Entrevista a Thomas Andersen, teclista de Gazpacho (Parte1): ‘Nuestra cultura eliminó a Dios… pero no puso nada en su lugar’

Primera parte de la entrevista con el gran Thomas Andersen, teclista de Gazpacho, una de las bandas de rock progresivo más interesantes y consolidadas de la escena actual. Thomas se conecta antes de tiempo y Yolanda y Jordi empiezan un poco a ciegas, sin tener la previa preparada, pero vale la pena. Thomas les muestra el fiordo en el que vive y confiesa lo importante que es España para él. El concepto de su nuevo disco Magic 8-Ball y la profundidad conceptual del grupo y el destino son lo primero de lo que hablamos con él.

 

Hola Thomas… no te esperábamos tan pronto: ¿dónde estás?

Es un día de otoño, así que las hojas se están muriendo afuera y puedo ver el fiordo. ¿Queréis echar un vistazo?

 

Sí, claro.  

Vivo al sur de Oslo, esto es como una península donde vivo, al sur de la capital. Así que, cada vez que quiero ir a la ciudad, tengo que tomar un barco. España es el país más hermoso del mundo. Pasé un tiempo por la zona de Granada y soy un gran admirador de los neandertales. Y ya sabes, España tiene algunos de los yacimientos más ricos del mundo con hallazgos neandertales. Mi mayor sueño es correr por las montañas, porque hay tantas cuevas pequeñas. Y quizá algún día encontrar mi propio neandertal.

 

¿Habéis estado en el norte, Atapuerca? Porque allí encontraron un Homo erectus. Conozco el yacimiento e intenté ver si el museo tenía los huesos originales. Quería ir a ver el esqueleto, pero en el museo solo tienen las copias de esos huesos. Y para mí es algo muy especial. Si pudiera esos huesos verdaderos, mirar el rostro de un humano de hace un millón de años, sería increíble. Por eso España es mi país favorito para visitar, porque siempre voy, y, por ejemplo, a Nerja. Allí tienen la cueva con las pinturas de los neandertales. La visité. Guau, es increíble. Soñamos quizá en hacer un concierto en las cuevas de Nerja. Pero no lo creo. Pero sé que a veces hacen conciertos allí.

 

¿De verdad?

Sí. Pero creo que eran de música clásica. Aunque quizá, si haces una llamada…

 

Sí, pero las guitarras… quizá la vibración sea demasiado fuerte para eso.

Oh, sí, es verdad. Sería una experiencia fantástica. Pero creo que, si destruimos la cueva, el gobierno español nos mataría. O quizá podríamos morir dentro si todo se derrumba. Sería como una tumba. Eso sería divertido. Pero no creo que la gente en España, ya sabes…

Sí, no lo entenderían. Mi primera pregunta era: ¿dónde estás ahora mismo? Pero ya no es necesario, creo que la has contestado ampliamente (risas). Creo que Gazpacho es una banda que tiene algo especial y diferente a las demás. La gente ha tenido la oportunidad de escuchar y ver los dos vídeos con letra, “Eight Ball” y “We Are Strangers”. ¿Lees los comentarios en YouTube sobre estas dos canciones? ¿O eres de esas personas que prefieren no leer nada?

Leo los comentarios en YouTube. Y siempre da un poco de miedo, porque, si mil personas dicen algo bueno de ti, es como… bueno, está bien. Pero si una persona dice algo malo, lo recuerdas todo el tiempo. Así que intento leerlos y decir: “bueno”, ya sabes, los leo así, con cuidado. Pero sí, los leo.

 

Y nunca escucho mis propias entrevistas ni me veo a mí mismo siendo entrevistado, porque me da miedo que, si pienso que parezco un idiota o que sueno como un idiota, entonces me daría miedo seguir haciéndolas. Así que intento no ponerme en situaciones donde pueda estropear algo que funciona, sea bueno o malo. Así que sí, leo los comentarios, pero nunca me veo ni me escucho a mí mismo en video.

 

Bien, hablemos del símbolo de la bola negra con el número ocho. Debo confesar que no me di cuenta de que era una bola de billar con el número ocho. Hay que mirarla con mucho detalle. Al principio pensé que era una especie de ojo, pero no. Y este símbolo suele asociarse con la mala suerte. Entonces, ¿por qué este símbolo para el nombre del álbum y para la portada?

La respuesta es que el álbum trata sobre el destino. Un día te va a pasar algo, puede ser bueno o malo. Quizá mañana ganes mil millones de euros en la lotería europea. Ojalá. O quizá mañana me caiga por un acantilado y me rompa el cuello, o me ahogue en el mar. En el futuro hay cosas que nos van a suceder. Y cuando la ciencia tomó fuerza en la historia de Europa, perdimos la religión, especialmente en el mundo occidental y sobre todo hacia el norte. Sé que en España la religión sigue siendo bastante fuerte, con el catolicismo, las procesiones por las calles y los santos. Pero creo que en el norte de Europa perdimos un poco a Dios. ¿Y por qué?, por alguna razón. La gente pensó que Dios no podía mezclarse con la ciencia.

 

Así que derribamos a Dios y dijimos: “no, no hay Dios”. Aquí está la teoría de la evolución, aquí está el método científico, aquí está todo. Y si tienes cáncer o si enfermas, tu médico te dirá: “fue mala suerte”. Tuviste mala suerte. Mientras que antes, cuando aún existía Dios, podíamos creer que había un significado. Podías pensar: “bueno, quizá Dios me hace esto por una razón”. Tal vez hay una razón detrás de todo. Quizá todo tenga sentido de alguna manera.

 

Y la idea del álbum es que, en el momento en que eliminamos a Dios, o eliminamos nuestra tradición y nuestras historias populares, quitamos a Dios… pero no pusimos nada en su lugar.  Así que todo lo que tenemos ahora es este juguete de plástico, la “Magic 8 Ball”, que básicamente representa la idea de que las cosas ocurren al azar: si ahora el techo se cae sobre tu cabeza, simplemente es algo que sucede sin ningún sentido. Es como agitar la bola y obtener una respuesta. Hemos perdido la sensación de que hay una lógica. Perdimos la lógica, y en su lugar pusimos esa lógica científica.

 

Así que el símbolo de la bola ocho representa esa idea: imaginamos una especie de culto que, y en lugar de adorar a Dios, se empieza a adorar este juguete de plástico, la bola 8, lo que vendría a ser el hombre moderno occidental. Y la idea de este culto es que la estábamos mirando del modo equivocado, porque si tomas el número ocho y lo colocas de lado, se convierte en el símbolo del infinito, y, al menos, creo que, en el budismo, también es un símbolo de Dios. Así que esa es la idea: creamos un dios que no es nada.

 

Siempre profundizáis mucho en las temáticas.

Sí, bueno, es algo que ya se ha vuelto como una especie de sello distintivo. O al menos es lo que espero de una aventura como esta. Sí, lo siento, pero es lo que hacemos.

 

¡Y está genial! Quería comentar que tuve la oportunidad de escuchar el álbum tres veces, Yolanda también, y además tuve gente en casa escuchándolo. Mi novia dijo: “Oye, me encanta este grupo”. Así que tengo que decirlo. Creo que hay una conexión con vuestro último disco, Fireworker. Que, por cierto, es mi álbum favorito. ¿Crees que, en términos de sonido, está conectado con aquel disco de hace cinco años?

Creo que en este álbum queríamos intentar incluir un poco más de rock, más guitarras,
más ritmo, porque a veces sentía que en los discos anteriores —Fireworker, Soyuz, y los anteriores— la banda tenía demasiada música hipnótica. Queríamos ver si podíamos lograr algo más inmediato, con más melodía, y menos de esos pasajes hipnóticos tipo Massive Attack.

 

Así que sí, hay una similitud en el sentido de que, por alguna razón, todos los discos suenan a un álbum de Gazpacho. Puedes escucharlo y decir: “Sí, esto es Gazpacho”. Pero me gusta pensar que también ha evolucionado todo un poco, que se ha desarrollado de alguna forma. Pero definitivamente hay una conexión con el álbum Fireworker.

 

¿Sueles escuchar vuestros discos anteriores antes de empezar a componer uno nuevo?

Sí, lo hacemos. Pero siempre voy con dos discos de retraso. Por ejemplo, todavía no puedo escuchar Fireworker, porque cuando terminamos un álbum, he trabajado tanto en él, que lo único que escucho son los errores. Te entra una especie de visión en túnel,
te concentras tanto en los pequeños detalles que te olvidas de la visión general. Así que ahora he empezado a escuchar Soyuz, que tiene, no sé, unos siete años o algo así. Y ese es el álbum que ahora puedo escuchar. Y ahora me parece fantástico.

 

Pero cuando lo terminamos, pensé: “Dios mío, ¿qué hemos hecho? Nuestra carrera se ha acabado, esto es terrible.” Necesito que pasen algunos años entre los álbumes para poder escucharlos. Creo que es un poco como… Tengo una hija de 18 años. Es preciosa. Pero se mira al espejo y dice: “Dios mío, mira esta cosa horrible aquí.” Y yo le digo: “No, no, no, eres preciosa.” Pero solo ves los errores cuando estás demasiado cerca de algo. Así que, para poder ver el conjunto, hay que dar un paso atrás. Escuchamos los álbumes, sí, pero nunca de forma consciente, porque siempre intentamos, si es posible, renovar la música, reinventarnos.

 

Tenéis dos sencillos publicados. Tengo que decir que son canciones cortas. A mí me encantan las largas, las más extensas. ¿Cómo decidís cuál será un single? ¿Depende de vosotros o de la discográfica?

Los singles se eligen teniendo en cuenta que, si vas a verlos, probablemente estés en redes sociales, porque todos estamos siempre en redes sociales. Yo trabajo en publicidad, y cuando hablo con la gente que trabaja en Facebook, Snapchat, Twitter y todas esas plataformas, me dicen que en publicidad tienes 0,6 segundos para captar la atención de alguien. Y claro, si tomas como ejemplo la primera canción del álbum, “Starling”, creo que su introducción dura como cuatro minutos. Así que no hay manera de que alguien se detenga a escuchar cuatro minutos mientras hace “scroll”.

 

Incluso yo mismo lo noto: si estoy leyendo algo en Reddit, tiene que ser algo muy especial para que le dedique tiempo. Así que los discos están pensados para esos momentos en los que puedes sentarte, quizá con una copa de vino, y escucharlos con calma, esperando sacar algo de esa experiencia. Pero con los singles, y con la atención tan corta que hay hoy en día, tenemos que apostar por canciones que tengan un impacto más inmediato, porque sabemos que el tiempo para captar la atención es muy limitado.

 

Y claro, los singles tienen dos funciones: La primera es la de avisar a todos los fans de Gazpacho de que está pasando algo nuevo, que hay un nuevo lanzamiento. Y la segunda es, con suerte, atraer nuevos oyentes, si es que aún es posible en estos tiempos para este tipo de música. Por eso las canciones escogidas como singles son así. Y, además, creo que ambas canciones seleccionadas para este álbum son, digamos, temas de Gazpacho, pero no los típicos temas de Gazpacho. Son un poco diferentes de lo que solemos hacer, así que esperamos que sirvan como una señal de renovación.

 

Tengo que decir que escuché el álbum mientras trabajaba. Trabajo en un laboratorio, o incluso cuando voy en bicicleta. Así que no consigo recordar los nombres de las canciones, pero hay una en la que, a mitad del tema, empieza a sonar algo como un sonido espacial, electrónico, y rompe un poco el ritmo de la canción, pero suena muy bien. La escuché dos veces y las dos veces me produjo la misma reacción. Intentaré encontrar cuál es, porque estaba tratando de escucharla antes, pero te conectaste cinco minutos antes… (risas)

Lo siento, lo siento.

Pues probablemente esa sea mi canción favorita.

Podría ser la canción “Unrisen”, que es la última del álbum, o quizá esa en la que hay un teclado un poco espacial, pero no lo sé. De todos modos, gracias.

 


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