Leyendas del Rock 2025 (Día 2): Bosques, trincheras, Irlanda y Japón: El eclecticismo toma el festival

Leyendas del Rock 2025

7 de agosto de 2025 – Parque Polideportivo de Villena – Villena

Sufriendo y Gozando

Fotos: Javier Paredes «Walls»

Crónica: Equipo Stairway to Rock: Irene Kilmister, Yúbal Fernández, Yolanda Sabater, Tamara Ruíz y Jordi Tàrrega

 

Lépoka: goliardos a 40 grados

Jueves por la mañana en Villena, solazo, café en vena y… ¡folk metal acústico para desayunar! Así arrancó una nueva jornada del Leyendas del Rock con Lèpoka tomando la Plaza Mayor por asalto, en un almuerzo festivo donde no faltaron los clásicos barriles de cerveza como escenografía y un público entregado desde el primer acorde. Con “Dios Está Borracho” como carta de presentación, los de Castellón dejaron claro que el horario no iba a frenar la fiesta.

 

Bajo sombreros, paraguas y miradas curiosas desde los balcones, el público saltaba sin tregua al ritmo de temas como “La Nit és Nostra”, que sonó como en casa, o himnos ya imprescindibles como “Goliardos”. Dani, siempre cercano, aprovechó para recordar las próximas fechas de fin de gira en Madrid y Barcelona, pero Villena vivía el presente con intensidad.

 

 

¿Seguimos o no? preguntaba el grupo, y la respuesta fue un rotundo sí, con “Seguimos en Pie” desatando una locura colectiva que incluyó una plaza entera agachada y luego saltando al unísono. ¡Y eran apenas las doce del mediodía! Con “Esta Noche Yo Controlo”, el tono festivo se mantuvo, aunque alguno ya dudaba de su promesa para más tarde… El cierre llegó con una media plaza remando al ritmo de “Contra Viento y Marea”, demostrando que no hay mejor forma de comenzar el día en el Leyendas que con música, brindis y espíritu goliardo.

 

Segunda jornada de un Leyendas del Rock marcada por el calor y la valentía de la organización para optar por un día sin nombres rutilantes y sí por jóvenes valores, nuevas tendencias y estilos dispares, de Japón a Irlanda, pasando por la frondosidad de los bosques misteriosos, las trincheras en tierra de nadie en la Primera Guerra Mundial o representantes patrios. Un día para descubrir bandas y talento.

 

Imminence convence con su elegancia y su teatralidad

La segunda jornada del Leyendas comenzaba en los escenarios principales con Imminence, una muy interesante propuesta que le añade al metal moderno un toque clásico, ya que su vocalista Eddie Berg también toca el violín. De negro, tapados hasta arriba e incluso con chaquetas largas salieron al escenario con un sol de justicia, y con el público intentando acercarse para estar a la sombra y siendo regados por un miembro del crew del Leyendas y su Kärcher. Ya desde el principio pudimos ver la tónica, con la dramática voz rota de Berg haciendo guturales y voces limpias, y de vez en cuando tocando también el violín, lo que le da al sonido de la banda una marcada y distinguible personalidad y magia especial, tanto que a su particular metalcore muchos le han bautizado como «violincore».

 

Hay que decir que son una banda digna de ver, con muy buena música y con un notable extra de teatralidad en sus movimientos. Entre los componentes también destaco especialmente el guitarrista Harald Barret, en esos momentos tan teatrales en los que sacaba el arco de un cello y se ponía a tocar con él la guitarra. Es algo digno de ver y que da un efecto muy especial, aunque básicamente lo que conseguía con ello era distorsión. A mi parecer, el sonido no era del todo bueno, el bombo de la batería sonaba muy por encima de todos los demás instrumentos y había momentos en los que su sonido se comía a todos los demás. La banda también usaban unos fondos pregrabados que en algunas ocasiones incluían pistas de violín, y sin desmerecer su magnífica actuación, había veces en las que eso le quitaba algo de efectividad a cuando Berg lo tocaba él mismo.

 

Aun así, el día del Leyendas no pudo empezar con mejor pie, abriendo boca con «Temptation», y con momentos álgidos como ese en «God Fearing Man» en el que la guitarra tocada con un arco se une al violín, y crean un breakdown hipnotico y espectacular, o una «Death Shall Have No Dominion» en la que Berg parece poseído contorsionándose hacia atrás de una manera imposible.

 

 

Headon prende la mecha del New Rock en el segundo día del Leyendas

La primera hora de la tarde en el segundo día del Leyendas del Rock arrancó fuerte con Headon abriendo el escenario New Rock. Los murcianos salieron con todo desde el primer minuto, desplegando un directo contundente, con tintes modernos y una producción bien trabajada que no dejó lugar a dudas: están en pleno crecimiento y saben cómo hacerse notar. Sin duda, el sonido, algo habitual en este escenario de Leyendas, no fue, ni mucho de lejos, excelente.

 

 

El punto más inesperado —y aplaudido— del show fue su atrevida reinterpretación de “Fiesta Pagana” de Mägo de Oz. Lejos de replicar la original, la banda le dio un giro electrónico y cargado con unas bases de death metal agresivo que sorprendió a propios y extraños, transformando el clásico en algo completamente distinto pero igual de coreable. Una jugada valiente que terminó siendo uno de los momentos más celebrados del arranque del día.

 

 

En lo vocal, su frontman no pasó desapercibido: potencia, garra y una voz rasgada que inevitablemente trajo a la memoria a un joven Leo Jiménez en plena forma. Sin imitar, pero con esa misma esencia salvaje y carismática que engancha, con esos agudos inigualables y una voz que en las partes melodicas en como miel en los labios.

 

Headon dejó claro que no están para rellenar horarios, sino para ganarse cada minuto sobre las tablas. Una descarga intensa que encendió el New Rock con sello propio.

The Halo Effect: El concierto del día

La banda no requiere de grandes presentaciones: sus integrantes provienen de los míticos In Flames, y cuentan con la voz inconfundible de Mikael Stanne (Dark Tranquillity) al frente. Con apenas dos álbumes publicados —el segundo, editado este mismo año—, han logrado consolidar una base de seguidores cada vez más sólida. No sorprende, por tanto, que su actuación fuera una de las más multitudinarias del día.

 

El escenario se vestía con un gran telón con el escudo y el nombre de The Halo Effect, anticipando lo que sería una descarga demoledora. Daniel Svensson fue el primero en aparecer en escena a la batería, seguido por el resto de la banda, listos para arrasar.

 

Mikael Stanne, con su experiencia y carisma, conectó de inmediato con el público. Su energía desbordante y su impecable técnica vocal —que sigue sorprendiendo concierto tras concierto— hicieron que el público se entregara desde el primer momento.

 

Comenzaron con “Detonate” y continuaron con “Days of the Lost”, extraído de su primer álbum homónimo. El repertorio incluyó temas como “The Needless End”, “Between” o “Gateways”. Tras este último, Stanne presentó a Patrik Jensen, quien cubre las giras como guitarrista en sustitución de Jesper Strömblad. Aun así, la mayor parte de los solos recayó sobre Niclas Engelin, que se lució a lo largo del show.

 

 

La compenetración entre los miembros es evidente: no solo ofrecen una actuación sólida a nivel musical, sino también visual, moviéndose por el escenario, interactuando entre ellos y con el público constantemente. En la recta final sonó “Cruel Perception”, de su nuevo disco, y cerraron —como era de esperar— con “Shadowminds”, un tema que ya se ha convertido en himno y broche habitual de sus conciertos.

 

Aunque su recorrido aún es breve, todos sabemos del bagaje que hay detrás. Ya la primera vez que los vi se me hizo corto, y esta segunda vez no ha sido diferente: una actuación intensa, que deja con ganas de más. Si logran compaginar este proyecto con los otros en los que están involucrados, no hay duda de que darán el salto definitivo. Y quienes ya los seguimos, estaremos dispuestos a acompañarlos donde sea necesario.

 

 

Hanabie: enérgico colorido para la apuesta más original desde Japón

Hanabie era una de las bandas que más curiosidad despertaban en su retorno al Leyendas. Esa peculiar combinación de jóvenes japonesas vestidas de una manera histriónica y excesivamente colorida, y una combinación de voces kawaii con guturales con las voces rotas en su peculiar y enérgico nu metalcore. Su música, de hecho, tiene tantas fusiopnes como sus vestimentas, con toques electrónicos, punk, hardcore, y metalcore. En momentos parecía que estaban haciendo muchas cosas a la vez, pero el resultado era totalmente hipnótico.

 

Pero lo mejor de Hanabie es cuando pasa un rato y ya empiezas a fijarte en algo más que el colorido para encontrarte con un cuarteto que derrocha talento. La cantante Yukina en todo momento supo manejar al público con su mezcla de inocencia y brutalidad, haciendo moshpits y moviéndose de un lado para otro mientras la guitarrista Matsuri acompañaba con voces limpias. Pero siendo honestos, las integrantes que nos dejaron a casi todos totalmente impresionados fueron Hettsu y Chika, bajista y batería, tocando con maestría y moviéndose con mucha actitud. Al final, lo que parecía una apuesta bizarra y arriesgada por parte del Leyendas se convirtió en una divertidísima y convincente actuación.

 

 

April Art: los grandes ganadores de la jornada

April Art fueron los grandes ganadores de la segunda jornada de este Leyendas del 2025, y posiblemente acaben apareciendo en el Top 3 de actuaciones de casi todos los que tuvimos la suerte de ir a verlos. La mejor manera de describir la manera tan arrolladora en la que el cuarteto alemán se llevó a todos de calle es que 10 minutos antes de empezar a tocar la pista del escenario New Rock estaba vacía, y cuando terminaron estaba totalmente llena con todo el público aplaudiendo y coreando un «ooeee oe oe oeeee». Es difícil escribir esto sin parecer un exagerado, sobre todo si digo que cuando preguntaron cuántos éramos los que les veíamos por primera vez, el 95% de los asistentes levantamos la mano.

 

La gran culpa de todo esto la tiene su vocalista, Lisa-Marie Watz, que si esto fuera una partida de rol podríamos decir que tiene un +20 de carisma. Fue la gran protagonista de la noche, y no solo por su enérgica actitud y su buen hacer como frontwoman manejando al público, sino también con la mejor voz de lo que llevamos de festival. Una voz rasgada con muchísima potencia y personalidad que nos empezó a meter a todos dentro desde los primeros temas, acompañada también por el arrollador sonido de la banda, que fueron uno de los que mejor han sonado en un escenario en el que precisamente es el sonido el gran handicap al que suelen tener que enfrentarse las bandas.

 

Hubo un momento entre temas a principio de la actuación que fue en el que Watz se metió a todos en el bolsillo, diciendo que en Alemania es costumbre que si alguien se pone a beber cerveza en el escenario todos griten. La gente rugió, y ella provocó diciendo que ese grito tan flojo era más bien para beber agua. El segundo grito de los asistentes retumbó, y ya desde entonces todo fue sobre ruedas. Hubo de todo, desde globos rojos en el público hasta un wall of death en el que la vocalista se subió a hombros de un asistente y se quedó en el centro cuando ambas partes colisionaron. Todo esto aliñado con un hard rock enérgico, potente e impecable. Un auténtico sobresaliente para una actuación que tardaré de olvidar por parte de un grupo al que le voy a empezar a seguir la pista de cerca.

 

Miracle of Sound: vikingos irlandeses para todos los públicos

Interesantísima propuesta la del señor Gavin Dunne, procedente de Cork, la ciudad del eterno Rory Gallagher. Miracle of Sound es un nombre magnificiente para un buen proyecto de raíces irlandesas. Podríamos entrar a debatir si sus compartiotas Cruachan merecerían estar en ese escenario grande y no Dunne, pero sería una pataleta estéril. La Irlanda mítica y suave, a la vez que accesible, asomó en piezas como “Wake the White Wolf” y “Grainne Mahol”, con letras en gaélico. Estaban especialmente motivados pues acababan de tocar en Wacken, todo un empujón a su carrera.

 

El grupo está formado por cinco componentes, destacando la chica que está en los teclados y que se animó a cantar con voz solista. Y todo ese rollito ancestral y mítico de “Ode to the Fury” convence, con acercamientos a Wardruna y a Heilung. Y hay momentos en los que el grupo suena especialmente metálicos como en “Road Rage” o como en “Whatever Comes Our Way”, con ciertos aires Amoprhis. Brindis de hermandad en “Skal” y fiesta en “Beneath the Black Flag”. Aquí hay ambientes marineros e incluso acercamientos a Santiano, cosa que no está nada mal.

 

El gran momento fue el “Valhalla Calling” con juegos de coros y toda la épica habida y por haber. Interesante proyecto que parece que gustó especialmente a los presentes y que, desde su accesibilidad, deja claro que toda la saga de la serie “Vikingos” ha supuesto un crecimiento exponencial de estos sonidos. Wardruna ya son cabezas de cartel de festivales y Miracle of Sound ahondan en esta tendencia con aires todavía más accesibles incluso.

 

 

Seven Spires: una gran voz maltratada por un mal sonido

Seven Spires es otra de esas joyas ocultas que nos traía el Leyendas en este 2025, una joven banda estadounidense de metal sinfónico capitaneada por la vocalista de Adrienne Cowan, conocida en Europa por haber sido esa corista de Avantasia en la última gira que cada vez que se ponía a cantar se comía con patatas a todos los cantantes que hubiese en el escenario. No es una banda que entre a la primera, porque a veces da sensación de que saben hacer muchísimas cosas pero intentan hacerlas todas siempre en todas las canciones, pero había mucha expectación, con un lugar lleno por mucha de la gente que venía a refugiarse de Heilung buscando guitarras y electricidad.

 

Y lamentablemente, se estrellaron de bruces con el sonido del escenario New Rock. Las voces no se escuchaban, todos los instrumentos parecían sonar tan altos que todo sonaba emborronado y muy poco nítido. La gente disfruto, los fans de la banda coreaban el nombre de la formación una y otra vez, pero la verdad es que el sonido empaño bastante el conjunto de la actuacion, restándole una gran parte del dramatismo que caracteriza a su música.

 

Pese a que no se la escuchase muy bien, Adrienne igualmente deleito con un magnifico despliegue brutal, con unos guturales muy dramaticos aunque algo apagados por el sonido, y unas voces limpias potentes que sí que se escuchaban sin problemas. Hubo temazos como «Architect of Creation» o su espectacularísima «Love’s Souvenir», pero al final el sonido era tan malo que 15 minutos antes de terminar una parte de los asistentes empezaba a irse. Una lástima, de verdad que es una banda que se merecía más. Solo espero que el año que viene puedan volver a territorio español para reivindicarse como se merecen.

 

 

Kanonenfieber, asaltando trincheras hacia la gloria

Muchas ganas había de ver a los Kanonenfieber de Noise, único miembro de una banda realmente especial, que fue más que capaz de demostrar que su propuesta es tan única como original, a pesar de que se te van a venir Rammstein a la cabeza a las primeras de cambio. Estéticamente van con cascos alemanes de la Primera Guerra Mundial o de la época de Bismark y cantan y tocan en las trincheras, entre humo y fuego. “Menschenmüle” y “Sturmtrupp” cayeron entre fuego y metralla, con fogonazos traseros y con los enigmáticos miembros del grupo tras sus máscaras negras.

 

 

No les puedes ver las caras, algo así como un homenaje al solado desconocido y a los héroes-mártires que son arrojados a la lucha y a su muerte. “Der Fusilier” en sus dos partes mostró a una banda muy compacta, con esa característica voz gutural en alemán, que, obviamente, te conecta con sus compatriotas de Rammstein. Impresiona que un grupo tan relativamente nuevo sea capaz de ofrecer un espectáculo de gran formato y de tantas prestaciones. El disco Die Urkatastrophe fue el que vertebró la hora larga de batalla sin cuartel.

 

Lo hímnico de “Waffenbrüder” impactó, pero para un servidor el gran tema del combo es “Der Maluwurf”, con toda esa ampulosidad y ese corte hímnico, muy de la escuela Til Lindemann. Dramatismo exacerbado y puntos teatrales. Y me pareció muy original ese sonido del sonar en la canción “Kampf und Strum”, recreando el ambiente del submarino. Gran final en los bises y momentos de majestuosidad y épica con momentos narrados y esas hileras de bombillas rojas combinando con un escenario bélico y fantasmal. Hay muchas bandas similares, muchas otras que hablan de batallas, pero… Kanonenfieber poseen una propuesta única.

 

 

Charlotte Wessels encandila con su dulzura y una voz sobresaliente

La noche del escenario New Rock la cerraba Charlotte Wessels, ex cantante de Delain que venía a presentar su disco en solitario. Ya desde el inicio, que fue 5 minutos tardes por algunos problemas técnicos, notabas que el sonido no iba a acompañar, aunque a mitad de concierto, tras cambiar de micrófono, reajustar el volumen de los instrumentos y tras un par de cortes y problemas con las guitarras todo mejoró bastante. Una lástima, sin embargo, que el sonido que tuvimos al final no acompañase desde el principio con temas como «Chasing Sunsets» o «Dopamine», porque la cantante holandesa llegaba con muy buen material de temas desde el principio.

 

 

Su encantadora mezcla de timidez y dulzura conquistaron a los integrantes, y también su excelente voz. El setlist era variado como su excelentísimo disco, que reseñamos hace unos meses, y fuimos testigos de todo un despliegue bucal con bonitas y potentes voces limpias pero también algunos guturales. Pese a venir con el nombre de Charlotte y ser un trabajo en solitario, la cantante también venía con unos excelentes músicos, entre los que destacaba notablemente el guitarrista Timo Somers, que también viene de Delain, pero que tiene una dilatada carrera en la que destaca haber trabajado con el maestro Arjen Lucassen en los conciertos en directo de Ayreon y en proyectos como Supersonic Revolution. Su manera de tocar y sus solos llenos de virtuosismo sumaron con notoriedad al conjunto de la actuación.

 

Al final, tuvimos un concierto magnífico con momentos mágicos como «Crying Room» y ese solo de guitarra seguido de Timo y Charlotte, apoyando la cabeza el uno en el otro mientras él tocaba y ella cantaba, o la sobresaliente «The Exorcísm» para terminar con potencia, teatralidad y mucho dramatismo musical. Qué buen sabor de boca nos quedó.

 

 


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