Y seguimos el verano rescatando viejas fotos que nos llevan a viejos recuerdos y viejas vivencias. Hoy recordaremos a los ya olvidados y desaparecidos Lost Horizon, una banda sueca que nos alegró la vida durante unos cuatro años, de 2001 a 2004 y en los que sacaron un par de discos muy buenos y nos visitaron hasta dos veces. En Barcelona tocaron seguro en el Mephisto (hoy en día Boveda) y en un Nit de Reis, pero nunca tuvieron suerte alguna.
Eran una especie de mix entre el power metal dominante de la época, pero también con una cercanía evidente a Manowar. Una de sus grandes características de directo es que vestían capas en directo y pintaban su piel con colores, quedando todo como unos super-héroes más creíbles que Metalium. Empezaron con Joacim Cans de HammerFall como vocalista y tuvieron en sus filas a otros miembros de la banda sueca, pero finalmente consiguieron una formación (nunca estable) comandada por un enorme vocalista como era Daniel Heiman.
El grupo antes se llamaba Highlander, y cuando decidieron grabar un disco especialmente épico, cambian de nombre y aprovechan las demos de su anterior banda. El grupo se puso unos nombres ficticios que representaban sus personalidades. El lema del grupo era que el mundo iba hacia un lugar equivocado y que debíamos luchar para cambiar las cosas.
Sus dos discos valen mucho la pena, y en el primero, Awakening the World, hay un estilo que recuerda especialmente a Runnnig Wild. El segundo no mejor, pero es otro discazo bajo el nombre de “A Flame to the Ground Beneath”. Les recuerdo dos temazos tremendos: “World Through My Faithless Eyes” y “Heart of Storm”. Y bueno… el baile en la formación fue constante y perdían un guitarra, cuando conseguían otro se iba el batería o el autocar en el que viajaban daba dos vueltas de campana. Cuando se fue el vocalista intentaron buscar otro, pero perdieron la fe. La gracia es que les cacé también en foto en un Wacken en el que tocaron en la carpa.
Os dejamos la crónica del concierto en Barcelona de la época con un set reducido y con un bis que fue una canción ya tocada anteriormente porque el baterista nuevo o había tenido tiempo de aprenderse más canciones… Una lástima, porque podían haber sido muy grandes.
Tras decepcionar a muchos fans en el concierto de la Nit de Reis, los guerreros suecos volvían a tierras españolas para saldar su deuda. Con apenas media entrada y el hándicap de tocar sin su baterista titular —ausente debido a un reciente accidente de tráfico con dos vueltas de campana incluidas— había ciertas dudas sobre el resultado.
Para colmo, las informaciones que llegaban de su concierto en Euskadi no eran muy alentadoras: apenas 60 minutos de actuación, ya que el nuevo batería, Mat, no había tenido tiempo suficiente para aprender más temas. Aun así, cumplió con creces su cometido, aunque modificó algunos breaks y se mostró muy concentrado en que todo funcionara. Antes de comenzar, incluso pasó unos diez minutos revisando minuciosamente la configuración de su kit.
Tras la intro de rigor, el sexteto apareció con sus características pinturas de guerra y una actitud arrolladora. En los primeros compases, el sonido daba excesivo protagonismo al teclado, perjudicando la excepcional voz de Ethereal Magnanimus, que titubeó levemente en la inicial Pure. Fue un espejismo: el calvo de la capa posee una de las gargantas más privilegiadas de la escena.
Denial of Fate nos hizo revivir su magnífico disco debut, verdadero protagonista de la noche. El público estaba entregado desde el primer momento e incluso se vieron pancartas en las primeras filas. World Through My Fateless Eyes sonó algo deslucida, pero a partir de Perfect Warrior el grupo alcanzó un altísimo nivel gracias a un sonido casi perfecto.
El reducido espacio del escenario no impidió que Ethereal hiciera revolotear su capa y realizara sus habituales idas y venidas. En algún momento incluso se enganchó con el mástil de sus guitarristas. Los coros inundaron la sala y Welcome Back sonó tan poderosa como en estudio. Trascendental Protagonist y compañía recordaron a aquella banda que arrasó el Party Stage de Wacken 2001. Qué diferencia con el cúmulo de despropósitos de la Nit de Reis…
Los coros, sin embargo, fueron quizá el punto flojo de la noche. Again the Fire Will Burn fue la segunda y última entrega de su más reciente A Flame to the Ground Beneath. La despedida provisional llegó con su ya clásico Sworn in the Metal Wind.
El regalo inesperado fue una potente versión de Red Sharks, de los infravalorados Crimson Glory. Se agradece que bandas como Lost Horizon rescaten joyas olvidadas para las nuevas generaciones.
Antes de los bises, la organización explicó el porqué del set tan reducido, con el lesionado Preternatural Transmogrifayer (batería titular) presente y animando al público desde el escenario con su collarín. Con un improvisado “ovacionómetro” se eligieron como temas finales Welcome Back, Sworn in the Metal Wind y Pure. Si no hay más repertorio… ¡toca repetir!
En resumen: excepcional concierto de los guerreros suecos. Compactos, brillantes y con actitud. Pese a los problemas que mermaron al grupo, supieron reponerse y, en lugar de cancelar la gira, se lanzaron al ruedo con determinación. El futuro les sonríe y los coloca como una de las bandas más prometedoras de un estilo tan saturado como el power metal actual. No han inventado nada, y sus pinturas, capas, letras y seudónimos pueden provocar sonrisas, pero su directo es aplastante.
Quien los criticó en la Nit de Reis debería haberse pasado por la sala Mephisto: seguro que cambiaba de opinión.
Una vez terminado el concierto, quedan algunas dudas:
- ¿Por qué ocho fechas en España?
- ¿Por qué Mat no se pintó con las pinturas de guerra?
- ¿Por qué enseñarle todo el primer disco y solo dos canciones del segundo, que era el que “teóricamente” presentaban?
- Y, sobretodo… ¿cómo es posible que no tocaran su himno Heart of Storm?

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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