«El último secreto»
Dan Brown
Penguin Random House
No sé si ha sido porque han pasado ocho años desde que la última novela de Dan Brown vio la luz, pero este nuevo libro de nuestro autor de simbología e imagenología favorito me ha cautivado de principio a fin. Sus casi 700 páginas se me han pasado en un suspiro y lo he leído en menos de un mes.
Qué lejos quedan los tiempos en los que había menos responsabilidades y podíamos leernos un libro de esta envergadura en un fin de semana tranquilo. No ha sido mi caso por mi situación personal, pero, aun así, he podido disfrutarlo en pequeños sorbos, y ha sido todo un viaje.
Cuesta imaginar que 700 páginas narren una ficción que se desarrolla prácticamente en un solo día, y en la que nuestro autor vuelve a rescatar a su héroe favorito: el profesor de Harvard, Robert Langdon. En este nuevo libro lo acompaña su nuevo amorío (nunca falta esta vertiente sentimental que no aporta mucho, pero siempre está), la experta en ciencia noética Katherine Solomon.
La historia comienza en Praga, donde la doctora Katherine Solomon ha viajado para impartir una charla sobre ciencia noética —disciplina que estudia todo lo relativo a la mente, la psique y la conciencia— con motivo de la publicación de su primera y novedosa obra, que está generando gran expectación.
Tanta es la atención que suscita que, desde el momento de la charla, se suceden una serie de acontecimientos cuyo objetivo será destruir todas las versiones existentes de este libro —aún sin publicar—. A lo largo de la novela se va revelando información sobre su contenido, lo que incrementa el misterio.
La CIA está detrás del intento de destruir el manuscrito y recurrirá a una serie de estratagemas nada legales y muy sofisticadas. Incluso tratarán de eliminar las copias almacenadas en el servidor de la editorial más famosa y protegida del mundo: Penguin Random House y sus sedes centrales en Nueva York. Para ello, Dan Brown también recurre a figuras reales, como su propio editor Jonas Faulkman, que aparece en la trama y existe en la vida real.
«Todos mentimos mejor cuando nos creemos la mentira»
Este primer ataque cibernético a la copia digital sucede al mismo tiempo que Robert Langdon y Katherine Solomon son atacados en Praga. Al principio, se nos hace creer que detrás de estos ataques se encuentran varias fuerzas: la UZSI (Oficina de Relaciones y de Información Exteriores), la Embajada de Estados Unidos y fondos de capital de alto riesgo, incluso relacionados con el proyecto Stargate. Dentro de la simbología característica de Dan Brown, también aparece un personaje místico ligado al folclore de Praga: el Gólem.
No me ha parecido un libro tan centrado en la simbología ni en la resolución de mensajes encriptados como otros más conocidos de Dan Brown —por supuesto, El código Da Vinci—, donde este recurso literario es más frecuente.
Aunque sí encontramos algunos, me han parecido menos intrincados, pero igualmente ilustrativos, didácticos y entretenidos. Quizá sea porque ya estoy acostumbrada al estilo narrativo de Brown o porque los escape rooms nos han abierto la mente.
Como en sus últimas novelas, se plantea un descubrimiento científico revolucionario que transformaría el mundo y nuestra comprensión de él. En este caso, el libro gira en torno a los descubrimientos sobre la conciencia no local, defendiendo que las mentes surgen y se almacenan en un lugar remoto, ajeno al cuerpo físico, lo que cambiaría el concepto mismo de la muerte.
La idea resulta interesante, aunque está lejos de poder probarse y tiene un aire algo “blackmirroresco”.
También se aborda la competencia entre la investigación científica pública y privada, y cómo las agencias de seguridad nacionales a veces cruzan límites éticos en nombre del progreso.
No voy a desvelar mucho más, porque realmente el libro invita a reflexionar, disfrutar y sorprenderse con los habituales plot twists a los que Dan Brown nos tiene acostumbrados. He de ser sincera: en este caso, no los vi venir. Me ha gustado la manera de narrar, la descripción de los personajes con sus rasgos más humanos y psicológicos, y aunque está cargado de datos históricos y curiosidades sobre Praga, no se hace pesado en absoluto.
Todo un acierto la vuelta de Dan Brown al ruedo. Y si para leer libros así tenemos que esperar otros ocho años, que así sea.
Nanotecnóloga y química de formación y amante de la música como pasión. Me gusta la música en todas sus vertientes. Empecé tocando el violín y de la música clásica pasé al rock y al metal (mis primeras bandas fueron AC/DC y Mägo de Oz, por supuesto). No tengo muchas bandas predilectas, aunque Rulo siempre encabeza el podio. Helloween, Volbeat o Greta Van Fleet le siguen de cerca. Mis gustos han cambiado a lo largo de los años pero siempre abierta de mente, así que le doy al hard rock, al power, al death metal (melódico) y a todo lo que me haga descubrir cosas nuevas o me sepa impresionar.
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