoñación final lleva por título “Unrisen” con el teclado orquestando lo que es una balada en la que piano y platos brillan. Una preciosa coda a un disco de esos que necesitas escuchas, tiempo y en el que flotas. Pasión y emociones desbordades, pero contenidas.

 

Gran obra de unos Gazpacho que llevan años demostrando que son algo especial y que pueden llegar a liderar el prog actual y aportar algo diferente a los grandes nombres actuales. Es una maravilla el cómo nos reflexionan sobre el concepto de destino a la vez que hay, en el fondo, un mensaje algo de la opción fe y de la deidad. Musican la reflexión profunda y ofrecen una crítica al mundo actual, que pierde los valores e idolatra a otros ídolos que son tan buenos o tan malos como los que ofrecen las religiones. No diría que son cantos a Dios, pero sí que finalizaría diciendo que Gazpacho: son divinos.

 


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