Metallica – S&M: 25 años en la evolución de mardidar rock con música clásica (por Jordy Stanley)

23 de noviembre de 1999

Elektra / Vertigo

El uso de orquestas filarmónicas en el rock no es una novedad reciente, pero sí uno de los desafíos más ambiciosos que algunas de las bandas más icónicas del género han decidido afrontar. A lo largo de los años, formaciones como Scorpions y KISS han llevado la fusión de su música con una orquesta sinfónica a un nuevo nivel, ofreciendo espectáculos que resuenan tanto por su grandiosidad como por su delicadeza.

 

Scorpions, en su concierto del año 2000 junto a la Orquesta Filarmónica de Berlín, titulado Moment of Glory, mostró cómo los acordes del hard rock y las cuerdas clásicas podían unirse en una sinfonía de puro poderío. KISS, por su parte, llevó a cabo su proyecto KISS Symphony: Alive IV en 2003, donde su show explosivo se fusionó con la majestuosidad de una orquesta, que iba maquillada como los cuatro miembros. Estas colaboraciones no solo desafiaron las convenciones musicales, sino que también ofrecieron un espectáculo visual y auditivo único, uniendo generaciones y estilos de una manera asombrosa.

 

En esta misma línea, pero con un enfoque más visceral y agresivo, Metallica ya había lanzado en 1999 el álbum S&M, un proyecto ambicioso en el que la banda de thrash metal se unió a la Orquesta Sinfónica de San Francisco bajo la dirección del renombrado Michael Kamen. Este proyecto representó una audaz incursión de la banda en territorios que, hasta entonces, eran inexplorados en su carrera, al mezclar su poderosa maquinaria sonora con los arreglos sinfónicos que Kamen ideó para sus canciones. S&M, que significa “Symphony & Metallica”, fue mucho más que un simple concierto; fue una declaración artística que trascendió los límites entre el metal y la música clásica.

 

Los primeros pasos hacia “S&M”

 

La idea de unir una banda de metal con una orquesta no era completamente inédita, pero el enfoque que Metallica adoptó fue innovador en varios aspectos. Mientras que otros proyectos anteriores de bandas de rock con orquestas se limitaban a embellecer canciones con cuerdas o secciones de viento, Metallica fue mucho más allá, integrando la sinfonía como un elemento esencial en el ADN de sus composiciones. James Hetfield, en una entrevista con “Rolling Stone”, expresó:

 

“It wasn’t just, ‘Hey, let’s play our songs with an orchestra.’ It was about creating a new piece of art. It had to mean something more than just a gimmick.»“ (No solo se trataba de tocar nuestras canciones con una orquesta; queríamos crear una nueva obra de arte. Tenía que significar algo más que solo un truco).

 

Sin embargo, antes de que Metallica explorara esta vía, ya había varias bandas que habían intentado fusionar el rock con la música clásica, con resultados diversos. Una de las más influyentes en este sentido fue Deep Purple. En 1969, la banda británica realizó un concierto titulado Concerto for Group and Orchestra, en el que se unió a la Royal Philharmonic Orchestra bajo la dirección del compositor y director Malcolm Arnold. Este proyecto fue pionero, ya que intentaba ir más allá de los simples adornos sinfónicos, creando una verdadera obra en tres movimientos, donde la orquesta y la banda se enfrentaban y colaboraban a lo largo de la pieza. Aunque el álbum no alcanzó un éxito masivo, se le reconoce como uno de los primeros intentos serios de unir ambos géneros. Ritchie Blackmore, guitarrista de Deep Purple, expresó en una entrevista en Far Out Magazine:

 

«I was always drawn to classical music. I wanted to combine rock with it to create something different. The energy of rock with the discipline of classical composition was what fascinated me.» (Siempre me atrajo la música clásica. Quería combinar el rock con ella para crear algo diferente. La energía del rock con la disciplina de la composición clásica era lo que me fascinaba).

 

Otra banda que siguió el mismo camino fue The Moody Blues. Su álbum Days of Future Passed (1967), grabado junto a la London Festival Orchestra, es considerado una obra maestra del rock progresivo sinfónico. En este disco, las composiciones de la banda se mezclan con pasajes orquestales que no solo embellecen las canciones, sino que se integran de manera profunda en la narrativa del álbum. La canción «Nights in White Satin», con su épico final orquestal, es un claro ejemplo de cómo el rock y la música clásica pueden fusionarse para crear algo completamente nuevo.

 

Por su parte, Yes, una de las bandas más importantes del rock progresivo, también coqueteó con la idea de incluir arreglos orquestales en sus álbumes. Time and a Word (1970), su segundo disco, incluye una orquesta sinfónica que se utiliza para acentuar las complejas composiciones de la banda. Aunque la recepción crítica fue variada, el álbum demostró que la combinación de rock y música clásica era un campo fértil para la experimentación. Steve Howe, guitarrista de Yes, mencionó en una entrevista con “Guitar Player”:

 

«The orchestration allowed us to approach the music in a way that was more layered, more textured than ever before. It opened new doors for our sound.» (La orquestación nos permitió abordar la música de una manera más estratificada, más texturizada que nunca antes. Abrió nuevas puertas para nuestro sonido).

 

Incluso Pink Floyd, en su obra maestra The Wall (1979), incluyó arreglos orquestales en varias de sus canciones, siendo «Comfortably Numb» uno de los ejemplos más notorios. Si bien la banda no realizó un concierto con orquesta hasta 2016, los elementos sinfónicos estaban presentes en la estructura de sus canciones mucho antes. La colaboración entre Roger Waters y el productor Bob Ezrin permitió que se incorporaran estas influencias de manera más prominente en la composición.

 

Un repertorio de clásicos, reimaginados

 

Cuando Metallica lanzó S&M, estaba claro que no pretendían simplemente adornar sus canciones con elementos orquestales. El setlist estuvo compuesto en su mayoría por algunos de los temas más icónicos de la banda, como «Master of Puppets», «Enter Sandman» y «Nothing Else Matters», pero también incluyó dos canciones inéditas: «No Leaf Clover» y «−Human», escritas especialmente para la ocasión. La introducción de estos nuevos temas no fue casual, sino una forma de mostrar que la colaboración con la sinfónica no era un simple ejercicio nostálgico, sino un paso adelante en su evolución artística. Lars Ulrich, batería de la banda, mencionó en una entrevista para “Kerrang!” que la composición de estas canciones fue un proceso liberador:

 

«With ‘No Leaf Clover’ and ‘−Human’, we knew we could create something entirely new. We had the freedom to start from scratch with the orchestra in mind, and that gave us a completely different perspective.» (Con ‘No Leaf Clover’ y ‘−Human’, sabíamos que podíamos crear algo completamente nuevo. Teníamos la libertad de empezar desde cero pensando en la orquesta, y eso nos dio una perspectiva completamente diferente).

 

Las nuevas versiones de los clásicos de Metallica no se limitaron a ser meras reinterpretaciones. Canciones como «The Call of Ktulu», una pieza instrumental ya de por sí épica, cobraron nueva vida al ser interpretadas con la orquesta. La mezcla de cuerdas y vientos con los riffs pesados de guitarra proporcionó un dinamismo que, según Kirk Hammett, fue como ““discovering new layers of our own music”“ (descubrir nuevas capas de nuestra propia música). En esta entrevista con “Guitar World”, Hammett señaló:

 

«Hearing ‘Call of Ktulu’ with the symphony was like discovering new layers of the song. The orchestra brought out this apocalyptic grandeur that made it sound even more powerful.» (Escuchar ‘Call of Ktulu’ con la sinfónica fue como descubrir nuevas capas de la canción. La orquesta le otorgó una grandeza apocalíptica que la hizo sonar aún más poderosa).

 

La complejidad detrás del sonido

 

No obstante, llevar a cabo S&M no fue una tarea sencilla. La fusión de dos mundos tan diferentes como el thrash metal y la música sinfónica presentaba múltiples desafíos, tanto técnicos como creativos. Uno de los mayores problemas que enfrentaron fue cómo equilibrar el sonido. Metallica, conocida por su agresividad sónica, tuvo que encontrar la manera de coexistir con una orquesta sin ahogar su presencia. Hetfield recordó en una conversación cómo algunas de las primeras sesiones fueron problemáticas:

 

«At first, we couldn’t find the balance. The orchestra sounded too soft compared to us, and we didn’t want to tone down our sound.» (Al principio, no encontrábamos el equilibrio. La orquesta sonaba demasiado suave en comparación con nosotros, y no queríamos suavizar nuestro equilibrio).

 

Michael Kamen también habló sobre las dificultades de adaptar los arreglos orquestales a la energía de Metallica. En una entrevista con “Billboard”, mencionó:

 

«The hardest part was getting the orchestra to understand the essence of metal. They were used to playing much more structured pieces, but metal has a different flow, a chaotic energy that had to be channeled, not controlled.» (Lo más difícil fue lograr que los músicos de la sinfónica entendieran la esencia del metal. Estaban acostumbrados a tocar piezas mucho más estructuradas, pero el metal tiene una energía casi caótica que debía ser canalizada, no controlada).

 

El legado de S&M

 

El impacto de S&M fue inmediato y duradero. Tanto el álbum como el DVD del concierto fueron un éxito rotundo, alcanzando la certificación de multiplatino en varios países. Pero más allá de las cifras, el proyecto demostró que el metal podía trascender sus propios límites y fusionarse con otros géneros sin perder su esencia. Lars Ulrich reflexionó años después en una entrevista con “NME”:

 

«For us, S&M was proof that we could take our music to places we never imagined. It was a moment of growth and maturity for the band.» (Para nosotros, “S&M” fue una prueba de que podíamos llevar nuestra música a lugares que ni siquiera imaginábamos. Fue un momento de crecimiento y madurez para la banda).

 

En 2019, para celebrar el 20º aniversario de S&M, Metallica volvió a unir fuerzas con la Orquesta Sinfónica de San Francisco para una serie de conciertos conmemorativos, bajo el nombre de S&M2. Estos conciertos no solo reafirmaron la vigencia de aquel ambicioso proyecto, sino que también consolidaron el estatus de Metallica como una de las bandas más innovadoras y audaces de la historia del rock.

El álbum S&M sigue siendo, hasta el día de hoy, un hito en la historia del rock y del metal, una prueba irrefutable de que, cuando se combinan el genio artístico y la audacia creativa, no existen límites para lo que se puede lograr.

 

El concierto en vivo y su lanzamiento

 

El concierto que dio vida al álbum S&M tuvo lugar los días 21 y 22 de abril de 1999 en el Teatro de la Ópera de Berkeley, en San Francisco, un lugar emblemático que aportó la atmósfera majestuosa necesaria para una fusión de tales dimensiones. En ambas noches, Metallica tocó junto a la Orquesta Sinfónica de San Francisco, bajo la batuta de Michael Kamen, en un escenario donde se entrelazaron la potencia del thrash metal y la elegancia sinfónica. La energía que se vivió en esos conciertos fue capturada y lanzada al mercado el 23 de noviembre de 1999 en formato físico, tanto en CD como en DVD, permitiendo a los fans experimentar la magnitud de ese evento histórico desde sus hogares. Este lanzamiento no solo marcó un hito en la carrera de Metallica, sino que también se convirtió en uno de los proyectos más icónicos y ambiciosos de la historia del metal.

 

Mandatory Credit: Photo by George Nikitin/AP/Shutterstock (6498686a)
METALLICA KAMEN Members of the heavy metal band Metallica stand with composer Michael Kamen, center, during a news conference in San Francisco, . The heavy metal group known for the head-banging hit «Enter Sandman,» and Kamen, who has been nominated for nine Grammys and two Academy Awards, announced their collaboration with the San Francisco Symphony for two performances in April. From left are James Hetfield, Kirk Hammett, Kamen, Lars Ulrich and Jason Newsted
METALLICA SYMPHONY, SAN FRANCISCO, USA

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