The Night Flight Orchestra + Tragedy
8 de febrero de 2025
Sala Wolf
Crónica: Jordi Tàrrega
Fotos: Marc Tomàs
Hace años, entrevistando al fallecido David Andersson, le pregunté si no tenía miedo que The Night Flight Orchestra llegase a eclipsar y crecer más que Soilwork. Él tenía claro que no, pero sabía que este proyecto lo tenía todo para elevarse sin parar, y así está siendo… Barcelona disfrutó de la visita de nuestra aerolínea favorita y facturaron nuestros corazones a pesar de que la sala Wolf no sea el sitio idóneo para poder disfrutar de un Jumbo como el que llevan. Pero Bóveda está cerrada, y mucho tenemos que agradecerle a la lobuna sala de la ciudad condal que se haya puesto las pilas y haya entrado en el circuito de conciertos una vez han desaparecido Rocksound, sala Bikini o Bóveda.
La cola para hacer el check in en la entrada era liviana, pero constante. Al igual que en los aeropuertos, no podías entrar líquidos. La entrada estuvo cercana al sold out y las columnas, un poco, hacen que la gente forme en línea y que te tengas que ir muy lejos hacia atrás para ver bien el concierto. Surtido merchandising con material de todo tipo y una chica vistiendo de azafata y encargándose del chiringuito. Vimos también a chicas vistiendo chaquetas de piloto, hecho que le dio al concierto mucho color. Y es que un show de The Night Flight Orchestra siempre te hace feliz.
Tragedy: parodia, muñecas hinchables y Bee Gees
Antes del vuelo nocturno hubo unos curiosos teloneros que amenizaron la espera en la terminal mezclando parodia con versiones. Debo decir que gustaron mucho a los presentes, pero no esperaba yo precisamente una banda de estas características antes de The Night Flight Orchestra. Desde New York y con un look glam atacó el grupo, con un tipo vestido de cruzado portando una sirena en la cabeza. Gimmicks que ya utilizaban los itálicos Nanowar hace 20 años. Tragedy tiran de la simpática mezcla de clásicos disco con estilo de heavy metal 80ero clásico. Y les funciona la cosa…
Algo que me gustó especialmente es que tocos cantan y se turnan, y el repertorio combina “The Final Countdown” de Europe, Bee Gees y ABBA con numeritos de vodevil en los que se escupen cerveza. Fue una fiesta potenciada por una interpretación de Grease en la que aparecieron un par de muñecas hinchables. Sandy y Danny Zuko bailaron en momentos muy de Gigatrón. El “Sweet Caroline” fue interpretada con doble bombo y la gente se lo pasaba en grande, pues combinar ABBA y Slayer siempre gusta. Algo que lleva haciendo Mambo Kurt desde hace más de 30 años, por cierto.
Y terminaron con opiniones encontradas con doble ración de Bee Gees, el grupo del que han tomado su logo y del que han utilizado la canción “Tragedy” para bautizarse. Siempre he defendido y defenderé a las bandas parodia y el reírse de un género tan poco avezado a los cambios como el metal, pero me gusta ver cosas nuevas y originales y Tragedy no estarían en mi top precisamente. Lo que sí está claro es que fue divertido y que un telonero tiene que amenizar el tiempo de espera hasta el grupo principal. Y en eso, cumplieron sobradamente.
The Night Flight Orchestra sigue volando a gran altura
El avión estaba en la pista e íbamos a despegar. Sonó el “ding dong” de cuando estás situándote en tu butaca, y el vuelo nocturno se elevó. Hasta ocho músicos en escena para dar vida y cuerpo a “Stratus” de su última obra. Qué gran disco han conseguido… pero vaya, como todos los que llevan. Björn “Speed” Strid es el gran puntal del grupo a las voces y la presencia de Sharlee D’Angelo al bajo, en medio del escenario, de verdad que lo llena todo. Empezamos con unos arreglos muy a lo Styx para luego seguir a velocidad de crucero hasta llegar a “California Morning”, de influencia mucho más KISS en su inicio. Sabores 70’s bajo luces amarillas y con la sala moviendo las manos.
Björn recordó que cuando estalló la crisis sanitara ellos tocaban en Barcelona por lo que siempre será una ciudad especial para ellos. “Shooting Velvet” puso la sala a botar. Excelente el percusionista y las dos coristas que siempre le dan un plus al directo. Strid va vestido como un oficial de vuelo de época, con esas gafas de sol, esos flecos, la capa plateada y el micro antiguo. Pasaron luego a una de las más queridas: “Divinyls” con ese inicio a sintetizador. Palmas y clase a borbotones a la vez que ponían a toda la sala a bailar. En “Domino” sobredosis de los teclados por parte de John Lönnmyr y cadencia hipnótica y sexy con el bajo de base.
“Cosmic Tide” y “This Boy Last Summer” se sucedieron y hubo ese tradicional brindis con cava de las azafatas. Hay que resaltar que la mezcla de sonido era realmente buena y se apreciaban los muchos detalles que puede conseguir un grupo de hasta ocho miembros en escena. Antes de “Paloma” hubo parlamentos por parte del líder y un recuerdo al enorme Davd Andersson. Qué gran canción… puramente ochentera y con trazas de que va para clásica. Aplaudimos a rabiar el “Satellite” y nos fuimos a los inicios del grupo con “Transmissions”. Excelente momento en un show especialmente completo y logrado. Había momentos en los que te llegan a recordar a los mejores Toto, lo cual es una barbaridad.
Quedaban las canciones más queridas por los fans y lo de “Burn for Me”, con la gente cantando la intro de la misma fue un momentazo de la noche. Cumplió especialmente bien el guitarrista Rasmus Ehrnborn y todo eclosionó con la maravillosa “White Jeans”. Personalmente creo que es la gran canción de la banda, con ese maravilloso trote caballuno y ese estribillo imbatible. “Way to Spend the Night” de su última obra se guardó para el tramo final y se organizó una conga en la platea. Anna y Åsa van ganando protagonismo antes del aterrizaje y se lo llevan de calle en el ya habitual cierre que es “West Ruth Ave”. Qué gran canción de alma 70era y coral con un Sebastian Forslund desatado en las congas.
El vuelo fue de hora y 45 minutos, la temperatura de la sala especialmente elevada y la tripulación salió feliz de viajar en una aerolínea que te eleva hasta lo más alto y hace que te olvides de todos los problemas y del mundo en general. Es un vuelo atemporal ya que los 70 y 80 te salpican y es como llevar a tu mente de vacaciones por un breve espacio de tiempo. Su show es mucho más poderoso en sala que en festivales y ya nos morimos de ganas de que vuelvan. The Night Flight Orchestra es una agrupación especial y única con unos musicazos de primera línea.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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