14 de junio de 2025
Recinto Ferial IFEZA (Zamora)
Organiza: Z! Live Rock Fest
Redactor: Dr. Reifstein
Fotos: Juan Ramón Felipe (musifota)
(Agradecemos a la organización del festival, a Fran Cea y a Daniel Cruz, por facilitar algunas fotos utilizadas en esta crónica)
La tercera jornada del Z! Live 2025 fue un reloj suizo: puntual, sin incidentes y envuelta en la magia de un sol incesante y el cansancio bien gestionado tras dos días de batalla. Como gran cabeza de cartel, Sepultura cumplió con las expectativas y firmó el mejor concierto de todo el día, combinando brutalidad, técnica y emotividad, y dejando la duda de si realmente se tratara de su última venida…
OpenSight: un inicio de cine
El primer grupo de la tercera jornada y se repite el “fenómeno” observado en días anteriores, y es que la climatología, las horas tempranas (16:15, podría ser peor) y lo tentador de una buena sesión de tapas y vinos zamoranos tuvieron sin duda que ver en que hubiera pocos asistentes para disfrutar de su original propuesta. A pesar de eso, los asistentes nos sentimos como si estuviéramos en una sala clandestina llena de humo y con luces tenues.
La etiqueta aquí es “Cinematic Metal” (bien aderezado con generosas dosis de prog), y no tengo dudas de que probablemente fue la propuesta más original de todo el festival (el que no arriesga no gana, aunque también es verdad que no todo el público del Z! estaba preparado para este tipo de viaje sonoro). Aun así, quienes conectaron, vivieron una experiencia tan intensa como única.
A pesar de la baja afluencia, tuvieron seguidores que se sabían las canciones y que disfrutaron de su primer concierto en nuestro país (recordemos que es una formación de marcado carácter internacional, con representación colombiana e inglesa). Salieron con su indumentaria característica (traje oscuro, camisa roja y gafas de sol) y ofrecieron un energético show que nos dejó con ganas de más.
Durante su actuación desplegaron además su universo visual, gracias a la proyección de videos a modo de películas de cine muy negro y muy mafioso, que nos introducían cada tema. Con un repertorio basado en su sobresaliente Mondo Fiction, tuvieron el detalle de adelantarnos un tema de su futura nueva obra (“Defying Eye”, creo recordar que se llamaba).
Uno de los mejores momentos, cuando ejecutaron “Midnight Hunger”, tema lanzado de forma individual en 2023, que homenajea a la canción principal de la película Gremlins. Sin duda, una patada de nostalgia para los que peinamos canas. Por supuesto, no faltaron otros sobresalientes temas de su todavía incipiente discografía, como “Plot Twist” o “The Great Silence”.
Ellos estuvieron absolutamente profesionales, muy competente cada uno en su instrumento, y lograron convencer a la mayoría de los que no conocían su propuesta (a mi ya me tenían ganado de antemano, tras haberles entrevistado el día anterior). En definitiva: gran concierto y banda a tener muy en cuenta.
Ankhara: si… ¡mira atrás!
A continuación nos vamos a Madrid con unos clásicos de la escena… ni más ni menos que los Ankhara, con Pacho Brea como motor de la fiesta. Los madrileños, con más de tres décadas a sus espaldas, ofrecieron una actuación que combinó la nostalgia con una ejecución técnica madura y vibrante.
El repertorio abarcó todas las etapas de su carrera. Temas como “No mires atrás” y “3:40” nos devolvieron al cambio de milenio. Otros temas como “Demasiado tarde”, “Acordes mágicos” o “Sigue en pie” siguen emocionando como el primer día, y desde luego que fueron más que suficientes para levantar a un público en número y entusiasmo creciente.
El sonido fue irregular, pero suficiente para disfrutar de la riqueza melódica de su heavy metal con toques power y progresivos, sello de identidad de la banda desde sus inicios. Más allá del virtuosismo, lo que quedó claro es que Ankhara sigue disfrutando en el escenario, y eso se contagia. Su concierto fue un homenaje sincero a la historia del heavy español más “millenial”, con una actuación honesta, emocionante y sólida que dejó un muy buen sabor de boca.
Dynazty o como perder un partido que estaba ganado, en los últimos minutos
Tengo que confesarlo, los suecos eran mi gran apuesta de este festival, así que salía predispuesto a dejarme llevar por la más absoluta de las subjetividades a la hora de poner su actuación a la altura de un acontecimiento galáctico (lo siento, soy humano). Y me temo que al final no fue así… ¡pero casi!
A las 18:10, una maquinaria sueca perfectamente engrasada irrumpió en el escenario, sin intros ni preámbulos excesivos. Bastó con los primeros acordes de “In the Arms Of A Devil”, de su Firesight de 2018, para dejar claro que lo suyo no es andar con rodeos. Venían con un disco reciente, convenientemente criticado en vuestra web favorita (si la leéis entenderéis lo de la subjetividad), así que el siguiente tema fue “Game of Faces”, que le da título.
Eso sí, hubo algún leve problema técnico, ya que un sampler de la intro se disparó antes de tiempo al comienzo, pero lo solventaron rápidamente con naturalidad y la mejor de sus sonrisas. La banda fue ganando en solidez con el paso de los minutos, dejando claro que venían a demostrar, una vez más, por qué son una de las bandas más en forma de su estilo (que no describiré, ya que me niego a decir que son power metal).
La voz de Nils Molin, poderosa y carismática, necesitó de un par de temas para entrar en calor. De hecho, en estos instantes iniciales sonaba incluso desconectada del resto de la actuación… como si todos los instrumentos (que sonaban bajo) fueran por un lado, y la voz por otro. Por suerte, fue algo muy pasajero, y la evidencia se impuso pronto: es uno de los mejores vocalistas de la actualidad (por algo milita también en otra gran banda como son los Amaranthe).
Nils fue capaz de liderar un concierto que fue de menos a más (a partir de la tercera “Natural Born Killer” ya estaba todo el público volcado) hasta alcanzar un tramo final que prometía ser épico. Pero entonces llegó el sopor de media tarde, y es que tras un solo de batería que ya nos robó minutaje, tocaron dos temas (las maravillosas “Presence Of Mind” y “The Human Paradox”), y decidieron meter un momento de interacción con el público en la última «Heartless Madness» (nada especial, la típica competición de ver qué lado grita más).
Si ya de base no soy fan de estos momentos (¿alguien lo es?), aquí se hizo especialmente insufrible, ya que el jueguecito duró casi 10 minutos, con presentación de la banda incluida. Esto resultó especialmente frustrante por el hecho de tener un tiempo limitado (una hora que supo a nada). Sin duda, hubiera sido mejor meter 2-3 temas más. Final agridulce para lo que en realidad fue una gran actuación… ¡de 50 minutos!
Rhapsody Of Fire and the power of the mighty samplers (of fire)
Los italianos ofrecieron uno de los conciertos más esperados del día, con un público notablemente más numeroso frente al escenario. Su propuesta épica y orquestal funcionó especialmente bien con los clásicos de su discografía aunque los nuevos temas fueron bien recibidos entre los fans. Desde luego, el inicio con “Unholy Warcry” (tras la consabida intro “The Dark Secret”) ya dejó claro que el público estaba a sus pies (pocas bandas del Z! gozaron de ese privilegio desde los primeros instantes).
Persistía en mi la duda de si la banda estaría viviendo de su pasado… un pasado con una formación absolutamente distinta salvo por Alex Staropoli (vale, siendo justos, él fue uno de los grandes artífices del éxito de la banda), y un pasado que pertenece a una banda con otro nombre. Por suerte y como ya anticipaba antes, los temas más recientes grabados con esta formación, como “I´ll Be Your Hero” o “Challengue The Wind” funcionaron razonablemente bien, así que dudas despejadas.
Giacomo Voli, al frente de la banda desde el 2016, firmó una actuación sobresaliente. Defendió tanto los temas recientes como los más antiguos con solvencia vocal y gran presencia escénica, logrando incluso que muchos asistentes no echasen de menos a Fabio Lione, algo que no es poco decir. En general, la banda brilló por técnica: los solos de Roberto De Micheli resonaron con la pasión virtuosa estilo Turilli, mientras que la batería de Paolo Marchesich sonó con el nivel de precisión y potencia requeridos.
Eso sí, llega la hora de poner la pega habitual en los conciertos de la banda, que es el consabido (y cada vez más masivo) uso de samplers: orquestaciones, coros y efectos acompañaron casi todo el repertorio. Aunque esta elección ayuda a recrear el característico sonido cinematográfico de la banda, en algunos momentos resulta del todo innecesaria.
Entendemos la presencia de ciertas pistas pregrabadas, ya que de lo contrario algunos temas quedarían absolutamente deslucidos, pero hubo momentos en que era más lo que sonaba grabado que la música que emanaba de los instrumentos de los sobresalientes músicos. Deberían reflexionar.
El show culminó por todo lo alto con la imponente “Dawn of Victory”, coreada por miles de gargantas, que abrió paso a “Emerald Sword”, que incluso desató un circle pit entre el público, demostrando el fervor que aún despiertan. Los dos himnos transformaron el IFEZA en un campo de batalla épico, coronado por el grito estelar de Voli en lo que fue el momento de conexión más intensa del show. Magia colectiva pero ciertamente efímera, ya que salvo este brillante cierre, mucho nos tememos que la chispa de antaño sigue sin aparecer, a pesar de que firmaron un buen concierto… y es que el efecto nostalgia es muy difícil de vencer.
Por desgracia, los compromisos festivaleros son a veces incompatibles con poder asistir a todas las actuaciones, y nuestra obligada presencia en las ruedas de prensa que ofrecieron tanto Sepultura como Rhapsody Of Fire evitó que presenciáramos la descarga de los suizos Gotthard. Según nos contaron después, nos perdimos una gran actuación a la que quizás le faltó un poco de intensidad. Ojalá podamos presenciar su directo en una futura venida a nuestro país. De este modo, pasamos al siguiente plato del menú del día:
Lita Ford: leyenda indomable… ¿encaje cuestionable?
A las 21:50, apareció la leyenda del hard rock en el Copper Stage para ofrecer un concierto sólido y directo, respaldada por una banda muy competente y un repertorio repleto de clásicos. Lita Ford, con su melena rubia, su icónica guitarra de doble mástil (aunque no empezó con ella) y una presencia que destila pura actitud, volvió a demostrar por qué su legado es irrepetible.
Aunque los primeros compases tuvieron un sonido irregular y a nivel vocal a Lita le constó entrar al concierto, poco a poco la veterana supo recuperar el control mientras los técnicos ajustaban los monitores y ecualizaciones. A pesar de eso, el arranque fue directo y sin contemplaciones: “Gotta Let Go” seguida de “Restless”, con momentos de entrega visceral y rock clásico.
Recuperó el pulso del sonido y el público poco a poco empezó a vibrar con cada acorde, especialmente cuando interpretó “The Bitch Is Back” de Elton John, convirtiéndola en suya con descaro y energía punk-rock. Cuando resonó “Cherry Bomb” de The Runaways, el público conectó con ese espíritu rebelde de los orígenes. Y la intensidad subió aún más con la versión de los Sex Pistols “Black Leather”.
Sin duda, uno de los momentos más esperados llegó con “Close My Eyes Forever”, el mítico dueto con nuestro ya retirado Ozzy Osbourne, interpretado en directo con la guitarra de doble mástil. El cierre fue con “Kiss Me Deadly”, ese himno irresistible que reunió melodía, fuerza y espíritu rebelde. Puro vintage rock’n’roll con una mujer tras su guitarra que, a sus 66 años, demostró a lo largo de toda su actuación que el tiempo no manda en actitud ni habilidad.
Aún con todo, fue inevitable notar que el público se mostró bastante estático durante gran parte del concierto. Quizás la inminente descarga de Sepultura, con una propuesta escénica diametralmente opuesta, hizo que muchos se reservaran energías, o tal vez la actuación de Lita Ford, por muy sólida y respetable que fuera, no terminó de encajar del todo con el perfil medio del asistente del Z!
Sea como fuere, en un festival que se enorgullece de ofrecer una paleta tan variada de estilos dentro del rock y el metal, hay que saber valorar gestos como el de traer a una leyenda viva como ella. No todos los días se puede ver sobre el escenario a alguien que compartió banda con Joan Jett y que ayudó a pavimentar el camino para muchas de las que vinieron después. Y eso, lo mires por donde lo mires, también es historia del rock.
¿Sepultura a la sepultura?
Vamos con el concierto más potente y memorable del día con los grandes protagonistas del tercer día del Z! Live. El Silver Stage se convirtió en un auténtico volcán en erupción cuando Sepultura inició su actuación de despedida. La banda brasileña protagonizó una descarga de “thrash étnico” propio de las leyendas que son, marcando un momento cumbre del festival. Además, era la primera gira (¿y última?) con su nuevo batería, Greyson Nekrutman, un joven de 23 años que, además de estar de cumpleaños, cumplió con creces y aportó una energía brutal a la banda (prueba superada).
Desde el arranque con “Beneath the Remains”, seguido de “Inner Self” y “Desperate Cry”, la intensidad se mantuvo sin respiro. La capacidad de Derrick Green al micrófono y la precisión de Andreas Kisser a la guitarra avivaron un público que no dejó de moverse ni un segundo. Fue un inicio demoledor, el preludio de un setlist que repasó clásicos de todas las épocas, con un sonido atronador y un público muy entregado, aunque también debo decir que esperaba todavía más intensidad con los circle pits, que fueron moderados (se notaba que estábamos en el tramo final del festival).
De cualquier manera, la atmósfera fue electrizante en todo momento. A mitad del show, llegaron los momentos tribales: la espectacular jam de percusión de “Kaiowas” se alzó como uno de los puntos más intensos, donde además de Greyson Nekrutman, la percusión se vio complementada con varios músicos que subieron al escenario para marcar el pulso con tambores y ritmos ancestrales.
Para el cierre, los himnos se sucedieron con furia implacable: “Orgasmatron” (nuestro Lemmy sigue presente), “Troops of Doom”, “Territory”, “Refuse/Resist” y “Arise”. En este punto, casi que podríamos decir que tuvo lugar el único pequeño “break” de todo la actuación, y es que no hubo apenas pausas, más allá de alguna muy breve intervención de Derrick Green o Andreas Kisser, quien se dirigió al público en perfecto castellano para agradecer el apoyo y poner en valor la historia de la banda en España.
A continuación se dio paso, ya como incuestionables bises, a “Ratamahatta” y, por supuesto, “Roots Bloody Roots”. Los dos temas incendiaron el recinto, que estalló en el clímax más furioso del día. En definitiva, a lo largo de sus 100 minutos de actuación, Sepultura demostró que su legado y fuerza siguen más vivos que nunca. Con técnica afilada, una energía imparable y momentos de comunión con el público, los brasileños confirmaron que siguen siendo uno de los grandes nombres del género.
¿Hay alguna pega? Quizás podríamos decir que algunos temas más recientes del repertorio no conectaron del todo con el público, pero estos momentos se superaron gracias a los clásicos (¿hay alguna banda con tantos años de gloriosa historia a la que no le ocurra esto?). Como conclusión, añadiremos que aunque el tono general de la actuación estuvo impregnado del peso emocional que supone una gira “de despedida” tras 40 años de carrera, lo que presenciamos en el escenario del Z! no disipó nuestras dudas: ¿Sepultura vinieron a cerrar un festival o vinieron a cerrar un capítulo de la historia del metal?
Sea su despedida final o un alto momentáneo, su actuación en Zamora fue un hito que nadie olvidará. Por nuestra parte, nos atreveremos a decir que igual la banda tarda más de lo esperado en celebrar su “Dark Funeral”, lo que nos lleva directamente a la siguiente actuación del Z!
Dark Funeral o como ofrecer condena cuando lo que te piden es tregua
Con la medianoche ya bien superada y todo IFEZA envuelto en un silencio expectante, el Z! Live aún guardaba una penúltima invocación. En este contexto, los suecos salieron a escena con la difícil tarea de mantener el pulso del festival. No era fácil: después de una jornada maratoniana y una descarga monumental como la de Sepultura, la misión de mantener al público en vilo parecía casi suicida.
Pero Dark Funeral no es una banda que busque levantar puños ni provocar círculos de la muerte: su objetivo es arrasar con una tormenta sónica implacable. No hacía falta moverse, solo dejarse poseer… y ya lo creo que lo consiguieron, gracias también al público fiel (que ya decayó un poco en número) que se rindió sin condiciones a la atmósfera que los suecos supieron crear, apoyados por su muy oscura escenografía (algo que me encanta de las bandas de black).
Esa escenografía era una declaración de intenciones: un cementerio bajo el omnipresente logo de la banda y una iluminación gélida que congeló incluso desde la distancia. Con una presencia imponente y una ejecución quirúrgica, los suecos iniciaron el asalto sin dejar espacio para respirar. Todo sonó denso, veloz e inhumano. Una pared de sonido y oscuridad en la que la batería de Jalomaah, disparada como una metralleta de precisión, marcó un tempo frenético sobre el que su guitarrista y lider Lord Ahrimanriffs perpetró sus riffs afilados y melodías siniestras.
Heljarmadr, con su figura espectral, tejió maldiciones desde el micro con su habitual “anti-carisma” gélido y distante, encarnando al perfecto maestro de ceremonias de este aquelarre sonoro. En definitiva, Dark Funeral supieron dejar su huella. Está claro que su black metal no es para todos los paladares, pero su propuesta terminó por imponerse con temas como “Nosferatu” o “The Arrival of Satan’s Empire”
Nanowar Of Steel: exorcismo final a base de humor y calidad
Tras la descarga infernal de Dark Funeral, el festival tomó un giro radical. Nanowar of Steel irrumpió como antídoto humorístico, con una misión clara: hacer reír, y acabar con las pocas fuerzas que les quedaban a los asistentes (en número decreciente) antes de cerrar el Z! Live.
Debo decir en primer lugar que, a pesar de su humor característico, tenemos aquí una banda llena de talento y gran capacidad musical, y es que logran clavar con gran precisión el estilo de toda banda a la que se atreven a parodiar (en otras palabras, aquí hay mucha más chicha de la que parece).
Por otra parte, aunque creemos que su propuesta funciona, es cierto que no deja de ser un tema divisivo, ya que no todo el mundo disfruta por igual de este estilo paródico lleno de chistes ingeniosos y gags absurdos, por mucho que fluyan entre riffs de power metal de mucha calidad. Durante su actuación, los italianos jugaron sin pudor con todos los clichés del género, combinando himnos de batalla con detalles surrealistas, como montar, en plena “Valhalleluja”, un mueble de Ikea que luego pasó al público.
En definitiva, un gran cierre, y una reflexión: hace falta más humor en el mundo, sobre todo tras tres días en los que pasamos del prog al trash más crudo, pasando por la oscuridad del black. ¿Risas o guturales? Lo ideal es tenerlo todo. El metal también se ríe de sí mismo, y con Nanowar of Steel lo hace con nivel, con ideas y, sobre todo, con un corazón enorme bajotodos esos disfraces.
En resumen, fue un día dominado por Sepultura, que puso la guinda a una jornada memorable donde ninguna banda se quedó atrás. La décima edición del Z! Live se cerró con un rotundo 10, dejando una huella imborrable en la escena. Tras tres jornadas de sol abrasador, decibelios ensordecedores y contrastes sonoros, ha quedado muy claro que el Z! Live ha dejado de ser una promesa para erigirse como referente de calidad. Un festival que celebra sin miedo la diversidad del género y que año tras año demuestra que Zamora no solo suena… ¡retumba en lo más profundo del alma y el corazón! Nuestra más sincera gratitud a la organización por convertir este sueño en realidad.

“I’m living in the shadow of my doubt
Where I’m the master and the slave
In the absence of a savior
I’ll be saving me today.”
Descubre más desde Stairway to Rock
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.