Sun & Thunder
18 de julio de 2025 – Marenostrum, Fuengirola
Z! Live
Fotos: Tigran Grigorian
Crónica: Maria Grigorian
SphinX
Hay bandas que no sólo tocan, sino que parecen invocar algo más profundo. SphinX fue una de ellas. Con su vocalista luciendo una camiseta de faraón, mitad broma privada, mitad símbolo de identidad, el grupo construyó un concierto como si levantara un templo, bloque a bloque, riff a riff. Su metal progresivo fluía con la calma del Nilo y la precisión de un obelisco recién tallado. No hubo prisas ni artificios: cada tema parecía tallado en piedra, con transiciones elegantes y melodías cargadas de intención. No hicieron ruido gratuito, ni falta que hizo; prefirieron la arquitectura al espectáculo, y eso, en medio de tanto fuego y urgencia, fue un acto de elegancia silenciosa.
- Vida Virtual
- Destino
- Dulce Veneno
- 1936
- Momentos de Lucidez
- Destino Sin Fe
- Angel Sin Piedad
Shakra
SHAKRA no engañan a nadie: su hard rock está anclado en la tradición centroeuropea, con todos los elementos que el género pide. Riffs bien definidos, estribillos directos y una actitud contenida pero firme. No hubo fuegos artificiales ni teatralidad, pero sí una ejecución limpia, potente y honesta. Su actuación encontró su mejor forma en los temas más clásicos, donde dejaron claro que no necesitan modernizar su fórmula para seguir conectando con el público,
Sonata Arctica
El concierto de Sonata Arctica fue una celebración bien medida entre presente y pasado. Comenzaron con temas recientes como First in Line y Dark Empath, que mostraron una faceta más moderna y dramática, pero sin perder el pulso melódico que siempre los ha definido. Sin embargo, el mayor entusiasmo del público llegó con los clásicos: Replica, San Sebastian y My Land despertaron una respuesta inmediata, como si el tiempo se hubiese detenido en los años dorados del power metal. El tramo final fue una auténtica descarga de adrenalina, con Fullmoon y Wolf & Raven llevando la velocidad al límite, y Don’t Say a Word cerrando el set con contundencia y complicidad. Un concierto ágil, equilibrado y profundamente emocional, que conectó con el público de forma natural, sin necesidad de artificios.
- First in Line
- Dark Empath
- I have a Right
- Sab Sebastian
- Replica
- My Land
- Fullmoon
- Wolf & Raven
- Don’t Say a Word
Heidevolk
La actuación de Heidevolk en el castillo fue como abrir un pasaje a un pasado olvidado. Sin necesidad de ornamentos excesivos ni teatralidad exagerada, el grupo neerlandés ofreció un concierto compacto, de esos que se sienten firmes como una muralla bien levantada. Su característico uso del doble vocal masculino, profundo y ceremonial, aportó un aire casi ritual a todo el set. Cada tema avanzaba como una columna de guerreros: pasos marcados, guitarras densas, percusión firme. No se trató de un despliegue grandilocuente, sino de un ejercicio de convicción: puro pulso tribal, con el viento nocturno del castillo como único decorado. Hacia el final, la energía cambió, permitiendo momentos de camaradería sonora, donde el público se unió al grupo en algo que parecía más una celebración ancestral que un simple concierto. Sobrios, potentes y auténticos.
- Hagalaz
- Winter Woede
- Wolf in my Heart
- Schildenmuur de Strijd Duurt Voort
- Krijgsvolk
- Saksenland
- Drinking with Gods
Tyr
Salieron sin alardes. Simplemente ocuparon su lugar, como si supieran que los riffs hablarían por ellos. En el escenario del castillo no hubo pieles ni rituales vikingos —solo una energía contenida y un ritmo preciso, como las olas golpeando una costa áspera.
La banda no intentó convencer a nadie: tocó. Y con eso bastó para que el público guardara silencio cuando debía y se meciera al compás cuando era el momento. Una música sin adornos, pero con una tensión interna que sostuvo cada minuto del set. Ni una nota de más.
Týr no causó furor. Causó impresión.
- By the Sword in My Hand
- Blood of Heroes
- Ragnars Kvaedi
- Axes
- Valkyrja
- Hail to the Hammer
- Hammered
- Dragons Never Die
- Sinklars Visa
- Hold the Heathen Hammer High
Accept
En el escenario principal, Accept ofreció un concierto que no necesitaba presentación ni justificación: fue una declaración de principios. Con un repertorio que abarcó décadas de historia, la banda alemana mostró el equilibrio perfecto entre su material más reciente y los himnos que cimentaron su leyenda.
Acompañados por un escenario imponente, decorado con elementos visuales de estética futurista —pantallas, estructuras metálicas y luces que recordaban a una distopía industrial—, la banda supo envolver su sonido clásico en una nueva capa de fuerza visual. Las guitarras brillaban no solo por su ejecución, sino también por su diseño casi sci-fi, perfectamente integrado con la imagen general del grupo.
Mark Tornillo mantiene una presencia firme al frente, con un carisma que no necesita exageraciones. Los riffs —afilados como maquinaria de precisión— se sucedían sin tregua, sosteniendo un ritmo firme y sin fisuras. Momentos como el solo colectivo de guitarra o la energía ritual de los últimos temas sirvieron para recordar que estamos ante una banda que sigue siendo referente no por nostalgia, sino por convicción.
El público respondió con entrega total, especialmente en los himnos que llevan décadas vibrando en escenarios de todo el mundo. Fue un show sin concesiones, donde el pasado se abrazó al futuro sin perder identidad: puro heavy metal, con visión y colmillo.
- The Reckoning
- Humanoid
- Restless and Wild
- London Leatherboys
- Midnight Mover
- Straight Up Jack
- Demon’s Night / Starlight / Losers and Winners / Flash Rockin’ Man (Riff Orgy)
- Breaker
- Princess of the Dawn
- Metal Heart
- Teutonic Terror
- Pandemic
- Fast as a Shark
- Balls to the Wall
- I’m a Rebel
Ensiferum
La noche ya había caído sobre la escena del castillo cuando Ensiferum apareció entre luces frías y trémolos veloces, pintados como guerreros y dispuestos a desatar su particular batalla sonora. Con un sonido potente y nítido, el grupo finlandés ofreció un set cargado de energía, alternando himnos épicos con pasajes melódicos de fuerte impronta folk.
La respuesta del público no tardó en llegar: se formaron varios círculos de slam entre los asistentes, y en uno de los momentos más singulares del concierto, durante una de las canciones, la banda pidió al público que “remara”. Decenas de personas se sentaron en el suelo y comenzaron a simular, al compás de la música, una sincronizada maniobra de remo, como si todos juntos estuvieran impulsando un enorme drakkar imaginario.
El set fue una mezcla vibrante entre velocidad feroz y pasajes más melódicos, con esos coros que parecen invitar al público a levantar el puño y cantar como si defendieran una fortaleza ancestral. Cada tema tenía el peso de una marcha o el fervor de una victoria. El grupo se mostró compacto y contundente, transmitiendo energía sin caer en el exceso, con una entrega que se sentía genuina. En ese entorno cargado de historia y metal, Ensiferum no sólo tocó: transformó el escenario en campo de batalla, y al público en parte de su clan.
- Fatherland
- Rum, Women, Victory
- Token of Time
- Winter Storm Vigilantes
- Heathen Horde
- Stone Cold Metal
- Andromeda
- Wanderer
- Way of the Warrior
- In My Sword I Trust
WASP
El show de W.A.S.P. fue una puesta en escena con carácter propio, cargada de símbolos visuales que no buscaban explicar nada, sino crear impacto. Desde el inicio, la banda apareció rodeada de enormes pósters al estilo de la vieja prensa sensacionalista estadounidense: titulares desproporcionados, letras en negrita, estética cruda y directa, como sacada de una pared olvidada de los años 50. Una elección estética inesperada, que funcionaba como un telón de fondo provocador para el sonido potente de los norteamericanos.
A mitad del concierto, el decorado dio paso a un nuevo protagonista: un colosal videowall que tomó el control del espacio escénico. Fragmentos de antiguos videoclips, imágenes distorsionadas y cortes rápidos aportaban un ritmo visual que dialogaba con la música, sin interrumpirla. No fue un repaso de carrera ni un ejercicio de nostalgia, sino un show con fuerza propia, que jugaba con el impacto visual y la actitud. En un festival dominado por la épica y la mitología, W.A.S.P. trajo su propio universo: sucio, teatral y absolutamente rockero.
VITA IMANA
El paso de Vita Imana por la escena del castillo fue sólido y bien recibido, sin buscar protagonismo excesivo ni grandes artificios. Su propuesta, basada en riffs contundentes y una percusión marcada, funcionó con eficacia ante un público entregado que respondió con energía desde los primeros compases.
El grupo desplegó su repertorio con precisión, alternando momentos de tensión con partes más directas, en un formato compacto que no dejó espacio para la dispersión. A nivel visual, el entorno nocturno aportó un marco interesante, aunque la puesta en escena fue más bien sobria, sin elementos especialmente destacados.
Un concierto correcto y coherente con la identidad de la banda, que mantuvo la atención del público hasta el final, cerrando su paso con un medley que resumió bien la intensidad de su propuesta.
- Animal
- Sistema Nervioso
- Desdoblamiento
- Caos
- El mundo a mis pies
- Ablepsia
- Medley
SAUROM
La actuación de Saurom fue, sin duda, uno de los capítulos más especiales del festival. En plena noche veraniega, bajo un cielo limpio y cálido, la banda andaluza desplegó su universo de magia y leyenda ante una audiencia entregada desde el primer acorde. El escenario principal se transformó en un teatro abierto, donde las pantallas gigantes al fondo ilustraban cada canción con imágenes que parecían extraídas de viejos libros de cuentos como estrellas nocturnas con luna y escenas medievales daban vida visual a cada historia.
El repertorio recorrió distintas emociones —de la alegría contagiosa de Gambrinus y Músico de Calle, al lirismo nostálgico de Baobabs o la intensidad épica de Fuego— creando una experiencia que era tanto concierto como narración viviente. La conexión con el público fue cálida y constante, alimentada por la cercanía del grupo y su naturalidad sobre el escenario.
Con El Carnaval del Diablo como uno de los puntos álgidos y un epílogo lleno de simbolismo, Saurom ofreció algo más que música: un viaje colectivo a un mundo donde aún es posible soñar despierto. La atmósfera que quedó flotando tras los últimos acordes fue la de una fiesta compartida… y de una historia que, por un momento, nadie quería que terminara.
- No seré Yo
- La Hija de Las Estrellas
- La Leyenda de Gambrinus
- Músico de Calle
- El Farolero
- Todo En Mi Vida
- Baobabs
- El Lazarillo de Tormes
- El Rey Que No Sabia Mandar
- El Circulo Juglar
- Fuego
- El Carnaval del Diablo
- Outro (Epílogo + Mester)
VHÄLDEMAR
El cierre en la escena del castillo con Vhäldemar fue un guiño perfecto al heavy metal más clásico. Con sonido crudo, riffs veloces y actitud directa, la banda vasca ofreció un show sin adornos, pero cargado de fuerza. Su estilo, heredero del metal tradicional europeo, encajó sorprendentemente bien en el entorno pétreo y nocturno, como si los ecos de las guitarras se fundieran con las propias murallas.
Sin grandes despliegues visuales, pero con convicción y potencia, Vhäldemar dejó claro que la energía pura sigue siendo suficiente para prender fuego a la noche.

Nanotecnóloga y química de formación y amante de la música como pasión. Me gusta la música en todas sus vertientes. Empecé tocando el violín y de la música clásica pasé al rock y al metal (mis primeras bandas fueron AC/DC y Mägo de Oz, por supuesto). No tengo muchas bandas predilectas, aunque Rulo siempre encabeza el podio. Helloween, Volbeat o Greta Van Fleet le siguen de cerca. Mis gustos han cambiado a lo largo de los años pero siempre abierta de mente, así que le doy al hard rock, al power, al death metal (melódico) y a todo lo que me haga descubrir cosas nuevas o me sepa impresionar.
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