Cine Rockero: «Jóvenes ocultos»

Jóvenes ocultos

Director: Joel Schumacher

Productora: Warner Bros

Año: 1987

Siempre que nuestros amigos de Lex Lüger sacan un disco, me gusta zambullirme en la fuente de inspiración que centra sus inquietudes, que acostumbra a ser una película de terror. Si “Creepshow” fue la anterior, ahora le tocaba el turno a “Jóvenes ocultos” de Joel Schumacher, una peli de vampiros que infestan la zona de Santa Carla y en la que el director de la película les da un tratamiento de rock stars más que de vampiros clásicos.

 

En mi adolescencia ‘Jóvenes ocultos’ fue una película de referencia, tanto por la estética como por la temática vampírica” (Lycia Blood)

 

Tras una separación, la madre de Sam y Michael Emerson se muda a la soleada California en busca de estabilidad y trabajo y en casa de su peculiar padre. Las imágenes de la llegada a la ciudad con esas atracciones ochenteras y ese look entre decadente y luminoso, acompañado de grandes canciones rockeras, dotan a la película de un algo especial. Y mientras el mayor Michael callejea y se mete en malas compañías, su hermano Sam conoce a dos chavales que llevan una tienda de cómics ochentera, que es una tapadera para luchar contra los vampiros de la ciudad.

 

Una banda de cuatro moteros rockeros impone su ley en las calles de noche y la bellísima Estrella seduce a un Michael que cae en sus redes. El icónico David (Kiefer Sutherland) se pica con el protagonista en una carrera de motos en la que demuestra su valía y recibe un brebaje como premio. “¿Hasta dónde quieres llegar Michael?”, una de las grandes frases de la película junto a “¿Es fácil encontrar trabajo en Santa Carla? – Sólo si es de forma ilegal”. Hay homenajes evidentes a Morrison y a The Doors y la trama paralela con los dos cazavampiros torpes torpedeando la cita de la madre con su pretendiente-jefe, son especialmente recordados.

 

Jóvenes ocultos’ es una de esas películas que te marca en la infancia y fluye como la sangre” (Lex Lüger)

 

También la escena musical de la playa con el saxo salvaje de Tim Capello, esa cueva en la que habitan los vampiros o el momento en el que Michael empieza a sentir que es un infectado y que el vampirismo crece en su cuerpo. El perro del hermano tiene un papel clave y el final, con sus efectos especiales de la época, la película está a la altura. Pura diversión ochentera repleta de clichés de esa era y que es un reflejo de una forma de hacer cine para todos los públicos que se estilaba en los 80. Hay películas similares, pero esta tiene su algo sin ser lo mejor de Schumacher.

 


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