28 de junio de 2025
Complejo deportivo de Lavandeiras (Viveiro)
Organiza: Bring The Noise
Redactor: Dr. Reifstein
(ndr: en esta ocasión no hemos podido llevar fotografo/a acréditada, por lo que acompañamos la crónica con fotos proporcionadas por la organización)
El cuarto día del Resurrection Festival amaneció con un cielo nublado y una temperatura fresca, el regalo perfecto para disfrutar de una última jornada maratoniana de metal sin derretirse bajo el sol. Y vaya si se aprovechó: desde el caos energético de Aviana hasta el ritual final de Slipknot, el día fue una montaña rusa de emociones extremas.
Aunque nos fue imposible disfrutar de la escatología de Gutalax con sus inodoros portátiles, o del metalcore de Tetrarch, del estilo de los segundos si tuvimos una dosis potente por parte de Aviana. Su vocalista, Joel Holmqvist, demostró por qué es el alma indiscutible de la banda. Mientras el resto de miembros se escondían tras sus máscaras, él se lanzó al escenario como un vendaval, entregando una actuación vocal desgarrada y una energía contagiosa que mantuvo al público en constante ebullición.
El volumen del sonido, ciertamente alto, sacrificó algo de definición en las guitarras, pero a cambio creó una pared de ruido perfecta que incitó al público a montar un continuo Circle Pit que apenas dejó de girar, alimentado también por la conexión visceral con Holmqvist . Otro momento mágico llegó con la aparición de los Resukids, que ocuparon gran parte del escenario, siendo muy bien acogidos por la banda.
La caída de Crossfaith del cartel en medio de una gran polémica (nada que ver con la organización del festival), fue sustituida por los suecos Adept, aunque por mi parte opté por hacer un viaje al Desert Stage, en dónde Russian Circles demostraron ser maestros del paisaje sonoro, ofreciendo una clase magistral de música instrumental.
Su propuesta, una mezcla hipnótica de post-rock atmosférico y complejidad prog, se construye sobre una base rítmica inesperadamente protagonista (no todo van a ser guitarras en los mundos del post-rock). Además, Brian Cook (bajo) no paró de crear capas sonoras densas y envolventes (clave en el sonido del grupo), demostrando ser un multitarea incansable, alternando entre su bajo, pedales de efectos, sintetizadores y samplers, creando capas y más capas de sonido.
Los temas oscilaban entre lo sublime y lo abrasivo, alternando momentos de elevada contundencia con otros mucho más atmosféricos. En medio de estos contrastes, el público, una mezcla de fieles seguidores y recién llegados, alucinó en colores y quedó hipnotizado por la precisión milimétrica e intensidad emocional de su actuación.
Antes de ver a Slipknot (se respiraba la inminencia de su actuación en la atmósfera del festi), tuvimos la suerte de poder presenciar casi al completo la actuación de Walls Of Jericho. La banda liderada por Candace Kucsulain descargó su metalcore clásico como una avalancha, demostrando sin lugar a dudas por qué son una de las pioneras del género.
Y llegó el momento que todos esperaban con Slipknot. Usando como intro la conocida intro de El Coche Fantástico (no es la primera vez que la utilizan), el escenario se convirtió a continuación en una zona de guerra con “(sic)”, enlazada directamente con “People = Shit”, para el delirio del respetable. “Psychosocial” sonó como un terremoto, “Duality” unió a miles de voces en un grito colectivo, y el público respondió con un caos digno de Iowa.
Con alguna intervención por parte de Corey para reafirmar su amor por el festival, fueron cayendo los temas hasta llegar a un cierre que dejó un regusto extraño: la elección del tema final con “Scissors” dejó a la gente descolocada, y quizás a la despedida de la banda le faltó el “empaque” de lo que sin duda fue una noche importante para la historia del festival y de la banda. Destacar también la ausencia notable de Clown por problemas familiares, y el hecho de que fue la primera vez que pudimos ver la brutalidad y la técnica de Eloy Casagrande como batería de la banda.
Aprovechando que la mayoría de asistentes estaban en el Main Stage, la organización aprovechó para anunciar las fechas del próximo Resu (1-4 de julio de 2026), con el consabido despliegue pirotécnico. No obstante, aún quedaba tela que cortar, y nos desplazamos al Ritual Stage para contemplar el show de Zeal & Ardor, que se vió beneficiado de una alta afluencia de público para el que el festival aún no había acabado.
Y la lo creo que hicieron bien, y es que si hay una banda que rompe moldes en el metal actual, esos son Zeal & Ardor. La propuesta de Manuel Gagneux es tan original como arriesgada: una fusión explosiva de black metal abrasivo con espirituales afroamericanos, blues oscuro y electrónica industrial. El resultado es un metal de vanguardia que suena como una pesadilla soul hipnótica, a la par que intensa y desgarradora. Quizas sea una cuestión de gustos, pero estamos por poner esta actuación a la altura de la de Slipknot, aunque también es cierto que son propuestas musicales diametralmente opuestas, y la suerte está en poder disfrutar de las dos en el mismo espacio.
Como balance, podemos decir que fue sin duda un día para recordar y una prueba más de por qué este festival es una cita obligada. El clima ayudó, el público respondió y las bandas dejaron el alma en el escenario, quedando claro que cuando el Resurrection llama, el infierno responde.

If you turn to the light
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