70/100
4 de octubre de 2024
Napalm Records
Sexta incursión en las entrañas de la tierra por parte de los toscanos (y muy toscos) Wind Rose. Más de dos años después de Warfront, vuelven a la carga con este Trollslayer, que a grandes rasgos es una entrega más sencilla y contundente que sus trabajos previos, manteniendo eso sí un encaje correcto dentro del conjunto de su discografía. Eso sí, adelantamos el primer titular: supone un peldaño abajo con respecto a su inmediato predecesor, que es en mi opinión lo mejor que han producido hasta la fecha.
Empezamos con un poco de contexto: tenemos aquí una banda que supo capitalizar la viralidad que le supuso su tema estrella “Diggy Diggy Hole” (fun fact: no es una canción original, fue concebida desde el popular canal de You Tube “The Yogscadt”) para dar un salto de popularidad.
Se les puede sin duda elogiar por su consistencia y por la inteligencia estratégica para aprovechar ese impulso, jugando tres bazas principales: su llamativa y muy cuidada estética, la reivindicación de un nuevo “estilo” (el Dwarf Metal) y los directos, muy enfocados en buscar la complicidad y la participación del público.
Un análisis con lupa no tarda en revelar ciertas costuras, y es que al final el Dwarf Metal como tal se basa únicamente en la estética y en la temática de las letras. Musicalmente no deja de ser power mezclado con folk, y eso no es nada nuevo. Quizás a nivel vocal ofrezca algún rasgo distintivo, por la desmesurada profusión en coros y un estilo más “agresivo” de lo habitual. Este factor en contra no parece penalizarles por el momento (no nos engañemos, hay un buen número de bandas a los que se les podría decir lo mismo). Por su parte, Wind Rose ha sabido cimentar una formula ganadora (aunque cortoplacista), estableciendo las mínimas diferencias con respecto a otras bandas, necesarias para crear su propio “nicho” sobre el que crecer y afianzarse.
Esto no es fácil y no deja de ser digno de elogio. Y desde luego, están siendo capaces de regar sus discos (especialmente los previos) con buenas canciones. No obstante, parece que en Trollslayer han decidido no complicarse la vida en exceso y es que sigue en su mezcla de folk y power metal, coros absolutamente diseñados para el directo, y un uso muy inteligente de los teclados, que tienen más protagonismo de lo que parece a simple vista (aplauso fuerte para su teclista Federico Meranda).
La mayoría de los temas de Trollslayer son ciertamente genéricos, sin ninguno que realmente te pueda atrapar (excepción honrosa: “No More Sorrow”) como sí lo hacían muchas de las canciones de Warfront. Por lo demás, nos encontramos con un disco (quizás debamos dejar de usar esa palabra, teniendo en cuenta que estamos en la era del streaming) en el que también llama la atención lo escueto de la propuesta, con 9 temas (uno de ellos la intro) distribuidos en 42 minutos. Su predecesor fue un poco más generoso en este aspecto.
Esto no tiene por qué ser un problema, si cada uno de esos minutos estuviera exprimido hasta la saciedad, y cada tema tuviera entidad y brillo propio. Pero me temo que no…tal y como están planteados los temas, casi que hasta agradecemos el tiempo asignado. En total hay 4 medios tiempos, 4 temas rápidos y la consabida intro. Y ya está…todo se resume en eso (y a veces hasta se nos ha hecho largo).
A nivel de composición, parece que se han desprovisto levemente de una seña distintiva que sumaba mucho en sus canciones: la épica. Por supuesto que sigue habiendo, pero no encontraremos un “Together We Rise” (la que para mí es su gran obra), o un “Gates of Ekrund”. En Trollslayer han enfilado hacia un estilo mucho más directo y lineal, con muy poco margen para nada más. Han subido la velocidad, dado más protagonismo si cabe a los coros, Francesco Cavalieri grita el 95% del tiempo (ojo, nos sigue gustando como lo hace, especialmente sus flirteos con el trash, y en general el papel que desempeña en la banda), pero solo canta de forma más “melódica” al final. En definitiva, álbum plano y sosete.
A nivel de letras, la mayoría están centradas en aspectos recurrentes de la mitología “enana”. Para no ocupar más espacio de la crítica sobre este tema, se resumen en esto:
- Costumbrismo enano: 1 tema.
- Guerra: 3 temas.
- Tendencias etílicas: 1 tema.
- Trabajo (minería y forja): 2 temas
- Drama: 1 tema, “No More Sorrow”, que es el “diferente”.
Hasta aquí lo malo y lo meh, pero también queremos destacar aspectos buenos, y es que Trollslayer no deja de ser una experiencia divertida y llena de energía. A nivel de sonido y producción es más que correcto, y todos los miembros de la banda cumplen a la perfección con su cometido. No tenemos pruebas pero tampoco dudas de que varios de sus temas funcionarán a la perfección en directo (“Rock And Stone” más o menos ya lo está haciendo). En resumen:
Si eres seguidor de esa banda y te gusta su planteamiento, aquí como mucho notarás un leve downgrade, pero seguirás disfrutando con ellos. No puedo hacer menos que recomendarte Trollslayer. En cambio, si tenías alguna duda sobre ellos, este álbum posiblemente contribuya a aclarártela, pero para mal. Puedes ahorrarte los 42 minutos.
Estés en la categoría que estés, y siempre y cuando te guste un buen concierto de ambiente festivo (cero virtuosismo), prueba a verlos. Yo mismo, después de despacharme con esta crítica, afirmo sin complejos que si pasan por mi ciudad, allí estaré en primera fila con mi pico hinchable, dispuesto a cavar como el que más, con la mejor de mis sonrisas. Eso si, esperemos que tengan mejor sonido que el que mostraron en el Leyendas de este año.
Cerramos la crítica hablando un poco de los temas que conforman Trollslayer: “Of Ice and Stone” es la típica introducción instrumental, tranquila, sin mayores pretensiones que abrir fuego (bueno, hielo en este caso). Comenzando con teclados sencillos, poco a poco se van adicionando otros sonidos y los consabidos coros, para desarrollar el ambiente sobre el que se desarrollará el resto del álbum. Cumple su cometido, y enlaza de forma muy natural y orgánica con “Dance Of The Axes”, (realmente “Of Ice And Stone” es más intro de este tema que del disco). Cuando entra la batería “ a todo trapo” y tras el consabido grito de guerra, se desarrolla un tema rápido y pegadizo que si bien en sus primeros segundos llega a emocionar, rápidamente pasa a ser algo genérico, aunque no está mal.
«The Great Feast Underground» es otro tema rápido y pegadizo, conducido por los terrenos de la tierra del folk gracias al imprescindible colchón de teclados hábilmente ejecutados por Federico Meranda. Las siguientes «Rock and Stone» y «To Be a Dwarf» son ciertamente enérgicas, y tienen un feeling un poco más cinematográfico, pero no presentan mayores alicientes. A «Rock and Stone» se le nota que está concebida pensando en repetir la fórmula de “Diggy Diggy Hole”. Si bien es un tema que está funcionando en directo, es bastante evidente que no llegará a la viralidad y al éxito de la citada versión, ya que es infinitamente menos inspirada.
La triada de temas que forman «Trollslayer», «Legacy of the Forge” y “Home of the Twilight” no merece mucha descripción. Correctas, pero terriblemente genéricas. Quizás la última brille un poco más en su estribillo y tramo final, pero poco más. El disco cierra con «No More Sorrow», que tiene un enfoque distinto a sus predecesores, más pesado, oscuro y melancólico. Aquí Francesco se viste de gala, y nos muestra un estilo vocal que aporta mucha más profundidad emocional que cualquier otro tema anterior, justificando plenamente el lugar de este tema como cierre del álbum.
Este cierre nos hace albergar esperanzas sobre un futuro discográfico mejor para Wind Rose, ya que por primera vez en el álbum vemos a una banda que quiere salirse algunos milímetros del cliché que han decidido explotar hasta la saciedad en Trollslayer. No tenemos claro si es un paso adelante o una mirada atrás (encajaría perfectamente en Warfront), pero nos aferraremos a este tema y seguiremos acudiendo a los directos de la banda a pasarlo en grande. Mientras, y ante los alarmantes signos de agotamiento de su mina (ya no hay piedras preciosas) les recomendaremos que prueben con la minería cielo abierto, ya que respirar aire fresco siempre viene bien de vez en cuando, y aclara las ideas.

«A stone can shine just like a diamond if you polish it right»
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