Walls of Jericho
18 de noviembre de 1985
Noise Records
El mítico Walls of Jericho es uno de esos discos fundamentales y que a pesar de que todavía no es el sonido por el que Helloween terminarían siendo reconocidos mundialmente, es que marca un estilo, una leyenda y casi que “otro grupo”. Esto es speed metal por vena influenciado por los primeros Accept y las sonoridades del otro lado del charco, como podría ser el Kill ‘Em All de Metallica o bandas hermanas como Warrant (Alemania) que tanto gustaban a Kai Hansen en la época.
“Me ofrecieron el puesto de vocalista, pero no me gustaba es disco. Yo estaba en mi banda del colegio” (Michael Kiske)
Antes habían grabado un EP con canciones más míticas y añoradas que no de una calidad rotunda, pero “Victim of Fate” y “Starlight” ya apuntaban a que esto iba a ser algo realmente importante. Ni Ralf Scheepers ni Michael Kiske habían querido ser los cantantes del grupo, así que tenemos que tener claro que hasta cierto punto fue un accidente que Kai Hansen fuera el vocalista de este inmenso álbum. A veces la historia posee estos preciosos giros de guion y aquí ganamos a un vocalista diferente y especial, pero si hablamos de compositores… el pelirrojo y Michael Weikath se llevan la palma. Son soberbios.
“Recuerdo que todos los viernes por la tarde iba al colegio y allí había un celador. Él siempre nos abría la puerta y podíamos entrar a ensayar. Y una noche apareció Markus y dijo: “Estamos buscando un cantante. El guitarrista ya no quiere cantar más porque se queda sin voz después de cuatro días seguidos. Así que necesitamos a alguien como tú.” Y me dio la demo de Walls of Jericho. No me gustó. Era demasiado thrash, demasiado punk para mi gusto. Yo escuchaba otro tipo de bandas, estaba metido en Maiden, Priest, todo lo que hiciera Dio, Queensrÿche… pero siempre cosas con voz melódica, más del estilo clásico”. (Michael Kiske)
El disco
Las trompetas de Jericó nos dan la bienvenida con ese “Happy happy Helloween” que los años se irá asentando como cántico del grupo. Y suenan las trompetas con orquestaciones modestas hasta que caen los muros y se hace historia viva del heavy metal. Kai Hansen demuestra que es un compositor, vocalista y guitarrista excepcional con un tema speed metal a tope. Las líneas de bajo de Markus Grosskopf son una delicia y un hecho diferencial. Aquí está la fórmula de verso + puente + estribillo que sublimarán, pero es que este tema ya de por sí merece un reportaje. Sólo añadiré una cosa. La línea melódica del puente es de villancico. Obra maestra.
“Reptile” es un lagarto arrastrándose con más melodía de la que parece. El bajo hace muchas diabluras, pero la batería de Ingo es precisa y rápida a pesar de que la producción es la que es. Es un corte muy metalero con sonidos y velocidades Accept y las guitarras dobladas vuelven a dar muestras de que miman los solos de una forma especialmente creativa y que consiguen que sean coreables incluso. Rematan con ese “uuuh uuuh uuuh” final que le da al tema aires de directo. Luego está “Guardians” que suena a Riot. Otra gran canción primeriza, cruda, pero musicalmente rica. Las guitarras echan chispas y Kai, sin tener una voz privilegiada, encaja a la perfección con el sonido propuesto. También hay un estribillo especialmente melódico que marca camino futuro.
“Cuando grabamos el Walls of Jericho de Helloween y salimos de gira andábamos buscando a un cantante pues en esos días yo estaba mucho más interesado en ser un guitarrista al uso. Yo no soy ese tipo de cantante-frontman que luego termina en alguna cama después del concierto, yo soy más de irme a tomar cervezas, y bueno, no es que sea lo mejor para la voz como te puedes imaginar (risas)”. (Kai Hansen)
Ya en “Phantoms of Death”, y sin bajar pulsaciones, añaden un teclado de fondo en momentos en un corte que parece beber de Metallica y más concretamente del Kill ‘Em All. Tiempos marcados, mala leche y ya con interludios largos de guitarra en los que Weiki y Hansen dan rienda suelta a sus posibilidades, ya exquisitas. Hay ese momento en el que Thin Lizzy y Maiden se dan la mano a altísimas revoluciones. “Metal Invaders” es una cabalgada metalera bastante básica con un estribillo cantarín al que Hansen llega de puntillas, pero por temas como este ves que el grupo tenía claro que necesitaban a otro tipo de cantante.
“La verdad es que le ofrecimos a Ralf Scheepers que fuera el cantante de Helloween, pero nos dijo que no. Él quería seguir en Tyrant Pace y no le gustaba especialmente el Walls of Jericho. Posteriormente se arrepintió de eso (risas)”. (Kai Hansen)
“How Many Tears” es otra de las grandes barbaridades del disco. Otro tema perfecto con una letra excelsa y con una potencia y clarividad que tira de espaldas. Estamos ya en la génesis de los Helloween de los Keepers. Doble bombo a destajo y un Hansen que rasga su voz al final de las frases dando ese toque diferencial. Musicalmente hay un nivel tremendo y es una lástima que no fuera grabada con Scheepers o Kiske, pero tanto da, porque es una de las cimas vocales de Kai. Anticipa un mundo sónico venidero y los momentos de solo de guitarras son una sobrada enorme. Los señores de Noise Records vieron aquí las infinitas posibilidades de las calabazas de Hamburgo. Los temas largos de Helloween tienen aquí la piedra roseta. Y ese arranque con las guitarras dibujando la melodía del estribillo…
“Gorgar” es un ejercicio de heavy metal puro y duro de la época con las tragaperras como fondo de la letra y concepto. Es especialmente Accept, muy hímnica y las guitarras son especialmente Wolf Hoffman. La gracia es que hay un interludio dramático, algo forzado, pero funcional, como funcionales son los coros. Es todo tan Accept que incluyen el “Hall of the Mountain King” de Edward Krieg. Y otra de las fundamentales es “Heavy Metal (Is the Law)”, con ese tratamiento de directo, con falso público gritando y con un Hansen que se sale en lo vocal. Nadie puede cantar este himno como él. El momento en que se queda solo cantando y la banda se une es de lo mejor del disco.
“Walls of Jericho era demasiado thrash para mí. Ahora me gusta más, pero en aquel entonces no me gustaba mucho. Así que no les devolví la llamada para decir que sí. Pero luego Weiki me llamó unas semanas después y me dijo: “Sí, pero hemos escrito algunas canciones para tu voz. ¿Por qué no te pasas por el ensayo?” Y ya tenían algunas canciones clave escritas para los discos Keeper. Puede que fueran partes de “Keeper of the Seven Keys”, tal vez “March of Time”, no lo recuerdo exactamente”.
Veredicto
El legado de Walls of Jericho es tan grande que en 2007 en Wacken Stormwarrior hicieron un set especial con Kai Hansen cantando las canciones de esa era o los mismos Helloween han tenido hasta esta gira un medley de canciones de los Helloween de 1985. Actualmente sólo tocan “Ride the Sky” y “Heavy Metal (Is the Law)”, y muy probablemente sean las más fundamentales. Pero para un fan de los de Hamburgo hay aquí temas para bucear y babear. Definitivamente el bajo de Grosskopf es el otro elemento diferencial, pues hace virguerías que son casi de guitarras aparte de ser especialmente imaginativo.
Walls of Jericho es un poco es como esos primeros discos de Scorpions con Uli Jon Roth de líder, que son gloriosos, pero que distan mucho de lo que terminarán siendo conocidos los de Hannover y que casi te parecen como de otra banda. Este disco junto al EP y posteriormente el “Judas” son justo esa etapa antes de los Keepers. Luego se convence a Michael Kiske y la banda despegara siendo más melódica y con un sonido propio apto para todos los públicos. Pero esto es una caverna y un producto modesto a nivel técnico. ¡Incluso salieron casetes en la época en los que la primera cara sonaba un disco de Celtic Frost por errores de edición!


Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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