Rum, Sodomy & the Lash
5 de agosto de 1985
Stiff / MCA
El segundo disco de The Pogues fue una auténtica revolución, como ya lo fue antes el Red Roses for Me de 1984. Ellos no lo sabían, pero estaban creando un nuevo estilo musical mezclando el punk con las canciones irlandesas de toda la vida. La icónica portada está basada en pintura (obra maestra) del romanticismo “La balsa de los locos” de Théodore Géricault y el título es una cita de Churchill que dijo que, en la Marina británica, “todo era ron, sodomía y castigos”. El batería Andrew Ranken dijo que esa frase podía definir la vida que llevaba el grupo en las giras… Típico de los Pogues, que contaron con todo un Elvis Costello de productor para el disco.
Costello sólo iba a producir los singles “Sally McLennane” y “A Pair of Brown Eyes”, pero se quedó para todo el disco. Quedó fascinado por el uso y sonido de los instrumentos acústicos, algo que no se solía dar en los 80. En la fiesta de presentación lanzaron un periodista al agua y MacGowan perdió el bonito sombrero de Napoleón que gasta en las fotos de promoción. Sencillamente eso ya no apareció al día siguiente. Conciertos especiales con Costello en medio de la grabación y las locuras de MacGowan “puteando” a su productor y compañero artista amenizaron la grabación del disco.
El disco
El inmortal punteado de “The Sick Bed of Cuchulainn” abre los juegos con esa forma cantar tan desganada de Shane MacGowan. Y de la tristeza vamos a lo festivo, todo es una fiesta y el riff de acordeón de James Fearnley repuntado por el whistle de Spider y la percusión a contratiempo hace que todo sea una fiesta irlandesa que queda partida por esos versos tristes y narrados. Hay genialidad, y se respira en todo el disco. Temas directos y cortos a la vez que variados como ese medio tiempo titulado “The Old Main Drag”, de melodía evocadora y con Shane narrando-cantando a su manera sobre un chapero londinense. Canción que mece y que bebe de la Irlanda más mítica y tradicional, siempre con el punto punk que le imprimían The Pogues.
Y la instrumental “Wild Cats of Kilkenny” me parece que completa un inicio demoledor. Hay efectos de ecos varios y vuelven a hacer resplandecer la isla esmeralda y todo su misticismo unido a lo festivo. Es una maravilla los juegos y la variedad de instrumentos. Es curioso que a tanta gente le molestara en su día el éxito de estos forajidos borrachos, pero es que estaban ampliando el cancionero tradicional irlandés a base de pintas e insultos. Por mucho que los puristas les odiaran en su día, sabían que esto era espectacular… Rizando el rizo estaba la preciosa “I’m a Man You Don’t Meet Everyday” con la voz femenina de la bajista de Cait O’Riordan. Un lujo con unos arreglos tan sencillos como efectivos. Y todo les salía natural y fresco. Inmensa balada llena de emoción.
Y a partir de aquí hay que ponerse el babero, porque esto ya es historia de Irlanda y del folk, porque viene un trío de canciones absolutamente inmortales, empezando por “A Pair of Brown Eyes”… Canción de pinta en mano y decadencia, de veterano tullido en la Primera Guerra Mundial. Ese par de ojos marrones te tocan en lo más hondo y esta tonada ya es parte del cancionero tradicional irlandés más mítico. La compuso y la cantó un borracho desdentado fan a muerte del IRA, pero… es belleza pura de su isla. Y va seguida de la inmortal “Sally McLennane” himno tabernero por excelencia. La tocábamos con mi banda y la gente se volvía literalmente loca… Fiesta hecha carne y ronda de pintas sin descanso. Aquí los redobles de Andrew Ranken marcan, y el estribillo es sencillamente estelar.
Y la inmensa versión de Ewan MacColl “Dirty Old Town” es uno de los himnos no oficiales de su tierra que empieza con es armónica preciosa. Cuánto dice Shane en la letra y qué desidia a la hora de cantar… Lo puedes recordar con la copa en la mano y fumando, desaliñado. Pero la genialidad estaba más que patente. Himno decadente que sigue sonando, ya no en todo el mundo, es que en centenares de pubs irlandeses cada noche. El tramo instrumental con todo el arsenal de vientos y cuerdas es insuperable. En “Jesse James” nos vamos hacia lo festivo otra vez, pues es bailable. Aquí canta Spider, en una canción de taberna a la que imaginas en directo con una voz que diga: “¡Cambio de pareja!”. Buen complemento para el disco.
Ya es un tramo de disco algo menos inspirado, pero sin canciones flojas, y ejemplo de ello es “Navigator”. Banjo de base gentileza de Philip Chevron, letras empapadas en whisky y un estribillo especialmente infeccioso, especiado por la armónica. Una especie de himno evocador de amistad y fiesta en clave triste. Mismos ingredientes para “Billy’s Bones”, corta pero efectiva y con el espíritu irlandés en el 11. Spider juega con los whistles con maestría y clase en un tema 100% The Pogues. Y “Gentleman Soldier” posee ciertos aires de soldadería con el ritmo marcial de Andrew Ranken a la batería. La banda está especialmente teatral en las voces quedando todo como algo más experimental.
Obviamente hay que pararse en la versión de Eric Bogle “And the Band Played Waltzing Matilda”. Ocho minutos de gloria en la que el grupo demuestra que tenía la mano rota a la hora de meterse en covers ajenas. La hacen absolutamente suya, y la versión más conocida es precisamente esta, para horror de los más puristas. Hay un tramo “orquestado” en el que el grupo dota de vientos a la bonita tonada y en la que Shane MacGowan deja su sello personal. Es la más palpable demostración que un espíritu punk podía darse la mano con el cancionero tradicional irlandés. Y The Pogues no lo sabían… pero acababan de crear un género nuevo. Inmejorable final para un segundo disco.
Veredicto
El disco escaló hasta el número 13 de las listas inglesas y “A Pair of Brown Eyes” fue el hit, pero tampoco se vio traducido en unas posiciones altas en listas, sí en ventas. Para el despegue definitivo que los hizo un fenómeno global a nivel mundial debemos esperarnos a su siguiente paso discográfico, otra barbaridad. Pero Rum, Sodomy & the Lash demostró que la banda podía aportar nueva sabia al anquilosado cancionero irlandés tradicional y que les daba para subir el nivel y aportar un material que iba bastante más allá de lo que era un repertorio decente de pub.
Hay mucha variedad de canciones y pasamos del funeral a la fiesta, pasando por un spaghetti western y clásicos y versiones revitalizadas. Es música de borrachos para borrachos, pero hay mucha alma y duende, y nadie cantaba ni escribía como Shane, ni tenía la imagen de Shane ni tenía la actitud de Shane. Este hombre, si el alcohol lo permitía, iba para estrella. Su siguiente paso discográfico sería un EP maravilloso bajo el nombre de Poguetry in Motion y es un paso adelante hacia lo comercial, pero es que es exquisito. También decir que dejaron fuera la maravillosa “A Pistol for Paddy Garcia”, indicador de que estaban en un momento espectacular.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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