Crónica extendida del segundo día del Z! Live 2025: el día de la triple A

12 de junio de 2025

Recinto Ferial IFEZA (Zamora)

Organiza: Z! Live Rock Fest

Redactor: Dr. Reifstein

Fotos: Juan Ramón Felipe

(Agradecemos a la organización del festival, a Fran Cea y a Daniel Cruz, por facilitar algunas fotos utilizadas en esta crónica)

 

 

La segunda jornada del Z! Live tuvo un muy claro titular: del Z a la A. No sabemos si es por casualidad, pero los grupos que empezaban por esta letra arrasaron sin contemplaciones. Os hablamos lógicamente de Accept, Alestorm y Angelus Apatrida. No vamos a desmerecer al resto, ya que hubo calidad y de la buena, con otra muy interesante lectura:  casi el 80% de las bandas que tocaron eran de territorio patrio… ¡y fue una pasada!

 

 

Salduie y las ganas de quien quiere triunfar

 

Los zaragozanos abrieron el día con energía desmedida, pese a las condiciones ambientales (sol implacable) y a un público aún escaso, entre el que se encontraban sin duda grandes seguidores de la banda, dado el nivel de entrega. El caso es que Salduie se mereció todos y cada uno de los aplausos que recibieron, ya que dieron la mejor actuación de apertura de todo el festival, y me atrevo a decir que una de las mejores actuaciones iniciales que yo jamás haya presenciado.

 

 

No sé si esta es la propuesta habitual de la banda (ha sido la primera vez que los he visto en directo, y tengo muy claro que no será la última), o si se crecieron ante la adversidad, pero es justo decirlo.  Y es que en este tipo de situaciones, cuando hay que abrir un festival, podemos encontrarnos con conciertos “trámite”, o bien con una banda que lo entiende como una oportunidad para darse más a conocer y por lo tanto sale con todo.

 

 

Ellos supieron aprovechar el momento y se ganaron cada aplauso. Destaca mucho su propuesta con los dos increíbles vocalistas Diego Bernia (a cargo de los guturales) y Nem Sebastián (además de gran frontman, también se animaba con la gaita)  sin desmerecer la cantidad y calidad de todos los músicos en escena: Daniel Galban al bajo, David Wallace con la sección celta (gaita y otros instrumentos que no me atrevo a nombrar), Victor DoeVik” con la guitarra y Sergio Serrano a la batería.

 

 

Se notaba que la banda tenía ganas de echar toda la carne en el asador (dado el calor a esa hora, usar esta expresión no es baladí), y además de la música, contaron con elementos escénicos en forma de actores conveniente caracterizados, que contribuyeron a animar y dinamizar la actuación desde el escenario con la banda, o incluso a pie de pista, donde separaron al público para iniciar un wall of death que todo el mundo acogió con ganas.  No faltaron temas habituales en su repertorio, como la maravillosa “Numancia” (cerrando junto con “Hidromiel”), “El Agua Del Tejo” o “Descarnatio”. Lo dicho, no se puede empezar mejor, y ya estamos deseando volver a verles en un show completo.

 

 

Injector: trash quirúrgico con sabor clásico

 

Los de Cartagena salieron al Copper Stage en pié de guerra, y desde el primer riff dejaron claro que saben funcionar como una unidad militar bien entrenada: riffs vertiginosos, cambios de ritmo perfectamente engrasados y una batería que no dio respiro. Presentando su reciente Endless Scorn, lo cierto es que pocas bandas del panorama estatal actual suenan tan fieles a las raíces del thrash, mostrándose tan  puros y auténticos.

 

 

Aquí no hizo falta colaboración de actores, y casi desde el principio parte del público empezó a fluir en movimiento circular constante y nada uniforme, catalizado por cañonazos como “Warning Blast”,“Resetting Time”, “Enemy of The Sun” o “Unborn Legions”. En definitiva, show de intensidad, thrash de calidad y buena interacción con el público, cumplieron sin florituras.

 

 

Morphium y el patrocinio del Colegio Oficial de Fisioterapeutas

 

Aunque es temprano para hablar de grandes momentos del día, Morphium desde luego fue un claro candidato, a pesar de la calidad de las 2 bandas que les precedieron (menudo arranque de viernes en el Z!). Los de Girona, que ya habían dejado huella en la edición de 2022, regresaron con más tablas e infinita entrega, y firmaron uno de los bolos más intensos de la tarde.

 

 

Mención especial para Alex Bace, su vocalista, que cantó de forma sobresaliente, se empeñó en que todo el respetable visitara a un fisioterapeuta el lunes, se lanzó varias veces al público y mantuvo una conexión constante con la audiencia. Alex se convirtió en el motor incansable del show: incitó a los circle pits, arengó al público sin descanso desde el escenario (o surfeándolo con total impunidad) y se ganó a todo el mundo.

 

 

Por supuesto, el resto de la banda no le fue a la zaga, y es que aquí hablamos de veteranía (veinte años de carrera a sus espaldas) que se notaron en un set list bien balanceado, con temas de puro metal extremo como “Made Of Scars” o “The Blackout”. El público no permaneció impasible ante esta descarga, y su respuesta fue creciendo a medida que la banda desplegaba su arsenal sonoro.

 

 

Las primeras filas estaban absolutamente entregadas, coreando, saltando y girando en el barro invisible del pit. Quizás su propuesta no sea apta para todos los paladares, pero lo que quedó claro es que los convencidos, salieron saciados. Uno de esos conciertos que se viven más que se ven.

 

 

Noctem o como convertir el Z! Live en un altar de oscuridad bajo un sol de justicia

 

A pesar de que el horario tampoco no acompañaba a la oscura propuesta de los valencianos, supieron desplegar su ceremonia oscura sin perder un ápice de intensidad. Eso sí, al comenzar tuvieron algún contratiempo técnico con el micro (este problema pasó varias veces a lo largo del festi), y además arrancaron con unos minutos de retraso. La escenografía fue austera pero efectiva (centrada totalmente en la caracterización de los componentes de la banda).

 

 

Tampoco hizo falta más para que Noctem  descargara su black nórdico, con absoluta precisión y una fiereza que incomodaba (para bien). Cayeron temas como “The Black Consecration”, “Sulphur”, Let That Is Dead Sleep Forever, “A Cruce Salus”, y no faltaron joyas más recientes como “We Are Omega” o “The Pale Moon Rite”, ambas extraídas del brutal Credo Certe Ne Cras.

 

 

Además de las habilidades vocales de Bereth, el muro de sonido, liderado por la batería incansable de Voor y el bajo desquiciado de Varu, sumado a las guitarras de Maelo, convirtió el Copper Stage en un pequeño abismo de oscuridad en el que se sintió el aliento del averno (bueno, esto último fue más bien por la climatología, que al final de la actuación ya comenzó a dar tregua). La banda se mostró en todo momento muy agradecida con la acogida del respetable, y aprovecharon cada minuto para reivindicar su lugar en el black patrio. 4 conciertazos seguidos, y lo que faltaba.

 

 

Angelus Apatrida: trash con denominación de origen

 

Llegaron y arrasaron. Así, sin más. Los de Albacete salieron a matar y nos regalaron una de las actuaciones del día. Técnica, garra, entrega y una comunión absoluta con el público. Un torbellino de thrash sin concesiones, con una ejecución que no dio tregua ni al público ni al polvo del recinto. Pocas bandas nacionales pueden presumir del respeto unánime que despiertan Angelus Apatrida allá donde pisan.

 

 

En casa, en Zamora, volvieron a demostrar por qué llevan 25 años desafiando modas y escenarios con una honestidad arrolladora. Sin montajes, sin necesidad de efectos o fuegos artificiales, sólo música, sudor y actitud. Desde el primer acorde la maquinaria se puso a funcionar sin fallos.

 

 

Guillermo Izquierdo volvió a ejercer de líder absoluto, tirando de carisma y de garganta, pero dejando siempre espacio para que sus compañeros brillen con luz propia: David G. Álvarez incendiando el mástil, J.J. Izquierdo sólido como una roca al bajo y Víctor Valera, martillo incansable a la batería.

 

 

El repertorio fue una escabechina sin pausas: “One Of Us”, “Cold”, “Serpents On Parade”, “Sharpen The Guillotine”, o “Indoctrinate” son como versículos de su biblia trashera que adoctrinaron a un público completamente sometido. El cierre, cómo no, fue con la ya inevitable “You Are Next”, que desató el caos definitivo.

 

 

Los circle pit fueron un continuo durante prácticamente todo el concierto, levantando un océano de polvo que convirtió el ambiente en una prueba para cualquier alérgico. Por eso, y con todo el cariño, declaro oficialmente a Angelus Apatrida grupo “non-grato” para los alérgicos: si no acabas moqueando, no estuviste allí. Los que lo llevamos mal con el polvo lo sufrimos más de lo habitual… pero vaya si mereció la pena.

 

En definitiva, su presencia en la edición 2025 del Z! Live no fue solo un reclamo; fue una auténtica declaración de principios. En un mundo donde a menudo se premia la pose, Angelus Apatrida sigue apostando por lo esencial: sonar de muerte y conectar con la gente. Sobresaliente, siempre. Y a seguir arrasando, por que menudo verano de festivales, nacionales e internacionales, que se están marcando… bien para ellos, mejor para el público.

 

 

Alestorm: lo pasamos pirata

 

Después tocaba fiesta con Alestorm, que triunfaron una vez más con su fórmula infalible de metal pirata y escenografía cómica y con sus ya míticos patos hinchables colapsando el escenario (igual toca ya innovar). Sin duda fue la fiesta más salvaje del viernes, y que probablemente contó con el apoyo más mayoritario entre el público. Los fans acérrimos de la banda eran claramente identificables por un atuendo que distaba mucho del tradicional negro que cada vez es menos protagonista en los festivales (y ojo, nos parece muy bien).

 

 

Desde el primer grito de Christopher Bowes al abrir fuego con “Keelhauled” el Copper Stage se transformó en una fiesta contagiosa que tuvo su réplica aumentada en el respetable, que fue un círculo constante en el que se distinguían elementos decorativos muy variopintos (me quedo con la banana gigante, aunque el tema homónimo no sonó).

 

 

Venían con lanzamiento a la vuelta de la esquina, y dos temas del mismo (los adelantos) se hicieron hueco en el set de la banda, con muy buena recepción (“Killed to Death by Piracy” y “Frozen Piss 2”). Por supuesto, los himnos habituales como “Pirate Metal Drinking Crew” (fue la segunda), “Drink”, “Mexico” y “P.A.R.T.Y” no faltaron, dejando “Rumpelkolbo” para  el cierre de una descarga tan absurda como efectiva.

 

A nivel escénico, contaron con un juego de luces más que adecuado (sin duda, la propuesta en directo de los escoceses siempre ha destacado por su riqueza cromática), y columnas de humos sencillas pero muy efectivas. Está claro que Alestorm no busca la épica ni la técnica: lo suyo es reírse de todo, brindar con desconocidos y hacer que su público se deje la voz en un estribillo continuo sin demasiado sentido… pero qué más da, si el objetivo está claro: pasarlo en grande. Y vaya si lo consiguieron.

 

 

Accept: Balls to the Z! Live

 

Los teutones no fallaron y firmaron el otro gran concierto de la jornada. Sonido nítido y potente, ejecución perfecta y una audiencia entregada desde el primer riff. En otras palabras, cumplieron con creces. Los cabeza de cartel del viernes supieron desplegar energía y riffs ochenteros en un show que volvió a dejar claro por qué siguen siendo un referente del heavy metal europeo.

 

 

La banda, liderada por el carisma brutal de Wolf Hoffmann, ofreció un concierto redondo en el Silver Stage, respaldada por músicos de primera: Mark Tornillo a la voz (que potencia y fiabilidad tiene este hombre al micro), Philip Shouse y Uwe Lulis a las guitarras, Martin Motnik al bajo y Christopher Williams como motor a la batería.

 

 

El repertorio combinó algunas piezas de su último trabajo Humanoid (las dos iniciales “The Reckoning” y “Humanoid”, y una “Straight Up Jack” que no tardó en caer), aunque la mayoría de temas fueron varios de sus himnos eternos. No podemos decir que estén equilibrando a la perfección lo moderno y lo clásico, pero muy probablemente en un festival sea la estrategia más conveniente.

 

 

La audiencia no paró de cantar y responder a cada estribillo, con momentos memorables en los solos de guitarra y la solidez del ritmo y, por supuesto, en los grandes clásicos que nos regalaron como por ejemplo, “Princess Of The Dawn” , que tuvo su momento para la participación del público coreando y dando palmas.

 

Como vienen haciendo en los últimos años, la triada compuesta por “Fast As A Shark”, “Balls to the Walls “ y “I´m a Rebel” supuso el cierre final de una actuación a la altura de su leyenda, ciertamente sobria en lo escénico (aunque es verdad que la banda fue de todo menos estática), con un público que disfrutó a lo grande, y la satisfactoria sensación de que lo hicieron todo sin despeinarse (nada que ver esto con cuestiones capilares).

 

 

Saurom: lo esencial no fue invisible en el escenario del Z!

 

Saurom ofrecieron un set más sobrio de lo habitual en lo visual, con las proyecciones de El Principito como acompañamiento. Nada que ver con el abrumador despliegue escénico de su conciertazo en el  Movistar Arena. Aun así, demostraron que no necesitan artificios: con su talento y simpatía basta. Verlos así también es un lujo, ya que ese formato más “desnudo” permite comprobar, sin ningún género de duda, que el centro y el corazón de todo son ellos.

 

 

Desde el primer tema, el escenario quedó iluminado por la figura de Migué, Narci y los suyos. Abrieron con “El Principito”, tema que da nombre a su última obra, y siguieron con la coral y vocalmente desgarradora: “Irae Dei” (Migué como siempre de 10). Eso sí, en la siguiente y esperada “No seré yo” fue inevitable echar de menos las voces de Isra Ramos y Ramón Lage.

 

 

En cuanto al público, aunque el cansancio empezaba a pasar factura (se notó especialmente en los instantes iniciales del concierto), fue poco a poco entrando en materia, con el público de las primeras filas entregadas en cada estrofa, empujado por el entusiasmo de los jerezanos en el escenario, que fueron capaces de arrancar sonrisas y coros espontáneos.

 

 

En “Baobabs” y “Todo en mi vida” demostraron su sensibilidad, mientras que “El Lazarillo de Tormes” o “El Círculo Juglar” desataron la fiesta. Cerraron con las habituales “El Círuclo Juglar”, “Fuego” y “La Taberna”, en una despedida festiva que unió a todos, músico y público, en un único canto de hermandad.

 

 

Con apenas efectos y buena actitud, Saurom hizo suyo el escenario y consolidó su lugar en el cartel, demostrando que el folk con raíces sigue encandilando a la audiencia. Una dosis de cultura, energía y corazón, perfecta para dar respiro tras otras propuestas más contundentes que pasaron por el escenario a lo largo del viernes.

 

 

Lujuria: sesión golfa a las 2:00 AM

 

Cuando el reloj ya se acercaba a las dos de la madrugada, los segovianos Lujuria regresaron para poner el broche perfecto a un día frenético. 35 años de trayectoria y de sana lascivia les avalan, y nos trajeron su producto habitual, sin fallo, trampa ni cartón: esa mezcla de heavy descarado, humor subido de tono y discurso comprometido.

 

 

A pesar del cansancio acumulado, estaba claro que quien allí permanecía tenía ganas de más, y no defraudaron. Óscar Sancho, desplegó su habitual presencia arrolladora que le convierte en showman instantáneo. Entre bromas provocadoras y arengas, lideró una descarga de clásicos de la banda como “Escuadrón 69”, “Viejo Rockero”, “No Soy Carne de Cañón” o “Jekyll & Mrs Hyde”.

 

 

Quizás el sonido si que tenía ganas de irse a dormir, y hubo algunos tramos en los que la voz de Sancho se diluyó entre los demás instrumentos, pero no importó. Lujuria se despidió del Z! Live levantando ovaciones, risas y dejando la sensación de haber cerrado la jornada de la mejor manera: con un toque irreverente, libre y auténtico… ¡por el puto rock´n´roll!

 

 


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