Dream Theater – Quarantième: Live à Paris

80/100 

28 de noviembre de 2025

InsideOutMusic

 

Todavía no ha pasado ni un año desde que Dream Theater lanzase «Parasomnia», su decimosexto álbum de estudio, y los estadounidenses ya están a punto de lanzar un nuevo álbum. En este caso se trata del directo «Quarantième: Live à Paris», la grabación de uno de los conciertos de su gira 40 aniversario. Con este lanzamiento, la banda corona el inicio de su tercera era después del retorno del batería y co-fundador Mike Portnoy. Podremos disfrutar de este directo en varios formatos, ya que llegará en CD y vinilo, pero también con un Bluray adicional con material extra y una versión con sonido Dolby Atmos, sonido envolvente 5.1 y audio estéreo de alta resolución. Vamos, que podremos elegir el método que más nos atraiga para disfrutar de este repaso de su dilatada carrera, con un setlist con clásicos como “Metropolis Pt. 1,” “Panic Attack,” “Octavarium,” o “Pull Me Under”, con todo lo sucedido en el Adidas Arena de París en noviembre del 2024.

 

Tras haber podido verlo y escucharlo, he de decir que el directo cumple con lo que promete: mostrarnos a una de las mejores bandas de la historia del metal dando toda una lección de música, técnica y precisión, y haciéndonos vibrar tanto con sus temas más nuevos como de los antiguos. Pero también nos encontramos con un pequeño par de problemas que empañan ligeramente el resultado final. El primero es el sonido del micrófono, que no sé si es algo que sucede solo en la grabación que nos ha llegado a la prensa o si también estará en el producto final, pero hay una especie de distorsión que hace como si James LaBrie lo tuviera todo el rato pegado a los labios y no se hubiera conseguido compensar. Se oye raro, y se nota en casi todas las canciones, y sobre todo en los momentos en los que la música se detiene y él se dirige al público.

 

El segundo problema es en algunas ocasiones el propio vocalista, que hay algunos temas donde su voz rinde bastante mal. Esto es algo que llevamos tiempo notando en los directos, lo hemos visto quienes hemos podido verles en directo y en múltiples vídeos subidos a internet. No me aventuraré a decir que sea falta de técnica o porque la voz no le llega, porque hay partes bastante complicadas de varias canciones que las solventa sin problemas, y cuando los tonos bajan y puede lucir su voz más cálida y melodiosa es una auténtica delicia. Pero cuando la cosa se pone exigente, cuando tiene que llegar a notas muy altas durante mucho tiempo, entonces se le notan muchas carencias.

 

Evidentemente, esto es algo que se nota mucho más cuando eres el cantante de Dream Theater. Porque al final, vemos un concierto en el que nos deslumbramos con cuatro semidioses como son John Petrucci, John Myung, Jordan Rudess y Mike Portnoy, cada uno dominando a la perfección su respectivo instrumento, y que da la sensación de que en directo lo hacen mucho mejor que la mayoría de músicos en estudio. Y claro, junto a ellos luego tenemos a un vocalista claramente humano..

 

No quisiera unirme a las típicas críticas fáciles a LaBrie que llevamos escuchando durante toda esta gira, porque hay muchas canciones que le quedan maravillosas en este directo. Pero es que hay otras en las que simplemente su manera de cantar chirría bastante, y acabas prestándole tanta atención no debida a esta carencia que se empaña el espectacular virtuosismo de sus compañeros de banda. Eso sí, en su favor diré que no para de moverse en todo momento, mientras canta va yendo de un lado a otro del escenario, saltando, brincando, siendo el que tiene todo el peso del dinamismo en su espalda. Ya me gustaría llegar así a los 62 años con una voz la mitad de buena que la suya. Y menciono cómo se mueve en el escenario porque sus compañeros son dioses, sí, pero dioses que se quedan inmóviles en su sitio del escenario sin ningún tipo de interacción. Bueno, quizá salvo Rudess y Portnoy, que con las limitaciones de sus instrumentos intentan también moverse un poco y darle algo más de dinamismo a todo.

 

 

El directo comienza con «Metropolis Pt. 1», un imprescindible entre donde los haya en el set de la banda. Se trata también de una pieza bastante alta en tono en el que LaBrie sufre bastante, aunque le vemos salir muy motivado moviéndose de un lado al otro del escenario, interactuando con público y compañeros. El resto de integrantes simplemente hace que el sonido borde la más absoluta perfección. En la parte final de la canción hay una parada para saludar al público, y para darles la bienvenida al 40 aniversario de la banda avisando de que el concierto se está grabando. Tras la parada, continúan con el tema y pasan directamente a «Overture 1928», enlazando directamente con un «Strange Déjà Vu» en el que el vocalista está especialmente inspirado y nos regala una interpretación magnífica. Cuando termina ya hemos liquidado los primeros 18 minutos de directo, y ya tenemos a los integrantes de la banda yendo al frente del escenario para saludar a los asistentes. Entonces, tras darle una celebrada bienvenida de vuelta a casa a Portnoy, se pasa a «The Mirror», donde en uno de los fragmentos musicales vemos a Rudess marcándose un solo de keytar.

 

Tras una pequeña parada con una transición musical, empieza el inconfundible solo inicial de bajo de Myung en «Panic Attack», un auténtico trallazo de canción en el que todos y cada uno de los integrantes de Dream Theater muestran su mejor cara. Tras la adrenalina de este tema y otras cuantas palabras introductorias para los asistentes le llega el turno a «Barstool Warrior», una composición mucho más melódica y bonita, algunos fragmentos verdaderamente conmovedores en los que Petrucci muestra que es capaz de emocionarnos con las cuerdas de su guitarra. Después, tras una introducción en la que Rudess hace unas cuantas virguerías sonoras, comienza «Hollow Years» con una preciosa introducción de guitarra, que sirve como inicio para una composición especialmente larga, con muchos arreglos, y absolutamente precioso. Luego le llega el turno a un «Constant Motion»  dinámico y potente, con buenas voces y coros especialmente notables. Le sigue uno de los mayores himnos de la banda, «As I Am», donde no solo todos lo ejecutan perfectamente sino que Petrucci se pasa el videojuego de los solos de guitarra. Qué locura. Tras terminarlo dan por finalizada la primera mitad del set, y los músicos se retiran un momento a descansar.

 

Tras la pausa, una obertura orquestal da la bienvenida a una segunda mitad del set, que comienza con «Night Terror» seguido de «Under a Glass Moon». Un buen par de temazos  con una calidad sublime en la ejecución. Son tan buenos que no parece ser un directo. Tras otra parada y presentar la siguiente canción refiriéndose a su mensaje significativo, empieza la sentida introducción a guitarra de «This is the Life». Aquí, nuevamente es cuando LaBrie luce mejor su voz, que parece hecha para las piezas más suaves y melódicas. El resultado final es una auténtica maravilla. El tono lento no se termina ahí, ya que siguen con «Vacant». Pero no por mucho tiempo, porque tras solo tres minutos y medio de relajada balada pasan a «Stream of Consciousness», y aquí vuelven los Dream Theater más enérgicos y juguetones con las notas. Todos y cada uno de los integrantes tiene su momento para brillar.

 

 

Ahora llega uno de los momentos álgidos de toda la actuación, nada menos que 24 minutos de «Octavarium». Para esta auténtica suit progresiva no se andan con atajos, y no les importa dedicarle cuatro minutos y medio a una introducción completamente ambiental. Tras ella entra la guitarra acústica y la batería, y comienza el viaje a través de los múltiples paisajes musicales del tema, desde los más suaves a los más enérgicos. Pero estamos ante la banda que estamos, y tras terminar esta auténtica maratón musical se embarcan en otros 13 minutos y medio con un «Home» que termina con un apoteósico solo de batería de Portnoy.

 

Y para terminar el álbum y el directo, dos auténticos himnos. Primero nos deleitan con «The Spirit Carries On», con un mar de luces de pantalla de móvil moviéndose frente a un LaBrie que vuelve a empezar con su mejor cara, la de las canciones suaves, pero que vuelve a sufrir demasiado en las partes más altas. Y para terminar, «Pull Me Under», donde todos echan el resto. Llevamos ya varias horas de concierto y no parece que sufran, es frustrante para cualquier humano que les vea no fallar ni una nota. Y tras terminar, todos se abrazan, y el público encantado.

 

En definitiva, podemos decir que es un álbum con altos y bajos. Los problemas de sonido del micrófono y los problemas de la voz de LaBrie en las partes altas de las canciones, donde a veces incluso se le va la voz, desdibujan un poco el resultado, pero no lo empañan. Porque todo lo demás es absolutamente mágico, una banda cuya precisión a la hora de tocar es alucinante. Quizá incluso demasiado, porque están todos tan concentrados tocando sus instrumentos que hay poco movimiento, pocas interacciones.

 

Pero la conclusión solo puede ser la siguiente, que si eres fan de Dream Theater es un directo imprescindible, porque es la historia del retorno de su formación original, y una foto del increíble estado de forma que tienen todos los integrantes. Porque con sus más y sus menos, ya todos tienen una edad, y ofrecen un espectacular concierto de más de tres horas sin fallar casi una sola nota. Y hay muy pocas bandas de metal en el mundo capaces de hacer algo así.


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