A Day To Remember + Boston Manor
19 de junio de 2025 – Sala Razz 2 – Barcelona
Route Resurrection
Fotos: Irene Kilmister en el Hellfest
Crónica: Marc Fernández
Metal Paco ve por primera vez a A Day To Remember
¿Recordáis los dos miles? Qué buenos tiempos, ¿verdad? Entonces habían tantos metaleros que nos podíamos permitir el lujo de pelear entre nosotros. Por un lado estaban los trues, por otro los fans del power en castellano, los skaters y sus canciones de un minuto y hasta los góticos y su obsesión por la estética, pero si existía una tribu urbana del que era divertido reírse online, esos eran los emos y si hay una banda sea la viva encarnación de lo emo, esa es A Day to Remember.
¿Y cómo acabó un metal paco como yo en un concierto así? Principalmente para acompañar a mi novia emo de corazón (dejo a discreción del lector si eso me convierte en un huevón o en un romántico), pero también siento que el ocaso de los clásicos de siempre está llegando a su fin, que los conciertos no están a la altura y que el público ya tiene una edad y quiere estar tranquilo. Uno ve la energía de los públicos de Slipknot o Parkway Drive y no puede sino sentir envidia, y a estas alturas de la película, hasta que te estás perdiendo algo.
Por qué A Day To Remember me recordó algo que quizás se olvida demasiado a la ligera. Por un lado hay conciertos que se viven desde la cabeza, tomando notas, analizando el setlist y evaluando cada giro del show. Y luego están aquellos que te obligan a guardar el móvil, apagar el modo periodista y entregarte al caos. El bolo de A Day to Remember en una Razzmatazz hasta la bandera fue, sin duda, de los segundos, de esos que se disfrutan sin más, seas Paco o chandalero, si realmente amas la música en directo.
Pero no nos adelantemos. Antes del torbellino de confeti y walls of death, la noche la abrió Boston Manor, quienes ofrecieron una actuación tan intensa como emocional. La banda británica destacó que esta era solo su segunda vez en España, y se notaba que venían con ganas de dejar huella. Temas como «Bad Machine» e «Inertia» comenzaron a activar a la gente, pero fue «Halo» y el pogo frenético que desató en el centro de la sala la que marcaría las sensaciones de la noche. Resulta curioso pensar que hace apenas un año, Accept tocaba en el mismo lugar y el público, en su mayoría veterano, permanecía casi inmóvil, por mucho que disfrutaran del bolo o que la banda tocara de maravilla. Boston Manor, en cambio, conecta con esa generación condenada a no tener casa propia, pero que aún sabe perder la cabeza un jueves por la noche, teniendo la energía suficiente como para querer perder un par de muelas en un concierto, o al menos de quemar unas cuántas calorías.
Después del calentamiento británico, A Day to Remember irrumpieron en escena sin pretensiones, como si fueran a tocar para un grupo de amigos. Pero la sala entera ardía de expectación, y el estallido llegó con las primeras notas de «The Downfall of Us All», que puso a saltar a todos como si se tratara de una sesión grupal de crossfit. Desde ahí, el grupo no levantó el pie del acelerado.
Hubo confeti por primera vez antes de «Right Back at It Again», un recordatorio visual de que estamos ante una banda que pide escenarios grandes. ¿Cuántos años le quedarán a Judas Priest? No lo sabemos, esperemos que muchos, pero ADTR ya reclama el relevo con contundencia, así como todas estas bandas que cuándo los veteranos claudiquen darán un paso al frente y serán el relevo de los escenarios más grandes.
En «To The Death», la banda pidió máxima cooperación del público (como si no la hubieran estado recibiendo ya), y en respuesta se produjo una de las escenas más surrealistas que he visto: un wall of death que dividió la sala en dos, atravesado por una fila de personas… remando. Sí, remando, como en un bolo de Amon Amarth. Como suele decirse, si la música acompaña, cualquier locura es pequeña.
Y como no hay locura pequeña, ésta no frenó en ningún momento. En «All My Friends», alguien disfrazado de Mario apareció para lanzar camisetas al público, creando un dilema colectivo: ¿luchar por una camiseta o dejarse la voz cantando el estribillo? Y durante «Mr. Highway’s Thinking About the End», unos cañones de humo adornaron el escenario. Efectistas, sí, pero uno no puede evitar imaginar esas columnas de humo convertidas en fuego en un Sant Jordi Club. ¿Para la próxima? ¿Quizás de cabeza en algún festi? Esperemos que sí.
Entre clásicos y sorpresas, hubo también espacio para repasar su último trabajo, «You’re Welcome» , y es que aunque «LeBron» fue uno de los pocos momentos algo más fríos del concierto, sirvió como puente perfecto para el clímax final. Con «All I Want», se desató la locura definitiva y, tras una breve pausa, la banda regresó con una guitarra acústica en mano para interpretar «If It Means a Lot to You». Un momento íntimo, con linternas encendidas, que tocó fibras. Como ese novio Paco que acompaña a su pareja emo al concierto y de pronto descubre que la canción le habla directamente. Y no solo a él: también a las cientos de personas que se dejaron la garganta en ese instante.
La noche cerró por todo lo alto con «Flowers» y «All Signs Point to Lauderdale», dos trallazos coreados como los himnos generacionales que son, asegurándose de paso que no quedará ni una sola gota de energía en los cuerpos de un público que fue el otro gran protagonista de una noche de locura.
Puede que fuera al concierto preparado para tomar notas, revisar estructuras y analizar el show desde una distancia crítica. Pero si algo me ha enseñado este concierto es que a veces lo más sensato es dejarse llevar, perderse en la música y volverse un poco loco. Porque en noches como esta, si no te lanzas al pogo, quizás ya nunca vayas a hacerlo.
¿Cuál es entonces mi veredicto de Paco? Pues que quizás me he hecho mayor para permitirme el lujo de ser cerrado de mente. En A Day To Remember se saltó y se coreó como en un concierto de Iron Maiden, hubo pogos y violencia como en los mejores tiempos de Slayer y se tocaron las fibras sensibles más nostálgicas como cuándo Scorpions encaran una de sus baladas. Si de verdad te gusta la música en directo, perderse ya no solo a A Day To Remember, sino a cualquiera de estos grupos más jóvenes que van por el mundo haciendo conciertos increíbles, es un error imperdonable.
Negaré haber dicho esto ante un juez, pero quizás los emos y los metaleros no somos tan distintos al final del día.

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