Hamlet descarga en Castellón demostrando que están en plena forma y les queda cuerda para rato

Hamlet

29 de noviembre – Salatal Club – Castellón de la Plana

El Garaje Producciones

Crónica y fotos: Yúbal Fernández

 

Con una dilatada carrera que iniciaron en el ya lejano 1987, Hamlet sigue girando por nuestro país presentando su disco «Inmortal» lanzado en este 2025. Una de las paradas de esta nueva gira ha sido en Castellón, donde el pasado 29 de noviembre descargaron en la Salatal. Durante toda su carrera, esta ha sido una banda que ha ido variando y experimentando con diferentes estilos de metal extremo, desde el Nu Metal hasta el Groove o Hardcore, y todo ello lograron demostrarlo en este directo, donde además de hacer un amplio repaso por su discográfica tocaron varios palos diferentes.

 

A título personal, he de decir que son una banda que siempre ha estado fuera de mi radar, aunque siempre he oído hablar de ellos, por lo que fui al concierto sin saber muy bien lo que me iba a encontrar. Y lo que me encontré fue un grupo muy serio y muy, MUY en forma. Uno puede pensar que cuando vas a ver una quinteto de los ochenta ya estarán algo cascados por el paso del tiempo, pero cada uno de los miembros rindió a muy buen nivel, pero quien más sobresalía fue el cantante J. Molly, que no paró de moverse de un lado al otro del escenario en todo momento, y dejó un amplísimo repertorio vocal.

 

El bolo empezó con bastante puntualidad, y ya en los primeros minutos vimos que Hamlet había venido a jugar en serio. Pura energía desde los primeros temas, abriendo con «Limítate» y «Queda mucho por hacer», de su disco homónimo del 2002. Son temas menos conocidos, pero suficientes para comenzar a encender a los asistentes. El sonido también les acompañó, con mucha potencia y todos los instrumentos sonando bastante bien. La única pega estaba en el micrófono, que quizá por la distorsión que llevaba hacía que la voz sonara bastante poco nítida, y que no se entendieran bien las letras de la mayoría de canciones. Pero más allá de eso, todo se escuchaba bien, sobre todo el bajo, que sonaba brutal.

 

 

La sala estaba bastante llena, aunque sin haber llegado al sold out. Eso hizo que, sobre todo en los primeros compases mientras los asistentes aún estaban fríos, hubiese un poco de hueco entre el escenario y las primeras filas. Pero el vocalista de la banda conseguía transmitir tanto que, sin necesidad de pedirle nada a nadie, fue haciendo que todos se acercasen, y enseguida estaban todos adelante saltando y dándolo todo. Porque los asistentes se movían, se contagiaban de la energía y la electricidad del grupo, y a mita de concierto ya empezaron los primeros moshpit.

 

Otra cosa a resaltar en la actuación es que Hamlet iba a saco desde el principio. Enlazaba una canción tras otra, y apenas pararon 3 o 4 veces para coger un poco de aire y hacer alguna presentación. Pero cuando llevas tantos años no hace falta presentar mucho, casi todo son himnos. Una de las ventajas de esta manera de afrontar el bolo fue que, al no perder el tiempo en palabrerías, lo aprovechaban todo para tocar. Esto se nota en el amplio setlist de 20 temas que sonaron en algo más de hora y media de tiempo.

 

En el ecuador del show, cuando ya la gente se estaba desatando más y ya estaba arriba del todo, llegó «Denuncio a Dios», un pepinazo que todos cantaron y corearon. Cuando la terminaron ya se habían ganado a los asistentes, que gritaron «Hamlet, Hamlet» en el pequeño descanso antes de seguir adelante. Fue entonces cuando J. Molly le agradeció a todos los asistentes su presencia. Siguieron entonces con «El Gran Teatro», donde el vocalista demostró que la edad es sólo un número con un buen repertorio de guturales y rugidos.

 

 

El concierto siguió, y la intensidad no paró. Todos los músicos lo daban todo, moviéndose de un lado a otro, sobre todo el vocalista, que no paraba en todo momento. Con «Egoísmo» demostraron que podían ser muy rápidos y potentes, con mucho más bombo y pegada, y «Tu Medicina» tuvo un buen momento en el que todos los músicos hicieron una especie de corro, como si estuvieran en el local de ensayo. La enlazaron con J.F. o «Jodido Facha», con unos potentes riffs panteriles y un estribillo que toda la sala cantó a pleno pulmón.

 

Hubo entonces un pequeño descanso en el que los músicos se retiraron, pero a los pocos minutos volvieron para ofrecernos tres bises. Como no podía ser de otra manera, el último de ellos fue «Irracional», un himno que algunos asistentes llevaban ya media hora pidiendo, y que fue el perfecto punto final para una noche de pura energía. Al final, todos aplaudieron, y todo fueron caras felices. Por mi parte, sin haber sido nunca un seguidor de la formación y tras haber ido sin expectativas, ni buenas no malas, diré que salí muy positivamente sorprendido. Fue un concierto brutal, con pura energía y en el que todos los asistentes lo dieron todo. La química entre banda y seguidores fue total, y Hamlet demostró que les queda cuerda para muchos años más.

 


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