Entrevistas históricas: Txus de Mägo de Oz para Batería Total en 2002: ‘La única bandera en la que creo son las bragas de una mujer’

Tras 27 años de singladura como periodista de heavy metal considero que las cosas deben de volver al garaje de donde salieron. Esta web nació como una especie de engendro en el que pueda reunir todo y todos los que han sido parte del camino en este hobby musical. Y sí, con 22 años ya estaba de redactor jefe en Batería Total y aposté por algo que para muchos fue visto como una aberración: entrevistar y poner en nuestras páginas al criticado Txus de Mägo de Oz (en esos tiempos ni se llamaba Txus Di Fellatio).

 

Recuerdo que fue un número durillo en el que teníamos a Neil Peart de Rush, entrevistamos servidor y don Sergi Ramos a Marky Ramone en el Magic de Barcelona y estaba la entrevista de Txus. Tocaba decidir portada y yo es que no podía ni elegir entre os tres, pues todos daban muchísimo juego. Neil Peart fue portada en ese número y guardamos a Marky para el siguiente número, pues las entrevistas eran todas realmente buenas.

 

Recuerdo las palabras de mi director Joan Sanmartí como si fuera hoy: “¿Me estás diciendo que si ponemos a Txus se va a liar y tendremos más ventas?”. El caso es que Mägo de Oz acompañaban a Doro en la presentación de su club de fans hispano y tocaban en la Mephisto. No pude ir yo y al final la entrevista la hizo el enorme Ricard Franch (mi guitarrista en la banda Kronosfear) con muchas preguntas elaboradas por un servidor. Otro grande, Jordi Vidal, estuvo a las fotos pues en esos días disponíamos de grandes medios. Atención a sus fotos pues me parecen históricas.

 

Aposté por Txus y no me equivoqué a pesar de todos los haters que en esos tiempos directamente lo odiaban con toda su alma. Hay otra entrevista histórica de enorme valor… pero ya os la ofreceremos cuando toque. Disfruten, fans, trolls y haters varios.

 

 

El triunfo de Mägo de Oz es ya evidente y rotundo: giras maratonianas, festivales por Europa, una escenografía de lujo, Los 40, discos de platino, nuevo álbum en perspectiva… ¿Por qué de repente esta gran popularidad de un grupo español de heavy metal? Txus, su batería y líder, nos habla de sus sensaciones ante el actual momento de la banda, así como de la doble cara del éxito.

 

Sabéis que habéis llegado muy alto para ser una banda de heavy, ya que en el panorama nacional no estamos demasiado acostumbrados a ello. ¿Te esperabas encontrarte en este nivel cuando empezaste con la banda?

No, la verdad es que no, y creo que cualquier músico que empiece con la pretensión de llegar alto es mejor que lo deje, porque la música tiene que salir de dentro. Todos los trabajos que conllevan algo artístico, como la pintura, la literatura o cualquier labor que requiera una expresión del alma, tienen que salir de las entrañas, así que no puedes estar pensando en el éxito sino sólo en hacer canciones y estar a gusto.

 

Evidentemente, también tiene que haber un factor de ambición, de querer llegar a algo, pero nunca podía esperar toda esta locura. Además, yo creo que si se lo preguntas a cualquier músico famoso te dirá lo mismo; de hecho, me parecería una estupidez que un chaval de quince años se comprara un set de batería con la idea de ser famoso. Lo que debería hacer es aprender a tocar el instrumento, a disfrutar con él y crecer como persona, porque todo esto es muy relativo.

 

Quizá dentro de unos años yo no seré nadie o habré dejado la música y tendré un quiosco de palomitas, pero lo que te vas a llevar es todo lo que hayas crecido como persona y todo el mundo a quien hayas podido conocer. Lo de la fama es una gilipollez, sobre todo en un negocio tan falso y jorobado como éste.

 

¿Te has encontrado con mucha miseria en esta esfera de éxito en la que os movéis actualmente?

Sí, pero es que la miseria suele vivir en las capas altas, mientras que en las capas bajas hay ilusión. Sobre todo, he visto la miseria de la gente que no se preocupa de ser persona y que basa su vida en un traje de fama o de ventas, y cuando ese traje se rompe o se queda viejo ves que dentro no hay nada.

 

Es un mundo muy hipócrita; la música es negocio, y a los niveles en que estamos ahora mismo pues imagínate… Independientemente de que la adore y de que la necesite para vivir, yo estoy en la música porque es mi forma de trabajo. Pero, aunque veas cosas feas en el negocio, la música sigue siendo lo más bonito del mundo.

 

¿Estáis sufriendo muchas presiones ahora que estáis tan arriba?

Sí, todo este entorno te condiciona, porque un grupo famoso como Mägo de Oz siempre está en el punto de mira. Venimos del heavy metal, que es un mundo muy encorsetado, y hemos abierto un camino en campos como Los 40 Principales y otros medios de comunicación, lo cual quizá ha causado una gran sorpresa entre los fans.

 

Y sí que estamos presionados, porque tenemos que hacer cada disco y cada gira mejor que el anterior, pero yo creo que eso te hace sacar lo mejor de ti. Yo me imagino que un jugador del Barça no puede jugar sin presión, la necesita; cuando el Barça o el Madrid van a jugar contra un equipo de tercera, se relajan. Lo que también creo es que la presión te la tienes que poner tú mismo y mantener un cierto grado de independencia.

 

Pero para serte sincero, a veces te dejas condicionar por cosas externas, y te equivocas porque evidentemente eres humano. Ten en cuenta que un compositor, porque yo soy compositor aparte de instrumentista, es receptivo a todo lo que le rodea, así que el entorno algo tiene que condicionarte.

 

La presión también os está llegando por parte de algunos de vuestros fans, que reniegan de vosotros ante el momento actual de la banda. Sin embargo, en el caso de Mägo de Oz no se puede achacar esa actitud a un cambio de estilo o de sonido…

No, es cuestión de la incultura musical, de la envidia y de la imbecilidad de muchísima gente del heavy. Y te lo dice un heavy que ha crecido escuchando heavy, pero esa actitud parte de un complejo de víctima muy grande: somos un gueto y el que se salga, malo. Por ejemplo, cuando sacamos “Finisterra”, la primera semana vendimos 1.000 copias; de repente al año ya eran 50.000, al año y tres meses 100.000, y no es que fuera un disco comercial, porque eso no lo hace un grupo, lo hace la gente.

 

El público es quien pone de moda a Manu Chao, por ejemplo, que es lo menos comercial que se puede escuchar, tanto por las letras como por la música. En este caso, el propio término «comercial» es estúpido, porque en realidad el heavy metal es una música muy comercial. Todo está muy estereotipado: la melenita, la pirotecnia, etcétera… estamos vendiendo un producto. Y al principio sí que me dolían todas esas críticas, pero que ahora me digan que nos hemos vendido y que porque somos un grupo famoso y salimos en televisión no merecemos su respeto, pues te digo con todas las letras que me come la polla, porque me parece una estupidez.

 

Es como si la revista para la que trabajas consiguiera distribución mundial. Entonces, ¿qué pasa, ya no es buena? La música es cultura y arte, y el deber de una persona que hace música y cultura es llegar a cuanta más gente mejor. Tú imagínate que un cuadro impresionista sólo lo puedan ver los amantes del impresionismo, eso sería una estupidez. Al revés, una persona que no tenga nada que ver con el cubismo y vea un cuadro cubista puede decir, coño, pues no está mal.

 

Esa es una gran lacra que tiene el mundo heavy, que se queja de que defiende la libertad y en realidad hay mucho fascista y mucho cerrado. Yo soy heavy, y nuestro público es muy bueno con nosotros, pero hay un sector de este entorno que es bastante jodido.

 

En cuanto a lo de las melenas y la venta del producto… ¿realmente os creéis vuestra propia imagen o no es más que una estrategia de marketing?

Yo sí me creo todo esto porque es lo que he visto desde pequeñito, y ahora está hablando el fan que hay en mí. A lo mejor dentro de tres giras te diré «tío, estoy harto, pero esto es lo que quieren«. Ahora no es así: por ejemplo, nuestro flautista viene del mundo del folk y jamás le diríamos que se deje el pelo largo y se ponga tachuelas, porque él es como es, y si algo bueno tiene Mägo de Oz es que, aunque seamos gente que venimos del hard rock, tenemos una personalidad que es nuestra; no hay que sentirse payaso.

 

Nosotros llevamos toda nuestra escenografía porque creemos en ella. Y cuesta un dinero: para nosotros sería muy fácil salir con dos guitarras y ya está, pero no lo hacemos. Y en realidad no lo hago por los fans, lo hago por mí. Cuando veía las giras de Alice Cooper, Kiss o Maiden pensaba: “¡Dios mío!, y ahora que puedo hacer algo parecido, pues lo hago”. Y lo hago por mí. De hecho, la escenografía del cementerio surgió porque para mí lo más heavy del mundo es que el escenario sea un cementerio, y no he parado hasta que lo he conseguido.

 

Luego hay otras cosas… por ejemplo, yo salgo a tocar con una falda escocesa, y ahí sí que soy prisionero. Yo ya no me la pondría, pero fue una gracia que hice para una gira y ya no me la puedo quitar. Estoy un poco como Angus Young, me dicen «no te la quites, que es el sello del grupo«. Y ahí te soy honesto: así como la escenografía sí me la creo, lo de la falda no. Pienso que no hay que disfrazarse: yo voy a comprar el pan así, como voy vestido, pero no con falda escocesa, soy un poquito más sencillo.

 

 

¿Qué llevas debajo de la falda?

Nada de nada. Auténtico total. Además, los escoceses lo tienen como pecado, llevarla con algo debajo.

 

No hay muchos grupos en que el líder sea el batería. En tu caso, ¿cómo compones los temas? ¿Por qué crees que esto no está reservado a cantantes o guitarristas?

Bueno, está claro que dentro del instrumento yo toco un instrumento, pero lo veo como un aporte para la canción. La parte técnica de la batería me parece muy importante, pero yo tengo una visión más global, es decir, cuando compongo no pienso en mi batería. Ese es el error de muchos instrumentistas, que cuando componen piensan en su instrumento, en su guitarra, y lo que una canción debe tener es una melodía bonita, una voz interesante y decir algo.

 

Yo pienso en la batería como un instrumento que puede ser nostálgico, agresivo… muchas cosas. La utilizo para darle un matiz a la canción. No me preocupa el hacer tresillos o seisillos: observo la canción, y si no requiere arreglos, pues no los meto. Por ejemplo, mira la batería de AC/DC: si pusieras una batería de Dream Theater en una canción de AC/DC, el resultado perdería bastante alma y esencia. La técnica te permite llegar hasta donde quieres, es el vehículo por el que un instrumentista tiene que transmitir algo, pero no lo es todo en la música y en la batería todavía menos, porque es un instrumento en el cual la gente sólo oye los golpes del corazón.

 

Lo que hay que buscar, aparte de conocer y estudiar tu instrumento, claro, es que la canción sea buena, no que la batería sea buena. Por ejemplo, hablando de técnica, yo nunca utilizo doble bombo, ni doble pedal. Sólo toco con rebote, porque, aunque el doble bombo está bien, a veces hay baterías que son prisioneros de él, y su sonido puede llegar a ser cargante. Hay grandes baterías como Nicko McBrain que no utilizan doble bombo, y realmente no es una de las cosas que más me interesan. Prefiero llevar ocho toms, por ejemplo.

 

Con un enfoque tan global, ¿qué te atrajo de la batería en particular?

Bueno, yo soy vocalista frustrado. A mí me hubiera gustado ser cantante, pero no tengo voz para ello. En segundo lugar, la batería me encanta como instrumento, y creo que un batería tiene que nacer. También me gusta mucho la labor oscura del batería, el hecho de dirigir desde la parte de atrás. Y me parece un instrumento súper sensual, súper agresivo y súper vistoso a la vez… precioso.

 

¿Tienes formación académica o eres autodidacta?

Yo estudié en el Rockservatorio, una academia que montó Hermes Calabria, el batería de Barón Rojo, pero la verdad es que he aprendido sobre todo de escuchar discos, así que soy más autodidacta que otra cosa. He escuchado sobre todo a Cozy Powell, es mi batería favorito. También me encanta el primer batería conocido de Iron Maiden, o Phil Collins. Pero ya te digo, el que más me gustaba era Cozy Powell, porque tenía una pegada enorme. Me parecía más contundente que técnico, y yo soy más de ese tipo de instrumentista. Creo que hay que darle fuerte a la batería, es mi visión.

 

¿Nunca has tocado otros estilos fuera del rock?

Hombre, yo creo que si algo tenemos en Mägo de Oz es que hacemos de todo. Tenemos música celta, un charlestón en Jesús de Chamberí… Con Mägo de Oz intento tocar todas las vertientes del género, hacemos canciones rock y las fusionamos con otros estilos.

 

¿Qué batería tocas actualmente?

Ahora mismo tengo contrato con la Master Custom de Pearl. Llevo un bombo profundo de 24″ x 18″, ocho toms de: 8″, 10″, 12″, 13″, 14″, 16″, y luego un 17″ flotante con un 18″ de base. Y utilizo platos Sabian porque también soy endorser de la compañía. Por otro lado, para grabar y para tocar en mi casa utilizo una Yamaha DTXpress. Es una maravilla, y se la recomiendo a cualquiera que quiera estudiar en casa, porque si algún problema tenemos los baterías es justamente ese.

 

Un guitarrista puede estudiar con cascos, pero un batería no, y un instrumento electrónico está muy bien para practicar e incluso para grabar discos, porque evitas toda la suciedad de los micros. En la época de los Simmons octogonales los sonidos estaban muy mal conseguidos, pero hoy en día… Escucha «Whole Lotta Love», en nuestra versión del tributo a Zeppelin, está grabada con la Yamaha. Y tiene unos registros perfectos, no la distingues de una batería real. Lo que las electrónicas quizá no consiguen es la calidad y la espontaneidad de los platos, que al final siempre tienen que ser acústicos.

 

¿Así que has utilizado la batería electrónica en los discos de Mägo de Oz?

Sí, Finisterra está grabado con electrónica y como te decía, «Whole Lotta Love» también, porque el sonido queda muy limpio sin el soplido de los micros. Además, tiene una dinámica muy buena, y puedes elegir entre 125 cajas: si quiero sonido Maple voy y se lo pongo. También tiene todo tipo de percusiones: djembé, bodhran… Se la recomiendo a cualquiera que quiera investigar con los sonidos de batería.

 

Últimamente habéis sido noticia por la suspensión de vuestra gira mexicana. ¿Qué ocurrió realmente con el señor Jorge Agonizante?

Lo que pasó, para no alargarnos mucho, es que Mägo de Oz salió a hacer una gira por México con toda la escenografía que hacíamos en España y Europa, y no se cumplió ningún contrato. No había posibilidad de montar tarimas, ni explosiones, ni nada de nada. Entonces hicimos dos conciertos esperando que aquellas pésimas condiciones mejoraran, y al llegar el tercero, que fue en la capital de México, dijimos que no íbamos a tocar.

 

No es que suspendiéramos la gira, sino que no tocaríamos aquel día. Entonces nos amenazaron, nos mandaron a la policía y nos dijeron que iríamos a la cárcel si no tocábamos. Y claro, ante las amenazas… Mägo de Oz es un grupo que puede tocar por ilusión o por compromiso contractual, pero por miedo no tocamos, así que cogimos el avión y volvimos a casa. Y el tal Jorge Agonizante es un promotor que hace de corresponsal de varios medios de comunicación de música y también trabajaba como promotor de aquella gira, con lo cual la ética profesional no existe. Es como si alguien hace una crítica de nuestro concierto y dice «estuvo estupendo«. Intentaremos volver a México el año que viene, evidentemente con otros promotores.

Se ha creado mucha polémica con esta historia, nos acusaron de que nos habíamos ido sin pagar el hotel y otras cosas estúpidas. Comprenderás, dieciocho personas no bajan y dicen «voy a por tabaco, ahora vuelvo«. Y luego dijeron que habíamos hecho comentarios racistas, pero eso no tiene nada que ver con nosotros, porque amamos México. De hecho, el próximo disco, que sacamos en marzo, se llamará Gaia y es la historia de la colonización española de América vista por los indígenas, así que de racistas nada. Y aparte de eso, nuestro cantante es boliviano. Ya ves.

 

 

 

Al margen de esta historia, ¿os sentís maltratados por la prensa?

Sí, sobre todo por la prensa española y por los medios en general. Ahora te encuentras con que Elton John está enrollado con Hansi Kürsch de Blind Guardian y piensas: «Basta de Manowar«. No irás a publicar eso sin contrastar la noticia, ¿no? Si hablas de un grupo español, con más motivo. Llámame a mí y contrasta la noticia. Pero, en fin, Mägo de Oz vende mucho, así que todo el mundo está pendiente de nosotros. «Se separan, no sé qué…» Si eres masoquista, vendes. Pero bueno, este es el tipo de presión al que tenemos que estar acostumbrados.

 

Hablemos más sobre este nuevo disco que vais a sacar. ¿Será otro álbum conceptual?

Sí, desde la primera ópera rock que hicimos, Jesús de Chamberí, veo todos los discos como películas. Esta vez es la historia de la colonización española en América. Yo creo que está bien que los españoles nos demos cuenta de las burradas que hemos hecho, que son muchas. Es cierto que todo esto lo hubiéramos hecho en otra época y que los contextos habrían sido diferentes, pero no puede ser que un pueblo sea colonizado en nombre de otro, sea por una religión o por cualquier otra razón.

 

Lo que hacen ahora los yanquis y nos da tanta rabia, lo hemos hecho nosotros, y mucho. Yo creo que Latinoamérica tiene unos lazos con España que no la dejan crecer, tiene un complejo de inferioridad respecto a la madre patria. ¡Qué pollas!, si les hemos sacado todo el oro. Necesitamos revisar todo lo que hemos hecho para no cometer los mismos errores. Será un disco doble, como Finisterra, y en una onda más hard rock que heavy metal, más al estilo de Rainbow.

 

¿Mantendréis vuestra tendencia a la música celta?

Sí, seguiremos con ella, porque si no, ¿qué hago con Mohamed y Fernando? (risas). Hemos reformulado un poco nuestro estilo porque aparte del folk de siempre también hay mucha música clásica, y mucho folk no solo música irlandesa, rusa… cosas que a lo mejor no tienen mucho que ver. Pero yo creo que cuando un grupo intenta reinventarse acaba por perder el norte y la identidad.

Es decir, sería estúpido hacer una «Fiesta pagana 2», sería antinatural, pero yo no veo por qué cambiar. AC/DC siempre hace el mismo tipo de música, y los Stones, y Maiden. Evidentemente hay que evolucionar, cambiar un poco; quizá en los nuevos temas hay más piano, Hammond (ya te digo, todo muy Rainbow). Pero tanto como reinventarnos, pues no. Los elementos folk del grupo van a estar ahí, porque la onda folk es lo que más define a Mägo de Oz.

 

Tenéis un odio visceral hacia los tunos…

¿Es que tú no los odias? ¿Un tío que dice que es universitario y tiene 62 años, que de universitario no tiene nada? Son unos borrachos, y te vienen a molestar cuando estás tranquilamente con tu chica. Te aparece un tío al lado con una faldita y cantando no sé qué de «Compostelana» que me suena a rollo franquista. Desde aquí lo reivindico: ¡por un 2003 sin tunos! Son peores que «Operación Triunfo».

 

¡Pues oye, igual cualquier día os vemos ahí!

Coño… Mira, lo que en esencia me parece mal de «Operación Triunfo» es que una televisión pública debería apoyar la cultura y no dedicarse a ganar dinero con la música. Es una academia de mentes descerebradas. Un músico no es eso, no tiene que cantar ni bailar ni ser guapo. Tú dile a Sabina que baile o que tenga imagen, y estamos hablando del mayor poeta que hay en España.

 

Allí les enseñan a ser Ricky Martins o Shakiras, y eso no es ser músico. Si hubiera un «Operación Triunfo» con pianistas, guitarristas, o les dieran clases de escribir letras, para intentar expresar algo, hacer canciones y no copiar las de Mecano, Shakira y tal… Me parece un producto muy rápido para gente que necesita productos rápidos, y esa es la base de la incultura que hay en España.

 

Al fin y al cabo, no es sino un programa de televisión, es decir, espectáculo y ya está.

No, si yo estoy encantado y espero que haya más «Operaciones Triunfo». El mercado está cargadísimo, y llegará un momento en que la gente se saturará del todo y tendrá que mirar hacia otro lado, y quizá ahí estaré yo. Yo creo que todo esto son modas, no creo que ni «Operación Triunfo» ni la piratería acaben con la música.

 

Son modas, crisis… Y está bien que a las discográficas les hayan dado un toque de atención. A mí lo que me espanta es el poder tan grande de la televisión, pero es una cosa que no es real. Fíjate, lo primero que hicieron con Rosa fue obligarla a adelgazar. ¿Qué más da? Pavarotti está gordo y canta: estamos hablando de cantantes, no de modelos. La imagen es lo de menos. Los Stones son los Stones, aunque tengan sesenta y tantos años.

 

Ahora que se ha hablado tanto del tema de la piratería, ¿os ha afectado dolorosamente en cuanto a ventas?

Realmente no nos ha afectado tanto. Voy a ser franco: la piratería no es sino una contestación del pueblo al precio abusivo de los CDs. Si puedes comprar un disco por 400 pesetas, está claro que lo compras. Pero nuestros discos suelen ser dobles a precio sencillo, con portadas muy trabajadas, con libretos trabajados, muchas imágenes. Ahí es donde hay que luchar, porque si un disco de La Miguel se vende en un top manta sin letras y nada más, pues es evidente que preferirán tenerlo por 300 pesetas en el Top Manta.

 

Esa es la parte crítica hacia la industria musical. Pero si me pongo de su lado, tengo que decir que me parece pésimo cómo actúa la policía al respecto. ¿No ves a veinte personas vendiendo cocaína en plena calle? Pues es igual de ilegal que los CDs piratas. Me parece estupendo que un chaval se compre un pirata, pero lo que encuentro pasmoso es cómo la policía y los políticos permiten que eso exista. No sé qué intereses creados habrá, me da hasta miedo.

 

En cuanto a Mägo de Oz, la piratería no nos ha hecho demasiado daño, porque vivimos del directo y eso no se puede piratear. Y, por otro lado, quizá la piratería es buena porque igual te da 1000 copias piratas que se regalan por ahí y así puedo tener 200 fans potenciales que irán a vernos en concierto. Está claro que es desastroso para las discográficas, pero para el músico tiene un lado malo y otro bueno.

 

Siempre habéis trabajado con el mismo ilustrador para vuestras portadas. ¿Queréis crear un tipo de diseño que os identifique, como Iron Maiden?

Sí, en ese sentido Mägo de Oz es como una botella de Coca-Cola que tiene un diseño y una forma muy definidas. Para qué la vas a cambiar, ¿verdad? Intentamos hacer portadas muy divertidas, pero después no tienen mucho que ver con lo que hay dentro. Es como nuestro ying y yang. Mezclamos cosas divertidas con otras más serias. Nuestras portadas representan nuestro lado infantil y cómico. Pero tampoco le damos mucha importancia a este aspecto, lo que cuenta es lo de dentro: la música y las letras.

 

Últimamente habéis participado en un disco de sintonías de series de dibujos con una versión de la canción de «Don Quijote». ¿Qué tal ha sido la experiencia?

Nos hemos sentido muy bien. Ha sido muy divertido hacer una cosa así para niños, está muy cachondo. De todas formas, a nosotros nos habría encantado hacer «Vicky el Vikingo» que nos parecía mucho más heavy. Y creo que lo han hecho «El Canto del Loco», unos moñas de cojones. En vez de «Hey, hey, Vicky, hey» lo que han hecho ha sido «Gay, gay, Vicky, gay«.

 

No se malinterpreten mis palabras, porque no quiero que se malinterpreten. No tengo absolutamente nada en contra del tema gay. Es más, una de mis letras es una carta de amor entre dos hombres. Así que ya ves. No, en este sentido utilizo la palabra «gay» no para hablar de sexo, sino porque lo que han hecho con esta canción es una mariconada, vamos, pero nada sexual.

 

Mägo de Oz ha revitalizado claramente la escena del metal nacional. ¿Cómo os sentís viendo que centenares de chavales se interesan por el heavy gracias a vuestros discos?

Pues lo veo muy bien, siempre y cuando les salga de dentro. Si de verdad quieren ser músicos. Estamos luchando para cambiar la visión del heavy en España. Hace unos años ser heavy era como ser un paria con una guitarra, un obrerete que pega a su mujer y es un macarra. Y ahora estamos intentando dignificar el heavy, porque hay gente que tiene carreras, estudios. Por ejemplo, con La Leyenda de La Mancha nosotros hicimos un homenaje a la obra de Cervantes. Así que los heavies también tenemos inquietudes culturales.

 

A nivel de grupos, ¿cómo ves la escena del metal en España?

Bien, bien… Y aunque está mal que yo lo diga, nosotros somos los que hemos abierto un poco el mercado. Sin embargo, en el heavy todavía hay mucho miedo a hacer cosas distintas y a salir del nido, aunque hay buenos grupos que vienen apretando con grandes ideas, como Avalanch o Saratoga. De todas formas, para mí los números uno siguen siendo Barón Rojo.

 

¿Cuál crees que es el secreto del gran éxito de Mägo de Oz?

No lo sé, si lo supiera montaría una franquicia. Quizá solo es estar en el lugar y momento adecuados, y luego es la gente la que te apoya. No sé, puede ser porque hemos sabido mezclar el heavy y el hard rock con la música celta, que es un sonido muy divertido que a todo el mundo le gusta. Y algunos músicos celtas a veces cometen también el fallo de ser demasiado puristas, con lo cual aburren un poco a la gente, mientras que a nosotros nos gusta la faceta más divertida de esa música.

 

¿Os sentís un grupo bandera?

No, para nada, ese es un peso en la mochila que no quiero llevar. Yo no soy un músico bandera de nada. La única bandera en la que creo son las bragas de una mujer.

 

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