Judas Priest – Rocka Rolla: Medio siglo del correcto debut de Judas Priest

6 de septiembre de 1974

Gull Records

KK Downing e Ian Hill eran vecinos en Birmingham, de familias de clase baja y trabajadora y ambos se conocían pues iban al mismo colegio a pesar de que no podemos llegar a hablar de amistad. Fue cuando ambos descubrieron que compartían pasión absoluta por la música y estilo que la cosa fructificó. Pensemos que nuestro bajista tuvo un accidente de coche y con el dinero del seguro tuvo que elegir: o coche o bajo. Afortunadamente para todos nosotros Hill usó durante una larga temporada el transporte público…

 

La génesis del Sacerdote

 

En esos tiempos Kenneth pidió a una banda del barrio (en la que cantaba Al Atkins) llamada Judas Priest, que se acababa de disolver, si podía usar ese gran nombre, y le dejaron sin problemas. El nombre de Judas Priest sale de una canción de Bob Dylan titulada “The Ballad of Frankie Lee and Judas Priest”. Entraron luego Rob Halford y Glenn Tipton, pero siempre el puesto de batería fue algo complicado para Judas. Es el único disco en el que tocó el efímero John Hinch que dejaría posteriormente la banda antes de la edición de su segundo larga duración.

 

Fueron años de malvivir en los que la ilusión de KK y Hill fue lo que mantuvo al grupo en marcha pues el resto de músicos entraban pero salían pues la viabilidad económica era nula. Tocaron en Londres y fue una decepción y lo que ganaban iba para gastos de viaje, furgoneta y algún roadie. A veces, ya de vuelta, se paraban en una gasolinera y se permitían un sándwich. El ritmo de conciertos era alto y se hicieron con un grupo de fans además de lograr tocar con Slade y Trapeze. Y todo cambia cuando la novia de Ian Hill Sue Halford le dice que su hermano ha roto con su banda Hiroshima, por lo que llegaría con batería y todo. Y como se suele decir en estos casos… el resto es historia.

 

El productor de Rocka Rolla fue Rodger Bain, que ya había trabajado con Black Sabbath y el presupuesto fue realmente escueto. Lo grabaron en los estudios Olympic de Londres y la gracia es que todos los instrumentos y voz se grabaron a la vez, en vivo. Ni el sonido, ni el estilo practicado, además de la estética que llevaban, tenían poco que ver con lo que llegarían a ser después Judas Priest. Tipton entró dos semanas antes de la grabación aportando dos temas y Bain se opuso a algunas canciones que formarían luego parte de Sad Wings of Destiny. La compañía también les puso también problemas a la hora de dar títulos a las canciones y en algún caso una canción entera se partió en tres partes. Y se rechazó minutaje de composiciones que sí entraron finalmente en el disco. Demasiados problemas para un disco de debut. Hay que coger a Rocka Rolla como lo que es, y no es mucho comparado con todo lo que vendría luego.

 

El disco

 

“One for the Road” da inicio a ese primer disco con un grupo absolutamente influenciado por Hendrix y Cream. Riff profundo y marcado en un tema cadencioso en el que Halford ya da buenas muestras vocales y la base rítmica tira del caro. Es repetitivo, pero tiene su algo. “Rocka Rolla” son palabras mayores y me parece un absoluto clásico, eso sí, absolutamente alejado del legado Judas. Vestimentas hippies, aires poppies y coros funcionales pero extraños así como ese solo sencillo. Tiene momentos que suena todo discotequero y los teclados y armónica hacen que la canción sea todavía más raruna. La voz de Rob es inconfundible y el tema es lo mejor del disco.

 

“Winter” y “Deep Freeze” van encadenadas y apenas llegan a los dos minutos. A destacar la pegada de John Hinch y las afinaciones bajas de unas composiciones que no pasan del correcto y en las que sí puedes atisbar ciertos detalles de lo que será el grupo en un futuro, pero poco más, muy poco. Y mejor no hablar de “Winter Retreat” ya que es un pegote algo absurdo. Un solo que tira de distorsión para luego pasar a una tonada acústica que descoloca especialmente.

 

“Cheater” es una composición con más cara y ojos por mucho que siga la fórmula de la inicial “One for the Road”. Dotada de riff base machacón y repetitivo y una armónica que puede recordarte al John Mayall de la época. Las guitarras empiezan a salir del armario y buscan protagonismo, pero sin llegar a conseguir que la canción sea rotunda. Van muy por libre. El tema que más ha sido interpretado por el grupo en directo de este disco es “Never Satisfied”, y cuando la escuchas entiendes bien el por qué: básicamente es la canción clave, la que anticipa el futuro y en la que ya los Judas Priest empiezan a esbozar lo que quieren y pueden ser. Obviamente el sonido y la producción van hacia otros derroteros.

 

“Run of the Mill” sería lo más cercano a una balada que podamos encontrar. La mezcla hace que se premie batería, bajo y batería por encima de la voz en sus más de ocho minutos de duración. Deriva hacia un medio tiempo atmosférico correcto en el que Halford empieza a dar buena cuenta de sus excepcionales agudos que en la posterior obra serán mejorarán y protagonizarán el disco. “Dying to Meet You” es lo más intrascendente con un Rob probando de cantar como tenor en un experimento que no va a ningún sitio y que en el segundo tramo deriva hacia el primigenio sonido Judas. Terminan con “Caviar and Meths”, una instrumental destinada a sumar minutos y nada más (era más larga).

 

Veredicto

 

Rocka Rolla es un primer paso discográfico para Judas Priest y la grabación fue un auténtico quebradero de cabeza. Dormían de día y grababan de noche para abaratar costes y literalmente se quedaron sin dinero estando a medias. Es un disco simplemente correcto que no llegó a nada, pero es el primer paso en firme de una de las más grandes agrupaciones de heavy metal de la historia. Cuando algunos románticos les piden que toquen algún tema de ese disco en directo realmente no le hacen ningún favor al grupo, pero sí tendría gracia que se atrevieran a tocar la que da nombre al disco, de largo la mejor de todas. Y, por cierto, ese tema lo aportó Glenn Tipton.

 

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