O’Funk’illo la lía en el Salamandra con toda la peña “embrutessía” y cantando

O’Funk’illo

20 de diciembre de 2024

Salamandra

Organiza: HotPro

Crónica: Markceröck

Fotos: Markceröck

Los sevillanos O’Funk’illo han envejecido, como todos. Sin embargo, lo que no ha envejecido son sus canciones ni ese estilo tan único que los mantiene vivos en este viaje musical a través del tiempo. La Salamandra, emblemática sala de conciertos, se fue llenando poco a poco con un público fiel, compuesto por seguidores que, generación tras generación, han conectado con el espíritu y la energía de la banda. Este evento era mucho más que un simple concierto: era la celebración de un viaje de 25 años, desde los inicios de O’Funk’illo hasta su consolidación como uno de los grupos más emblemáticos del panorama musical español.

 

Antes de convertirse en los O’Funk’illo que conocemos, la banda experimentó con versiones de clásicos como Living Colour y Faith No More, bajo el nombre de Motherfunkers. En esa época, Pepe Bao al bajo y Andreas Lutz en la voz y rapeos, ambos fundadores y miembros clave de la formación, ya empezaban a construir los cimientos de lo que sería su sonido característico. Años después, ese estilo evolucionó hacia un concepto innovador, el «funky andaluz embrutessío», un término que captura la esencia mestiza y poderosa de su música.

 

La Salamandra se llenó de un público heterogéneo, desde heavies veteranos hasta oyentes más casuales. Aunque se esperaba una mayor presencia rockera, dada la contundencia de su última obra, quedó claro que el poder de convocatoria de O’Funk’illo sigue intacto. La conexión entre la banda y el público era palpable desde el primer momento.

 

 

El concierto arrancó con fuerza, como un estallido, con “Riñones al Jerez”, una pieza de funk metal cargada de energía. Pepe Bao se lució desde el primer segundo con un impresionante tapping de bajo, mientras la batería y la guitarra lanzaban un riff furioso. Andreas Lutz no tardó en animar al público, incitándolos a gritar con todo lo que tenían desde el primer acorde. Este inicio sentó el tono para una noche cargada de adrenalina.

 

Le siguieron temas emblemáticos como “O’Funk’illo Groove” y “El Mármol”, que mantuvieron el alto nivel de energía. Cada nota era ejecutada con precisión y fuerza, dejando claro que la banda sigue en plena forma. añadió un toque personal con su estilo macarra, su entrega total y su técnica impecable.

 

Un viaje por el universo O’Funk’illo eso es el repertorio que fue una auténtica montaña rusa de emociones y estilos. Con “El Tajo Busty”, la banda exploró un sonido más discotequero, al estilo de Jamiroquai, con un acompañamiento sólido en el teclado y la batería. El joven baterista, de apenas 19 años, fue una de las grandes sorpresas de la noche, mostrando una madurez y técnica que impresionaron incluso a los seguidores más exigentes.

 

 

El ambiente alcanzó su punto álgido con temas como “Arte un Waka”, una pieza que llevó al público a un frenesí total. Los fanáticos no pararon de cantar cada palabra de la letra, creando una atmósfera que mezclaba devoción y euforia. El ritmo funky de “Rulando” añadió un toque desenfadado, con un personaje disfrazado de alien de color verde que animaba y divertía al público, robándose el show en más de un momento.

 

“En el Campito”, una de las canciones más reproducidas de la banda en plataformas digitales, destacó por su virtuosismo instrumental. Pepe Bao ejecutó un solo de bajo magistral que, por momentos, recordó la sonoridad de una guitarra española, en un truco que suele deslumbrar en festivales de jazz. Con “Todo pa’ la Pachamama”, el concierto tomó un giro hacia el flamenco funk, fusionando wah-wahs de guitarra con palmas por bulerías y un break sorprendente en el que Andreas brilló con su interpretación vocal.

 

El público, que no paró de corear, vibró especialmente con “Nos Vamos Pal Kely”, donde Andreas, con una sonrisa de oreja a oreja, agradeció la energía de la sala, que cantaba con entusiasmo cada estrofa. La banda demostró su maestría en piezas como “Dinero en los Bolsillos”, donde la experiencia y el aplomo de los músicos se hicieron evidentes. Incluso en momentos de improvisación, la banda mantenía el control, mostrando su gran nivel técnico.

 

 

En “A Jierro”, O’Funk’illo desplegó su característico humor andaluz, fusionando géneros como el funk, la bossa nova y los metales de big band. Este tema, cargado de ironía y energía, incluyó referencias a la marihuana y la naturaleza, elementos que han sido parte de su identidad desde el principio.

 

“Fiesta, Siesta” trajo consigo uno de los momentos más festivos de la noche, mientras el bajo de Pepe Bao resonaba con sus inconfundibles diabluras. El público, ya completamente entregado, bailaba y cantaba sin descanso. En “En el Planeta Aseituna”, Pepe Bao volvió a brillar con un solo espectacular que bien justificaba el precio de la entrada.

 

El reggae llegó con “Mary Jane”, donde el tempo ralentizado invitaba a balancearse y dejarse llevar. “Al Rollo del Cogollo” fue otra muestra de su versatilidad, con la aparición sorpresa de Morti, quien añadió un toque especial a una ya de por sí animada velada.

 

 

Finalmente, cerraron con “Esso Cuenno”, un tema que convirtió la sala en un mar de manos alzadas. Andreas, jugando con el público, preguntó «¿cuántos somos?» y se aseguró de que todos estuvieran involucrados hasta el último momento. El gran final incluyó un Pepe Bao tomando una baqueta para golpear las cuerdas del bajo en una clase de virtuosismo que sólo él puede emanar más una vuelta más del extracto de “Riñones al Jerez”, enlazado con el coro de “Vaya morao”, un cierre perfecto para una noche funk inolvidable.

 

O’Funk’illo demostró una vez más por qué son un pilar del funk andaluz. Andreas Lutz, con su carisma y energía, sigue siendo el corazón de la banda, mientras Pepe Bao, con su inigualable virtuosismo, actúa como el motor que mantiene todo en marcha. Rodeados de músicos excepcionales, han sabido mantenerse fieles a su esencia y prometen regresar el próximo otoño, cargados de groove y éxitos listos para seguir haciendo historia.

 

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